María Pry
Madrid CFF, 2022-2023
Ya no disfrutaba tanto jugando como sí lo hacía entrenando.
Desde hacía un tiempo compaginaba jugar en el Sevilla con entrenar al equipo infantil –chicas de entre 12 y 13 años- de Fútbol 7 del club.
Pero llegó un día en el que decidí hablar con la directiva del club y el entrenador para comunicarles mi decisión.
“Lo dejo”.
Solo tenía 24 años. “Muy pronto”, como decía la gente más cercana a mí.
Pero me apetecía hacer otra cosa. Y eso era entrenar.
La respuesta por parte del club fue increíble. Me ofrecieron ser la preparadora física del segundo equipo.
Yo había cursado los estudios de ciencia del deporte en la universidad Pablo de Olavide y acepté esa opción con mucha ilusión. Era un primer paso perfecto para mí, empezar a conocer más de cerca el comportamiento de un vestuario y la gestión del grupo.
Pero pasó algo que nadie esperaba.
Solo una semana antes de empezar la temporada, el entrenador que estaba decidió no continuar y el club resolvió que yo me hiciera responsable del equipo. Un conjunto que se creó nuevo ese año –en 2009-, con jugadoras que yo había tenido en el equipo infantil, más otras que firmamos de la provincia de Sevilla para hacer un equipo competitivo.
"El fútbol femenino ha cambiado mucho respecto a la época en que yo empecé a jugar. Sin embargo, todavía quedan muchas cosas por hacer"
Después de una temporada en el filial, subí al primer equipo del Sevilla femenino. Desde el primer momento, todas teníamos claro que debíamos remar en la misma dirección, sabiendo diferenciar muy bien hasta qué punto éramos amigas y hasta qué punto yo era la entrenadora, ya que dos temporadas antes, era jugadora de ese equipo y compartía vestuario con la gran mayoría de jugadoras.
El primer año descendimos de categoría, la antigua Superliga femenina, por aquel entonces una competición que estaba formada por tres grupos. El segundo año comenzamos la competición en Liga Nacional (Segunda División femenina) y mi primera misión como entrenadora fue reactivar al grupo, para después tener un impacto en los resultados y el juego. Con el trabajo de todas conseguimos dar la vuelta esa situación y alcanzamos el ascenso.
Cuando llegó el final de temporada valoré todo lo que había ocurrido. Lo mismo que hacía cuando jugaba. En qué había fallado, qué podía mejorar y cómo podía seguir creciendo. Al final entre la directiva y yo entendimos que en ese momento nuestros caminos se tenían que separar.
Me fui sin nada firmado con ningún otro club. Sin ninguna oferta.
Pero tan solo dos semanas después, se abrió una nueva puerta inesperada. Estaba con unos amigos en una terraza de Sevilla, cuando me encontré con un conocido muy relacionado con el fútbol de la ciudad.
En esa conversación me señaló que el Real Betis estaba buscando una directora deportiva para el equipo. “Una persona que tenga un proyecto e ideas claras”, me subrayó.
A través de ese conocido tuve una entrevista en el Real Betis Balompié con José Antonio Gordillo, quien en aquel momento se desempeñaba como Director Deportivo del club y tomaba las decisiones sobre la sección femenina. Nos sentamos, hablamos y fue fácil llegar a un acuerdo para ir construyendo el Betis que hemos visto estos años atrás.
"Mi implicación con el Betis ha sido total y me he dejado el alma para crecer. Ser un equipo referente a nivel nacional"
Fuera, sin embargo, fue bastante más complicado todo. Viví momentos muy duros. La afición del Sevilla no entendía que me fuera al Betis, y la del Betis no entendía que una entrenadora que había estado mucho tiempo en el Sevilla fuera la máxima responsable de su club.
Por suerte, tuve el apoyo incondicional de los trabajadores del club. Siempre me han respetado y me han valorado. Creo que yo también se lo he demostrado con el tiempo.
Mi implicación con el Betis ha sido total y me he dejado el alma para crecer. Ser un equipo referente a nivel nacional. Creo que a esas personas que no estaban de acuerdo con mi llegada al club, el tiempo los puso en su lugar porque hicimos un gran trabajo.
Estoy muy orgullosa de todo lo que se pudo hacer, tanto en resultados como en el crecimiento del fútbol femenino del club. Llegué con cuarenta jugadores entre todas las categorías y me fui con más de 120.
Para alcanzar ese impulso fue clave el ascenso a Primera. Un momento que tuvo su punto de inflexión en plena pretemporada.
Al final de la temporada anterior nos habíamos quedamos a las puertas de subir. Con un empate y una sola derrota durante todo el año, no nos valió para subir. Fue un momento de una enorme frustración.
"En los momentos más difíciles, me gusta refugiarme en la soledad del entrenador, viene bien para ordenar la ideas, analizar la situación y valorar nuevos caminos"
Empezamos la pretemporada y yo notaba que las jugadoras no estaban bien. No eran las mismas que yo había dejado un mes antes. El problema era que no habíamos superado todavía que volvíamos a jugar otra vez en Segunda. Entonces en ese momento paré los entrenamientos y organizamos una reunión para hablar entre nosotras.
“Esto es momento de superarlo todas juntas. Vosotras estáis mal. Yo también”. Ese verano me acuerdo que les decía cualquier cosa a las jugadoras y se les saltaban las lágrimas. Fue un momento duro cargado de muchos aprendizajes.
“Hemos tenido una piedra en el camino y toca sobrepasar este bache. No hay más si queremos conseguir lo que queremos”. Y lo hicimos todas juntas, que para mí fue lo más bonito que ocurrió durante toda la temporada.
Mejoramos los registros de la campaña anterior. No perdimos ningún partido en todo el año y la recompensa al trabajo fue el ascenso. Miro las fotos de esos momentos y veo la alegría, pero también la sensación de haber salido de una situación complicada.
En los momentos más difíciles, me gusta refugiarme en la soledad del entrenador. Muchas veces se habla de ella solo desde un punto de vista negativo. El entrenador o la entrenadora está sola en las derrotas.
Pero yo creo que esa soledad también a veces viene bien para ordenar la ideas, analizar la situación y valorar nuevos caminos.
En eso me ha ayudado mucho la natación. Competí a nivel nacional hasta los 14 años, en un deporte que me ha aportado muchos valores a nivel personal, pero también saber gestionar esos momentos de soledad. Ahí, bajo el agua, peleando contigo misma para conseguir tus objetivos. Eso me ha hecho tener las ideas muy claras y ser más fuerte mentalmente.
"Siempre que he tomado una decisión, he dado el cien por cien. El máximo compromiso. Ese es también mi objetivo en el Levante"
Cuando dejé la piscina, le di un gran disgusto a mi madre (arriba a la izquierda). Ella no estaba muy segura de que dejara la natación por el fútbol. Sobre todo, porque el fútbol femenino hace veinte años no era igual que ahora. De algún modo tenía miedo a que pudieran hacerme daño por intentar encontrar un sitio en un espacio donde por entonces solo existía el fútbol masculino.
Pero siempre que he tomado una decisión, he dado el cien por cien. El máximo compromiso. Ese es también mi objetivo en el Levante.
Después de siete temporadas en el Betis, la decisión de cambiar la tomé en relación a dos razones fundamentales. A nivel personal quería afrontar un nuevo reto, pero, por encima de todo, lo hice mirando por el bien del Betis. Las jugadoras llevaban mucho tiempo trabajando conmigo, y necesitaban aire fresco. Otra persona con otra idea de fútbol diferente para que pudieran crecer. También el club.
Entre medias del cambio del Betis al Levante se cruzó una oferta de un club de Tercera División masculina. Era una grata sorpresa que un equipo masculino quisiera contar conmigo, pero dije que no. Me considero una mujer de palabra. Yo ya tenía mi acuerdo con el Levante cerrado y, por lo tanto, no existía la posibilidad de entrenar en otro sitio.
Nunca me he arrepentido de las decisiones que he tomado. Y con esta ha sido igual. Sé lo que habría supuesto. A nivel deportivo, y también para seguir rompiendo barreras.
"Quiero que se me recuerde por lo que he hecho a nivel futbolístico y en mi trabajo como entrenadora"
Por suerte el fútbol femenino ha cambiado mucho respecto a la época en que yo empecé a jugar. Sin embargo, todavía quedan muchas cosas por hacer.
Pero no busco que se me recuerde como la primera mujer que entrenó en la Liga Iberdrola o la primera mujer que entrenó en un equipo masculino. Quiero que se me recuerde por lo que he hecho a nivel futbolístico y en mi trabajo como entrenadora. Valores, calidad humana y todo lo que haya podido aportar a mis jugadoras.
Esa es mi filosofía. Si puede ayudar a las que vienen por detrás será una gran noticia, pero sin querer mostrarme como referente o pionera.
Tampoco creo que las mujeres tengamos que demostrar nada. Sabemos de nuestra valía y lo que podemos hacer. Eso me lleva a estar segura de que habrá una mujer en los cuerpos técnicos de grandes equipos masculinos del fútbol español. Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid…
No sé si tardará más o menos, pero llegará.
No tengo dudas.
Redacción: Héctor García