Hernán Crespo
Sao Paulo, 2021
El Perfil:
La figura de Hernán Crespo comienza a tomar una importante relevancia como entrenador. Algo que ya consiguió en su carrera como jugador. River Plate, Parma, Lazio, Inter de Milán, Chelsea, Milan y Génova, más la selección de Argentina, fueron las camisetas que vistió como delantero.
Se inició como entrenador precisamente en el club que le catapultó al estrellato en Europa, el Parma. Lo hizo en el Primavera -divisiones inferiores-, para empezar a trazar desde ahí su camino bajo un nuevo rol. Dirigió al Módena, en Serie B, un año (temporada 2015/16), con una etapa aún más corta con Banfield en su regreso a Argentina, apenas 18 partidos.
Fue en Defensa y Justicia donde encontró el tiempo y la regularidad para el desarrollo del grupo y sus ideas, algo que se tradujo en el éxito de la conquista de la Copa Sudamericana 2020 (0-3 a Lanús en la final). Todo bajo una dirección basada en un principio muy claro. "Dirigir tiene que ver con la vida, tratar de buscar menos culpas en los demás y hacer foco en las decisiones que uno toma. De eso se trata también el fútbol: en una constante toma de decisiones", señaló en una entrevista con Clarín.
Estilo de juego:
A lo largo de su trayecto como entrenador, Crespo ha mostrado una gran variabilidad en el esquema inicial y la disposición en el campo en las distintas fases de juego. Sin embargo, lo que ha mantenido inmutable es la importancia que le da a la posesión de la pelota y a la distribución de los jugadores en el terreno de juego, con una clara intención de ser muy agresivos sobre el arco rival e intentando generar la mayor cantidad de situaciones de gol posibles.
Así, por ejemplo, y basado en un planteamiento general ofensivo y un gran poder de adaptabilidad a las distintas propuestas del rival de turno, pudo superar tácticamente a todos los equipos que se enfrentó con Defensa y Justicia para terminar conquistando la Copa Sudamericana 2020.
Crespo apuesta por una metodología de trabajo orientada al entrenamiento situacional, en el que los jugadores desarrollan roles que desempeñan luego en la competición y con la realización de tareas específicas en cada ejercitación.
De ese modo logra la incorporación de la base conceptual necesaria para el funcionamiento que él pretende que se adquiere con una evolución constante buscando que sus jugadores puedan tomar buenas decisiones y resolver de manera óptima las situaciones que se presentan durante los partidos. Dentro de la amplitud de dibujos que utiliza, su estructura predilecta es el 3-5-2 (abajo), pudiendo modificar en el transcurso de un partido al 3-4-3 sin necesidad de hacer ninguna sustitución.
Un dibujo donde cobran especial importancia los dos interiores, siempre uno de ellos con características para poder cumplir el rol de extremo, como también debe reunir este perfil uno de los dos delanteros. Mientras tanto, demanda al otro interior descender de su posición para ocupar posiciones en el doble pivote en mediocampo.
En su once busca jugadores con buenas cualidades técnicas y físicas, que faciliten la construcción de juego en fase ofensiva ante cualquier dificultad que pueda proponer el rival. Le da importancia tanto en la salida de balón desde atrás, como luego de las recuperaciones para controlar la posesión, sin descartar ser eficientes de forma directa si la acción lo demanda.
En su etapa como entrenador de Defensa y Justicia, logró que el equipo encontrara soluciones ofensivas ante rivales con una defensa organizada en bloque medio o bajo. Lo hizo a través de una disposición en despliegue, manteniendo para ello la amplitud en todo momento a través de sus carrileros, y a partir de una buena ocupación de los tres pasillos centrales con sus jugadores en primera línea para iniciar cada ataque. Una estructura formada con el pivote por delante; y laterales, interiores y delanteros sosteniendo altura para generar espacio y facilitar la progresión (abajo).
Se trata de un desarrollo en el que suma una buena velocidad en la circulación de pelota y la agresividad para romper líneas de presión con pases con ventaja o conducciones de sus tres centrales; como también en ocasiones salir por dentro a través del pivote para ampliar las posibilidades del ataque.
Una de las claves, cuando sus equipos consiguen romper la primera línea de presión rival, es el posicionamiento de los interiores y la búsqueda continua de una posible recepción entre líneas, ya sea por detrás de los mediocampistas rivales o desmarcándose en profundidad a espaldas de los defensores. Un movimiento preestablecido que se repite con frecuencia es la ruptura en profundidad (de carriles centrales a carriles laterales) cuando el lateral, en amplitud, recibe el balón (abajo).
Ante rivales con un planteamiento ofensivo -en un contexto general de partido con gran cantidad de transiciones-, sabe aprovechar los espacios libres que dejan los rivales después de las pérdidas. En esos momentos sus equipos contragolpean con determinación y a una gran velocidad, acompañando a sus dos delanteros con los interiores y los carrileros, quienes aparecen por carriles externos.
En el Sao Paulo se comenzó a ver la misma intención de juego y los mismos principios ofensivos y defensivos que plasmó en su etapa en Defensa y Justicia. Aunque sí se identifican algunos cambios en la estructura, principalmente en fase ofensiva, donde ha pasado a jugar con un doble pivote y tres delanteros ocupando los carriles centrales, sosteniendo éstos la altura y pendientes de desmarcar en profundidad (abajo). Mientras tanto, sigue manteniendo la amplitud continuamente a través de los dos carrileros.
La disposición de tres centrales y doble pivote permite controlar con mayor eficacia los contraataques, que es una de las virtudes de muchos equipos que compiten en la máxima categoría de Brasil. Por otro lado, con la superioridad numérica en carriles centrales facilita la recuperación tras la pérdida o temporización del ataque rival para reorganizarse defensivamente.
Cuando el Sao Paulo conseguía una progresión con alguno de los centrales, con posibilidades de romper la segunda línea de presión, uno de los pivotes se incorpora al ataque desmarcándose entre líneas o por detrás de los defensores rivales. Al mismo tiempo, el pivote restante acompaña por detrás de la línea de pase ofreciendo la cobertura y permanentes vigilancias para mantener el equilibrio defensivo.
Fase defensiva y presión:
La estructura no varía con respecto a su fase ofensiva. Eso se pudo ver en Defensa y Justicia, donde se desarrolló sobre un 3-5-2, iniciando la presión con sus dos delanteros centrales, cubriendo también pases interiores y orientando la posesión del rival hacia los carriles laterales.
Son dos las formas de presionar sobre la recepción de los laterales rivales -jugadores libres en el inicio de la presión-. Una es con el carrilero y la basculación de la línea defensiva, mientras sus interiores y delanteros proponen duelos cerca de la acción de juego (abajo). En caso de que el carrilero salga a destiempo y facilite la progresión por su sector del rival, opta por cubrir su espalda manteniendo su posición a la altura de la línea defensiva y con la cobertura del interior más cercano.
En salida de balón desde atrás o tiro libre en sector defensivo, tiene preferencia por presionar alto e intentar recuperar cerca del arco rival contra equipos que pregonan el ataque combinativo.
No obstante, durante su etapa como entrenador de Defensa y Justicia, por características del plantel, en varios partidos de la Copa Libertadores cedió terreno y armó el bloque defensivo en sector medio, buscando como primera opción contraatacar tras recuperación para encontrar al rival desorganizado y con espacios a espalda de sus defensores.
En Sao Paulo, a pesar de cambiar el esquema inicial, mantuvo la orientación de la presión sobre el rival hacia carriles externos y marcaje en duelos zonales en sector de la pelota (arriba). Mantuvo el emparejamiento del carrilero contra el lateral rival que recibe el balón y el recorrido de los tres defensores centrales con la inserción del carrilero opuesto a dicha línea, modificando así su esquema momentáneamente a un 4-3-3.
Crespo se muestra como un entrenador con unos principios de juego claros, a los que suma una alta capacidad de adaptación a las diferentes variables presentes, entre las que se incluyen los jugadores de los que dispone, los rivales a enfrentar y las competiciones en disputa.
Redacción: Héctor García