Análisis, Euro 2020
Son muchas las selecciones de la Eurocopa 2020 que tienen modelos de juego ofensivos con planteamientos generales en los cuales tener el dominio de la posesión es relevante. Por ende, en fases defensivas pregonan la recuperación de la posesión lo más rápido posible, ya sea en una transición defensiva o desde un reinicio de juego del rival.
La selección que más ha sorprendido por su forma de presionar y someter por momentos a sus rivales - cambiando en cierto punto hasta su idiosincrasia- es Italia. El equipo dirigido por Roberto Mancini se ha alejado cada vez más del clásico catenaccio, no solamente desde lo estructural, sino también desde lo funcional, para ser hoy una selección que mantiene un poder defensivo imponente, pero con una concepción completamente diferente en los principios tácticos que desarrolla en esta tarea.
“Hubo un cambio generacional, con muchos jóvenes que podían hacer algo más. Sin embargo, quiero recordar que con su juego Italia ganó cuatro mundiales. Estamos intentando atacar mucho más pero siempre defendiendo bien. Hay que tener equilibrio en ambas fases”, ha señalado Mancini sobre el estilo de juego que mantiene la selección italiana.
Modelos de ejecución:
El esquema utilizado por Italia es el 4-3-3, que se convierte en 4-1-4-1 (arriba) en los momentos en que el equipo se organiza defensivamente tanto en bloque bajo-medio o cuando presiona en campo rival. Y lo hace con dos variantes en su inicio de presión.
La primera es a través del delantero centro, Ciro Immobile, y uno de los dos interiores (Nicolò Barella o Manuel Locatelli) en la presión sobre el central rival de su sector, acompañados por la basculación de Jorginho hacia la zona que dejó libre el interior que salió a cerrar (abajo). En esta variable, los extremos, Domenico Berardi y Lorenzo Insigne, se mantienen en duelos individuales contra los laterales rivales, mientras que la línea de cuatro defensores bascula sobre el carril por donde se encuentra el balón.
La otra variante que utiliza la selección italiana para iniciar la presión es por medio de los extremos sobre los centrales rivales, tapando la línea de pase entre el central que están presionando y el lateral del oponente que liberaron (abajo). El objetivo es orientar el juego del oponente por los carriles centrales en donde Italia mantiene a sus interiores y pivote en duelos contra los mediocampistas rivales.
La reestructuración defensiva, en caso de que los rivales consigan hacer llegar el balón al jugador libre -el lateral-, se desarrolla con el propio lateral cercano a la jugada (Alessandro Florenzi o Leonardo Spinazzola) y la basculación del resto de la línea defensiva.
Ante la posibilidad de una llegada tardía del lateral a la presión, y por consecuencia una posible inferioridad tanto numérica como posicional, el equipo de Mancini prioriza la cobertura atrás de la línea de cuatro defensores y el repliegue del mediocampista más cercano, trazando este último la diagonal necesaria para contener el avance del lateral rival.
Hay ciertos conceptos defensivos ante el rival que Italia aplica en todo momento y en cualquier sector del campo, como el de presión sobre el poseedor del balón con continuidad en la carrera cuando se realiza un pase hacia atrás, ya sea de pivote a central o de central a arquero. Este concepto bien aplicado mantiene la presión sobre el receptor que en una primera instancia no está marcado, buscando cerrar la línea de pase al primer poseedor (abajo).
En defensa organizada en campo propio, con el rival desplegado y con una intención de circular para comenzar a progresar, la selección de Mancini realiza presión zonal sobre la pelota y coberturas de línea de pase a espaldas del jugador en presión.
Mientras tanto, en los reinicios del rival, tanto desde saques de arco como de tiros libres en sector defensivo, el equipo se posiciona alto ejerciendo presión ante un intento de juego en corto o forzando al oponente a optar por el juego directo (abajo). El intento de recuperación inmediata en las transiciones defensivas es una marca registrada del estilo de Mancini, y esta posibilidad es consecuencia del posicionamiento avanzado de la línea defensiva cuando el equipo está atacando.
Las intenciones constantes de mantener el equipo corto permiten a Jorginho, jugador clave en este momento del juego, realizar acciones de presión o contención del contraataque en un contexto favorable, o cortar la progresión del rival con una falta táctica.
A diferencia de la disposición que presentó en fase ofensiva Turquía sobre un 4-3-3 en la primera jornada, tanto Suiza (3-4-1-2) como Gales (5-4-1) armaban una estructura con tres centrales y un doble pivote en la salida de balón.
Un posicionamiento que el seleccionado dirigido por Roberto Mancini contrarrestó en muchos pasajes emparejando a sus tres delanteros contra los tres centrales y el doble interior en duelo contra el doble pivote (abajo), variando solo el desarrollo de Jorginho. El jugador del Chelsea actuó en la vigilancia de Xherdan Shaquiri en el partido ante Suiza, y en relevos o insertándose en la línea defensiva en el partido contra Gales.
Todo esto habilita al equipo de Italia a mantener a lo largo de los encuentros un orden táctico que le permite repartir esfuerzos y lograr una unidad defensiva solida. Un desarrollo que se ha traducido en números espectaculares con Mancini al mando de la selección italiana: 24 victorias (3 de ellas en la Euro 2020), 7 empates y solo 2 derrotas. Datos a los que añade 80 goles a favor (una media de 2,5 por partido) y 14 en contra.
Redacción: Héctor García