En el Atlético de Madrid había tenido mis dificultades para hacerme con un sitio porque en el fútbol, en aquel momento, predominaba mucho el 4-4-2, en el que yo podía jugar solo en una posición. Había un centrocampista más de perfil defensivo y uno más ofensivo, organizador, y era ahí donde yo encajaba.
Y de repente llega Cruyff y veo que su propuesta es jugar con un rombo en el medio del campo, con cuatro jugadores por dentro. Veía que en esas cuatro posiciones yo podía jugar, con lo cual se me abría la opción de poder jugar dentro de su equipo.
Luego veía que, tal y como estaban repartidas las posiciones, con tres defensores, un rombo en el medio del campo y tres delanteros, las posibilidades de pase desde la posición que yo ocupaba en el medio del campo eran muchas. Y justo lo que yo tenía de bueno era la técnica para hacer buenos pases y la toma de decisiones, elegir cuál es el mejor pase; el compañero que está mejor situado para ese pase.
Desde los primeros partidos de pretemporada en Holanda empecé a ver que se me abría un abanico de posibilidades de juego. Fue una alegría enorme ver esa idea de juego que Cruyff traía y cómo funcionaba de bien.
“Me lo quería pasar bien cada día de mi vida profesional. Y ahora había un entrenador que planteaba una idea de juego en la que podía hacerlo”
Los entrenamientos eran diferentes de lo que yo estaba acostumbrado. En aquella época había un componente importante de preparación física. Cuando llegó Cruyff el componente más importante pasó a ser la técnica.
La parte técnico-táctica, juegos de posición, partidos cortos. Era todo con balón, como cuando era niño y jugaba con mis amigos en la calle en mi pueblo, La Seca. Y luego estaban los partidillos, partidos cortos de competición de tres jugadores. Era divertirse cada día. En mi profesión, que he elegido porque me gusta mucho, también me lo quería pasar bien cada día de mi vida profesional. Y ahora había un entrenador que planteaba una idea de juego, una metodología de entrenamiento, que nos permitía pasarnoslo bien.
Pero no tiene sentido si te lo pasas bien y no te sirve para ganar. Algo así no podría tener continuidad. Pero la forma de jugar de Cruyff servía para conseguir resultados también. Era ideal.