Carles Martínez
Toulouse, 2023-Presente
Siempre me ha gustado ser protagonista con el balón.
Desde que entrenaba a los niños en Granollers, cuando aún no sabía nada de juego de posición ni de táctica, ya me gustaba tener el control del balón. Pero, si había algo que me apasionaba aún más, era la presión tras pérdida y la intensidad en la recuperación.
A partir de ahí, los pasos que di en el Espanyol fueron fundamentales. Allí coincidí con gente increíble como Dani Fernández, Luis Fradua, Fran Navarro y Pol García, quien hoy es mi entrenador asistente en el Toulouse. Recuerdo que hablábamos mucho sobre los cuadrados que ahora están tan de moda, pero que hace quince años no se consideraban tan clave. Fue ahí donde empecé a comprender su verdadero significado.
Más tarde, mi etapa en la Academia del Barcelona terminó de transformar mi visión del juego. Estuve rodeado de grandes profesionales como Paco Seirul·lo, Joan Vila, Sergi Milà, Cristian Catena y Fran Artiga. Ellos hablaban constantemente sobre la importancia de la posición, de cómo cada movimiento defensivo del rival podía ser aprovechado para dañar la espalda del defensa y acercarnos a la portería contraria.
Todo eso me hizo ver el fútbol de otra manera, y hoy no puedo concebirlo de otra forma.

Para mí, el juego de posición es, en esencia, la interpretación de los espacios. No se trata solo de la ubicación de cada jugador, sino de cómo entienden sus roles dentro de esos espacios. Puede ser un juego estático o dinámico, y cada futbolista lo interpreta de manera diferente. Pero, al final, lo crucial es cómo aprovechamos nuestros espacios y cómo el rival los defiende. Si un jugador entiende lo que sucede en su zona y en su posición, facilitará la siguiente acción y búsqueda del tercer hombre, lo que nos permitirá atacar mejor los espacios y llegar a la portería contraria, que es lo más importante.
Si hablamos de claves en el juego de posición, lo primero es el tiempo y el espacio óptimo. Siempre digo que no sirve de nada que un central tenga mucho tiempo y espacio si está demasiado lejos de la conexión con el mediocampo o el delantero. Pero si realmente tiene tiempo y espacio en la zona adecuada, podrá ejecutar mejor el plan de partido. Podríamos concluir este punto destacando que las distáncias óptimas entre compañeros es muy importante;
Otra clave del juego de posición es permitir que el jugador exprese su mayor talento. Y esto está directamente relacionado con la primera. Si generamos tiempo y espacio en las zonas adecuadas, el jugador podrá brillar. Y cuando brilla, debe tener libertad. De ese modo, si un jugador es bueno conduciendo, que conduzca; si es bueno pasando, que pase; si destaca en el uno-dos, que lo haga; si su talento es el remate, hay que acercarlo a la portería...
Pero si un delantero está lejos del área, no estamos haciendo bien nuestro trabajo. O si un mediocentro está fuera de su zona, no puede ser un buen mediocentro. O, también, si un extremo desequilibrante en el 2x1 está lejos de esa situación, estamos desaprovechándolo.
En definitiva, el objetivo es que cada jugador brille en su zona de mayor impacto.

Todo lo señalado, por supuesto, tiene un principio básico en ataque: generar más que el rival.
En el fútbol podemos hablar de defensa, ataque y transiciones, pero la verdadera medida del rendimiento es la capacidad de crear más peligro que el contrario: cuando llegas más, cuando penalizas más la portería rival y te penalizan menos a ti, momento en el equipo empieza a crecer psicológicamente.
Ahí es cuando los jugadores ganan confianza y pueden desarrollar su verdadero fútbol.

Carles Martínez