Gerardo Seoane
Young Boys, 2018-2021
Cuanto más tiempo estás en este trabajo, más comprendes que no sabes nada.
Siempre estás viendo cosas nuevas. Al darte cuenta de que lo que hiciste se queda viejo, debes cambiar constantemente.
Y un entrenador que no cambia es un entrenador en peligro.
Como jugador, aprendes lo importante que es adaptarse. Tenía 19 años cuando salí de mi casa en Suiza para jugar en el Deportivo La Coruña en la Liga española.
Galicia era un lugar que conocía muy bien. Mis padres son de allí. Todos los veranos pasábamos varias semanas junto con muchas otras familias que habían emigrado a Suiza en los años sesenta.
El idioma nunca fue un problema. Al crecer en Suiza, aprendí alemán, italiano y francés en la escuela, pero en casa mis padres solo hablaban en español con mi hermano y conmigo.
Ellos trabajaron en una fábrica textil en Lucerna, junto con muchas personas de España, Italia y Portugal. Vivimos en los mismos edificios que estas familias. Por eso, aunque estábamos en Suiza, realmente crecí en una comunidad latina.
Siempre quise jugar en un gran campeonato. España, Italia o Alemania. Pero reconozco que me sorprendió un poco que un club como el Deportivo de La Coruña me eligiera. Quizás, después de verme jugar, descubrieron que mis padres también eran de la misma parte de España que el club. Tal vez eso les ayudó a decidir.
Al principio fue extraño, dejar a mis padres en Suiza mientras yo vivía en el lugar que dejaron hace tantos años. Para mí no era como estar en casa. Necesitaba adaptarme.
El Deportivo era un club de media tabla cuando me mudé allí. Pero, desde ese momento, comenzaron a subir: terminamos sextos, luego primeros, segundos y segundos otra vez. Llegaron muchos grandes jugadores al club. Eso hizo difícil que jugara en el equipo titular. Si miro hacia atrás, me pregunto: ¿Fue la decisión correcta ir a España? Sí creo que fue lo correcto en ese momento.
Cuando volví a casa era un jugador diferente. La forma en que entrenaban o la organización de los entrenamientos en España eran completamente diferente a como se hacía en Suiza. Había más entrenamiento con el balón. Más juego en espacios reducidos.
"Tenía 32 años cuando me retiré como jugador, pero desde los 25 años ya tenía un plan para comenzar a entrenar"
Algo que ha cambiado en estos días, donde no hay grandes diferencias en la forma de entrenar en todo el mundo. Ahora puedes ver las sesiones de entrenamiento en todas partes. Puedes hacer más contactos a través de las redes sociales. Todo el mundo está creciendo con esta nueva información.
Sin embargo, hace 20 años había una grandes diferencia en la forma de entrenar.
Todo lo que experimentas en tu vida te hace crecer. Cambia tu mente. Me gustó la forma en que entrenaban los equipos españoles porque estaba seguro de que esta era la forma de divertirse. No se trataba de correr sin el balón o simplemente entrenar el apartado físico, sino que trataban de mezclar todas estas cosas.
De la misma manera, todas las personas que conoces te dan algo de valor. De cada uno de mis entrenadores guardo cosas buenas. Si uno era bueno en aspectos tácticos, otro lo podría ser en la relación con los jugadores.
Ottmar Hitzfeld es alguien con quien nunca trabajé, pero cuando comencé a prepararme para ser entrenador lo observaba mucho. Admiraba la forma en cómo hacía las cosas. Incluso en el nivel más alto, con mucha presión, se mantuvo igual, tranquilo y sereno. Y siempre con gran respeto por los jugadores y los otros entrenadores.
Tenía 32 años cuando me retiré como jugador, pero desde los 25 años ya tenía un plan para comenzar a entrenar. En realidad, mi primera idea fue ser maestro de Educación Física porque me gusta trabajar con personas, para ayudarles a crecer y desarrollarse. Esta fue una gran pasión para mí.
Entonces supe que quería comenzar mi carrera como entrenador con jugadores jóvenes. Jugadores a los que podría desarrollar y trasladar mis experiencias. Tuve la suerte de que mi último club, el Lucerna, me dio la oportunidad de hacerlo. Inmediatamente después de dejar de jugar, estaba trabajando con chicos menores de 15 años.
Fue un mundo completamente nuevo para mí, porque el idioma que hablas con chicos de esta edad no es el mismo que con un profesional. Siempre había tenido claro que jugar y entrenar eran dos trabajos diferentes. Pero en este período me di cuenta de lo mucho que tenía que aprender. Cada día me iba a casa pensando lo mismo: "No sé nada".
"Lo básico es que siempre te preocupes por los jugadores. Si el jugador lo siente así va a confiar en su relación contigo"
Por eso es importante tener este tiempo para aprender. Pasé seis años entrenando en categorías inferiores, trabajando desde chicos menores de 15 años hasta los de 18 años y, finalmente, con el equipo Sub-21.
En cada nivel aprendes a entrenar diferentes cosas: lo básico de la técnica con los jóvenes, luego los elementos tácticos con los Sub-21. Al mismo tiempo, también estaba tratando de aprender más sobre la administración, el liderazgo y la comunicación en un equipo. Es bueno hacer estas cosas mientras no seas el centro de atención.
Una vez que llegas a la cima no tienes tiempo para eso. Solo tienes tiempo para trabajar.
El liderazgo y la administración son cosas que también puedes aprender fuera del fútbol. En casa, por ejemplo, cuando tienes hijos. Cómo lo manejas. O cómo reaccionas cuando estás estresado. Estas son todas las cosas que puedes entrenar todos los días.
Pero lo básico es que siempre te preocupes por los jugadores. Si el jugador lo siente así, va a confiar en su relación contigo. Y es en ese momento cuando puedes pedirle mucho más.
Cuando a principios de 2018 el Lucerna me pidió que asumiera el cargo de entrenador después de Markus Babbel, me sentí preparado para ello. Había tenido algunas ofertas durante los meses anteriores para entrenar a equipos en la segunda división en Suiza y algunos equipos pequeños en el extranjero. Pero sentía que todavía no estaba listo.
Ahora con el Lucerna tenía claro que era el momento, la ocasión de trabajar en mi ciudad natal era la acertada.
Sabía lo que era bueno del equipo, y lo que era malo. Tal vez fue el momento adecuado para cambiar de entrenador. No por el trabajo que había hecho Markus, un excelente entrenador quien había desarrollado un gran trabajo.
Pero después de tres años el equipo quizás necesitaba una nueva voz.
En la clasificación el equipo no estaba bien, a dos puntos del descenso. Pero por dentro era muy fuerte. El trabajo que se había hecho con ellos físico, técnica y tácticamente fue muy bueno.
Asumí el cargo en el descanso de mitad de temporada y tenía cuatro semanas para preparar el partido ante el Lausana. Había una gran presión sobre el equipo y sobre mí: un joven entrenador en su primer trabajo.
Por suerte, conseguir la victoria en casa nos hizo sentir bien.
A partir de ahí, subimos en la clasificación para terminar la temporada en la tercera posición. Puse todo lo que tenía en el trabajo. Mucha pasión. Grandes emociones.
"Ha sido un honor estar en la Liga de Campeones, y para nosotros, un equipo pequeño, también un gran desafío"
Pero eso no es suficiente. Puedes ganar un partido, tal vez dos, con la emoción. Pero mantener resultados altos requiere algo más que pasión. También más trabajo. El trabajo más grande que hice fue en la relación con los jugadores. Ponerlos en una situación de confianza incrementó individualmente la confianza a nivel colectivo.
Cuando firmé por Young Boys ese verano, venía a un equipo que había ganado la liga por primera vez después de 32 años. Era un gran honor para mí. Sabía que era un club que ofrecía más posibilidades que en el Lucerna. Un club más grande en estructura y personal.
Hay más dinero para construir el club. También tienes el gran desafío de pelear por el título. Con Lucerna siempre estás jugando en los puestos intermedios o luchando por evitar el descenso. Aquí juegas en la parte superior de la clasificación.
El club tiene sus propias razones para elegir un entrenador. Creo que cuando Young Boys me eligió vieron que yo era alguien que podía dar continuidad en la misma dirección que el club estaba desarrollando. Eso también era mejor para mí, porque no tenía que hacer algo que no fuera yo.
Fue un gran reto. Después de ganar, creo que seguir haciéndolo es tan difícil como comenzar a ganar después de perder. Teníamos que mantener al equipo con hambre. Mantenerlos enfocados. Mantener al equipo unido e integrar nuevos jugadores.
La posibilidad de jugar la fase de grupos de la Champions League por primera vez fue un gran argumento para que mantuviéramos a los jugadores que quizás tenían ofertas de otros equipos. Cuando vimos el sorteo de la ronda de "play-off" sabíamos que teníamos la oportunidad de conseguirlo.
El Dinamo Zagreb es un club tradicional con experiencia en la competición que nosotros no teníamos, así que sabíamos que sería difícil, pero sentimos que teníamos una oportunidad.
En el descanso del segundo tiempo estábamos un gol por debajo, 2-1 abajo en el global de la eliminatoria. Sentí que nos faltaba un poco de coraje. Un poco de personalidad.
Mi objetivo en el descanso era tratar de sacarlos de soltarle los frenos y animarlos a tomar más riesgos. "Salid y demostrad a la gente que podéis jugar mejor".
Cuando salimos al campo tuve una buena sensación de los jugadores. Cuando ganamos 1-2, solo pude pensar: "Increíble. Lo hicimos."
En ese momento estás demasiado cerca del juego para darte cuenta de lo que realmente sientes.
La emoción real vino un poco más tarde. Fue una gran satisfacción conseguirlo. Fue un honor estar en la Champions League, y para nosotros, un equipo pequeño, también fue un gran desafío.
Pero nos estamos adaptando a este nuevo tipo de situaciones. Un aprendizaje constante.
Para todos nosotros esto un proceso que nunca termina.
Redacción: Héctor García