Entrevistas Tiempo de lectura: 14 min

Encontrar mi lugar

Encontrar mi lugar
Fotografia: José Izquierdo.
Redacción
Héctor García
Publicado el
30 de octubre 2025

Eder Sarabia

Elche, 2024-Presente

Mi sueño era ser futbolista profesional. Y, sinceramente, lo daba por hecho, porque era un jugador con talento y que veía bien el juego.

Además, está mi padre: Manu Sarabia. Quería seguir sus pasos como jugador en el Athletic Club. Él es uno de los grandes futbolistas de la historia del club y también uno de los mejores de su época, los años 80 y 90.

Evidentemente, que mi padre fuera futbolista profesional ha condicionado a mi familia y, sobre todo, a mí. Él siempre cuenta que, sin saber andar todavía, yo ya le agarraba la mano, me apoyaba en la mesa del comedor y le iba pegando con la zurda, porque también salí zurdo como él.

Eder Sarabia recibió el premio al mejor entrenador del mes de septiembre de LaLiga 2025/26 junto a su padre, Manu Sarabia. Aitor Alcalde/Getty Images

Sin embargo, no lo pude conseguir. ¿Por qué? Mi padre decía que la diferencia entre él y yo era que quizá yo no había pasado hambre como él. Pero, más allá de eso, hay muchos motivos que, en un momento determinado, pueden impedirte dar ese paso definitivo. En mi familia existía cierto miedo a cómo me tomaría la posible frustración de no ser jugador profesional. Aunque enseguida vieron que el banquillo me atraía mucho, algo que les dio bastante tranquilidad.

Mi primera experiencia como entrenador fue en el Cruces, un modesto equipo de Bilbao. A partir de ahí pasé al Danok Bat, que en Vizcaya es, junto con el Athletic Club, uno de los clubes que mejor trabaja la cantera. En el Danok Bat empecé a engancharme a ser entrenador: sentía que era capaz de ayudar a los futbolistas, que muchas de las cosas que tenía en la cabeza podía inculcárselas para que ellos después las desarrollaran en el campo.

"Aprendí también a controlar las expectativas, es decir, que el modelo no limite, sino que potencie nuestro juego"

El gran paso fue cuando llegué a la cantera del Villarreal, porque allí empecé a ser entrenador las 24 horas del día. Siempre digo que ser hijo de quien fui quizá no me favoreció para ser jugador profesional, pero sí me ayudó a ser entrenador. Me abrió muchas puertas, como la de entrar en la cantera del Villarreal, principalmente por la relación de mi padre con José Manuel Llaneza, vicepresidente del club en ese momento y una persona espectacular que tristemente falleció en 2022.

En el Villarreal llegué a entrenar al Juvenil A. Hicimos una grandísima temporada y, la siguiente, pasé al Villarreal C, que fue mi último año allí.

Eder Sarabia cambió el sueño de ser jugador profesional por una carrera como entrenador en la que sus equipos tienen una clara identidad de juego. Fotografía: cortesía de Eder Sarabia

También ha sido muy importante mi vinculación con Quique Setién, una relación que venía de mucho antes, cuando mi padre y él jugaron juntos en el Logroñés. Quique me conocía desde que yo era un niño, desde los ocho o nueve años. Posteriormente fui monitor en algunos campus que él organizaba, y cuando entrenaba al Lugo le mandaba de vez en cuando algún correo con ideas sobre cómo creía que podía ayudarle.

Un día, seguramente ante tanta insistencia por mi parte, Quique me llamó y me dijo: “Aquí no, porque es un club más familiar, con un staff de la casa, pero si tú estás libre y a mí me surge otra posibilidad, podríamos trabajar juntos”. Y esa oportunidad llegó con la Unión Deportiva Las Palmas.

"Desde el principio, Quique Setién me dio mucho protagonismo, sobre todo en el día a día, en la confección y dirección de los entrenamientos"

Quique y yo nunca habíamos trabajado juntos en el banquillo, pero sí habíamos hablado muchísimo de fútbol. Recuerdo que grababa partidos, los veía durante la semana y después le mandaba un Excel con el análisis de todos los equipos de Segunda, porque en principio ese era el mercado de Quique. Ninguno de los dos esperábamos que la oferta fuera de Las Palmas y, además, de Primera División.

Desde el principio me dio mucho protagonismo, sobre todo en el día a día, en la confección y dirección de los entrenamientos. Digamos que Quique marcaba la pauta del modelo de juego, de lo que se quería hacer y de cómo íbamos a plantear los partidos. Y yo, con mi bagaje en el Villarreal, intentaba desgranar todo eso para que lo que entrenáramos del lunes al sábado se viera reflejado el día de partido.

Sarabia confiesa en su entrevista con Coaches' Voice la importancia de Quique Setién (a la derecha) en su camino como entrenador. Vivió un aprendizaje a su lado en Las Palmas, Real Betis y Barcelona. Miguel Medina/AFP vía Getty Images

Con el paso del tiempo, y con lo que fui demostrando, Quique me dio aún más protagonismo. Yo llegaba al lunes habiendo visto ya tres o cuatro partidos del rival y le proponía una idea de lo que podíamos hacer. Nos complementábamos muy bien, y nos unía más la esencia que cualquier otra cosa.

Estaba en continuo contacto con él incluso durante los partidos, proponiendo cambios o alternativas, intentando ver lo que hacía el rival. Eso también hizo que yo estuviera bastante expuesto, sobre todo a partir de la etapa en un club de gran dimensión como el Betis —algo que me pasó también después en el Barcelona—. Ahora llevo bien esa repercusión, la responsabilidad y la presión, porque entiendo que son inherentes a nuestra profesión, la de entrenador. Quizá por mi carácter yo tenga más repercusión en algunas cosas, pero cada uno es como es. Ese bagaje con Quique me hizo llevarlo todo con naturalidad.

"En el Betis ganamos flexibilidad. Durante mucho tiempo jugamos con tres centrales y, más que el sistema, lo importante era el desarrollo"

En la etapa en el Betis todo encajó muy bien. Era un club que venía de años difíciles, con inestabilidad, y se juntaron muchas cosas. Quique supo aunar diferentes fuerzas, y el modelo de juego nos ayudó. También su manera de liderar fue clave.

En la primera temporada pasamos de un Betis que se había salvado en las últimas jornadas a meterlo en Europa. Además, llegamos a semifinales de Copa del Rey y vivimos partidos históricos: la victoria por 3-4 en el Camp Nou, las dos victorias en el Santiago Bernabéu, el 1-2 en San Siro contra el Milan, la victoria en el derbi ante el Sevilla (3-5) en la noche de Reyes Magos... Son cosas que la afición bética nunca olvidará.

Son muchos los momentos inolvidables que vivió Sarabia en el Betis, como la victoria por 1-2 al Milan en San Siro en la fase de grupos de la Europa League 2018/19. Marco Luzzani/Getty Images

En el paso al Betis también evolucionamos. En Las Palmas fuimos un equipo fiel a una idea y a un sistema, el 4-3-3, pero quizá con pocas alternativas. En el Betis ganamos flexibilidad. Durante mucho tiempo jugamos con tres centrales y, más que el sistema, lo importante era el desarrollo: atacábamos de una forma, defendíamos de otra, éramos asimétricos... En definitiva, fuimos más ricos, con más alternativas.

Después llegó el Barcelona.

"No puedes ser el mismo entrenador en diferentes equipos: cada sitio requiere algo distinto, aunque mantengas tu esencia"

En los días previos a que se confirmara nuestro fichaje, estábamos a punto de aceptar una oferta de un equipo importante fuera de España. De hecho, ya teníamos las maletas medio hechas. Pero la oferta finalmente se cayó. Recuerdo el momento exacto en que me dijeron que íbamos al Barcelona: yo estaba en la bicicleta. No suelo usar el móvil cuando salgo con la bici, pero aquel día lo llevaba con sonido. Cuando Quique me llamó para contármelo fue un momento inolvidable.

La etapa en el Barça fue vivida de forma distinta por los dos. Si le preguntas a Quique, él te dirá unas cosas, y yo te diré otras. Somos diferentes, de épocas distintas. Quique es una persona tremendamente honrada, con valores muy potentes. Mi padre me dijo —y tenía razón— que sería la persona más honesta que me encontraría en el fútbol. En un contexto difícil e inestable como el del Barça, creo que eso le costó.

Sarabia entrenó a Gerard Piqué (en el centro de la imagen) en el Barcelona. Poco después de salir del club azulgrana, Piqué, propietario del Andorra, cumplió su promesa, nombrando a Sarabia entrenador de su equipo. Manu Fernández/Pool via Getty Images

Yo fui más flexible, asumí ciertas cosas y, sobre todo, fui muy agradecido. Entendí que había cosas que no iban a salir como queríamos, pero aprendí muchísimo, entre otros aspectos a transmitir el mensaje a jugadores de ese nivel. Por ejemplo, en el Betis una charla duraba treinta minutos; en el Barça seis. Eran charlas rápidas y precisas, y después los jugadores lo desarrollaban enseguida.

También aprendí a convivir con el entorno, la prensa, la dualidad Barcelona-Real Madrid... Hay muchas cosas en el día a día de un club de la magnitud del Barcelona, y hay que aprender a manejarlas lo más rápido posible. No puedes ser el mismo entrenador en diferentes equipos: cada sitio requiere algo distinto, aunque mantengas tu esencia.

"Tuvimos la suerte de que quien nos eligió, el presidente Christian Bragarnik, tenía claro lo que quería, igual que Gerard Piqué en el Andorra"

Nuestra etapa en el Barça terminó con el duro 8-2 ante el Bayern Múnich en los cuartos de final de la Champions League de 2020 en Lisboa. Era época del COVID y, en lugar de volver esa noche tras el partido, lo hicimos al día siguiente. La expedición se dividió: los jugadores por un lado y el cuerpo técnico por otro. Gerard Piqué quiso venir a despedirse de nosotros, como también otros jugadores. Por supuesto, ya sabíamos que no íbamos a seguir en el equipo la siguiente temporada. Una de las cosas que Gerard me dijo fue: “Tú y yo estaremos en contacto, porque cuando el Andorra suba a Segunda División quiero que seas el entrenador”. Esa frase quedó ahí.

Quique Setién y Eder Sarabia terminaron su etapa en el Barcelona después de la derrota por 8-2 ante el Bayern Múnich en los cuartos de final de la Champions League 2019/20, celebrada a partido único en Lisboa por las medidas anti-COVID. Manu Fernández/Pool via Getty Images

A principios de enero de 2021, Gerard me mandó un mensaje y me propuso entrenar al Andorra, que estaba en Primera RFEF, la antigua Segunda B. Tuvimos varias conversaciones, vi algunos partidos y me encantó la idea. Andorra siempre me había atraído: la bicicleta, el entorno, la tranquilidad. Entendí que era mi lugar.

Por supuesto, se lo conté a Quique. Después del Barça habíamos tenido la posibilidad de entrenar a otro equipo europeo potente, pero no se concretó. También empezaron a llegarme ofertas para ser primer entrenador. Al principio yo no lo veía, pero tuve conversaciones con Quique sobre esa posibilidad. Él lo entendió perfectamente.

"Estoy orgulloso del vínculo creado en Elche: la comprensión, la comunicación, la cercanía y la claridad"

Todo salió de maravilla en el Andorra: conseguimos el ascenso a Segunda, conocí a mi mujer, mis dos hijos son andorranos y mi casa está casi más allí que en Bilbao. Cuando se cerró la etapa del Barça, que parecía el fin del mundo, la vida me dio esta otra oportunidad en el Andorra. Aunque no fuera sencillo al principio.

En el fútbol los entrenadores casi nunca tenemos tiempo, pero tanto con Quique como en mi etapa como primer entrenador me lo he ido ganando con el trabajo diario. Los inicios siempre cuestan, sobre todo cuando quieres implantar un modelo de juego basado en la construcción y el detalle. En Andorra fue así, pero poco a poco fuimos poniendo las bases.

Después de su etapa en el Barcelona, en enero de 2021 Sarabia tomó los mandos del Andorra, club al que ascendió a Segunda División y en el que vivió una de sus etapas más felices. Fotografía: cortesía de Eder Sarabia

En el Elche pasó algo parecido. Tuvimos la suerte de que quien nos eligió, el presidente Christian Bragarnik, tenía claro lo que quería, igual que Gerard en el Andorra. Recuerdo que, tras la primera conversación con Christian, colgué y le dije a mi agente: “Ese es el sitio”. Lo mismo que sentí en Andorra lo sentí con el Elche.

Estoy orgulloso del vínculo creado aquí: la comprensión, la comunicación, la cercanía y la claridad. Eso nos dio tiempo para transmitir a la plantilla lo que queríamos. Aprendí también a controlar las expectativas, es decir, que el modelo no limite, sino que potencie nuestro juego.

"Todo parte de la valentía, de la esencia del fútbol cuando éramos pequeños. En el patio del colegio o en una campa no jugábamos a perder tiempo ni a meternos atrás"

Cuando sacamos la pelota desde atrás, asumimos que podemos perderla, pero no pensamos en el error, sino en lo que queremos conseguir. Lo mismo cuando presionamos arriba y nos exponemos atrás. Todo parte de la valentía, de la esencia del fútbol cuando éramos pequeños. En el patio del colegio o en una campa no jugábamos a perder tiempo ni a meternos atrás. Jugábamos a robar, a atacar, a meter más goles que el rival. Eso intento transmitir a mis jugadores, dentro de un orden y de una serie de conceptos que nos ayuden a ser un equipo lo más redondo posible.

Después del ascenso a LaLiga en 2025 Eder Sarabia es, a los mandos del Elche, uno de los entrenadores más destacados de la máxima competición del fútbol español. José Izquierdo

Cuando estás dentro de un club no piensas tanto en la repercusión, pero sabes que tienes una gran responsabilidad, una gran presión. Hay mucha gente detrás: un club, una afición, y lo que hagas influye en su felicidad. Pero intento no pensar en las consecuencias, sino centrarme en lo que puedo controlar, dedicar mi energía a eso y disfrutar del proceso.

Miro atrás y veo cuánto he evolucionado. El Eder Sarabia de aquellos primeros pasos con Quique en Las Palmas y el entrenador que soy hoy no tienen nada que ver. He aprendido de él, de otros entrenadores, de modelos diferentes, incluso de los que no me atraen tanto. Y, sobre todo, he aprendido de los jugadores.

Eder Sarabia