igor oca
Huachipato, 2024, Actualidad
Desde el principio tuve claro que quería ser entrenador de Primera División. Aunque el comienzo de todo tenga muy poco que ver con el fútbol.
¿Por qué? Soy un entrenador licenciado en Historia y especializado en Arqueología. No sé si habrá algún entrenador con este mismo perfil...
Empecé la carrera en la Universidad del País Vasco, cuando todavía pensaba que iba a ser futbolista profesional. La Historia me gustaba mucho y se me hacía fácil compaginarla con la exigencia del fútbol y los entrenamientos. Por entonces, yo tenía 18 años y jugaba en el Indartsu Club, un equipo del País Vasco, compitiendo cada fin de semana contra los mejores equipos de la región: el Athletic Club, la Real Sociedad, Osasuna o el Deportivo Alavés, entre otros.
Al terminar la etapa Juvenil, con 20 años, me fui a Italia para seguir estudiando Historia allí. En Italia también fue donde empecé la especialización de Arqueología. Todo esto mientras seguía jugando al fútbol. Primero en el Cral Bormioli y más tarde en el Reggio Emilia.
Después de un año buenísimo a nivel individual, tuve ofertas importantes para quedarme a jugar en Italia en equipos profesionales. Sin embargo, decidí tomar el camino de vuelta a España por una razón de peso. En la Universidad conocí a la que ahora es mi mujer —ella es de Valencia— y hubiera sido muy complicado en esa época quedarme allí.
"Soy un entrenador licenciado en Historia y especializado en Arqueología. No sé si habrá algún entrenador con este mismo perfil"
De vuelta a España no dejé de jugar, pero fue en un equipo de nivel menor. Nada que ver con las ofertas que había tenido en Italia. Sin embargo, fue una decisión de la que nunca me arrepentí. Asimismo, jugar al fútbol con menos exigencias que en un equipo profesional me permitió tener el tiempo suficiente para empezar a sacarme las licencias de entrenador y a entrenar.
Mi rutina era fútbol por las tardes, y el trabajo de arqueólogo por las mañanas. Trabajé en yacimientos arqueológicos muy diferentes, desde romanos a prehistóricos. Siempre con una jornada laboral más corta porque tenía claro que debía llegar con tiempo a mis entrenamientos, aunque el fútbol en esos momentos no me diera de comer.
Me encontraba situado en dos mundos muy diferentes. El fútbol y arqueología. Y no terminaba de encajar en ningún lado. En el mundo de la Arqueología porque no había mucha gente que siguiera el fútbol. Y en el ambiente del fútbol era muy difícil encontrar a alguien interesado en la Historia y la Arqueología. Eso me hacía sentirme como un bicho raro.
El único nexo común que encontré entre esos dos mundos tan distintos es que para mí son procesos de formación inacabados. Es decir, nunca llegarás a saberlo todo por mucho que lo creas. Ni en la Historia y la Arqueología. Ni como entrenador. Debes estar en disposición de seguir aprendiendo de otros compañeros, de otras tendencias o de otras maneras de ver las cosas.
"Tengo todos los datos los tengo anotados y documentados como si de un yacimiento histórico se tratara. También todas mis experiencias"
Lo hice así durante todo mi tiempo como arqueólogo. Y lo hago igual desde que empecé a trabajar como entrenador. No solo intento formarme en todo lo que tiene con el fútbol, sino también en disciplinas transversales como la psicología, inteligencia emocional, coaching o dirección de recursos humanos. Todo ayuda para trabajar con un equipo.
Una vez terminada mi etapa como jugador, la siguiente experiencia como técnico no fue del todo sencilla. Muchos de los jugadores que tenían que entrenar era mayores que yo, algo que complicó el contacto con los jugadores. Pero me sentía muy atraído por entrenar en ese contexto. Realmente fue una buena prueba para saber si estaba preparado.
Después el fútbol me llevó a entrenar a las categorías inferiores de varios equipos profesionales durante un largo tiempo. Primero en el Villarreal, una de las mejores canteras en el España. También en el Levante, el Atlético Madrid y finalmente el Deportivo Alavés.
Un largo recorrido en el que fue una experiencia increíble la formación de jugadores. Algunos de esos chicos están hoy en lo más alto, jugando en competiciones tan importantes como la Liga española.
"me encontraba situado en dos mundos muy diferentes. El fútbol y arqueología. No terminaba de encajar en ningún lado"
Curiosamente, en el fútbol formativo sí encontré una conexión con el trabajo de un arqueólogo. Y es que en los dos se trata de descubrir cosas que la gente no conoce. En la arqueología, elementos y acciones interesantes que han acontecido y que nuestra sociedad debe conocer. En el fútbol, el talento de un joven jugador.
Lo que cambia es la intervención que tienes que hacer. Mientras el arqueólogo es la figura importante para encontrar lo que buscas, el papel del entrenador, por el contrario, solo tiene como principal objetivo generar un contexto favorable para que el talento pueda emerger por sí mismo, porque el jugador es la pieza importante.
Por otro lado, ahora me doy cuenta de que durante todo este tiempo como entrenador he echado mano de hábitos generados de mi trabajo era arqueólogo. Por ejemplo, documentar todo el proceso de trabajo con los equipos. Tengo todos los datos anotados y documentados como si de un yacimiento histórico se tratara.
También todas las experiencias.
Mi primera experiencia como entrenador fuera de España fue en México. Llegó gracias a mi pasado en la cantera del Atlético de Madrid. Era mediados de 2019 y estaba a punto de firmar por un equipo de la Primera División en África. Pero en ese justo momento recibí la llamada del Atlético de Madrid. El club me ofreció hacerme cargo del equipo Sub-20 y formar también a los entrenadores de un club que el Atlético tiene en propiedad en México. El Atlético de San Luis. Una oferta, sin duda, irrechazable.
"No solo intento formarme en relación el fútbol, sino también en disciplinas transversales como la psicología, inteligencia emocional, coaching o dirección de recursos humanos"
México fue una experiencia inolvidable, porque al cabo de unos meses en el club y después de muy buenos resultados, me dieron la oportunidad de trabajar en Primera División como ayudante de Gustavo Matosas en una liga tan potente como la mexicana.
De México me volví a España para pasar la pandemia. Quería pasar ese tiempo tan difícil en casa con la familia. Y en casa fue cuando surgió la oportunidad del Sestao, un club tan histórico como modesto en España en el que viví una de las mejores experiencias de mi vida como entrenador. Conseguimos ascender a Segunda División B tras cinco temporadas intentándolo.
A partir de ahí, surgió un periplo por Sudamérica en el que todavía estoy inmerso. Firmé en Ecuador por Emelec en junio de 2021 como técnico asistente. Una oportunidad que se dio en medio de una situación que yo no me había atravesado nunca. Y es que por primera vez desde que había empezado a entrenar, me quedé sin trabajo. La oferta que tenía sobre la mesa finalmente no se llevó a cabo y no tenía nada.
Por suerte, los entrenadores del Emelec por entonces, Ismael Rescalvo (primer técnico) y su hermano Juan (asistente), se pusieron en contacto conmigo. Ellos son técnicos españoles y, me había tocado competir contra ellos antes a lo largo de mi carrera en España. Así que conocían mi manera de trabajar, y me ofrecieron ayudarles en su trabajo.
"fue un privilegio para mí tener esa conexión con todos los entrenadores de Independiente del valle"
Llegué a Ecuador en la segunda etapa del 2021, a un club que competía por para ganar la Liga, en la que finalmente quedamos vicecampeones. Ese tiempo en Emelec fue una gran posibilidad para conocer, desde la figura de asistente técnico, cómo es el trabajo de un primer entrenador.
Tras la etapa en Emelec, llegó la experiencia como Jefe de fútbol en Independiente del Valle. Un equipo, precisamente, contra el que habíamos perdido con Emelec la final de Liga de Ecuador en 2021. Yo me encontraba cómodo en el papel de asistente en Emelec, pero sentía también que quería tomar decisiones y no solo actuar de soporte. Eso me lo ofreció Independiente, con un cargo que nunca antes había tenido. Y un cargo que yo sabía que me podía abrir más puertas.
2022 fue un año espectacular con Independiente. Gracias al trabajo de mucha gente se consiguió ser campeones de Ecuador en todas las categorías por primera vez. También el éxito en la Superliga Femenina, que dio por primera vez acceso al equipo a disputar la Copa Libertadores.
En lo personal, como Jefe de fútbol de Independiente pude proyectar toda mi experiencia como entrenador en los técnicos de las diferentes categorías. Sin embargo, yo tomé más cosas de ellos, de las que yo les pude dar. Realmente fue un privilegio para mí tener esa conexión con todos los entrenadores de Independiente.
Y llegamos a noviembre de 2022, cuando apareció la oportunidad que llevaba esperando siempre: entrenar en Primera División. Universidad Católica. Una nueva etapa con una alta exigencia —en la Liga de Ecuador o también en las eliminatorias previas de la Copa Libertadores—, pero que vivo como he hecho siempre. Con una gran ilusión y las ganas de aprender cada día.
Hace mucho tiempo que dejé de sentirme como un bicho raro, para sentirme como un auténtico privilegiado por conseguir todo lo que había soñado en el fútbol.
Estoy muy orgulloso de poder decir que he pasado por todas las categorías hasta llegar aquí.