David O’Leary
Leeds United, 1998-2002
El comienzo de la temporada 2000/01 fue muy frustrante. Simplemente no conseguíamos arrancar.
Perdimos frente al Manchester City y empatamos con el Coventry, dos equipos que terminaron descendiendo esa campaña, y después empatamos con el Derby County, un conjunto que apenas había logrado mantener la categoría.
En ese momento teníamos muchos jugadores claves lesionados. Yo sentía que en cuanto los tuviésemos todos de vuelta y que los nuevos se acoplaran, tendríamos un equipo de gran potencial.
La ambición que teníamos era volver a estar en Europa y mejorar lo que habíamos hecho la temporada anterior, cuando habíamos terminado terceros en la Premier League y habíamos alcanzado las semifinales de la Copa UEFA (ahora Europa League). El título de liga era impensable – había equipos más fuertes que el nuestro –, pero sabía que tenía un grupo especial y el club solo quería ver progresos sobre el campo.
Gracias a la venta de Jimmy Floyd Hasselbaink al Atlético de Madrid un año antes, teníamos la capacidad de invertir en jugadores.
Yo había ido varias veces a Escocia a ver jugar a Mark Viduka (abajo) con el Celtic y sabía que sería perfecto para nosotros y la forma en cómo queríamos jugar. Era un delantero centro grande y fuerte que podía aguantar el balón y combinar con los compañeros, pero también marcaba muchos goles.
"Si vas a Barcelona con un conjunto joven y sin seis jugadores del primer equipo, estás en problemas"
Yo nunca tomé parte en los asuntos financieros, pero le dije a la junta directiva que para el dinero que costaba – cerca de 8 millones de euros – era perfecto para nosotros, y ellos estuvieron de acuerdo. Lo conseguimos y resultó ser uno de mis mejores fichajes.
Luego vino Olivier Dacourt, un jugador que me había causado una buena impresión en su paso por el Everton. Pensé que sería ideal para nosotros y todo era cuestión de convencerlo de venir a Leeds y venderle el sueño de lo que queríamos hacer. Una vez más, conseguimos nuestro hombre. Olivier fue un estupendo fichaje que mejoró al equipo.
Además del mal comienzo de la temporada a nivel doméstico, también tuvimos que enfrentarnos a un rival complicado en la previa de la Champions League, el Múnich 1860. No estábamos jugando bien, pero conseguimos avanzar tras un excelente triunfo 0-1 a domicilio en el partido de vuelta.
Nos tocó el Barcelona, el AC Milan y el Besiktas en la fase de grupos, y para el primer partido no teníamos de vuelta a nuestros jugadores lesionados. Una visita intimidante al Camp Nou.
Cualquier equipo puede ir a Barcelona y salir derrotado, pero si vas allí con un conjunto joven como el nuestro y sin seis jugadores del primer equipo, estás en problemas.
"Fuimos a Múnich, Madrid, Roma, Bruselas, Barcelona, Milán y Estambul; todo en un mismo año"
Para tener alguna oportunidad necesitas salir al campo con tu equipo titular, pero no lo teníamos y al final tuvimos más problemas de los que yo había anticipado. Nos dieron una paliza. En menos de 20 minutos ya estábamos perdiendo 2-0 y terminamos cayendo 4-0 (abajo).
Después del partido algunas personas - entre bastidores - entraron en pánico, pero no entendían lo que era el Barcelona, ni los problemas que teníamos. Era nuestro primer partido siendo un equipo joven ante un rival como ese, y lo hicimos sin medio equipo titular. Por más abatido que me sentía por la derrota, sabía las razones que había detrás de eso.
Yo sabía que éramos mejores de lo que indicaba ese resultado, que íbamos a mejorar. Y lo hicimos.
Quedamos invictos en los restantes cinco partidos de la primera fase, venciendo al AC Milan en casa y sacándoles un empate a domicilio, además de conseguir también empatar con el Barcelona en Elland Road.
Así que clasificamos para la segunda fase de grupos, donde nos encontramos en la misma llave del Real Madrid, Lazio y Anderlecht. Tres ciudades capitales. Fuimos a algunos sitios increíbles – Múnich, Madrid, Roma, Bruselas, Barcelona, Milán, Estambul – todos en una misma temporada.
Lo grande de esa plantilla que tuve era que todos eran jóvenes y un poco ingenuos. Así que no tenían ningún miedo y eran muy, muy valientes.
Teníamos algunos futbolistas jóvenes estupendos. Jugadores como Jonathan Woodgate (abajo), Harry Kewell, Alan Smith y Stephen McPhail, que podían manejar la presión de actuar en los partidos más grandes.
No tenían experiencia y nunca analizaban las cosas demasiado. Ellos disfrutaban las grandes ocasiones y nunca se quedaban paralizados, ni siquiera ante el mayor de los escenarios.
Entrenábamos sobre el campo un día antes de un partido como visitante y podías notar lo inspirados que estaban los jugadores por actuar en los estadios más grandes y famosos del planeta, y por lo que había pasado en esos escenarios.
Del Santiago Bernabéu a San Siro, ellos querían ser parte de la historia del estadio.
En noviembre añadimos un jugador joven increíble cuando firmamos a Rio Ferdinand procedente del West Ham.
En la defensa teníamos un líder increíble, Lucas Radebe, pero tenía problemas en una rodilla, así que el club me pidió tres opciones para reclutar. Todos de distintos precios. Yo señalé que Rio era el mejor que podíamos conseguir, pero les dije que costaría cerca de 11 millones de euros
De hecho, quedé bastante sorprendido cuando me dijeron que lo iban a fichar por 2o millones. Yo habría expresado mis dudas sobre el monto si me hubieran consultado, pero ellos estaban seguros. Ya era un jugador de clase mundial y demostró ser un fichaje increíble.
"Dacourt escuchó al entrenador del Anderlecth decir que nuestros jugadores estaban sobrevalorados. Eso fue una gran motivación para el partido de vuelta"
El Real Madrid nos venció en Elland Road –Raúl González y Fernando Hierro marcaron los goles – y luego fuimos a Roma para jugar ante la Lazio de Sven-Göran Eriksson (abajo), que había ganado la Serie A el año anterior.
Viduka era un delantero centro tan bueno como los mejores en Europa y esa noche sacamos un buen resultado, ganando 1-0 gracias a un gol de Alan Smith a 10 minutos del final. Fue una gran ocasión y luego Sven nos lanzó elogios.
Pero aún nos costaba jugar en Europa y mantener el nivel en la Premier League. Éramos un grupo joven en proceso de aprender el trabajo, pero se esperaba que hiciéramos lo que Manchester United y Arsenal habían hecho durante años. Después de una noche europea grande y de viajar, estábamos cansados y muchas veces se nos hizo difícil recuperar la concentración.
Después del triunfo en Roma, enfrentamos de visitantes al Southampton el sábado, jugamos muy mal y perdimos.
Tuvimos, sin embargo, suerte contra el Anderlecht en nuestros siguientes partidos europeos. Cuando nos tocó jugar con ellos en partidos consecutivos en la Champions en febrero tuvimos el fin de semana libre porque ya nos habíamos eliminado de la FA Cup.
"En agosto, nadie podía creer que acabaríamos jugando las semifinales de la Champions League en mayo"
No jugamos bien el primer partido en casa, pero sacamos un triunfo remontando con dos goles al final de la segunda parte. Entonces tuvimos todo un fin de semana para preparar el segundo partido, con la experiencia y las lecciones de ese primer partido frescas en la mente.
Oliver Dacourt escuchó decir al entrenador del Anderlecht que habíamos tenido suerte en ese primer partido y que nuestros jugadores estaban sobrevalorados, así que cuando le dijo eso al resto de la plantilla fue una gran motivación para el partido de vuelta. Los jugadores tenían una gran actitud, pero eso les dio un incentivo adicional.
Nuestra actuación en Bruselas fue probablemente uno de las mejores de mis tres años en el Leeds. Ganamos 4-1 y los aniquilamos completamente (abajo). Todo se acopló perfectamente.
Tres días más tarde, fuimos de visita al Tottenham y ganamos. Y ganamos bien. Eso fue especialmente satisfactorio.
Ese siempre iba a ser un partido duro. Los dirigía George Graham, quien había sido entrenador del Leeds. Yo lo había tenido de entrenador jugando con el Arsenal y fui su asistente en el Leeds. Así que ellos -y él- querían ganar, pero demostramos que estábamos aprendiendo a cómo mantener nuestro nivel en la Premier League, después de regresar de jugar en Europa.
"No tuvo nada que ver la fatiga, nos había ganado el mejor equipo"
Estábamos en medio de una gran racha de partidos y jugamos estupendamente bien para vencer en cuartos de final a un equipo de primera clase como lo era el Deportivo de la Coruña. Jugamos nuestro mejor fútbol durante los 90 minutos del partido de ida, con un gran ambiente en Elland Road. Ganamos 3-0 con goles de Ian Harte, Smith y Ferdinand.
Sabía, sin embargo, que no todo estaba terminado. El Deportivo era un equipo que marcaba muchos goles y arremetieron contra nosotros en la vuelta. En ese partido nos dieron una lección, pero solo perdimos 2-0 y aguantamos – merecidamente – para avanzar.
Habíamos arrancado en agosto contra el Múnich 1860 y entonces nadie hubiese creído que en mayo estaríamos jugando una semifinal contra el Valencia. Por supuesto, fue muy decepcionante perder contra ellos, pero yo me sentía muy orgulloso del equipo.
El Valencia era un equipo muy, muy experimentado. El año anterior habían llegado a la final de la Champions League y en la ronda previa habían eliminado a un Arsenal muy bueno.
"Con el equipo que teníamos en estos momentos, deberíamos haber ganado algún título"
Jugamos muchos partidos esa temporada, pero la fatiga no tuvo que ver con el resultado. Simplemente el mejor equipo ganó la eliminatoria.
Los jugadores (abajo) se superaron con creces de manera espectacular y yo tuve suerte de tener ese grupo. Estuvimos muy cerca, pero simplemente no pudimos dar ese último paso.
Terminamos la liga sólidamente, pero nos quedamos a un punto de los puestos de Champions League, así que no tuvimos la oportunidad de jugar otra campaña como esa de la temporada 2000/01.
Fue una verdadera pena que no ganáramos nada. Un poco parecido a lo que le ocurrió a Mauricio Pochettino en el Tottenham. Con el equipo que teníamos entonces, realmente debimos ganar un trofeo.
Habíamos ensamblado un grupo de muchachos que querían jugar el fútbol que les pedía que hicieran y estaban hambrientos.
Aunque no ganamos nada, los hinchas del Leeds siempre me respaldaron. No puedo creer cómo me siguen tratando, incluso ahora.
Siempre me hicieron saber que estaban de mi lado.
Ese camino hasta las semifinales de la Champions League creó un lazo entre nosotros que quedará por siempre.
Redacción: Héctor García