quique sánchez flores
Getafe, 2021-Presente
El Perfil:
Quique Sánchez Flores, después de un tiempo de pausa, vuelve a la actividad para afrontar su tercera etapa en el Getafe, un club que le ofreció su primera oportunidad como entrenador de Primera División en la temporada 2004/05, y al que regresó en 2015 a mitad de temporada, aunque esta vez tan solo durante 11 partidos para firmar más tarde por el Watford.
Flores también ha entrenado a equipos tan prestigiosos como el Valencia, Atlético de Madrid, donde ganó la Europa League, o Benfica, sumado a la experiencia en la Premier League con el Watford, club al que llevó hasta las semifinales de la FA Cup en 2016. “Lo normal es decir que es un reto, pero quiero verlo como un paso más en la trayectoria que te lleva a situaciones más difíciles y otras más fáciles”, señaló en la presentación con el Getafe. “Cada vez que he pasado por este club he tenido la misma sensación de que formo parte de una familia. La familia está en problemas en estos momentos y tengo ganas de entrenar”, añadió el técnico español.
Estilo de juego:
El 4-2-3-1 que Sánchez Flores favoreció inicialmente en su primera etapa en el Watford pronto se convirtió en un 4-4-2 liderado en ataque por Troy Deeney y Odion Ighalo. Sin embargo, el equipo se volvió un tanto predecible, y con el tiempo su rendimiento y sus resultados se vieron afectados negativamente. En gran parte, debido a que los rivales se centraron principalmente en bloquear a Deeney y privaron a Ighalo de espacios, lo que mermó su potencial ofensivo.
Étienne Capoue y Valon Behrami jugaron ocasionalmente como centrocampistas de banda a ambos lados de los otros dos centrales naturales, en un intento de aumentar su creatividad, pero los problemas en la generación de peligro persistieron. Además, los laterales apenas ofrecieron apoyo en el último tercio del campo, por lo que sus atacantes quedaron cada vez más aislados (abajo) ante los defensores rivales.
Su partido más importante de la temporada 2015/16 -la semifinal de la FA Cup contra el Crystal Palace en abril de 2016- acabó en derrota. Es de destacar que los mismos diez jugadores de campo habían sido titulares en la victoria por 3-0 ante el Liverpool en diciembre anterior, antes de que comenzara la mala racha de resultados.
La salida de Sánchez Flores del Watford fue seguida rápidamente por su nombramiento como entrenador del Espanyol. Al igual que en el Watford, se decantó por un 4-4-2, pero también experimentó con un 4-2-3-1, y a diferencia de su etapa en Inglaterra, tuvo en Pablo Piatti, Hernán Pérez y José Antonio Reyes jugadores capaces de aportar la calidad que su equipo necesitaba en los últimos metros.
Sobre ese 4-4-2, su prioridad era de nuevo alimentar a sus dos delanteros, mientras en el 4-2-3-1 sus interiores apoyaban a Gerard Moreno -su único delantero-, haciendo desplazamientos hacia el interior, lo que significaba que a menudo contaba con hasta cuatro jugadores realizando carreras en profundidad (abajo). Su movilidad colectiva hizo que la transición al ataque después de las recuperaciones de balón fuera particularmente efectiva, y también con un alto grado de entendimiento entre sus jugadores que dieron lugar a ataques con una creciente flexibilidad. Durante la temporada 2017/18 se inclinó sistemáticamente por un 4-4-2, construido sobre alineaciones iniciales de perfil ofensivo, pero sus resultados -no muy diferentes a los de la 2015/16 con el Watford- no fueron los esperados.
En diciembre de 2018 -el anuncio se hizo el día de Navidad- fue contratado por el Shanghái Shenhua, donde su equipo priorizó el trabajo de la posesión de nuevo con el objetivo de encontrar a los delanteros, Ighalo y Giovanni Moreno. Como también fue el caso durante su breve regreso al Watford en 2019, su dibujo favorito fue el 3-5-2; en el que el Shenhua generó juego alrededor del bloque defensivo rival, a través de sus laterales antes de progresar la posesión hacia el interior. A menudo a través de balones más directos a los pies del receptor o en la trayectoria de sus dos delanteros mientras atacaban la espalda de la defensa rival.
Fredy Guarín avanzó desde el centro del campo, con y sin el balón, para atacar de forma similar a un mediapunta, moviéndose desde los pasillos interiores hasta zonas centrales, donde podía ofrecer apoyo y enlazar el juego con Ighalo y Moreno mediante pases directos hacia delante. Su deseo de desplazarse hacia el interior del campo también habilitó más espacio para que sus laterales pudieran desdoblarse.
Si, por el contrario, Guarín mantenía su posición para ayudar en sus intentos de participar en la posesión, se utilizaban combinaciones por fuera, y el jugador colombiano complementaba esas combinaciones enviando centros en ataque o pases hacia el interior. Envíos que buscaban conectar con cualquiera de sus dos delanteros que habían retrasado su posición para ocupar el espacio habilitado por Guarín con su movimiento (abajo).
Fase defensiva y presión:
El Watford se organizó para defender con el mismo 4-4-2 (abajo) con el que atacaba. La mayoría de las veces lo hizo en bloque medio y bajo, pero, independientemente de su preferencia por defender en campo propio, a menudo les faltaba compacidad y cohesión. Un desarrollo donde los dos delanteros ofrecían una presencia defensiva mínima o poca protección para evitar que el rival conectara con sus centrocampistas, lo que contribuía a que los oponentes progresaran con regularidad hacia la mitad de ataque. Cuando esa falta de compacidad obligaba a sus defensas centrales a salir a cubrirse, se generaban más espacios para sus rivales.
También existía una falta de intensidad cuando, como colectivo, los jugadores se movían por el campo, lo que contribuía a que se formaran espacios en el territorio central donde los rivales trataban de asociarse y penetrar. Cuando sus laterales avanzaban para presionar, lo hacían sin la suficiente cobertura y apoyo, provocando que sus defensas centrales se estiraran aún más. En los momentos en que cubrían con más éxito esos espacios centrales, sin embargo, se volvían vulnerables a otros en los pasillos interiores, de nuevo con una falta de compacidad que invitaba a los adversarios a jugar con pases directos y adelantados por detrás.
El Espanyol se defendió con un 4-4-2 similar, pero lo hizo desde una zona ligeramente más alta y más frecuentemente sobre bloque medio. También se mostraron mucho más compactos y, por tanto, más capaces de anular los intentos de los rivales de avanzar por el centro del campo. En este caso, mejor protegidos por sus dos delanteros y, de manera individual, más astutos a la hora de decidir cuándo abandonar sus posiciones para presionar.
En cambio, el equipo se vio más afectado por la posesión del balón en las bandas, donde fue menos consistente a la hora de seguir los movimientos y las carreras rivales. El hecho de que sus cuatro defensas tuvieran dificultades para bloquear los centros también potenció una amenaza ofensiva que intentaron limitar a través de sus laterales y sus centrocampistas de banda que presionaban en una fase anterior (abajo), pero a costa de su presencia defensiva en el territorio central, y potencialmente en los pasillos interiores. También hubo ocasiones en las que se mostraron vulnerables en las jugadas a balón parado.
En cambio, en Shanghái optó por un defensa de cinco y un bloque medio 5-3-2 (abajo) sin posesión. Mientras sus dos delanteros trataban de ofrecer la misma pantalla defensiva que los mejores equipos de Sánchez Flores, sus tres centrocampistas aseguraban una mayor cobertura en la zona cengtral, forzando al rival a salir por bandas, donde los laterales del Shenhua eran más adecuados para saltar a presionar, y lo hacían a sabiendas de que su espalda estaba protegida por la línea de cuatro atrás.
A pesar de su compacidad y de la cantidad y profundidad con la que defendían, los errores individuales -no eran convincentes a la hora de atacar o reaccionar a los segundos balones, como también en acciones individuales- significaban que también eran vulnerables.
En sus casi tres meses de vuelta al Watford en la 2019/20, Sánchez Flores se decantó por un 3-5-2 y un bloque defensivo 5-3-2 (abajo), y también por un 3-4-3 que hacía que defendieran con un 5-2-3 o 5-4-1. El número y la profundidad con la que defendían les hacía más resistentes en toda la amplitud del campo, pero mermaba su capacidad de transición al ataque.
Sus centrocampistas en banda se unieron a sus laterales para presionar por fuera, preservando su compacidad defensiva, sobre todo desde lo más profundo de su campo defensivo y, debido a su mayor calidad respecto a los de Shanghai, lo hicieron sin cometer los mismos errores individuales.
Una vez más, el técnico español instruyó a sus dos delanteros para que forzaran al rival a salir por fuera, donde sus jugadores de banda apoyaban al lateral correspondiente. Detrás de ellos, el centrocampista central se replegaba hacia un territorio más profundo y permanecía listo para suplir a su línea defensiva si se requería que un defensa central se desplazara para cubrir a ese lateral.
El Watford también defendió con agresividad, y con la voluntad necesaria para moverse por todo el campo y aplicar sistemáticamente la presión sobre el balón, sobre todo al preservar la compacidad que faltaba durante la anterior etapa de Sánchez Flores como entrenador.
Redacción: Héctor García