Rubén Baraja
Valencia, 2023-Presente
No hay ninguna sensación parecida a la de jugar. Pero una vez que lo dejas, lo más cercano a ser futbolista es ser entrenador.
Estar en el día a día, en los entrenamientos, formar parte de un grupo y pisar el césped; lo que a mí más me gusta.
Antes de retirarme en 2010 con el Valencia (abajo) empecé a trazarme un plan. El desarrollo de lo que iba a hacer después. Y en mi cabeza había una idea por encima de todas: quería ser entrenador.
Eso hizo que la transición fuera más tranquila. Pero es un cambio que cuesta mucho.
Hay un momento en el que debes entender que estás en el otro lado. Qué debes preocuparte de otras cosas.
Yo me di cuenta en el Atlético de Madrid. Fue unos meses después de retirarme y mientras hacía el curso de entrenador. Gregorio Manzano me dio la gran oportunidad de formar parte de su cuerpo técnico, un paso muy importante para mí.
Soy una persona que tiene las cosas claras en cuanto me he propuesto algo. Luego puede salir bien o mal, pero siempre he creído que cuando alguien decide hacer algo, tiene que hacerlo con pasión, convencido de sus ideas.
Ya antes, como jugador, fui tomando ciertas referencias de los entrenadores que tuve. Uno de los más importantes fue Rafa Benítez (abajo), con el que tuvimos tres años espectaculares en el Valencia. Ganamos dos Ligas y una Copa de la UEFA.
Rafa me dejó una base con la que poder desarrollar mi perfil como entrenador. Un equipo sólido en defensa, agresivos en la presión y con velocidad en el contragolpe, entre otros muchos aspectos tácticos. También la profunda dedicación del entrenador en el trabajo diario y en la gestión del grupo.
"No solo se trata de copiar lo que aprendí de Rafa Benítez o de otros entrenadores. También quiero que mis equipos tengan mis ideas"
Con Rafa aprendí muchas cosas, desde las que pueden ver los ojos de un entrenador a las que no. En el Valencia fue pionero en el análisis. Recuerdo que instaló ocho cámaras en la ciudad deportiva de Paterna. No te podías escapar. Si no dabas el máximo cada día, lo vería ahí. También en el cuidado del jugador, con la alimentación –nos pesaba cada día- o la gestión del descanso.
Con él descubrimos las llamadas rotaciones. “Es mejor jugar 40 partidos a un nivel máximo que 60 en los que, por momentos, no estés dando tu mejor nivel”, nos decía.
Pero no solo se trata de copiar lo que aprendí de Rafa Benítez o de otros entrenadores. También quiero que mis equipos tengan mis ideas.
El primer equipo donde pude empezar a ponerlas en práctica fue en el Valencia. Decidí empezar desde la base. Creo que no hay mejor proceso de formación para un entrenador. Tuve la gran suerte de que el Valencia me diera la oportunidad de entrenar en el Juvenil A, un gran reto de formación en cuanto a ordenar tus conceptos, ir formando tu propio método y crecer poco a poco.
Después de esos dos años en Valencia, surgió la oportunidad del Elche, un equipo considerado elite. Ese ya era un paso diferente como entrenador. Entraba en otra dimensión: el fútbol profesional. Exigencia y resultados. Son las dos cosas que se te piden nada más llegar. Y eso es lo que te hace seguir o no en un banquillo.
"Los jugadores son lo más importante, los que marcan las diferencias, los que te dan las soluciones. En definitiva, los que te ayudan a conseguir tu objetivo de ganar"
Para mí fue una gran experiencia. Me dio la oportunidad de debutar en el fútbol profesional como entrenador en un año de dificultad extrema. Semanas antes de mi llegada, el equipo había descendido de Primera División por las deudas económicas. Así que durante la pretemporada, por la sanción, no se sabía si el equipo iba a estar en Primera, en Segunda o incluso Segunda B. Fue una montaña rusa de emociones.
Cuando se resolvió que íbamos a estar en Segunda, solo tenía cinco fichas profesionales en el equipo.
Cuando se resolvió que íbamos a estar en Segunda, solo tenía cinco fichas profesionales en el equipo. El resto del equipo lo hicimos con jugadores que vinieron diez días antes de empezar la Liga. Por suerte, creo que mi pasado como jugador me ayudó a gestionar esa situación con ellos. No hacía mucho tiempo que yo estaba en su mismo lado. Con otros problemas, pero ahí sentado. Pude empatizar con ellos sobre lo que estaban viviendo.
Los jugadores son lo más importante, los que marcan las diferencias, los que te dan las soluciones. En definitiva, los que te ayudan a conseguir tu objetivo de ganar.
A pesar de pasar por esa situación, hicimos una temporada en la que estuvimos cerca del play-off de ascenso a Primera. Creo que 57 puntos en mi primer año como entrenador fue una buena marca, cumpliendo con las expectativas.
Pero decidí no seguir. Lo hice porque las circunstancias que se dieron me hicieron pensar que teníamos que buscar otra posibilidad.
Eso me llevó a vivir una situación hasta entonces desconocida para mí. Esperar a que un equipo me llamara. La experiencia del Elche había sido buena, y eso me hacía ser optimista de cara a una segunda oportunidad, pero no te quita todas las dudas.
A través de la misma persona con la llegué al Elche –Ramón Planes- firmé por el Rayo Vallecano.
La experiencia fue negativa respecto a resultados, pero muy importante en cuanto a aprender muchos más conocimientos. Para cualquier entrenador, desde una dinámica positiva todo es muy sencillo, pero desde la dificultad es donde más se aprende.
Fue la situación más complicada que he vivido hasta ahora. Un club que descendía de Primera, con muchos problemas a nivel interno. Un vestuario veterano con expectativas muy altas y luego el resultado en el campo decía lo contrario.
La mayoría del bloque había estado cuatro años en Primera, y bajar a Segunda con la mayoría del bloque de Primera es complejo. La Segunda es una competición muy exigente, muy física. Tienes que tener una gran mentalidad y hambre, pero el equipo no fue capaz de conseguir el nivel esperado.
Ese momento tienes que afrontarlo con gran entereza, porque cuando firmas con un equipo estás convencido de que tu trabajo va a calar dentro del vestuario. Crees que vas conseguir que los jugadores te sigan. Sin embargo, los resultados no se dieron.
Fue la primera vez que me di cuenta de que una situación de dificultad, no por el hecho de estar tú, va a mejorar. Depende de otros muchos factores.
Después de salir del Rayo Vallecano me llamó el Sporting de Gijón. También un equipo que la anterior temporada había descendido de Primera División.
Esa vez con un añadido más: empezar a mitad de temporada.
Pero no me generó ningún problema.
Además, cuando empiezo a trabajar con un equipo no pienso en lo que pueda hacer en un año o seis meses, sino en lo que puedo hacer a largo plazo, crecer junto al club.
"Lejos de armar situaciones dramáticas, creo que hay que llevar las situaciones con naturalidad. Debes adaptarte a las decisiones del club"
A diferencia del Rayo Vallecano, nos encontramos un grupo de jugadores comprometidos. Luego tratamos de ordenarlos, darlos una idea clara respecto a la categoría. El equipo nos siguió y fuimos capaces de pasar de mitad de la tabla, a casi veinte puntos del líder, el Huesca, a estar primeros a falta de cuatro jornadas.
Sin embargo, el equipo no pudo ascender en esa recta final. Creo que pagamos el tremendo esfuerzo que hicimos durante la segunda vuelta, recortando las distancias con todos los rivales. Eso nos llevó a una emoción muy grande en los últimos metros donde no tuvimos la fortuna de ganar un partido que nos hubiera permitido luchar por el ascenso directo. Después en el play-off nos quedamos sin gasolina.
En la siguiente temporada se fueron hasta siete de los titulares del equipo. El año anterior uno de nuestros hándicaps para no ascender fue no tener fondo de armario en el banquillo, y en ésta encima me quedaba sin esos jugadores.
Lejos de armar situaciones dramáticas, creo que hay que llevar las situaciones con naturalidad. Debes adaptarte a las decisiones del club.
También cuando consideran que no debes seguir. Puede que no estés de acuerdo, pero es algo que tienes que aceptarlo tarde o temprano. Para los entrenadores esto forma parte de nuestro entorno.
¿Cuántos entrenadores no han sido cesados alguna vez?
Mirándolo con perspectiva, tal vez en esa primera etapa, si este trabajo entiende de etapas, podría haber tomado otras decisiones. Equipos con objetivos más sencillos o, al menos, situaciones menos complejas.
Pero eso no formaba parte de mi plan.
Me gustan los retos.
Redacción: Héctor García