Pedro Miguel Marques 'pepa'
Al-Ahli SC, 2023-Presente
Mi debut profesional fue como un sueño.
Era el año 1999. Tenía 18 años y surgía como una de las promesas del Benfica. Entré en los últimos minutos del partido contra el Rio Ave, en el Estádio da Luz. Marqué un gol y salí del campo aclamado por miles de aficionados.
Al día siguiente estaba en las portadas de todos los periódicos. Dijeron que yo era el nuevo Eusebio. Aparecieron amigos de todos lados. Todos querían estar conmigo.
La gran mayoría de los chicos sueña con ser futbolista. Pero, por supuesto, pocos llegan allí. Para mí, el sueño incluso se hizo realidad. El problema fue lo que vino después en la carrera. Hubo muchos momentos en los que todo parecía una pesadilla.
De los que llegan a la cima, muchos no se quedan. Es difícil no caer en tentaciones. Fue mi caso. El talento me hizo subir, pero me faltó tener juicio para evitar la caída.
Dejé de jugar por incapacidad física. Antes de las innumerables lesiones que sufrí, llegó mi comportamiento errático. Cuando me retiré a los 26 años, ya tenía hijas que mantener. Entonces, mi 'duelo' tuvo que ser rápido. No tenía derecho a caer en depresión. La depresión no iba a pagar las facturas de la casa.
Pero no sabía hacer otra cosa aparte del fútbol. Entonces, mearremangué y comencé a tomar cursos para seguir ligado al deporte. Así empezó mi andadura como entrenador.
"hUBO MUCHOS MOMENTOS EN LOS QUE TODO PARECÍA UNA PESADILLA"
Es curioso mirar atrás y darme cuenta de que siempre me gustó el trabajo de los entrenadores. Ya había en mí, aunque inconscientemente, un pequeño deseo de serlo. Tendría yo unos siete u ocho años, y recuerdo estar dibujando esquemas tácticos durante las clases en la escuela. Construía equipos ideales, imaginaba y esbozaba conjuntos con estrellas mundiales.
Años más tarde, me encantó el juego de ordenador, Championship Manager. Hasta ahí, sin novedades. Muchos jóvenes quedaron encantados con el juego. Pero yo simulaba una rueda de prensa antes y después de cada partido. Imaginaba una pregunta y la respondía en voz alta.
Después de convertirme en jugador profesional, seguí interesado en el trabajo de los entrenadores. Siempre con respeto, quería entender el porqué de las cosas en los entrenamientos. Un día, el gran Luís Campos, que fue mi entrenador en Varzim, profetizó: “Serás uno de los pocos entrenadores negros de la élite del fútbol portugués”.
Mi comienzo como entrenador tenía que ser desde el nivel más bajo. Mi primera experiencia fue en la escuelita Sacavenense. El equipo, formado por chicos y chicas, ni siquiera participaba en competiciones. Los padres pagaban para que jugaran. Aquello era solo un pasatiempo para los niños.
"TENDRÍA SIETE U OCHO AÑOS Y RECUERDO ESTAR DIBUJANDO ESQUEMAS TÁCTICOS"
Unos años después, el Benfica nuevamente me abrió sus puertas. Me invitaron a trabajar en las categorías inferiores del club. Hice un poco de todo y pude aprender cosas de las más variadas áreas del conocimiento científico sobre el deporte. Tuve el privilegio de convivir con grandes entrenadores, que formaban parte de la estructura del club. Fue un período valioso, salí de allí con un bagaje increíble con respecto a la metodología del trabajo.
Me tildaron de loco cuando decidí salir del Benfica. ‘¿Quién quiere dejar un club de este tamaño?’. Pero yo había estado alejado de la familia durante tres años y medio. Además, sentí que mi oportunidad de entrenar a uno de los equipos juveniles del Benfica tomaría un tiempo. Quizás, nunca sucedería.
Así que decidí seguir mi camino como entrenador principal. Tomé la iniciativa de dejar la estructura de clase mundial de un club como el Benfica por el mando técnico del Sanjoanense, que estaba en la 'Distrital', la cuarta división portuguesa.
¿Sabes lo que es eso? Yo quería ir a la 'selva'. En los grandes clubes tienes todo lo que necesitas, estás protegido. No te falta nada. En cuarta división no es así. Terminas valorando lo poco que tienes. Y esto aporta habilidades a quienes viven esa realidad de la selva.
Una de las críticas que escuché cuando llegué al Sanjoanense fue que nadie salía de la Distrital para llegar a la Primeira Liga. Yo no estaba obsesionado con eso, pero quería algún día trabajar en la élite del fútbol portugués. Lo que siguió fue, de hecho, inusual. Me tomó un año en cada división llegar a la cima. Contrario a las estadísticas y, después de cuatro años, ahí estaba, en la Primeira Liga de Portugal.
Recuerdo una angustia que sentí allá en mi etapa en Sanjoanense. Después de dos años de trabajo exitoso, imaginaba que recibiría una propuesta de un club de una división superior. Y no sonaba el teléfono. Iba cada diez minutos para comprobar si, realmente, no había sonado.
"'SERÁS UNOS DE LOS POCOS ENTRENADORES NEGROS EN LA ÉLITE DEL FÚTBOL PORTUGUÉS', ME DIJO EL GRAN LUÍS CAMPOS"
Un día, cuando ya se me acababan las esperanzas, sonó el teléfono y era el presidente del Feirense. Pensé que era una broma de un amigo. No lo era. Me llamó para una entrevista, donde me señaló que también iban a entrevistar a otro entrenador, pero acabé siendo el elegido. Así, tuve mi primera oportunidad en la segunda división. A pesar de haber salido antes del fin de la liga, lideré al equipo la mayor parte de la campaña que terminó con el ascenso a la Primeira Liga.
Sin embargo, haber llegado a la cima no es mi mayor orgullo. Me da más satisfacción pensar que esta vez logré permanecer en la élite. Independientemente de cómo jueguen mis equipos - ya sea de manera más ofensiva o defensiva, con juego interior o exterior -, todos son valientes y buscan la portería contraria. Esto me da un enorme placer.
Mi primera oportunidad en la cima duró poco. Moreirense me despidió en la décima jornada. Entonces, el Tondela, que estaba en los últimos puestos de la clasificación, vino a buscarme. Era un riesgo enorme. ¿Te imaginas si descendían tanto el Moreirense como el Tondela? Ya sabes, el mundo del fútbol tiene predilección por colocar etiquetas.
El desenlace de la historia es cinematográfico. Si fuese Estados Unidos, ya se habría convertido en película. Tondela escapó del descenso por un gol. Estuvimos todo el campeonato en última posición y faltando seis o siete jornadas para el final pasamos al penúltimo lugar. Y en los últimos 15 minutos de la última jornada, por diferencia de un gol en la balanza, vencimos a Arouca y no descendimos. Por cierto, el Moreirense también se salvó. Esa etiqueta negativa, en mí, no se pegó.
"ME TOMÓ UN AÑO EN CADA DIVISIÓN LLEGAR A LA CIMA"
Pasé tres años en Tondela, siempre logrando los objetivos. Una vez más, imaginé que llegarían propuestas atractivas. Pero no llegó nada que pareciera un paso seguro. En un cierto momento, Paços de Ferreira mostró interés, pero optó por otro colega. Pero después de cuatro jornadas ligueras, Paços marchaba último y despidió al técnico. Y mi teléfono volvió a sonar.
Yo había jugado para Paços, aunque había sido un período frustrante. Un tumor en un pie no me dejaba jugar. Fue el comienzo de mi caída definitiva como jugador. Pero mantuve un gran cariño por Paços. No lo pensé dos veces antes de aceptar la invitación. Fueron dos años fantásticos en el club. Los objetivos no solo se alcanzaron, sino que fueron superados. En 2020/21, terminamos la liga en quinto lugar, garantizando un lugar en la UEFA Europa Conference League.
Y no solo se trató de obtener buenos resultados. Daba gusto ver a nuestro equipo sobre el campo. Al comienzo del trabajo, recuerdo mi primer partido en nuestro estadio. Vencimos al Desportivo das Aves por 2-1, pero no jugamos a nada. El resultado se consiguió con las ganas, a fuerza de voluntad.
Al día siguiente, reuní al grupo y les dije que no volveríamos a jugar más nunca de esa forma. "Ayer ganamos, pero solo con el corazón se gana pocas veces". Tengo esta convicción: estamos más cerca de la victoria cuando somos conscientes de lo que queremos. Ganar es bueno. Pero saber por qué se ganó es fundamental.
Ten en cuenta que aquí no defiendo una u otra idea de juego específicamente. Hay varias formas de jugar y todas son plausibles. Mi punto es que debes tener tu convicción y entrenar para que dé resultados. Así, la victoria será mucho más placentera.
"UNA DE MIS AMBICIONES ES PARTICIPAR EN LA CHAMPIONS LEAGUE"
Mi idea de juego es la organización. Me gusta el juego combinativo, tener la pelota, pero no estoy de acuerdo con la moda de que solo esto funciona. La posesión de balón estéril no me interesa. Mi obsesión no es la posesión, es la portería contraria.
A veces, los más apasionados ven falta de actitud en los futbolistas, cuando lo que falta es la organización colectiva. La gran mayoría de los goles nacen en transiciones. Si el equipo no está organizado para reaccionar ante la pérdida del balón, no hay actitud que lo resuelva.
Volviendo a la historia que te contaba, a pesar del éxito en Paços, decidí aceptar la propuesta de Vitória de Guimarães. Era una relación antigua. Siempre me he identificado con el club. Un lugar donde la exigencia es tremenda. La ciudad no solo respira fútbol. Respira al Victoria. La presión es enorme, pero no estoy en busca de comodidad. Quiero afrontar grandes retos. Y estoy donde quería estar.
¿El futuro? No oculto que tengo ambiciones. Uno de ellas es participar en la Liga de Campeones. Solo pensar en escuchar ese himno me pone la piel de gallina.
Estos son deseos que me pasan por la cabeza, pero que no me arrancan los pies del suelo. Hoy ya no quedo deslumbrado con nada. No esperes que me convierta en un pavo real en los buenos tiempos, ni que me acobarde ante las probabilidades. No tengo tiempo para eso. Lo que viví dejó cicatrices, pero también trajo una estabilidad mental muy bienvenida.
Ahora soy familia y trabajo. No tengo una vida social más allá de eso. Tal vez me puse un poco a la defensiva por todo lo que pasé.
Y tengo suerte de que ya no necesito el fútbol para sobrevivir. Solo lo necesito para vivir. No sabría cómo hacerlo de otra manera.