luis enrique
PSG, 2023-Presente
El PSG inicia en la 2023/24 un proyecto que no solo se centra en intentar ganar la Champions League por primera vez, sino también encontrar un estilo de juego con el que identificarse. Para ello, el equipo parisino ha confiado su destino a Luis Enrique, quien reúne ambos puntos demandados: ganó la Champions con el Barcelona en 2015 y es uno de los entrenadores más reconocibles en su apuesta de juego.
Luis Enrique vuelve así a escena, después de su paso por la selección española, con un gran papel en la Eurocopa de 2020 alcanzando las semifinales y, sin embargo, una prematura eliminación en los octavos de final del Mundial de Qatar 2022. Campeonato que le costó no renovar con el combinado español.
Ahora tiene ante sí el reto de triunfar en un lugar complicado, ya que son hasta seis los técnicos (Laurent Blanc, Carlo Ancelotti, Unai Emery, Mauricio Pochettino, Thomas Tuchel y Christophe Galtier) que han pasado por el PSG en las diez temporadas anteriores. Antes de ver su apuesta en París, The Coaches’ Voice analiza el trabajo de Luis Enrique al frente de la selección española y sus diferentes propuestas tácticas.
Estilo de juego
Luis Enrique es partidario de un fútbol ofensivo muy variado que, debido a su formación como entrenador en el Barcelona y a las influencias que ahí encontró, demuestra a menudo su admirable comprensión del juego posicional. Eso hace que sus equipos también sean capaces de interpretar un juego vertical y de transiciones.
La selección española, del mismo modo que en su paso como entrenador del Barcelona, se organizaba con mayor regularidad sobre un 4-3-3 (abajo), aunque con un planteamiento considerablemente más vertical. En gran medida porque el perfil de los jugadores de los que disponía en la selección española era menos capaz de poner en práctica su juego posicional que cuando estaba en el banquillo del Barça.
De ese modo, los extremos fueron los jugadores favorecidos por ese enfoque en el que los centrocampistas que se movían en zonas interiores. Sobre todo, en los momentos donde se requería una mayor sensación de riesgo, en los que Luis Enrique apostó por un 3-4-3. Un dibujo, a su vez, que permitía mezclar su enfoque posicional con la verticalidad en último tercio de campo, desarrollo donde los extremos tomaban posiciones especialmente amplias y permanecían preparados para atacar los espacios abiertos que existían.
Dentro del planteamiento de Luis Enrique, el posicionamiento de los jugadores de banda es fundamental no sólo para potenciar su potencial ofensivo y su capacidad para atacar el espacio y rematar, sino también para disuadir a los laterales rivales de que se desplacen hacia zonas interiores.
Si hablamos de la selección española, Sergio Busquets, capitán y organizador, era el encargado de elaborar todo el sistema de juego que transmitía Luis Enrique a sus jugadores. La pieza del rompecabezas que hacía que todo encajara. Desde la posición de mediocentro (abajo), Busquets tenía la capacidad casi innata de dirigir el juego con una simplicidad que le hacían ser el futbolista que mejor entendía lo que necesitaba el juego de España a cada momento.
Más atrás, Luis Enrique dio titularidad en la portería a Unai Simón, guardameta de reflejos y garantías bajo palos, pero del que destaca una gran capacidad en su relación con el balón. Ese ingrediente adicional le permitía a España contar con un hombre más para iniciar el juego. Sin duda, esto es algo fundamental para Luis Enrique, ya que arriesgar en salida de balón para intentar crear superioridades (abajo) desde el portero ha sido una constante en todos sus equipos —también en el Barcelona con Marc-André Ter Stegen —.
No obstante, la selección española ofreció distintas opciones a las del Barça para iniciar el juego y ordenarse con el balón de acuerdo con el perfil de sus jugadores.
De ese modo, si se enfrentaba a una presión alta, posicionaba a los centrales dentro de su área, pero con la mayor amplitud posible. Lo hacía así para facilitar el pase y control, porque las distancias entre jugadores eran cortas y el balón circulaba rápido. En esa misma secuencia de salida, se sumaban los mediocentros, posicionados cerca del área para ofrecer una línea de pase alternativa, y conseguir una superioridad numérica de inicio de dos contra uno.
Otra situación de juego que se encontró España era la presión rival con tres delanteros, provocando un cinco contra tres. Ante eso, y para salvar esta presión, se activaba el lateral derecho buscando generar dudas al jugador rival que ejercía la presión en la banda izquierda. En ese mismo momento, se aproximaba el mediocentro, posicionado este último jugador por delante del lateral para recibir el pase.
Una vez superada esa primera presión, generalmente los equipos de Luis Enrique suelen progresan en ataque en función de la altura del bloque defensivo rival, intentando acelerar las acciones ofensivas o apostando por un juego posicional. Fue así tanto en la selección española como el Barcelona.
También existe un planteamiento más vertical dentro de la visión táctica del nuevo entrenador del PSG, desarrollado cuando juega con delanteros capaces de retener el balón en juego directo, y, por tanto, con la opción de construir inicialmente en corto para luego jugar hacia adelante con un pase en largo.
Posiblemente fue en la pareja de centrales donde Luis Enrique tuvo mayor impacto en su paso por la selección española. Primero porque Sergio Ramos, indiscutible hasta poco antes de la Eurocopa, dejó de asistir a las convocatorias debido a sucesivas lesiones. Después, en la Eurocopa, Luis Enrique contó con la pareja de centrales formada por Èric García y Aymeric Laporte, también con Iñigo Martínez y Pau Torres en la disputa de varios partidos.
El gran hándicap de jugar con dos perfiles zurdos (Laporte, Torres y Martínez), además de la gran capacidad de García para filtrar, atraer y fijar en conducción (abajo), algo muy destacable en el juego de posición que propone Luis Enrique, llevaron a García a convertirse en el futbolista más importante, junto a Laporte, en la zona central.
Sin embargo, esa pareja de centrales cambió de manera radical en el Mundial de Qatar 2022, ya que Rodri, centrocampista organizador, formó en el centro de la zaga junto a Laporte. De ese modo, García pasó a un rol secundario, sin minutos en la competición.
Pero Luis Enrique no sólo presentó variaciones en el centro de la zaga en su paso por España. También lo hizo en la delantera, alternando no solo nombres —Álvaro Morata, Abel Ruiz, Raúl de Tomás o Gerard Moreno—, sino también estructuras ofensivas. Así, España jugó algunos partidos con un solo punta, Morata de manera más regular, pero también otros encuentros con dos delanteros —actuando uno de ellos en banda, el jugador con más capacidad asociativa, y un ‘9’ más tradicional en el centro —o incluso con un falso nueve, como con Dani Olmo, extremo natural, en la semifinal ante Italia en la Eurocopa.
Mientras unos jugadores salían del equipo español en las diferentes convocatorias, se sumaron otros. De manera destacada Gavi, un perfil que dinamizó el medio del campo y se adaptó a la perfección a la idea de juego que proponía Luis Enrique. Con un tren inferior bajo y fuerte, sus giros con balón en los momentos entre líneas, constituyeron una de las mejores formas para progresar ante rivales hundidos (abajo) o con las líneas muy juntas.
Fase defensiva y presión
La premisa de Luis Enrique en los momentos sin balón es clara: defender hacia delante. Fue así en el Barcelona y también en la selección española. Y esa premisa se traduce en la intención de no replegar, excepto si el equipo es superado, y la tendencia de acosar al rival y dificultar la progresión. Un desgaste físico que se produce en todo el equipo, pero que ejercen con más asiduidad los tres delanteros recorriendo distancias largas.
Si el oponente ataca desde un 4-3-3 o 3-4-3, mantiene la misma estructura para intentar igualarles, siendo liderados por sus extremos que presionan a los centrales contrarios y por su delantero, quien prioriza al mediocentro defensivo y es apoyado por un compañero del centro del campo.
De ese modo, se obstruyen las vías de pase en corto y se socava el intento del adversario de construir la posesión si los integrantes del tercio ofensivo tienen éxito en sus batallas individuales y evitan el desequilibrio táctico.
Si el equipo no consigue recuperar en posiciones avanzadas, puede reorganizarse en una estructura distinta, pero siempre conservando una estructura defensiva compacta para proteger ciertos espacios de juego importantes. En España, el equipo se desplazaba a un bloque defensivo en zonas intermedias, donde se distribuía los espacios en un 4-1-4-1. Una formación donde destacaba el papel del pivote en el medio del campo, Busquets, quien formaba el triángulo con los centrales para ganar las segundas jugadas y activar el inicio de las acciones ofensivas. Esto último tuvo una mayor connotación en el Mundial de Qatar, con Rodri, poderoso físicamente, en el centro de la zaga.
Por otro lado, si el centrocampista más avanzado del equipo contrario retrasa su posición —incluso hasta el centro de la defensa —, Luis Enrique exige que uno de sus centrocampistas le siga, por lo que no es raro ver a su centrocampista más defensivo en esa tarea, siendo por momentos el jugador de mediocampo más avanzado. De nuevo aquí aparece el nombre de Busquets. Luis Enrique le confió ese papel en el Barcelona y también en España. Lo hizo así porque Busquets es un auténtico especialista a la hora de robar el balón y de la presión alta. La unión de esa capacidad defensiva a su destreza en el primer pase, hicieron que el mediocentro fuera el futbolista más indicado para dar continuidad a las jugadas y, a su vez, filtrar balones a los interiores más adelantados que él.
La coordinación defensiva de Busquets también contribuía a anular los esfuerzos de los rivales por atacar en torno a los tres centrocampistas. Eso es algo que puede ser tentador con su estructura de salida y cuando esos tres jugadores tienen instrucciones de permanecer cerca de su contrario. Algo similar a lo que Luis Enrique demandaba en el Barça.
En España, la irrupción de Gavi potenció la idea del entrenador en fase defensiva. Así, el jugador del Barcelona ejercía una agresiva presión tras pérdida en el momento que España deja de tener el balón, como también una presión alta en cada reinicio.
Sin abandonar el 4-3-3, Luis Enrique, como ocurrió algunos momentos de su etapa en la selección de España, reforzó en ocasiones el centro del campo con la inclusión de Rodri (arriba) unos metros por delante de Busquets. Algo que, sin embargo, no llevó a cabo en el Mundial de Qatar, ya que el rol del jugador del City fue principalmente dar seguridad tanto en la salida como en la defensa, desde su posición de central.
Son claros los rasgos de juego de Luis Enrique en sus equipos, como también el perfil de jugadores claves para interpretarlos. Especialmente el portero, los centrales y el mediocentro organizador. En el PSG tendrá que encontrar y moldear esos jugadores si quiere conseguir los objetivos tan exigentes del club parisino.
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Redacción: The Coaches' Voice