Gran parte de mi entrenamiento parece como fútbol “normal”, después del primer saque. Trabajo mucho con grupos grandes – frecuentemente 11 contra 11 – de manera tal que los jugadores se acostumbren a poner en práctica mis ideas en situaciones de partidos.
Intento darles las herramientas para encontrar la mejor manera de crear espacios con un saque de banda. Mejorar su “inteligencia al sacar”, si se quiere. Todo tiene que ver con los ángulos de aproximación, la rapidez de movimientos, los distintos jugadores combinándose para crear espacio. Es casi imposible encontrar un compañero de equipo cuando no hay movimiento o un espacio en un saque de banda.
No es como tener un libro de tácticas de fútbol americano con movimientos predeterminados porque si los rivales están activos ante el movimiento, te quedas atascado. Le das a los jugadores las herramientas y ellos tienen que improvisar y encontrar su propio camino para salir de la situación.
La temporada antes de unirme al Liverpool, el equipo era uno de los mejores de la Premier League, pero en cuanto a retener el balón tras los saques de banda estaban entre los peores, en antepenúltimo lugar. Solo conservaban el balón el 45,4 por ciento del tiempo. Eso significaba que la mayoría de sus saques de banda, que deberían representar una ventaja, resultaban en pérdidas de balón.
“Después de darme cuenta de que no iba a ser un futbolista profesional, me pasé al atletismo y más tarde al equipo danés de bobsleigh”
Entonces, en mi primera temporada trabajando con el club, la 2018/19, el porcentaje de retención de los saques de banda pasó al 68,4 por ciento, el mejor en la Premier League.
Después, en la 2019/20, el Liverpool anotó 14 goles producto – de una forma u otra – de situaciones de saques de banda. Solo con mirar las cifras, puedes ver que mi trabajo ha sido un verdadero éxito.
Encima de eso, el Liverpool ganó la Champions League y la Premier League (abajo) en esos dos años.
Puedes decir, con toda certeza, que llegué en un buen momento, pero mi trabajo ha tenido una gran influencia en el equipo. Sin ni siquiera referirse al éxito en cifras puedes ver los progresos sobre el campo. Si yo puedo afectar el cinco o incluso el 10 por ciento del rendimiento del equipo, entonces lo califico como un buen trabajo.