javier calleja
Levante, 2022-Actualidad
Lo veían como un suicidio. El final de mi carrera como entrenador.
Mucha gente de mi entorno profesional -compañeros, jugadores que había dirigido o periodistas- me confesó que eso fue lo primero que pensaron cuando supieron de mi firma por el Alavés a principios de abril de 2021.
Es cierto que todos ellos me habían mandado mensajes de apoyo cuando conocieron la noticia pero, en el fondo, ninguno creía posible conseguir ese ‘pequeño milagro’, como yo lo llamo.
Y era entendible no creerlo posible por la situación en la que estaba el equipo. Quedaban nueve partidos para el final de la temporada y el Alavés estaba a cinco de puntos de la salvación. Sin embargo, lo peor no era lo que decía la tabla, sino las sensaciones que transmitían el grupo y los jugadores. Venían de perder tres de los últimos cinco partidos.
Curiosamente, el fin de semana anterior a mi llegada al club vi en mi casa por televisión el partido del Alavés ante el Celta. Después del Villarreal, estábamos a la espera de encontrar un equipo. Un tiempo donde los entrenadores y el cuerpo técnico aprovechamos para ver mucho fútbol y analizar a todos los equipos.
Ese día, como te decía, el Alavés-Celta era el partido que tenía agendado para ver en directo detalladamente. Al descanso, con el resultado 0-3 a favor del Celta, no sé porqué, me daba la sensación de que podía pasar algo. Que podía haber algún cambio de entrenador. Y media hora después de terminar, finalmente con la victoria del Celta, me llamó mi agente por teléfono.
"TODO MI ENTORNO ME HABÍA MANDADO MENSAJES DE APOYO, PERO, EN EL FONDO, NO CREÍAN POSIBLE CONSEGUIR ESE PEQUEÑO MILAGRO"
"¿Cómo ves la posibilidad de ir al Alavés?", me dijo. Su pregunta me pilló de sorpresa, porque no habíamos tenido ningún contacto, ni noticia antes con el club. "Me parece muy bien, pero antes déjame hablarlo con el cuerpo técnico para ver qué opinan", le señalé.
Hablamos rápidamente y ahí pusimos sobre la mesa todos los pros y contras. En un principio, es obvio, había muchos más puntos negativos que positivos, pero eso no nos echó atrás. También por nuestra forma de ser, vimos que teníamos la posibilidad de hacerlo. Era un reto muy importante y con mucha dificultad, pero no somos de tomar decisiones temerarias, sino decisiones valientes.
Aunque no estábamos en la competición, sí teníamos analizados a todos los equipos de la Liga, precisamente por ese tiempo que dedicas a ver fútbol cuando estás sin equipo.
También conocíamos muy bien a los jugadores del Alavés. Habíamos jugado varias veces contra ellos durante mi etapa en el Villarreal. Jugadores de los que sabíamos de su nivel. Sin embargo, algunos estaban teniendo ciertos problemas a la hora de incorporarse al equipo y de sacar buen rendimiento.
Para mí, y estoy seguro de que para todo entrenador, es vital la primera toma de contacto con el vestuario. Ver cómo respiran los jugadores. Porque una cosa es verlo desde afuera y otra cosa es cuando estás dentro.
"NO SOMOS DE TOMAR DECISIONES TEMERARIAS, SINO DECISIONES VALIENTES"
En mi primer día con ellos en el vestuario, vi a un equipo que se encontraba muy por debajo en todos los aspectos de sus posibilidades. A nivel anímico y a nivel futbolístico.
La primera tarea fue recuperarles emocionalmente y hacerles ver que lo que habían demostrado hasta el momento estaba muy por debajo de sus posibilidades reales. Y después quedaba hacerles creer que quedaban suficientes partidos para salvarnos.
Para eso, hubo muchísimas charlas. Colectivas, individuales, en pequeños grupos…. Queríamos saber qué había realmente dentro de sus cabezas. Y empezar a trabajar desde el minuto uno para que la cabeza se liberase.
El objetivo era trabajar como si fuésemos todos un mismo cuerpo, una misma cabeza y un único corazón. Siempre mirando hacia adelante. El pasado había que olvidarlo.
En cuanto al trabajo táctico, en una situación como esa, no existe el largo plazo. Eran nueve partidos en poco más de un mes. Así que tienes que ir al grano. Directo a conseguir el rendimiento inmediato.
Intentamos simplificar mucho las cosas, y que los cuatro puntos que queríamos que se diesen -algunos conceptos a nivel ofensivo para que nos hiciésemos fuertes a nivel defensivo- se trabajasen al cien por cien. Creo que demasiada información muchas veces puede a aturdir a los jugadores.
El mensaje caló rápido. Además, vieron que nosotros, el cuerpo técnico, íbamos con toda la intención del mundo de conseguirlo. Y que, si se daba también esa pizca de suerte que muchas veces se necesita, sobre todo como la que tuvimos en el primer partido contra el Athletic de Bilbao, lo íbamos a conseguir.
"EN UNA SITUACIÓN COMO ESA, DONDE TE ESTÁS JUGANDO EL DESCENSO EN TAN POCO TIEMPO, CUALQUIER MÍNIMO DETALLE TE PUEDE CAMBIAR LA DINÁMICA"
El empate en San Mamés ante el Athletic -con una gran actuación de nuestro portero, Fernando Pacheco- dio mucha seguridad y mucha confianza al equipo. Reforzó todo lo que habíamos empezado a trabajar. Ellos mismos se dieron cuenta de que algo estaba cambiando en el mismo vestuario después del partido. Entré y ahí empecé a ver que sus caras eran diferentes. Percibí que empezaban a sonreír.
A partir de ahí los jugadores se fueron enganchando a la dinámica positiva que queríamos transmitir. En los entrenamientos estaban contentos, con energía, muchísimo más positivos y sin pensar tanto en el error.
Porque antes el error los mataba. Si fallaban, se hacían muy de menos ellos mismos. Y eso había que cambiarlo.
Yo insistía mucho: “Errores podemos cometer todos. El mejor jugador del mundo comete errores. No podéis dejar de intentarlo”. El plan establecido había que desarrollarlo y creer en él de principio a fin. No por cometer dos errores hay que dejar de trabajar y de hacer lo que se pide.
En una situación como esa, donde te estás jugando el descenso en tan poco tiempo, cualquier mínimo detalle te puede cambiar la dinámica. Es cierto que para nosotros fue importante ganar contra un rival directo el siguiente partido ante el Huesca, pero creo que la victoria ante el Villarreal en nuestro tercer partido fue uno de esos puntos que lo cambiaron todo.
Todo el mundo lo daba por supuesto que íbamos a perder. Pero no fue así. Hicimos un encuentro muy serio, donde supimos sufrir para ganar a uno de los mejores rivales de la Liga.
"INTENTAMOS SIMPLIFICAR MUCHO LAS COSAS. CREO QUE DEMASIADA INFORMACIÓN MUCHAS VECES PUEDE A ATURDIR A LOS JUGADORES"
Esa victoria confirmó el mensaje que les transmitimos a los jugadores de que no tenían que hacerse de menos. Tenían que sacar su mejor versión y lo habíamos conseguido contra uno de los mejores equipos de la Liga.
Pero también hubo que superar momentos complicados. Llevábamos una buena racha de resultados cuando llegó la derrota ante el Eibar fuera de casa por 3-0. Fue duro, sobre todo, por cómo perdimos. No competimos a nuestro nivel, pero había que borrarlo rápido.
Resetear y empezar otra vez a inculcar esa fuerza. Sabiendo que dependíamos de nosotros mismos. Y dependíamos de nosotros porque teníamos por delante enfrentamientos directos con equipos que estaban en la misma situación.
No había otra cosa. El partido siguiente era lo más importante.
Uno de esos partidos fue ante el Elche a domicilio. Para mí el mejor de todos los que disputamos en ese momento. Mostramos una personalidad grandísima, llevando la iniciativa y sin darles ninguna opción.
"PELEAR POR LA SALVACIÓN, SI ME PERMITES EL CONSEJO, TAMBIÉN SON MOMENTOS QUE DEBES VIVIRLOS COMO ENTRENADOR"
Después de esa victoria y de cómo se produjo, vi que podía ser un paso definitivo. Porque ya quedaba muy poquito para el final. Y el equipo estaba convencido de ello. Se había dado la vuelta a todo, sobre todo mental.
Estábamos en el camino correcto que nos habíamos marcado cuando llegamos. Necesitábamos ganar en nueve jornadas muchos partidos. Seguramente los mismos que el equipo había ganado hasta mi llegada en la jornada 30: cinco. Esas eran las cuentas que yo había hecho.
Nuestra final para la salvación fue ante el Granada en nuestra casa, en la penúltima jornada.
En el autobús camino al estadio, me fijé en las caras de los jugadores, el ambiente que había y la afición. Estaba seguro de que íbamos a ganar. Aunque esto también es fútbol. Empezamos bien ese partido, pero luego nos empataron. En ese momento no dudé, pero sí pensé: “A ver cómo reaccionamos”.
Rápidamente el equipo me dio la respuesta, con una gran reacción para ganar. Yo creo que la inercia positiva que llevábamos se vio reflejada en ese partido. No nos vinimos abajo a pesar del empate del Granada, como sí podía pasar en momentos anteriores. Ahí no. “Es nuestro momento y vamos a estar en Primera División”, nos dijimos todos.
"PARA MÍ HA SIDO LA DECISIÓN MÁS DIFÍCIL QUE HE TENIDO QUE TOMAR HASTA AHORA COMO ENTRENADOR. PERO TAMBIÉN LA MÁS ACERTADA"
Conseguida la salvación, lo primero me vino a la cabeza fue una gratitud enorme por parte nuestra hacia el Alavés. Su afición y los jugadores. Darles las gracias por creer en todo lo que transmitimos desde el primer día.
Nuestra idea y nuestro mensaje. Solo así creo que se pueden sumar 15 puntos en ocho partidos. En una situación tan compleja como jugarte no descender de Primera.
Por parte de la gente, el reconocimiento al cuerpo técnico fue enorme. A todos los niveles. Y todavía lo sigue siendo. Independientemente de que después saliéramos del equipo. Eso tiene un valor único.
Para mí ha sido la decisión más difícil que he tenido que tomar hasta ahora como entrenador. Pero también la más acertada. Es cierto que trabajar con un equipo que se está jugando la categoría puede tener, digamos, menos glamour que pelear por un título o una clasificación para jugar competición europea, como hice en el Villarreal.
Pero si me permites el consejo, esos momentos también debes vivirlos como entrenador. Para mí fue trabajar en un contexto y tipo de jugadores muy diferentes a los que estaba acostumbrado.
Lejos de ser el final de mi carrera, me hizo más fuerte.