John Toshack
Real Sociedad, 1985-1989 y Real Madrid, 1989-1999
Uno no se cae de la cama el miércoles y el jueves se levanta siendo entrenador del Real Madrid.
Cuando comienzas trabajando como técnico en la cuarta división, como lo hice yo en 1978, y terminas 10 años más tarde en el Madrid, muchas cosas tuvieron que pasar para que eso llegue a darse.
Me fue muy bien en mi primer trabajo como entrenador. Llevé al Swansea City a la primera división desde la cuarta - nunca antes el club había estado en la división de honor – y ganamos la Copa de Gales por primera vez en 15 años.
Pero cuando las cosas llegaron al final, se me hizo muy difícil. No estaba seguro adonde ir o lo que me deparaba el futuro.
Hasta que me llamó el Sporting de Portugal. Era la oportunidad de hacer algo diferente. Por supuesto que era una gran decisión irme al extranjero, pero terminó siendo algo enormemente importante en mi vida.
Me puso en un camino totalmente nuevo que me llevaría a lugares que nunca imaginé.
En el Sporting había estado un entrenador inglés, Malcolm Allison, el exasistente de Joe Mercer en el Manchester City, consiguiendo ganar el doblete de copa y liga. Creo que vieron algo de Allison en mí, principalmente que los dos éramos tipos altos, de hombros anchos.
Realmente empecé bastante bien, solo perdiendo un partido de liga en toda la temporada. Pero aún así terminamos segundos detrás de un Porto que terminó siendo campeón de Europa.
Esa temporada me dio la oportunidad de probar lo que era trabajar en el extranjero.
"El Sporting de Portugal era la oportunidad de hacer algo diferente; fue enormemente importante en mi vida"
Me enseñó a adaptarme a distintos tipos de fútbol, a jugadores de orígenes diferentes que pueden tener mentalidades diferentes a las que uno estaba acostumbrado. Mucha gente se coloca gríngolas al estar en ese tipo de escenario. Están tan habituados a sus formas de ser que les dificulta abrirse a nuevas cosas y adaptarse.
No quería ser así. Pero al mismo tiempo quería seguir siendo yo mismo. Ese es el equilibrio que buscaba.
En la Real Sociedad el reto fue más grande. Es un club con una identidad muy fuerte y el hecho de ser el primer entrenador no vasco allí significó que tuve que ganarme a unas cuantas personas.
La ciudad estaba un poco dividida entre quienes estaban preparados para algo así y el antiguo régimen vasco que no lo estaba y, francamente, no quería un entrenador de fuera.
Desde un principio, ese fue el reto que tuve que superar.
El gran punto de inflexión llegó durante mi segunda temporada en San Sebastián cuando ganamos la Copa del Rey. Era la primera vez en 80 años que el club lo lograba y fue algo grande para todo el mundo. Especialmente para mí.
Con toda probabilidad, si no hubiésemos ganado la Copa ese año pienso que el club podría haber hecho un cambio. Aunque quedaban personas en el País Vasco que hubiesen preferido que no la ganáramos y ver a un entrenador vasco en el cargo al año siguiente.
Sin embargo, el club estaba cambiando. Estaba listo para ser más moderno. Y la conquista del trofeo le dio a los jugadores y a todo el mundo relacionado con el club un verdadero impulso.
"El antiguo régimen vasco no estaba preparado para que el club tuviera un entrenador de fuera"
Al año siguiente alcanzamos la final otra vez (perdiendo ante el Barcelona) y casi ganamos la Liga, quedando solo por detrás del Real Madrid.
Justo un año más tarde, pasaba a estar a cargo de ese Madrid, un equipo que había ganado los cuatro títulos anteriores de Liga. Cuando llegas a un puesto como ese sabes que, si no ganas el campeonato ese año, solo hay una persona a quien responsabilizar.
Ser el entrenador de cualquier club nunca es fácil. Pero algunos puestos son más difíciles que otros. Depende de cuando tomes el cargo y las circunstancias. En el Madrid, la presión es intensa todo el tiempo. Toda derrota se magnifica y se espera que ganes todo.
Pero a fin de cuentas de eso se trata. No creo que haya algún entrenador que diría: “No voy al Real Madrid. Es demasiado difícil estar allí”.
Y tener la oportunidad de ser el entrenador del Real Madrid, 10 años después de comenzar en el Swansea City… Bueno, como dije, no es algo que surja todos los días.
Al comienzo de mi etapa en Madrid tuvimos algunos malos resultados. Caímos ante un Barcelona que llevaba poco tiempo con Johan Cruyff como técnico y perdimos puntos ante mi antiguo equipo, la Real Sociedad.
Además, fuimos eliminados de la Copa de Europa en la segunda ronda por un AC Milan que terminaría ganando su cuarto título.
Antes del partido de ida en San Siro me fui a ver al Milan frente al Cremonese en Cremona y me fijé en los movimientos de (Frank) Rijkaard, (Ruud) Gullit y (Marco) Van Basten.
Cuando regresé a Madrid, hice algo que nunca había hecho antes. Hice que los jugadores recrearan sus movimientos en el entrenamiento con Sanchís, Hierro y Ruggeri trabajando para ver cómo iban a detenerlos.
"En el Madrid, la presión es intensa todo el tiempo. Toda derrota se magnifica y se espera que ganes todo"
Por supuesto que cuando llegó el partido en San Siro, Rijkaard, Gullit y Van Basten hicieron los mismos movimientos y ¡pum!, metieron gol. Sanchís, que era un jugador muy indisciplinado en el aspecto táctico, había terminado la jugada 14 metros detrás de su hombre… En el entretiempo le di una gran reprimenda.
Para entonces ya estábamos perdiendo 2-0 y así terminó. En el partido de casa íbamos ganando 1-0 y presionando para conseguir el segundo gol, pero no encontramos el camino. Quedamos fuera de la Copa de Europa y ni siquiera estábamos en noviembre.
Afortunadamente, las cosas mejoraron. Llegó el punto en el que quedaban seis partidos para el final, teníamos un margen de ventaja con el Barcelona en la Liga y ese fin de semana teníamos al Mallorca de rival, mientras que el Barcelona se enfrentaba al Valladolid, ambos partidos que se esperaba que ganáramos.
En esos tiempos el Mallorca tenía algunos chicos duros en el equipo y cuando nos pusimos 1-0 abajo, supe que teníamos que trabajar fuertemente para remontar. Conseguimos empatar 1-1 y seguimos atacando y atacando, buscando la victoria. Finalmente, conseguimos un tiro libre al borde del área y ahí empiezo a pensar que vamos adelante…
Hugo Sánchez se dispuso a lanzarlo, pero a medio camino en su carrera se detuvo y empezó a protestarle al árbitro por la distancia a la que estaba la barrera. El árbitro hizo unos gestos y le dijo que volviera atrás a cobrar el tiro libre.
Instantes después, Hugo volvió a hacer lo mismo y esta vez el árbitro lo amonestó: tarjeta amarilla.
Ocasionalmente, Hugo tenía esta tendencia a discutir y vi cómo volvió a repetir su faena.
Tarjeta roja.
Nos quedamos con 10 hombres e inmediatamente el Mallorca comenzó a atacar. Entonces, de repente el marcador se encendió con el resultado de Valladolid 1 Barcelona 0 y el público comenzó a celebrar. En esa época solo se daban dos puntos por victoria, así que estaba pensando que, si antes del partido teníamos cinco puntos de ventaja y ahora estábamos empatando, podríamos terminar el día con seis puntos de diferencia.
Mi reacción inmediata fue meter un defensa: “¡Tendillo, calienta rápido!”
Entonces le dije a mi asistente: “Saca a Butragueño”.
“¿Qué?”
“¡Quita a Butragueño! ¡Tendillo ven acá!
A partir de ese momento, el Mallorca dejó de atacar. Terminamos empatando el partido y Barcelona perdió ante el Valladolid. Un buen día.
Después del encuentro, me visitó el secretario del club. El presidente, Ramón Mendoza, había estado fuera en un barco y tenía que decirle lo que yo había hecho. “Ey, galés, cómo le voy a decir al presidente que quitaste a Butragueño cuando expulsaron a Hugo y estábamos empatando con el Mallorca”.
Le dije: “No le cuentes nada excepto que tenemos seis puntos de ventaja sobre el Barcelona, no cinco puntos. No tienes que decirle cómo, dónde, por qué, ni nada más”.
En esas situaciones tienes que pensar rápidamente. Si en el campo no hubiesen mostrado el marcador del Barcelona quizás no hubiese hecho ese cambio, pero yo pensé que si podíamos aguantar tendríamos un punto más de ventaja porque en circunstancias normales ambos hubiésemos ganado nuestros partidos y la diferencia hubiese seguido siendo la misma.
Terminamos cantando el alirón ese año, marcando una cifra récord de goles.
Una experiencia más de todas las que he tenido como entrenador, en una carrera que me ha llevado por todo el mundo. Desde Portugal hasta España, Turquía, Francia, Italia, Macedonia, Azerbaiyán, Marruecos e Irán.
Un viaje que me ha abierto los ojos a tantas cosas. Sin esas gríngolas que – si no tienes cuidado – pueden frenar tu camino.
Un camino que comenzó desde muy abajo, en la cuarta división con el Swansea City.