Carles Martínez
Toulouse, 2023-Presente
La vida era genial en todos los sentidos, pero algo cambió de un momento a otro.
Acababa de ser padre por primera vez. Al mismo tiempo, mi carrera como entrenador avanzaba en la Academia del Barcelona. Sin embargo, de un día para otro, el club me comunicó que no seguiría. Estaba cerca de asumir un equipo de mayor nivel, pero los cambios en la gestión de la Academia llevaron a que alguien decidiera que mi etapa había terminado. Nunca olvidaré la fecha de esa llamada: 17 de julio de 2019.
Salir del Barcelona fue difícil de asimilar. Es un lugar increíble para trabajar y, de repente, todo se tambaleaba. Afortunadamente, un año antes había comenzado a estudiar inglés. "Si mi carrera sigue adelante, no quiero que el idioma sea un obstáculo", pensaba.

Durante mi tiempo sin equipo, aceleré mi aprendizaje del inglés y disfruté más del tiempo con mi familia. También viajé para ver fútbol, algo que no podía hacer mientras trabajaba en la Academia del Barcelona debido a la intensidad del día a día.
Y en noviembre de 2019, sin esperarlo, recibí una llamada del Al Rayyan de Qatar. Era Carles Martorell, jefe de la academia del club: "Quiero que te vengas con nosotros".
"Salir del Barcelona fue difícil de asimilar. Es un lugar increíble para trabajar y, de repente, todo se tambaleaba"
En ese momento esperaba algo de mayor nivel, porque venía de la cantera del Barcelona. Pero quedarte sin equipo en julio te deja pocas opciones, ya que la mayoría de los cuerpos técnicos están estructurados con meses de anticipación. Además, creía que mi inglés aún no era lo suficientemente bueno para trabajar en el extranjero. "Este es el sitio perfecto para aprender y perder el miedo", me dijo Carles.
Tres días antes de Navidad, estaba en Qatar. Viviendo solo en un hotel, con mi familia en Barcelona y dirigiendo al Sub-19 de Al Rayyan. Obviamente, no podía compararlo con la Academia del Barcelona. Algunos días ni siquiera sabía cuántos jugadores tendría en el entrenamiento, porque algunos subían a los equipos superiores, y las instalaciones eran muy diferentes. Pero aprendí mucho.

Sinceramente, maduré y también aprendí a tratar a los jugadores en una cultura diferente.
Con el tiempo, empecé a ver las cosas desde otra perspectiva. Siempre digo que todo pasa por algo. Incluso cuando te ves obligado a confinarte en la habitación de un hotel por el COVID.
Se cerraron los aeropuertos y no pude volver a Barcelona para estar con mi familia durante la pandemia, así que tuve que pasar todo ese tiempo solo, con interminables horas por delante cada día.
"Con el tiempo, empecé a ver las cosas desde otra perspectiva. Siempre digo que todo pasa por algo"
Por suerte, una empresa francesa me contactó para hacer un curso sobre el juego de posición. Fue mi gran motivación en ese encierro, porque me preparé viendo fútbol de primer nivel, buscando ejemplos perfectos… Ese contenido táctico, tiempo después, me llevaría a un destino que en ese momento ni siquiera podía imaginar.
Antes de que eso ocurriera, en 2021 surgió la oportunidad de dirigir a la selección Sub-20 de Kuwait. Representaba un gran salto en mi carrera, rodeado de un cuerpo técnico español de alto nivel. Lideré un gran proyecto y, ya con mejor inglés, logré conectar más con los jugadores.

Mientras todo eso pasaba, mi formación sobre el juego de posición tuvo una gran acogida, tanto que llegó a oídos de alguien en el Toulouse. Les gustó mi enfoque y quisieron conocerme.
Cuando me contactaron, ya había decidido volver a casa y esperar alguna oportunidad en Europa. Y esa oportunidad fue el Toulouse: pasé a ser asistente de Philippe Montanier y responsable de la metodología del club.
"Una empresa francesa me contactó para hacer un curso sobre el juego de posición. Fue mi gran motivación en ese encierro"
La relación con Philippe fue muy fácil. Había un buen equilibrio que me hizo disfrutar del trabajo. En la segunda vuelta de la temporada 2022/23, pulimos detalles y Philippe siempre fue abierto a nuevas ideas. Finalmente, el esfuerzo dio frutos: ganamos la Copa de Francia, el título más importante en la historia del Toulouse. Esa experiencia me ayudó a conocer mejor la primera división francesa, el club y sus jugadores.
Cuando Philippe no llegó a un acuerdo con el club para su renovación, el presidente me llamó directamente y me ofreció ser el entrenador. Fue un desafío que afronté con respeto, pero también con convicción. Siempre he creído en el "¿por qué no?".

Desde mi llegada, el Toulouse me hizo sentir importante y los jugadores respondieron bien a mi trabajo y al del cuerpo técnico. Preparé la pretemporada con mi asistente, Pol García, con quien había trabajado en la Academia del Espanyol -estuve allí cinco años espectaculares antes del Barcelona-, y coordinamos todo con el staff del club.
Desde que dejé el Barcelona hasta que me llamó el Toulouse, mi vida cambió por completo. Sin embargo, los primeros meses como primer entrenador fueron intensos. Jugábamos la Europa League, con un equipo nuevo y toda la presión de demostrar que la decisión del club conmigo había sido acertada. Estuve más tenso de lo necesario, con momentos muy complicados, pero también con mucha responsabilidad.
"La relación con Philippe fue muy fácil. Había un buen equilibrio que me hizo disfrutar del trabajo"
El nacimiento de mi hija Blanca coincidió con un partido clave contra el Metz. Estábamos en una situación difícil en la liga, mientras que en Europa nos iba muy bien.
La noche anterior, mi mujer sintió contracciones, pero no era seguro que el parto ocurriera. Por la mañana, concentrado en el hotel, me llamó para decirme que se iba al hospital.

En ese momento, tomamos una decisión juntos. No quería perderme el parto, pero estaba en Metz y el partido era a las tres de la tarde. Aunque saliera de inmediato, podía no llegar a tiempo. Mi mujer, con una tranquilidad admirable, me dijo: "No te preocupes, estaré con mi madre. Quédate con tu equipo y ven después del partido".
Cuando acabó el primer tiempo, salí corriendo al vestuario. Normalmente voy directo para hablar con los jugadores sobre la táctica, pero aquella vez fui aún más rápido para ver el móvil.
“¿Cómo va todo?”, le pregunté a mi mujer.
"Fue un desafío que afronté con respeto, pero también con convicción. Siempre he creído en el '¿por qué no?'"
Desde fuera puede parecer incomprensible: ¿qué hacía en un partido cuando estaba por ser padre? Pero no fue solo mi decisión; fue de los dos. Mi mujer entiende los sacrificios que implica esta profesión.
Solo los entrenadores sabemos lo que significa este trabajo. Son 24 horas, siete días a la semana. Equilibrar la vida personal con la profesional es muy difícil, incluso más que para los jugadores, porque nuestra estabilidad cambia constantemente. Mi mujer y yo logramos encontrar un equilibrio entre lo deportivo y lo familiar.

Durante el segundo tiempo, mi asistente tenía el teléfono por si pasaba algo. Blanca aún no había nacido cuando terminó el partido, así que salí corriendo al aeropuerto. Mientras esperaba el vuelo, mi mujer me llamó: "Todo salió bien, Blanca ha nacido".
La victoria ante el Metz (1-0) y el nacimiento de Blanca creo que marcaron un punto de inflexión para mí. Me dije: "Carles, ya está. Has clasificado al equipo en Europa, has ganado al Liverpool, has jugado contra el Benfica, has competido contra equipos grandes. Eres entrenador de Primera División. Tienes nivel para serlo".
"Desde fuera puede parecer incomprensible: ¿qué hacía en un partido cuando estaba por ser padre?"
Con el tiempo, aprendes a filtrar opiniones externas. Las críticas pueden ser útiles, pero lo importante es lo que pasa dentro del club, con mis jugadores y mi familia. La clave es seguir nuestras ideas y convicciones.
El 2024 fue espectacular. Acabamos sextos en puntos en la liga, lo que significó una gran temporada. Eso me dio aún más confianza en mi idea y en lo que transmito.

A veces, hablo con mi mujer y mis amigos sobre lo increíble que ha sido este camino. De mi pueblo a la cantera del Espanyol, luego al Barcelona, la incertidumbre, Al Rayyan, Kuwait… y, de repente, Toulouse. Ahora jugamos en estadios enormes, competimos en la Europa League y nos enfrentamos a equipos como el PSG de Luis Enrique.
Ya llevo dos años en el máximo nivel y confío en mí. Sé lo que puedo aportar. Si estoy tranquilo transmito mejor y, al final, el fútbol se trata de eso. Más allá de la táctica y la técnica, lo esencial es conocer a mis jugadores y conectar con ellos.
Si los jugadores se sienten bien y mejoran, mi vida como entrenador también mejora. Me concentro en lo que puedo controlar y no en lo que pueda pasar en el futuro. Igual que un día estaba en el Barcelona y al siguiente no, no sé qué vendrá después.
A veces, cuando algo no va bien, intento recordar la suerte que tengo y disfrutar del proceso. Y, sobre todo, valoro el apoyo incondicional de mi familia.

Carles Martínez