Robert Moreno
Granada, 2021-2022
Media hora antes de la final entre España y Holanda del Mundial 2010 recibí una llamada que cambiaría mi vida para siempre.
Era Joan Barbarà, segundo entrenador del Barcelona B en ese momento y amigo mío desde hacía años. “Robert, vamos a necesitar a alguien nuevo como analista en el equipo. Seguramente mañana te va a llamar Luis Enrique”, me dijo.
Así fue. Hablamos 20 minutos por teléfono y no hizo ni siquiera falta hacer una entrevista. A los pocos días, Albert Valentín, quien trabajaba con Andoni Zubizarreta en la dirección deportiva del club, me convocó a una reunión en la que fue todo muy fácil. Hablamos de la posibilidad de ser contratado y a los cuatro días ya recibí una oferta.
En aquel entonces yo trabajaba en una entidad bancaria, y todo el mundo me decía: “¿Qué haces?, ¿cómo vas a dejar un trabajo seguro por algo que no lo es?”.
Pero mi mujer y yo teníamos claro que esa era mi pasión, que había que arriesgar, y en aquel momento solicité una excedencia voluntaria sin que me guardasen el puesto. Es un riesgo que, visto en perspectiva, pudo suponer el quedarme en la calle con una hipoteca y sin ingresos. Pero viendo cómo ha ido todo al final, contentos de haber tomado esa decisión.
Cuando llegas al Barcelona entras en un universo totalmente diferente. Hasta ese momento yo me había desarrollado en el fútbol modesto de Cataluña.
La idea en el Barça B era intentar reproducir la estructura que tenía el primer equipo, por entonces con Pep Guardiola como primer entrenador y Carles Planchart a cargo del departamento de análisis.
“Cuando llegas al Barcelona entras en un universo totalmente diferente”
En el segundo equipo éramos dos analistas. Isidre Ramón Madir y yo. La división del trabajo era clara. A mí me tocaba realizar los análisis de los rivales e Isidre hacía el análisis del propio equipo. Cosa que cambió durante la temporada, pasando yo a hacer los de nuestro equipo e Isidre el de los rivales.
En ese trabajo recibí, por primera vez, y casi como conejillo de indias, el programa Sportscode, que a día hoy es uno de los más utilizados en los equipos, pero en ese momento era algo totalmente nuevo. El primer equipo trabajaba con otro.
De alguna manera me lo dieron y me dijeron: “Experimenta”.
Tuve que aprender leyendo el manual. No me quedó más remedio, y empezamos a trabajar. Al final, esa nueva herramienta acabó resultando algo realmente útil para mi labor. Pasé de analizar un partido en ocho horas a dos, lo que me daba una agilidad para poder analizar muchos más partidos y mucha más información.
En 2014 regresamos al Barcelona, esta vez al primer equipo y como segundo entrenador de Luis Enrique. Desde mi rol decidimos desarrollar una estructura de analistas en la que había cuatro personas: tres para analizar rivales y una para el analizar el propio.
También tengo que decirte que, al final, analizar a jugadores de ese talento es un poco trampa.
¿Por qué?
Porque ellos son el talento, son el fútbol y muchas veces se salen de lo que son los cánones normales. Puedes darles mensajes, qué estructuras les dejamos poner en el campo, pero casi siempre lo que hacían eran sorprenderte, crear nuevas situaciones que tú ni siquiera eras capaz de ver en el vídeo a posteriori con calma. ¡Algo increíble!
"En Italia nos encontramos un país muy táctico. Una liga donde la mayoría del tiempo lo que hacen los equipos es contrarrestarte"
En esta nueva etapa sumaba ya la experiencia de ser segundo entrenador de Luis Enrique en el Celta de Vigo y previamente en la Roma, la primera vez que los dos trabajamos juntos en un equipo de Primera División.
En Italia nos encontramos un país muy táctico. Una liga donde la mayoría del tiempo lo que hacen los equipos es contrarrestarte, más que crear.
Nosotros queríamos tener un estilo de posesión, creativo, proponer cosas. Sin embargo, cada semana te dabas cuenta de que los rivales hacían cosas diferentes para contrarrestar lo que tu habías creado nuevo. Fue muy interesante, un crecimiento muy chulo porque te exigía muchísimo cada día. Sin embargo, no es precisamente el tipo de fútbol que a mí me gusta.
Me gusta más pensar en crear. Ser protagonista del juego y a partir de eso poder destruir. Pero destruir por mi propia creación, no solo pensando en lo que van a hacer los otros.
Luego, en el fútbol, es cierto que ocurren situaciones inesperadas durante los partidos. Y como entrenador te toca gestionar y adaptarte a esos momentos. Pero siempre desde los principios de juego en los que creo.
Eso fue lo que hicimos en la selección de España. Los dos primeros partidos, de alguna manera, como seleccionador interino y desde junio de 2019 de manera oficial.
Por encima de todo, tengo que agradecerles a los jugadores su comportamiento. Lo hicieron todo muy fácil. Ellos ya conocían a todo el staff, y en ese sentido sabían lo que podían esperar. Lo hablamos claramente en la primera charla.
"En este momento paso de segundo a primero. Me va a tocar tomar decisiones, pero la forma de trabajar que habíamos tenido siempre era muy consensuada. Y así seguirá. Las ideas son de todos. Todo se habla”.
A partir de ese momento, sí que pasé a ser yo. Traté de desarrollar nuevas situaciones. Nuevas ideas que hasta ese momento no habíamos puesto en práctica. Por ejemplo, hacer la línea de tres con interiores, mantener una estructura un poco más fija, una ocupación de espacios un poco diferente... Pero siguiendo las grandes líneas que habíamos tenido hasta ese momento.
Fuera del vestuario, sin embargo, fue diferente.
La vida te cambia mucho cuando pasas a ser seleccionador. Cuando asumí el puesto, una de las primeras cosas que reclamé era el no aparecer en los medios, por respeto a toda la situación que se había vivido hasta ese momento. Pero es algo que la Federación me pidió hacer.
“Eres seleccionador. Necesitamos que la gente te conozca”.
Así me lo pidieron y así lo hice.
“Tengo que agradecerles a los jugadores su comportamiento, lo hicieron todo muy fácil”
Evidentemente toda la parte mediática, que para mí hasta ese momento era inexistente, pasó a jugar un papel importante. Me tocó, de alguna manera presentarme ante la gente. Decir quién era, porque no me conocían. Y empiezas a convivir con todo eso. La gente te reconoce por la calle, tienes que tomar decisiones que no estabas acostumbrado a tomar, apareces en los medios para dar entrevistas… Algo nuevo para mí, pero traté de gestionarlo con la naturalidad de siempre.
Se había hecho realidad mi pasión. E imagina poder empezar tu recorrido como primer entrenador con tu selección; con el nivel de jugadores al que podíamos acceder.
Fue algo maravilloso que intenté disfrutar al máximo. Por supuesto, también una posición cargada de responsabilidad, por todo lo que suponía el tener que clasificar a la selección para la siguiente Eurocopa.
Muchas veces damos por hecho que clasificarse para un gran campeonato es fácil. En España incluso estamos acostumbrados a hacerlo casi por obligación.
Pero jugar al fútbol cada vez resulta más difícil. Las selecciones se preparan, todo el mundo tiene vídeos, todo el mundo tiene información… Creo que al final pudimos desarrollarlo con mucho éxito. Los resultados y el juego están ahí. La gente lo puede ver y es algo de lo que me siento muy orgulloso.
Fuimos a Noruega y a Suecia para jugar dos partidos complicados. El de Noruega lo teníamos orientado. Casi resuelto, pero con el gol en contra en el último instante se nos fue la clasificación. Y en Suecia fue al revés.
"Muchas veces damos por hecho que clasificarse para un gran campeonato es fácil, pero el fútbol cada vez es más difícil"
El gol de Rodrigo en el último minuto, que implicaba ya la clasificación, fue una explosión de alegría enorme por toda la responsabilidad que me habían dado, pero también ante los que habían dudado sobre mi persona y mi preparación.
Me sirvió para demostrarme a mí mismo que estaba listo para dirigir a cualquier equipo. Porque si diriges a la selección española de fútbol, puedes dirigir a cualquier equipo. Ahí están los mejores jugadores.
Y también para tomar la responsabilidad de ser el que toma las últimas decisiones. La persona que dirige un grupo humano. No solo de jugadores, sino de todo tu staff.
Nada más salir de la Selección, el impacto inicial fue fuerte por la situación que me tocó vivir. Esos días traté de aislarme con mi familia. No escuché nada, ni leí la prensa por todas las cosas que se publicaban. Todas las mentiras que se decían sobre mí.
Al mismo tiempo, desde la primera semana empecé ya a recibir ofertas. No directas, pero sí que indirectas.
Hablaban con mis agentes, que en aquel entonces me estaban ayudando también a la finalización de esa etapa de la Selección. Ellos empezaron a recibir llamadas y diferentes propuestas. La gente preguntaba por mí y, a pesar de todo lo que había pasado, me dije: “No habré hecho las cosas tan mal si ya estoy recibiendo ofertas”.
“Nada más salir de la Selección, el impacto inicial fue fuerte por la situación que me tocó vivir”
Pasados diez días, empecé a pensar en el futuro. Lo primero fue crear un staff, porque en aquel entonces estaba yo solo.
Empecé a llamar a la gente que había pensado que se adaptaría a mi forma de trabajar y de ahí salió el cuerpo técnico que me acompañó en el Mónaco.
También me puse una rutina de trabajo, que se basaba en ver partidos de las diferentes ligas europeas a las que quería aspirar. La italiana, francesa, inglesa y española, que son las que me motivaban.
También algún partido de otros continentes por el tipo de ofertas que llegaban. Sudamérica, China, África o Estados Unidos. Quería recoger esa información y estar preparado, por si en algún momento llegaba una opción que encajara con lo que quería.
Hasta que llegó la llamada del Mónaco.
Me vino a buscar su vicepresidente, Oleg Petrov. Tuvimos una reunión los dos donde le expliqué cuál era mi proyecto y mis metas. Y eso pasaba por entrenar equipos de máximo nivel, como el Mónaco, y pelear por campeonatos.
Hubo una conjunción ahí de objetivos. Diría que hasta un enamoramiento entre Petrov y yo. Los dos veíamos las cosas de la misma manera.
“Del Mónaco me vino a buscar su vicepresidente, Oleg Petrov, y ahí hubo una conjunción de objetivos entre los dos”
Ellos estaban convencidos de mis capacidades y para mí era una propuesta que se adaptaba a lo yo quería.
Me permitía seguir en Europa, uno de los primeros objetivos que tenía. Además, el Mónaco es un equipo que quiere pelear en un futuro por el campeonato, con la intención de participar en Champions League. En definitiva, algo muy atractivo para mí después de la Selección y que congeniaba perfectamente con mis aspiraciones como entrenador.
Soy consciente de que estoy viviendo el sueño de muchos entrenadores. Especialmente aquellos que, como yo, no tuvieron la suerte de ser jugadores profesionales.
Sobre este punto, siempre he creído lo mismo. Es cierto que el hecho de ser jugador te da una ventaja. Conoces un vestuario, la competición, a los jugadores… Pero me parece que no es una ventaja insalvable para cualquiera que quiera ser entrenador. Al final, hacer de entrenador es ser persona. Tratar a la gente como se merece.
Con respeto, educación, aceptando también las jerarquías y los códigos internos que tiene el fútbol. Yo eso lo aprendí en los diez años que estuve como profesional en los diferentes equipos en los que pude ayudar a Luis Enrique y también a Juan Carlos Unzué, en una segunda etapa en el Celta de Vigo.
Cuando me nombraron seleccionador, muchos de esos entrenadores que no han sido jugadores me escribían y me deseaban suerte.
En cierto modo, pretendían que yo fuera en España la persona que abriese ese camino. Sinceramente, creo que el nivel de entrenadores en España es altísimo. Hay gente que está muy preparada. Lo único que necesitan es confianza y una oportunidad.
Como, por fortuna, la tuve yo.
Redacción: Héctor García