Landon Donovan
San Diego Loyal, 2020-2022
Cuando Estados Unidos se clasificó para el Mundial de 2002 y se vislumbró que yo con 20 años podría tener la oportunidad de participar, eso me consumió por completo.
En mi infancia, la Major League Soccer no existía, y no sabía nada del fútbol europeo.
Crecí en Los Ángeles, donde la mayoría de la gente que jugaba al fútbol era latina, porque los niños estadounidenses, en realidad, no jugaban al fútbol. Así que con casi todas las personas que jugué de niño eran de origen latino. De Centroamérica, México, América del Sur…
Era algo que me encantaba, porque me gustaba mucho jugar, y más con gente que sí tenía una cultura de fútbol. Veían partidos y eran aficionados de equipos. Encontré mi comunidad en ese entorno, y eso es lo que me impulsó a seguir jugando.
Mi objetivo era llegar a jugar en la universidad y tratar de clasificar para un Mundial. El fútbol profesional era por entonces apenas un sueño distante.
Todo lo que hice, una vez que Estados Unidos logró la clasificación, fue orientado a tratar de lograr entrar en el equipo. Y cuando me llamaron para decirme que lo había conseguido fue uno de los mejores días de mi vida.
A partir de ese momento todo fue a mejor.
No solo jugar un Mundial, sino que logré anotar (arriba). Lo que estaba sucediendo estaba más allá de mis sueños más locos.
Llegamos a los cuartos de final, donde fuimos vencidos por Alemania, que terminó siendo finalista. De niño, nunca me imaginé que estaría jugando contra Alemania en los cuartos de final de un Mundial.
Después del torneo, me dieron el premio al Mejor Jugador Joven. En ese momento probablemente no me di cuenta lo especial que fue eso, pero es realmente un honor increíble.
“La perspectiva de jugar en Europa era muy excitante”
Solo lograr ese premio porque era parte de un equipo realmente bueno. Pude jugar libremente, exento de responsabilidades. No tenía que ser la estrella. Nada dependía de mi actuación. Simplemente buscaba marcar gol y jugar de forma natural.
Gracias a Bruce Arena (abajo) y al equipo que él ensambló, pude crecer. Sí, es verdad que jugué bien, pero no lo habría hecho sin todos mis compañeros y el cuerpo técnico.
Aprendí como jugador que lo mejor es mantenerte en el presente. Está bien soñar con la selección nacional, un Mundial o jugar en Europa – como pude hacerlo – pero eso no es lo que te lleva hasta allá.
Lo que te lleva allá es el proceso. Ir todos los días a entrenar y a hacerlo mejor.
Eso fue lo que hice a lo largo de mi carrera de jugador y, por ello, fui recompensado.
Cuando tenía 17 años, el Bayer Leverkusen me hizo una oferta.
Para ser honesto, en ese momento el fútbol europeo estaba tan lejos de mi realidad que, como te decía al principio, ni siquiera había oído hablar de ellos.
Pero de todos modos la posibilidad de ir a jugar a Europa era emocionante y fue genial para mí darme cuenta que podría ser, de verdad, una realidad. Después de pensarlo con detenimiento, decidí dar el salto.
“Cuando David Beckham llegó al LA Galaxy en 2007, eso puso el foco de atención sobre nosotros, algo que ni el club ni los jugadores estábamos para nada acostumbrados"
Estar en un verdadero ambiente profesional fue increíble para mí. Me desarrollé allí y fue algo que me ayudó mucho cuando jugué el Mundial Sub-17 en 1999. De repente, estaba por delante de muchos de mis contemporáneos y fui nombrado mejor jugador del torneo.
Lo único que echaba en falta en mi etapa en Alemania era disputar partidos. No conseguí jugar partidos profesionales, así que si bien la experiencia fue indudablemente positiva, necesitaba jugar. Todo lo que quería realmente era estar feliz.
Me dieron la oportunidad de volver a Estados Unidos con el San Jose Earthquakes (abajo) y la tomé.
Y terminó siendo una época realmente buena en mi vida.
Estuve allí entre los 18 y 22 años. Unos años realmente formativos para mí. Aprendí mucho en ese período y jugué mucho fútbol. Más de 100 partidos en total, mejorando bastante como jugador.
Ya para 2005, sin embargo, había estado lejos de Los Ángeles y de mi familia por seis años. Quería volver a casa.
Fue tan simple como eso.
La mayoría de los jugadores profesionales no llegan a jugar en sus ciudades natales, pero yo soy de Los Ángeles y regresar allá fue una decisión fácil. Conseguir jugar para el LA Galaxy rodeado de mi familia y amigos en la ciudad donde crecí aprendiendo a jugar fue simplemente increíble.
Al comienzo de mi carrera, la MLS no atraía a mucha gente de otros países. No había mucho dinero, las instalaciones eran malas, los estadios y los campos no eran muy buenos y la calidad del fútbol también era pobre.
Eso significó que durante los primeros años de mi regreso a Estados Unidos casi todos los jugadores eran estadounidenses. Los jugadores de otros países no estaban interesados en jugar en la Major League Soccer.
“Tim Howard me llamó para decirme que David Moyes estaba interesado en llevarme cedido al Everton”
Así que cuando David Beckham (abajo) llegó al LA Galaxy en 2007, eso puso el foco de atención sobre nosotros, algo que ni el club ni los jugadores estábamos para nada acostumbrados.
Para serte franco, al principio su llegada resultó todo un desafío. Pasamos de ser un club grande para el estándar de la MLS que, para esa época no se comparaba en tamaño con otros deportes en Estados Unidos, o con otros equipos de fútbol del mundo, a ser algo realmente llamativo.
De repente, había medios de comunicación en cada sesión de entrenamiento. Cada vez que íbamos al aeropuerto, había gente acudiendo en masa para ver a David. Y también había gente recibiéndonos cuando aterrizábamos en otra ciudad.
Eso cambió totalmente la dinámica de nuestro equipo. Hubiese resultado ser un desafío para cualquier equipo, pero fue especialmente difícil para nosotros porque, honestamente, éramos un equipo deficiente en ese momento. Simplemente éramos muy malos.
Pero trabajamos juntos para lidiar con nuestros problemas sobre el campo y para relajarnos, a pesar de la presión por la atención adicional que recibíamos.
Y pudimos ver las cosas desde el otro lado. Al final, con David como un jugador clave, logramos convertirnos en uno de los mejores equipos en la historia de la liga. Eso fue muy satisfactorio porque pusimos mucho empeño en trabajar duro desde el propio inicio.
Y yo tuve la suerte de seguir pudiendo experimentar nuevas cosas, a pesar de que había regresado a Los Ángeles.
En Estados Unidos el período entre temporadas es verdaderamente largo. La mayoría de los jugadores están fuera desde noviembre hasta marzo, lo que significa pasar mucho tiempo sin jugar.
"Después de colgar las botas, probé distintas cosas, pero nada realmente me atrapaba"
El Galaxy tuvo la gentileza de dejarme pasar la primera parte de 2009 cedido a préstamo en el Bayern Múnich.
Un año más tarde, de la nada recibí una llamada de mi compañero en la selección estadounidense, Tim Howard, quien estaba entonces jugando para el Everton.
Me dijo que el entrenador, David Moyes, estaba pensando en la posibilidad de llevarme cedido. Hablé con los dos clubes, con David y mi entrenador, Bruce Arena, y pienso que estuvieron de acuerdo en que era una situación beneficiosa para todos.
Para la mayoría de la gente en Estados Unidos, la Premier League es probablemente la más emocionante y reconocible de las ligas. Es muy entretenida y, obviamente, hablamos el mismo idioma, así que está muy alto en nuestra lista de prioridades como destino.
La pasé muy bien en el Everton (arriba). Tanto que regresé al siguiente año, con la experiencia de vivir un estilo distinto de vida y un nivel muy exigente de fútbol. Fue muy importante para mí poder mostrar que podía actuar a ese nivel, así que estaba muy contento de haber podido volver a Europa por tres años consecutivos.
Sentía que podía aportar, algo que funcionó para todo el mundo. Fue una gran experiencia y siempre la recordaré.
En ese entonces, aunque tuve todas esas experiencias geniales, jugando con tantos grandes futbolistas y a los mandos de tantos grandes entrenadores, nunca me llegué a ver a mí mismo como entrenador al terminar mi carrera de futbolista.
"Los grandes entrenadores me enseñaron lo que quiero ser y los malos me ayudaron a darme cuenta de lo que no quería como entrenador"
Después de colgar las botas, pasaron cinco o seis años en los que probé distintas cosas. Fui comentarista, algo de trabajo en los medios, me alejé por un tiempo del juego.
Pero nada realmente me atrapaba.
Entonces, en marzo de 2020, apareció la oportunidad de hacerme cargo del puesto de entrenador en el San Diego Loyal, y decidí intentarlo.
El momento coincidiendo con el Covid hizo que el primer año fuese exigente, pero incluso con todas las dificultades que vinieron con la pandemia, me encantó desde el primer minuto.
Me encanta poder tener impacto en la vida de la gente joven con la que trabajo.
No es un grupo enorme, pero poder influenciar a 24 o 25 jóvenes es aun así algo muy poderoso. Sientes que puedes tener un verdadero impacto directo sobre la gente de manera significativa.
“Me siento extremadamente afortunado, pero no es algo que doy por sentado en absoluto"
Y eso puede ser dentro o fuera del campo. Ambas situaciones son importantes para un entrenador. Eso lo aprendí como jugador.
Fui muy afortunado de tener algunos entrenadores estupendos y también me considero con suerte por haber tenido algunos muy malos.
Los grandes entrenadores me enseñaron lo que quiero ser y los malos me ayudaron a darme cuenta de lo que no quería como entrenador. Todo eso ha sido de ayuda.
He intentado trasladar todas las vivencias de mis días de jugador a los entrenamientos. Algunas veces hago pausas durante mis sesiones porque recuerdo lo que me dijeron Bob Bradley o Bruce Arena en un momento parecido. Algo que me ayude a hacerme entender.
Todas esas experiencias me han ayudado muchísimo. Sería tonto no aprender tanto de lo bueno como de lo malo.
Hay muy pocos trabajos en el mundo en los que puedes salir todos los días y pasar tiempo con un grupo muy motivado de gente joven que quieren lograr algo juntos. Me siento extremadamente afortunado de estar liderando ese proceso. No es algo que doy por sentado en absoluto.
Tal vez más adelante otras cosas despierten mi interés, pero si estoy en San Diego durante los próximos cuarenta años, estaría genial.
Porque aquí soy feliz y hago algo que realmente me encanta.
Eso es realmente especial.