LAUREN BISAN-ETAME
Jugador del Arsenal, 2000-2007
Cuando era un niño jamás imaginé que algún día haría historia con el Arsenal.
Como para otros muchos chicos de Sevilla, mi sueño era jugar en el Sevilla, club del que soy aficionado.
Empecé a jugar en el equipo de mi barrio, Montequinto, en la ciudad de Dos Hermanas. Mis padres, guineoecuatorianos, llegaron ahí después de pasar un tiempo en Camerún, país donde nací. Después de marcar 56 goles en una temporada, firmé por el Sevilla para ingresar en las categorías formativas. Luego pasé por el Levante en Segunda División y finalmente el Mallorca para cumplir el sueño de jugar en Primera.
Los dos años en Mallorca fueron brutales en todos los sentidos. Un equipo fruto de un trabajo estructurado y con mucha paciencia. Liderado por Héctor Cúper (abajo) en el banquillo y Mateu Alemany (ahora en el Barcelona) en la dirección deportiva del club.
Lo que más me gustaba de Cúper es que insistía mucho en la cohesión del grupo, donde el colectivo estaba por encima de las individualidades, y esa filosofía se machacaba cada día. Creo que esa unión hizo que el equipo fuera brillante a nivel táctico. Todos los jugadores perfectamente organizados; todos conocedores de las funciones que teníamos que realizar dentro del campo.
A nivel táctico, Cúper nos formó mucho. Para mí, uno de los mejores entrenadores en cuanto a la ocupación de los espacios para después salir a la contra. Atacábamos como balas después de una recuperación de balón.
“Cúper insistía mucho en la cohesión del grupo, donde el colectivo estaba por encima de las individualidades”
Un entrenador también con una base muy analítica en los entrenamientos. En este sentido, y salvando las distancias en cuanto a estilo de juego, es como Marcelo Bielsa. Todo lo que veías en el campo, se preparaba de manera detallada en los entrenamientos.
Te voy a poner un ejemplo. Jugábamos en la Liga contra el Barcelona. Un Barcelona con Luis Figo y Rivaldo en las bandas. Casi nada.
Pues bien, la semana antes del partido estuvimos tres días preparando las situaciones de dos contra uno en banda. Siempre buscando tener ventaja numérica para poder defenderlos con la ayuda del centrocampista más cercano al lateral. Una y otra vez hasta que consiguiéramos tenerlo mecanizado para desarrollarlo en el partido.
Todo eso nos llevó a ganar la Supercopa de España y a rozar la Recopa de Europa. Ha pasado ya mucho tiempo de la final ante la Lazio -en la temporada 1998/99-, pero todavía hoy le sigo dando una y mil vueltas a ese partido. Sobre todo, un momento puntual: la jugada donde Luca Marchegiani, el portero, me sacó un balón que iba a la escuadra. Si ese gol hubiera entrado, estoy seguro de que ahí se hubiera acabado el partido. Pero para que veas cómo es el fútbol, poco después de tenerla yo, en los últimos minutos llegó Pavel Nedved y marcó un gol de volea.
Fue muy dura de asimilar esa derrota, y todavía hoy, como te he dicho, lo sigue siendo. Pero perder la final en esa etapa me sirvió para afrontar las otras finales que disputé después tanto con el Arsenal como con la selección de Camerún.
“todavía hoy le sigo dando una y mil vueltas a la final de la recopa ante la lazio”
Me hubiera gustado jugar con España, porque me considero y me siento español, pero tenía que tomar la decisión de jugar para una u otra selección. Yo estaba por entonces en Segunda División con el Levante, con la incertidumbre de si podía llegar a jugar o no con España.
Eso pesó mucho y preferí acogerme a la seguridad que me daba Camerún de poder disputar el Mundial de Francia 98. Al final se vio que el hecho de jugar ese Mundial me valió un contrato con el Mallorca. Eso fue muy importante, pero aún si cabe mucho más importante fue ganar un oro olímpico -donde marqué cuatro goles-, disputar dos Mundiales o ganar dos Copas de África con la selección de Camerún.
Volviendo al hilo de esta historia, como decía, esa derrota en la final con el Mallorca fue una preparación previa para lo que posteriormente vino.
Y lo que vino después, en principio, no iba a ser el Arsenal. Mi destino después de esos dos años maravillosos en el Mallorca era el Real Madrid. Lo tenía todo cerrado para firmar, pero poco antes de que eso sucediera, mi agente recibió una llamada de Arsène Wenger para que no firmáramos por el Real Madrid.
“Veníos a Londres que queremos hablar con vosotros”, le dijo. Pues bien, allá fuimos para entrevistarnos con él. La reunión fue en casa de David Dein, entonces vicepresidente del Arsenal.
“wegner te daba la seguridad de lo que te estaba diciendo lo iba a cumplir”
Fue el primero de los muchos días que estuve con Wenger, y desde ese primer momento la verdad que la sensación que te daba era de seguridad, de tranquilidad y de total confianza.
Por sus palabras en esa reunión sabías que no te estaba vendiendo humo. Muchas veces he estado en negociaciones, siempre lo he estado en todos mis contratos profesionales que he firmado, y captas las sensaciones. Sabes si te están diciendo una cosa que no luego no van a cumplir.
Y efectivamente con Wenger, en ese sentido, te daba la seguridad de que lo que te estaba diciendo lo iba a cumplir. Tanto es así que al final jugué 241 partidos en el club, y de no ser por la lesión del cartílago que sufrí hubiese seguido jugando.
Salí de esa reunión con las cosas muy claras. Totalmente convencido del proyecto de equipo; también de lo que esperaban de mí como futbolista. Además, a nivel contractual la oferta del Arsenal estaba a años luz de lo que nos ofrecía el Real Madrid.
Por supuesto, no te voy a engañar, eso era importante, pero para mí estaba por encima el proyecto deportivo que ofrecía el Arsenal para un jugador joven. Yo tenía entonces 23 años. Estaba seguro de que era mejor que la opción del Real Madrid, donde en aquella época era muy difícil que triunfasen jugadores tan jóvenes. Muy muy poquitos lo habían hecho.
“el aficionado inglés sabe quién lo da todo por su equipo, y eso te lo recompensa”
Una vez en el club, me tocó pasar por el periodo de adaptación a un nuevo país, a una nueva competición y a un nuevo entorno. En Inglaterra, al foráneo - le pasó también a Wenger en su momento - siempre se le cuestiona o se le exige más por eso mismo, por el desconocimiento. Pero también tengo que decir que el aficionado inglés sabe identificar quién es el jugador que lo da todo, el futbolista que está totalmente implicado en la institución.
Y eso te lo recompensa. Por lo tanto, al inicio pueden ser algo reacios, pero una vez que conocen al futbolista o al entrenador, también a la persona que trabaja por la institución, el aficionado inglés se entrega totalmente a ti. En ese sentido, conmigo fue así.
No obstante, yo realmente no tenía miedo a convivir con nuevos compañeros o la cultura inglesa. Tengo un background que me hace afrontar todo tipo de situaciones con la entereza y con la mentalidad que se tiene que tener.
Mi principal preocupación era familiar, porque mi mujer es de Sevilla. Ni ella, ni yo hablábamos inglés, y en ese sentido sí que tenía algo de preocupación. También el clima era complicado. Lluvia, frío, muchos días nublados… Muy diferente al de Andalucía. Como decimos en Sevilla, en tono de broma, eso es “la muerte a pellizcos”.
“muchas cosas de las que hacíamos con wenger, después de haberlas estudiado como entrenador, las entiendo ahora”
Eso fue lo que más me costó en los primeros meses. Y se lo dije a Wenger. Llegó un día que me sinceré con él, porque era un entrenador que no solo se preocupaba por el jugador. También estaba la persona. Quería saber el feedback de sus jugadores. Dentro y fuera del campo. Para él era muy importante también conocer el lado emocional de su grupo.
Al margen de ese tramo un poco más complejo al principio, la experiencia en Inglaterra fue increíble. Disfrutaba yendo cada día a entrenar, sesiones muy exigentes con mucho trabajo.
Wenger nos disponía por líneas. En mi caso, como lateral, en la parte defensiva, donde trabajábamos la disputa de balones. Siempre en situaciones reales de juego.
Los cuatro de atrás, sin la ayuda de los mediocentros, para frenar un ataque por las dos bandas, más los dos interiores. Una pérdida de balón en campo contrario y los cuatro defensores ante cuatro atacantes. O ataques de ocho contra cuatro…
¿Cómo resolver esas situaciones? Esa era la cuestión.
Nos obligaba a tener mucha comunicación entre los cuatro de atrás, también con el pivote defensivo.
Cuando te presentan situaciones durante los entrenamientos que luego ocurren en la realidad, sabes cómo reaccionar ante cualquier imprevisto o modificación. Muchas cosas que hacíamos, después de haberlas estudiado como entrenador, las entiendo ahora. Sabes por qué se producían y por qué las trabajábamos mucho.
“HENRY, BERGKAMP, PIRES, VIEIRA... TENÍAMOS VARIOS GENIOS EN EL ARSENAL”
Cumplida nuestro parte del trabajo, los defensas, una vez que el balón llegaba arriba, estábamos tranquilos. Y lo estábamos porque por delante teníamos jugadores que las soluciones las tenían ya por ellos mismos.
Desde la perspectiva que te da la posición de defensa en el campo, era difícil encontrar una explicación a la rapidez que tenían en la ejecución de una jugada o en la toma de decisión. Mientras tú lo pensabas, ellos ya habían dado el siguiente paso.
Dennis Bergkamp (arriba a la derecha), Nwankwo Kanu, Thierry Henry (arriba a la izquierda), Robert Pires o el mismo Patrick Vieira son gente que el fútbol lo tenían en la cabeza; lo veían todo antes. Uno puede entrenarlo y es cierto que se mejora, pero nunca llegarás a alcanzar el nivel que tenían ellos.
Yo siempre divido a los buenos futbolistas, los cracks y los genios. Y nosotros teníamos varios genios en ese equipo.
Genios que, lejos de egos, formaban parte como uno más en un grupo con enormes valores. Wenger insistía en que la verdadera fortaleza de un equipo residía en las relaciones que un entrenador pudiera implementar entre sus jugadores.
“Si en un equipo hay buenas relaciones, al final es más fácil conseguir los objetivos”.
Así que íbamos todos a una. Ese era el Arsenal de Los Invencibles.
Si te digo la verdad, nunca llegamos a sentir presión por no perder durante esa increíble racha. La presión, curiosamente, vino antes, en la temporada 2001/02.
Ese año ganamos la Premier League y la FA Cup y Wenger ya comentó algo de que ese equipo podía llegar a ser invencible. Pero ahí el equipo sí se sintió presionado. De hecho, en la temporada 2002/03 solo ganamos la FA Cup.
Y al año siguiente, temporada 2003/04, Wenger no lanzó ese discurso de un equipo invencible. Ni se comenta nada al respecto. Obviamente los entrenadores saben del potencial de su equipo. Wenger y el cuerpo técnico sabían de lo que éramos capaces, pero esa temporada no se mencionó para nada.
Solo ir partido a partido. Y al final lo conseguimos: ganar una Premier League sin perder un solo encuentro. Algo que nadie había conseguido antes y aún no se ha conseguido.
“ÍBAMOS TODOS A UNA, ESE ERA EL ARSENAL DE LOS INVENCIBLES”
La derrota que puso fin a toda esa racha no dolió tanto por perder, sino por las circunstancias en la que se perdió. Ese partido nos hizo bastante daño. Un partido donde el Manchester United nos infló a patadas, sobre todo a José Antonio Reyes. Lo machacaron entre Gary Neville y compañía. Y luego está el penalti que nos pitaron, a Sol Campbell (abajo en el centro). Una jugada que hoy en día, con el VAR, no la hubieran pitado penalti.
Fue un palo duro esa derrota, pero que no nos quitó la mentalidad muy competitiva. Nosotros teníamos una mentalidad de gente súper competitiva. Y cuando tú tienes jugadores así, te recuperas pronto de los golpes.
Sin embargo, y esa es una espina que tengo y creo que tenemos todos los jugadores que formamos parte de ese equipo -lo he hablado con muchos de ellos-, no pudimos ganar la Champions League.
¿Por qué un Arsenal capaz de hacer todo eso en la Premier League no puede ganar la Liga de Campeones?
“EN LA LIGA DE CAMPEONES TODO SE DECIDE POR PEQUEÑOS DETALLES”
Esa pregunta nos la hacíamos todos, y Wenger intentó buscar la respuesta entre los jugadores en una de las pretemporadas de verano. Una charla con cada uno de nosotros.
Yo fui sincero en mi respuesta: “Entrenador. No estamos preparados”.
Por alguna razón, el equipo no estaba preparando para salir fuera. La Liga de Campeones no tiene nada que ver con la liga doméstica, ni con la Copa de la UEFA, ni con ninguna otra competición. Ahí todo se decide por pequeños detalles, eso de que tanto se habla en el fútbol, pero que es totalmente verídico.
Recuerdo ver a Alessandro Del Piero (arriba) controlar el balón, y ya sabías cuál iba a ser el final. Porque son jugadores que están hecho de otra pasta. Jugadores que huelen la sangre. Ven tu debilidad y saben si tú estás nervioso, y antes de que tú te anticipes a marcarlos, ellos ya te han matado.
Con todo eso, y ya con varios cambios respecto al Arsenal de Los Invencibles, conseguimos llegar a la final de París en 2006 contra el Barcelona. Pero una vez más, los pequeños detalles fueron decisivos. Si Henry hubiera marcado en la primera mitad -un mano a mano ante Víctor Valdés-, la historia tal vez habría sido diferente, porque hubiéramos tomado una ventaja de dos goles.
Pero así es el fútbol.
“HE DECIDIDO DAR EL PASO PARA SER ENTRENADOR, PERO POR AHORA QUIERO TRABAJAR EN EL FÚTBOL BASE”
Es cierto que no pudimos ganar la Liga de Campeones, pero yo me quedo con el orgullo personal de formar parte para de la historia de un club magnifico como es el Arsenal. El orgullo de ser parte de Los Invencibles, de los títulos que conseguí, de tener un entrenador de las características de Wenger -él innovó en muchísimos sentidos- y de jugar con futbolistas como Henry, Bergkamp y compañía.
También el orgullo máximo de una afición y una cultura, la inglesa, de la cual me confieso un enamorado. Es increíble ver a los padres y a los niños ir a los campos y tomarse el sábado como una fiesta de reunión familiar.
Ahora he vuelto a casa, a mi barrio de Montequinto. Y también he decidido dar el paso para ser entrenador, pero por ahora quiero trabajar con el fútbol base, en una etapa de formación para mí.
Una cosa son los conocimientos y otra cosa muy distinta es la práctica. Por lo tanto, yo creo que debe haber un espacio de tiempo entre el inicio hasta llegar al top. Un período en el cual pueda ir adquiriendo esa experiencia que se requiere para el más alto nivel, porque no es nada fácil estar ahí.
Por eso te digo que prefiero iniciar en el fútbol base para ir adquiriendo esa experiencia, de hacerlo en un entorno que conozco muy bien. Pero no solo se trata del fútbol.
Muchos chavales necesitan ese apoyo de gente como nosotros que hemos llegado al fútbol profesional. Nos reconocen perfectamente y saben de dónde venimos. En definitiva, somos igual que ellos.
El fútbol les quita de otras cosas que todos sabemos que hay en un barrio. Les permite focalizar su atención en el deporte y conseguir su sueño.
Jugar en el Sevilla, el Levante, el Mallorca o, por qué no, en el Arsenal.