Félix Sánchez
Selección de Qatar, 2017-2022. Selección de Ecuador, 2023-Presente
Los comienzos nunca son fáciles. Y menos aún en el fútbol.
Pero la paciencia y el trabajo al final acaban dando sus frutos.
Mi llegada a la selección de Qatar fue en julio de 2017. Antes había tenido un largo recorrido en las categorías inferiores del país.
Estábamos jugando un partido de clasificación para la Copa Asia Sub 23 cuando se conoció la noticia de que el seleccionador (Jorge Fossati) dimitía.
Después de terminar el partido con la Sub 23 el presidente de la federación me llamó para comunicarme que habían pensado en mí para hacerme cargo de la selección absoluta. Consideraban que conocía bien a los jugadores y el fútbol del país.
"En mi primer año con el equipo Sub 16 solo había 220 fichas de jugadores en todo el país"
Llevo en Qatar desde 2006, cuando se puso en marcha un proyecto de país para el desarrollo del fútbol.
En los años anteriores había trabajado en las categorías inferiores del FC Barcelona.
Josep Colomer, quien fue director del fútbol base del club, decidió unirse al proyecto Aspire Academy. Me llamó para que me fuera con él.
Viajé a Doha y no tuve dudas.
Vine con mi familia. En ese momento mi mujer estaba embarazada. Tenemos tres hijos, dos chicos y una chica. Los tres han desarrollado su vida aquí. Desde el principio la adaptación ha sido muy fácil.
Aspire desarrolla a chicos desde los 6 hasta los 18 años. Yo empecé a trabajar con los del año 1991, entonces categoría Sub 16. Es un centro de formación único en el mundo, con unas instalaciones espectaculares que facilita todo el desarrollo de los jugadores.
Entre semana, los chicos entrenan en la academia y los fines de semana juegan partidos. En muchas ocasiones salen fuera del país para competir contra los mejores equipos y selecciones del mundo. Eso te hace mejorar y ser más competitivos.
En ese primer año con el Sub 16 solo había 220 fichas de jugadores para elegir en todo el país. Una situación que tiene sus ventajas y desventajas. Por un lado, facilitaba las cosas: podías controlarlo todo. Pero tenía su parte negativa. Cuantos menos jugadores, menos posibilidades de encontrar el talento.
A partir de los 18 años los chicos salen del proyecto Aspire y se incorporan a la disciplina de sus clubes, la selección o algunos de ellos salen a equipos de Europa. Esa transición me llevó a la Sub 19 de Qatar. Ganamos la Copa Asia de la categoría (2014) y nos clasificamos para el Mundial Sub 20 (Nueva Zelanda 2015).
Logros muy importantes para un país donde el fútbol es el deporte rey.
Sin embargo, cuando llegas a la selección absoluta no importa lo que hayas conseguido antes.
El marcador se pone a cero.
Solo un mes después de mi nombramiento como seleccionador viajamos a Inglaterra (agosto de 2017) para realizar una concentración de cara a los dos últimos partidos de la fase de clasificación del Mundial de Rusia. Siria y China eran los rivales.
Habíamos heredado una situación compleja en la clasificación y sabíamos que ir a Rusia era casi una misión imposible. Teníamos que ganar los dos partidos y nuestros rivales perder todo. No obstante, debíamos intentarlo.
Esa concentración, además, nos iba a servir para otra cosa. Era el punto de partida para un profundo cambio.
Habían salido varios jugadores habituales de los últimos años y se incorporaron otros muy jóvenes.
Teníamos que conseguir mezclar todo eso. Y con un entrenador nuevo. Una situación que nunca es sencilla.
Jugamos tres partidos durante la concentración en Inglaterra. Los dos primeros contra clubes de la zona. Y el tercero ante una selección, Andorra.
Ganamos 1-0 este último partido. Era una victoria, sí, pero para mí eso era lo de menos.
Mi primer pensamiento tras ese partido era que teníamos mucho trabajo por delante.
Como preveíamos, no nos clasificamos para el Mundial de Rusia. Perdimos ante China y Siria. En los siguientes partidos se juntaron algunas victorias con otras derrotas inesperadas.
"¿Seríamos capaces de competir? La respuesta estaba en la Copa Asia"
Llegamos con esa situación a la Copa del Golfo Pérsico (diciembre de 2017), una competición muy importante aquí. Pero no conseguimos dar un buen nivel y caímos en primera ronda. A pesar de ese mal resultado, la federación, y el presidente en particular, creía en lo que estábamos haciendo.
Como ocurre con todo proceso de cambio, siempre hay un punto de inflexión.
Fue en marzo, en un lugar muy complicado de jugar: Iraq. Siempre que juega su selección en casa se llena el estadio. ¡75.000 espectadores en las gradas! Un ambiente espectacular. Ganamos 2-3. Días después empatamos con Siria, selección que había estado cerca de ir al Mundial a pesar de la situación que vive el país.
La paciencia daba sus frutos y el equipo empezaba a ir hacia arriba.
Luego decidimos dar un paso más, midiéndonos contra grandes selecciones: Ecuador, Suiza e Islandia.
Ganamos a Ecuador. También a Suiza en su casa. Y empatamos contra Islandia.
Las sensaciones habían sido muy buenas, pero eran partidos amistosos.
Eso nos creaba una duda: ¿Seríamos capaces de competir a ese nivel en partidos oficiales?
La Copa Asia nos daría la respuesta.
Nos presentamos en la competición con un equipo muy joven. Por ejemplo, cinco de los jugadores que jugaron la final ante Japón habían estado en ese proceso de transición desde el equipo Sub 19.
Los futbolistas no solo fueron competitivos, sino que superaron cualquier idea previa que teníamos. Ganamos los siete partidos siendo el equipo más goleador y el menos goleado.
Lo hicimos derrotando a grandes selecciones. Iraq en octavos de final, Corea del Sur en cuartos de final, Emiratos Árabes Unidos en semifinales y en la final a Japón, selección que no había perdido nunca una final.
"Este triunfo es de todos aquellos que han participado o están participando en este proyecto"
Si tras ese partido ante Andorra en Inglaterra solo se me pasó una palabra por la cabeza, trabajo, después de ganar la final ante Japón se amontonaron las sensaciones.
Era una alegría enorme ver a los jugadores tan felices. Ellos habían trabajado mucho y se merecían lo que consiguieron. También podía ver las caras de felicidad de mi familia. Mi hermano y mi padre viajaron desde España para ver la final. Hablé con mi mujer y mis hijos por teléfono. Solo ellos saben todo el sacrificio que hacemos, con muchos días separados.
También era un momento importante para toda la gente que ha creído en este proyecto.
Esta victoria en la Copa de Asia no es de nadie en particular. Este triunfo es de todos aquellos que han participado o están participando para el desarrollo del fútbol en Qatar.
Era emocionante ver como Xavi Hernández se ha involucrado con nosotros. Siempre que tenía un hueco venía a ayudarnos.
Se conocía el equipo mejor que nosotros. Nueve de los futbolistas de la selección estaban en su club. Pero lo que más destaco de Xavi es su optimismo con el equipo. Siempre ha creído que se podía conseguir.
Otro jugador que tuvo una participación importante fue Raúl González durante su paso por Qatar. Una persona espectacular. Incluso fue hasta Myanmar para ver los partidos de cuartos y semifinales de la selección en la Copa Asia Sub 19 que nos llevó al Mundial.
Son profesionales que no solo aportaban su experiencia dentro del campo. Hacen algo mucho más importante: servían de ejemplo para el resto de futbolistas. Lo han conseguido todo en el mundo del fútbol, pero siguen entrenando cada día como bestias para seguir ganando.
Entre todos hemos conseguido alcanzar este éxito en la Copa Asia.
Pero no debemos pensar que hemos llegado a la meta.
Solo ha sido un paso más para llegar preparados al Mundial.
Redacción: Héctor García