Brendan Rodgers
Celtic, 2016-2019
Tenía opciones para ir a la Premier League. También una oportunidad de irme a China para ganar una cantidad increíble de dinero.
Pero yo era hincha del Celtic. Conocía la dimensión del club. Conocía las expectativas. Conocía a sus seguidores. Sabía que habría una oportunidad de jugar la Champions League. Por encima de todo, sabía que había una oportunidad de ganar.
Fui realmente muy afortunado porque sabía que el Celtic era el lugar para mí.
Me había ido del Liverpool en octubre de 2016. Fue temprano en la temporada, con solo ocho partidos de liga disputados.
Recibí la llamada un domingo en la noche, después del derbi de Merseyside ante el Everton. Los propietarios sintieron la necesidad de hacer un cambio. Yo acepté la decisión y desde ese momento dejé de ser el entrenador del Liverpool.
“Me fui a España por una semana. Volví y volé a Dubai. Después de estar allí un par de días allí me tuvieron que llevar a un hospital”
Al lunes siguiente me ofrecieron otro puesto. Sin embargo, siempre sentí que, más allá del sitio donde seguir mi carrera, debería ser al comienzo de la temporada.
Además, necesitaba recuperarme. Necesitaba alejarme. El Liverpool había sido una montaña rusa emocional. En un club tan enorme - uno de los grandes del mundo - incluso los días buenos son difíciles. Disfruté cada minuto allí, pero al final me pasó factura.
Quería irme y reflexionar sobre mi paso por el Liverpool, pero también quería recobrar dos elementos que considero absolutamente cruciales para cualquier entrenador: energía y felicidad.
No importa lo que hagas en la vida, siento que necesitas las dos cosas. Especialmente para un entrenador de fútbol – y para mí en ese momento -eran cruciales. Si estás revitalizado y contento, puedes hacer tu trabajo mucho mejor.
Era cuestión de apagar el motor del fútbol por un rato. Pasar más tiempos con mis hijos, viajar con mi esposa y luego volver el año siguiente al fútbol.
Me fui a España por una semana. Volví y volé a Dubai. Después de estar allí un par de días allí me tuvieron que llevar a un hospital.
Me hicieron todo tipo de exámenes. Los médicos me dijeron que tenía algunos problemas de salud internos, pero luego analizaron en detalle lo que había sucedido con mi trabajo, con mi vida. Lo vieron todo en conjunto y simplemente concluyeron que fue la tensión acumulada en mi cuerpo por todo lo que había sucedido al final de mi etapa en el Liverpool.
Me hizo recordar las presiones que experimentas y las expectativas que cargas sobre tus hombros al ser un entrenador. Especialmente en los clubes más grandes. Eso reforzó en mí la idea de que era el momento de encontrar la calma, revitalizarme y asegurarme de estar listo para el próximo reto.
“En Gibraltar jugamos sobre césped artificial, a 38 grados, con aviones que pasaban volando detrás de la portería”
Pero no solo se trataba de ver el próximo equipo, sino de escoger el club correcto.
Creo que lo crucial en tu próximo puesto es que ganes. Y que ganes de la mejor forma posible.
Vi eso en el Celtic. Vi la oportunidad de ganar, pero también una oportunidad de llevar mis ideas a otro club emblemático. Aún así habría una gran presión: Más de 60.000 aficionados en el estadio todas las semanas y una gran hinchada a nivel mundial.
El club ya venía en un ciclo ganador. Lo sabía. Sin embargo, mi idea era hacerlos ganar de una forma mejor. Traer una idea y una filosofía de fútbol que emocionara a los hinchas, renovando al club.
Sin embargo, la idea no era que arrancáramos con una derrota en Gibraltar.
Llevaba poco tiempo trabajando con los jugadores. Había disfrutado mucho la pretemporada, pero ese partido clasificatorio ante el Lincoln Red sería mi primera oportunidad de verlos jugar bajo presión.
Estábamos jugando en un cancha sobre césped artificial, una superficie donde rara vez se ve un buen partido de fútbol. La temperatura era de 38 grados.
A menos de 100 metros hacia la derecha, estaba el Peñón de Gibraltar. A menos de 1.000 metros a la izquierda teníamos los aviones de Monarch Airlines pasando por detrás del arco. Todas las condiciones que no quisieras tener para tu primer partido estaban reunidas ahí.
Y perdimos 1-0. Eso puede pasar en el fútbol. Puede pasar...
Di una conferencia de prensa la mañana siguiente en la que dije que ganaríamos el partido de vuelta. Pero podía ver, incluso en un partido como ese, que había motivos para preocuparse por la manera en que estábamos manejando esos momentos de presión.
“Solo uno de los dos equipos de Glasgow puede hacerlo bien y tienes que asegurarte de que sea el tuyo“
En el fútbol moderno, los entrenadores prácticamente no tienen tiempo. Tus primeros pasos son muy importantes y sabía que tenía que generar en los jugadores una aptitud mental que nos metiera en la Champions League. No teníamos tiempo de trabajar una idea futbolística.
Tenía que encontrar una actitud que nos hiciera clasificarnos, y afortunadamente lo hicimos. Para el club fue estupendo regresar a la Champions League. Volver a traer las noches grandes a Celtic Park.
He estado como entrenador en muchos derbis. Son todo distintos, pero el de Glasgow es algo más. Hay algo especial acerca del Celtic-Rangers. La intensidad, la rivalidad. Es una ciudad dividida entre verde y azul.
Solo uno de los dos equipos puede hacerlo bien y tienes que asegurarte de que sea el tuyo.
"En Europa queremos ser más consistentes y, por supuesto, estar regularmente en la Champions League"
Mi primer clásico Old Firm fue el primer choque entre el Celtic y el Rangers en Parkhead en cuatro años. Joey Barton se había ido del Celtic al Rangers, así que esa situación agregaba otra dinámica interesante a un partido ya de por sí enorme. Pero nosotros estábamos desesperados por ganar por los hinchas y de mantener ese impulso de inicios de la temporada.
Ganar y hacerlo 5-1 fue obviamente muy especial. Era un partido importante, descomunal, y nos puso a volar alto.
Si el sábado en la noche me hubiesen preguntado el nombre del último lugar sobre la Tierra donde nos gustaría jugar el martes siguiente, habríamos dicho que el Camp Nou en Barcelona.
Messi, Suárez, Neymar. Y el campo es enorme.
La energía que nos habían quitado el sábado tuvo un gran impacto ante el Barcelona. Y, sabes, creo que podía sentir que había algo de miedo en el equipo, algo lógico por los jugadores a los que se iban a enfrentar.
Eso cambiaría a medida que la campaña avanzó.
No comenzamos bien el partido. Messi anotó temprano, pero respondimos bien y fallamos un penal que habría igualado el marcador. Ellos consiguieron el segundo gol antes del descanso. Luego nos llegó el cansancio en el segundo tiempo y terminamos perdiendo 7-0.
Sales del campo después de recibir siete goles y no es nada agradable. Sin embargo, hablamos de eso después en el vestuario. Si vamos a ser el equipo que queremos ser, esto no puede volver a suceder. Tendríamos que aprender.
Fuimos ganando confianza, disfrutamos de nuestra forma de trabajar y logramos unas actuaciones realmente grandiosas en partidos importantes.
Haber terminado invictos el resto de la temporada fue verdaderamente memorable.
Hay que recordar también que cinco de los seis partidos que jugamos después de la Champions League fueron a domicilio. Independientemente del rival, esos partidos pueden ser muy complicados.
Pero lo jugadores estaban concentrados y su deseo de triunfar era inmenso.
Lograr 34 victorias en la liga fue increíble, aunque concedimos goles en el último momento en los cuatro partidos que empatamos. Probablemente, debimos haberlos ganado también.
¿Adónde podemos ir desde ahí? En términos de logros es difícil. A nivel doméstico no podemos mejorar mucho, pero haremos todo lo posible para ganar cada partido y cada competencia.
En Europa queremos ser más consistentes y, por supuesto, estar regularmente en la Champions League.
Y yo simplemente quiero impregnarme de todo. Sentir la felicidad de estar en un club tan icónico.
Hay presión. Eso no desaparecerá. Pero como entrenador quieres sentirla.
Si quieres tener éxito, siempre está ahí.
Tu trabajo es redireccionar el flujo.
Redacción: Héctor Riazuelo