José Bordalás
Valencia, 2021-Presente
El Perfil:
A finales de septiembre de 2016, José Bordalás tomó los mandos de un Getafe por entonces recién descendido a Segunda División y en los últimos puestos de la clasificación. Una situación arriesgada que el técnico español no solo logró solventar, sino que concluyó esa temporada con el ascenso del equipo azulón. Los tres años restantes fueron ascendentes, llevando al equipo incluso hasta los octavos de final de la Europa League en la edición 2019/20 de la competencia después de eliminar brillantemente al Ajax.
Ahora con el Valencia, Bordalás asume un reto casi tan complejo como el del Getafe, en un club con cambios continuos de entrenadores en los últimos años y que la pasada temporada tuvo como objetivo alcanzar la salvación, aspiraciones muy lejanas a las demandadas por la afición ché. “Vengo a ayudar y a intentar recuperar el ADN del Valencia. En lo personal, es un desafío importante”, señaló el técnico en su presentación.
Estilo de juego:
El Getafe se caracterizó por un sistema 4-4-2, con unos automatismos muy definidos y entendidos por todos y cada uno de sus futbolistas, manifestando todos así un alto grado de compromiso y convicción. En una primera etapa, el ataque se basaba principalmente en el juego directo. Una acción en la que el equipo estaba bien orientado, buscando ganar la primera disputa o la segunda jugada. Para conseguirlo, agrupaba a los jugadores cerca del balón, permitiendo que, si no lograba su objetivo, sí pudieran estar cerca para presionar y recuperar la posesión en la segunda jugada.
Dentro del desarrollo ofensivo, el Getafe también manejaba otras alternativas. Una de ellas el juego combinativo cuando el rival se posicionaba en un bloque bajo. Una situación, sin embargo, que no solía encontrarse a menudo. Así, era más fácil verlo proyectarse hacia arriba a través de las transiciones defensa-ataque ejecutadas con rapidez, intensidad y con los espacios a atacar muy claros: a la espalda de centrales o entre centrales y laterales rivales. Siempre teniendo identificadas las referencias de los jugadores sobre los que actuar: los delanteros.
Las llegadas de jugadores de segunda línea, como Nemanja Maksimovic o Marc Cucurella eran fundamentales porque aportaban esa segunda oleada que permitía juntar al equipo en la ofensiva. En ataque algo más posicional, adquiría vital importancia la participación de Cucurella por banda izquierda, a pie natural, buscando centros laterales en el último tercio de campo, con orientación al área (abajo), donde los dos delanteros centros suelen rematar con alto porcentaje de éxito.
Si el partido lo requería, el Getafe también podía proponer un ataque amenazando espacios y jugando en profundidad sobre futbolistas que, por su naturaleza, consiguen generarla. Dos grandes activos en este tipo de acciones eran Ángel Rodríguez o Robert Kenedy, jugadores con mentalidad de atacar los espacios a la espalda de la defensa rival.
Especialmente importante en esa propuesta de juego vertical (corriendo a las espaldas de centrales y laterales) fue la participación de Deyverson Brum Silva (abajo) en la temporada 2019/20. El jugador brasileño, por sí mismo, era capaz de ganar la disputa, controlar y finalizar, si la acción lo demandaba. Pero también poseía la capacidad suficiente para aguantar el balón a la espera de la llegada de la segunda línea de medios avanzados.
Durante la temporada 2020/2021 el Getafe, sin perder la identidad de equipo intenso y ordenado, sí que fue capaz de incluir variantes ofensivas durante ciertas fases de la temporada. Bordalás le dio un giro a los jugadores de banda. Y es que donde antes generalmente las posiciones de extremo eran ocupadas por laterales, optó por jugar con futbolistas de proyección ofensiva y perfiles distintos, añadiendo desborde en banda mediante el uno contra uno con Takefusa Kubo -cedido por el Real Madrid- o bien con un extremo con cierta tendencia a participar en posiciones interiores .
La otra variante fue la modificación del sistema en ciertas ocasiones con la llegada de Carlos Aleñá a mitad de temporada, lo que permitió al equipo jugar con un 4-4-1-1 con el ex del Barcelona cerca del delantero como mediapunta (abajo), como también utilizándolo de interior en un 4-1-4-1. Bordalás, además, encontró la manera de mantener el 4-4-2 con Aleñá, siendo este el jugador que se situaba en la banda derecha para, descolgándose a posiciones interiores, dejar la banda libre para el lateral Allan Nyom.
Al margen de esas variantes, su modelo siguió basándose en el juego directo y en comenzar a construir desde la segunda jugada, acumulando gran densidad de futbolistas cerca de los objetivos en los balones aéreos con gran sacrificio en la disputa posterior. Una vez en campo contrario, siguió con una rutina similar a las temporadas anteriores, combinando en zonas de peligro y utilizando mucho los centros laterales.
Las primeras impresiones con el Valencia han dejado ver a un equipo reconocible y acorde a las directrices de Bordalás, adaptándose a las características de la plantilla y el nivel de la entidad. Un equipo que forma un 4-4-2 con gran intensidad y orden defensivo con el que además el técnico ha adaptado su sistema a los jugadores disponibles, ya que utiliza dos bandas de carácter ofensivo como pueden ser Denis Cheryshev y Carlos Soler, abandonando así jugar con defensores laterales reconvertidos en extremos.
Ofensivamente es un equipo que, a diferencia del Getafe, sí que se atreve más con el inicio combinativo, aunque tampoco rehúye el juego directo sobre el delantero uruguayo Maxi Gómez. El Valencia es un equipo trabajado en las transiciones defensa-ataque que sale muy rápido al contraataque y genera bastante peligro, sobre todo con Gonzalo Guedes y Denis Cheryshev.
También ha adoptado decisiones a nivel técnico, ya que parece haber devuelto a Daniel Wass a la posición del medio centro, confiando en el joven Thierry Correia para el lateral derecho. Una banda derecha donde tiene por delante a Carlos Soler, jugador que tiende a desplazarse a zonas interiores, aspecto que habilita a Correia tener un largo recorrido para incorporarse al ataque con velocidad y determinación.
Fase defensiva y presión:
El Getafe se identificó por ser un equipo muy organizado, intenso y solidario en los esfuerzos, donde el bloque en su conjunto se sacrificaba para presionar y recuperar. Al estar permanentemente conectado al juego, las líneas estaban juntas, defendiendo con un bloque medio-alto, especialmente en los partidos en condición de local. Esto le permitía tener ritmos defensivos muy altos, dejando pocos espacios de penetración al rival y orientando sus ataques hacia las bandas. Conseguido el objetivo, el equipo mostraba la intención de reducir espacios y recuperar el balón a través de ayudas y superioridades numéricas.
Pero como en su fase ofensiva, el equipo también mostró cambios en la temporada 2020/21 en las conductas defensivas. La principal fue la modificación de la altura a la que se situaba el bloque defensivo, colocándose más arriba que en temporadas anteriores. Un aspecto ocasionado por la presencia de un futbolista como Djené Dakoman (abajo), quien tiene la capacidad de corregir posibles desajustes de las distancias óptimas defensivas por su condición física (destaca por su velocidad) y recuperación posicional.
Una característica muy definitoria del Getafe en su desarrollo eran sus pocos errores en zonas interiores. Pero cuando estas ocurrían, a los mediocentros no se les exigía transitar hacia atrás y perder metros, sino que optaban por mantener la línea, trabajando casi siempre el equipo en campo contrario en la presión.
Asimismo, el Getafe intensificaba la presión sobre el lado fuerte, empujando previamente al rival a la banda con movimientos de presión circulares de los delanteros para evitar el pase entre centrales y de central a portero, liberando así el lado débil y evitando que el balón saliese de la banda. Los jugadores mostraban una rápida activación tras pérdida y agresividad, encimando mucho al rival para no concederle metros, ni tiempo para decidir y ejecutar.
En el Valencia se pueden observar esas mismas actitudes trabajadas con mucho compromiso, repliegues colectivos rápidos y solidarios donde todo el equipo se esfuerza para defender una acción. Lo primero en el repliegue es formar dos líneas de cuatro muy juntas, independientemente de que pueda haber jugadores fuera de sitio temporalmente por el devenir del repliegue rápido.
En base a estos principios ofensivos y defensivos, Bordalás ha conseguido lo que cualquier entrenador aspira: dotar de identidad a su equipo, hacerlo reconocible, y, sobre todo, con capacidad de competir por los puntos en juego ante cualquier rival. Un camino que aspira a mantener en el Valencia.
Redacción: Héctor García