Ben Olsen
D.C. United, 2010-2020
El fútbol de la Championship (segunda división inglesa) era caótico.
Era como ir a una batalla en cada partido, en cada momento. Y yo disfrutaba cada segundo.
La intensidad de la hinchada y de los medios de comunicación, además del carácter físico del juego, eran de un nivel más elevado que el de la MLS en ese momento.
Tuve la suerte de jugar en Europa con el Nottingham Forest hace 18 años. Me rompí un tobillo allí y, en cierta forma, eso impactó el devenir de mi carrera.
Pero no lo lamento para nada.
Mis experiencias en Inglaterra fueron una de las razones por las que nunca cuestioné la capacidad de Wayne Rooney de jugar en esta liga. Me sorprende que hubiese tantas dudas sobre él.
Ha hecho que nuestro equipo sea grande.
Cambiar jugadores y el cuerpo técnico es parte de mantener todo actualizado. Cuando estás en un club tanto tiempo como lo he estado yo (20 años) – incluyendo mi tiempo de jugador – tienes que cambiar algunas cosas.
También tienes que mantener el equilibrio adecuado. Mi primer asistente ha estado a mi lado desde el principio, así que es igualmente importante tener a gente en la que pueda confiar a mi alrededor y que no tienen miedo de decir lo que piensan.
Ya en la parte final de mi carrera me empezaron a ver como un líder sobre el campo.
¿Pero pensar en entrenar? Para nada.
Nunca fui el tipo de jugador que hablaba de la parte táctica con el entrenador o con el equipo. El juego era simple para mí: correr, pelear, pasar y moverme. Me encantaba jugar, sabía lo que hacía falta para ganar partidos y entendía mi rol en el campo. Hasta ahí llegaba todo.
Veía lo machacado que estaban mis entrenadores. El precio que costaba cada temporada. No pensaba que era una forma de vivir.
"Repentinamente todo dependía de mí: quién jugaba, cómo entrenaba. Todos me observaban. Los propietarios, el cuerpo técnico y los jugadores"
Sin embargo, el D.C. United tenía otras ideas. Cuando mi carrera llegó al final, me ofrecieron el rol de asistente del entrenador.
Era una buena oportunidad para mí de acercarme al papel de entrenador, recoger la paga y permanecer ligado al juego.
Cuando la gente dice que entrenar es lo más cercano a jugar, no es algo que me convence. Es verdad que sigues siendo parte de un grupo, sigues estando en contacto con el vestuario, y con los momentos de unión que suceden al ser parte de un equipo. Sin embargo, para mí las dos profesiones no son comparables.
Durante cuatro meses estuve entre los dos perfiles: la pieza de conexión entre el entrenador y el equipo.
Entonces todo cambió.
Me pidieron ser el entrenador interino. El club había cambiado de entrenador y quería que yo ocupara el cargo a corto plazo.
Yo tenía planificado pasar un par de años descubriendo el tipo de líder que era. Decidir si quería o no seguir la profesión de entrenador.
¡Pero ahora me entregaban las llaves del equipo!
Repentinamente todo dependía de mí: quién jugaba, cómo entrenaba... Todos me observaban. Los propietarios, el cuerpo técnico y los jugadores.
Fue un período muy, muy difícil porque yo no tenía las bases adecuadas. No tenía la experiencia táctica para construir un equipo o comunicarle a los jugadores lo que quería de ellos.
A medida que pasaban los días, me fui sintiendo más cómodo en el rol. A los pocos meses me convencí a mi mismo de que podía resolverlo. No fue la mejor ruta ni la que recomendaría, pero era una oportunidad demasiado grande como para dejarla pasar.
"Fue un año extraño. En cierta forma fue el más exitoso, ya que ganamos un trofeo y tuvimos una noche de gloria. Pero fue muy doloroso"
Hacia el final de la temporada, traté varias veces de tocar la puerta de la gerencia para pedir el empleo. Finalmente, funcionó. Al comienzo de la siguiente temporada, yo era el entrenador titular.
Aún así nos costó.
Durante los primeros dos años, no tenía realmente un estilo o una visión para mi equipo. Simplemente, sobrevivía. Poniendo equipos duros con personalidades que podían pelear por encima de su categoría.
En 2013 terminamos en el sótano de la tabla.
Esa misma campaña también ganamos la US Open Cup.
Fue un año extraño. En cierta forma fue el más exitoso, ya que ganamos un trofeo y tuvimos una noche de gloria. Pero fue un año muy doloroso.
Las derrotas se acumularon y creció la incertidumbre.
Un año como ese te muestra muy claramente donde están tus fortalezas y debilidades como entrenador y como persona. Miro atrás ahora y veo esta temporada como un período de enorme desarrollo personal.
Rodearme de un cuerpo técnico que compensara por mis deficiencias me permitió concentrarme en ser un mejor líder. Le di a mi personal libertad y mucha responsabilidad, de manera que sintieran que se está invirtiendo en lo que están haciendo.
"Soy un romántico para el club. Durante 20 años ha significado todo para mí. Sin embargo, hay un peligro en eso. Cómo no permitir que pases a ser simplemente parte del decorado"
En la actualidad los jugadores quieren más de ti como entrenador. Cuando comencé a entrenar en Estados Unidos, a los jugadores no les preocupaba ver cómo íbamos a ganar. Solo les preocupaba ganar.
Ahora los jugadores quieren respuestas. Quieren tener ese conocimiento. Lo entienden.
Quieren saber tácticamente quiénes somos y cómo vamos a lograrlo. Ser claro en tu forma de comunicar lo que quieres del grupo es una manera genial de tener aceptación entre los jugadores y el cuerpo técnico.
Pero este trabajo también tiene que ver con las relaciones. Para mí una de las mejores partes de ser un entrenador es el vínculo que desarrollas con tus jugadores.
A medida que me hago mayor, el peligro es distanciarme demasiado de los jugadores. A veces puedes olvidar que son seres humanos y los miran simplemente como piezas de un rompecabezas.
Estoy constantemente recordándome a mí mismo de volver a poner mi cabeza en ese vestuario otra vez. Pensar lo que es estar en sus zapatos.
La temporada es una montaña rusa emocional. La empatía es importante. Pero competir es crucial.
Tienes que asegurarte de que los jugadores entiendan que todo lo que haces está dirigido a contribuir con el éxito del club, que no hay nada personal. Asegurarte que todos sepan que somos una familia y que estamos juntos en esto.
Y, cuando tengas dudas, sé honesto.
En muchas formas, creo que mi capacidad de construir relaciones es la razón por la que sigo aquí. Eso y un poco de valor agregado de mis días como jugador del D.C. United.
En mis nueve años como entrenador, el equipo ha quedado dos veces en el sótano en la clasificación al final de la campaña. Por fortuna, he tenido buenos momentos en el medio, pero no todos los entrenadores profesionales reciben una segunda o tercera oportunidad después de ese tipo de tropiezos.
Soy un romántico para el club. Durante 20 años ha significado todo para mí. Sin embargo, hay un peligro en eso. Cómo no permitir que pases a ser simplemente parte del decorado.
Tienes que seguir creciendo, mientras viven con el temor de que el juego crezca más que tu. Porque el juego está moviéndose constantemente hacia adelante. Necesitas mantener el ritmo.
No se si mi período en el D.C. United terminará este año y no se si estaré aquí por tres o cuatro temporadas más. Cualquiera de esos es un escenario posible.
Lo que sí se es que mientras esté aquí, quiero ayudar a este orgulloso club a que vuelva a estar donde tiene que estar. Levantando trofeos.
El nuevo estadio y la presencia de Rooney, un jugador especial, han elevado las expectativas para el club.
Hay que aprovechar este momento y creer que el D.C. United puede volver a tener los días gloriosos que definieron nuestro pasado.
Estamos listos para esa batalla.
Redacción: Héctor Riazuelo