Gustavo Poyet
Selección de Grecia, 2022-presente
La vida en Uruguay es lenta. Y yo soy muy movedizo.
Al terminar mi carrera como jugador, me fui a Uruguay por algo más de un año. En ese tiempo vine a una fiesta del Chelsea por los 100 años del club. Ahí me encontré con mi excompañero de equipo, Dennis Wise, y me invitó a ser su asistente.
La posibilidad de volver a Inglaterra y de convertirme en entrenador desde adentro era muy atractiva. Me uní a Dennis en el Swindon y luego me fui con él al Leeds. Después estuve con Juande Ramos en el Tottenham.
Y es que no hay mejor curso para ser técnico –y esto se lo digo a todos los chicos que empiezan a estudiar para ser entrenadores- que ser asistente.
Sin embargo, no fue hasta los 30 años que empecé a pensar como entrenador.
Gianluca Vialli había sido nombrado jugador-entrenador en el Chelsea. Vialli había estado a mi lado en el vestuario y, obviamente, los jugadores hablan mucho del técnico.
Entonces, de un día para otro, él era el entrenador.
“¿Me puede pasar esto a mí? ¿Me pueden llamar un día?”, me pregunté.
Entonces empecé a prestar mucha atención, a escribir cosas. Hasta entonces no lo había hecho.
Cuando Gianluca hacía algo muy bueno, lo apuntaba. Cuando hacía algo que no me gustaba nada, también apuntaba. Intenté pensar las razones detrás de cada uno de los entrenamientos.
Después hice lo mismo con Glenn Hoddle en el Tottenham y, quieras o no, vas definiéndote como entrenador.
Cuando me llegó el momento de ser entrenador sabía que se me iba a hacer muy difícil arrancar en la Premier League.
Y en 2009 llegó la increíble oportunidad del Brighton, un equipo que estaba peleando el descenso en la League One (Tercera división) y me la jugué.
Me encontré con un grupo de jugadores que querían aprender y, de a poquito, fuimos creciendo de una manera extraordinaria.
"Hay una cantidad de cosas que me van a unir para siempre con el Brigthon, pero sobre todo la relación que logramos con los aficionados"
Después de mi etapa como jugador en el Chelsea me había quedado enamorado del sistema 4-4-2. Tenía las cosas muy claras acerca de ese sistema que lo sabía entrenar muy bien porque me caía fenomenal. Así empezamos y tuvimos buenos momentos, pero increíblemente ocurrió un cambio en un partido de visitante contra el Leeds.
En el partido en casa habíamos perdido 3 a 0 y decidí jugar más un 4-3-3. A veces en un 4-3-3, si los dos atacantes de afuera son más bien mediocampistas, es como si fuera un 4-5-1.
Pero en este caso esos jugadores eran atacantes y el equipo jugó un partido extraordinario.
Ese año nos salvamos del descenso y terminamos decimoterceros.
En la siguiente temporada ganamos la liga contra equipos que tenían un poder económico tremendo, como el Southampton.
La idea era seguir mejorando y seguir mejorando y llegar a la Premier League. En 2013 llegamos a los play-off, pero perdimos en semifinales.
Ya para ese momento había ocurrido un cambio en la dirección en el club, decisiones que a veces uno no las entiende, pero que pasan en el fútbol.
Se terminó la relación con ellos.
No obstante, hay una cantidad de cosas que me van a unir para siempre con el equipo, pero sobre todo la relación que logramos con los aficionados, que nos seguían a toda Inglaterra -que es difícil, desde la costa sur- y que disfrutaron con el estilo de juego que teníamos, que era único y que realmente representaba a Brighton y creo que eso quedara para siempre. No importa lo que haya pasado entre entrenador y dirigentes.
Terminamos la relación con ellos y me preparé para lo más grande, para llegar arriba que, por suerte, se dio con el Sunderland.
El club estaba en zona de descenso y nos costó arrancar, pero tuvimos un repunte bastante importante en enero y después de clasificamos a la final de la Capo de la Liga tuvimos un periodo muy malo.
Es increíble, ¿no? La copa… No tengo la menor duda que durante el período de seis semanas - los cuartos de final con el Chelsea y la semifinal con el Manchester United - la copa nos ayudó de una manera extraordinaria, porque nos dio una confianza, un impulso.
Fue clasificar para la final y ¡bum! El colapso total. Se nos vino todo abajo. Pero bueno, tuvimos la final que hasta el entretiempo parecía un sueño, íbamos ganando, pero fue contra el Manchester City… Complicado. Nos pegó duro.
Y cuando todo parecía que estaba terminado y estábamos condenados a descender ocurrió ese famoso milagro.
Comenzamos a sacar resultados y nos salvamos del descenso en la penúltima fecha del campeonato. Fue de lo mejor que me ha pasado en mi carrera como entrenador.
Pero ya al año siguiente la gente se entusiasmó, ya querían top ten, y en el fútbolno se cambia tan rápido. Hay un proceso. Se firmaron 17 jugadores el año que llegué. Había que hacer un recambio importante y bueno, lamentablemente no pudo ser.
Me llevaron para mantener la categoría y ganarle al Newcastle, esas eran las metas.
Cumplimos: nos salvamos del descenso y le ganamos al Newcastle siempre que jugamos contra ellos.
Nos quedamos un poquito con las ganas de haber hecho jugar al equipo un poco mejor de lo que pudimos.
Después salí del país, porque uno cuando está en Inglaterra no se da cuenta, pero se mete de lleno en el futbol inglés y te olvidas un poco de cosas que pasan en el mundo entero. Me pareció una buena idea salir un tiempito afuera y tratar de ver otras cosas.
Surgió la oportunidad en el AEK de Atenas, un equipo que normalmente estaba entre los cuatro primeros de la liga griega. Pasé seis meses muy interesantes, de los cuales estoy muy agradecido porque me hicieron ver otras cosas del fútbol, otra forma de entenderlo.
Cuando llegamos, ganar el título era muy difícil. Estábamos detrás de Olympiakos, pero no podíamos dejar que conquistaran la liga sin perder un partido. Les ganamos en un encuentro muy especial en el Estadio Olímpico -la única vez que perdieron en todo el campeonato- y nos clasificamos para Europa.
Sin duda volvería a Grecia. Un recuerdo muy bonito.
Luego vino el Betis.
El punto por ahí negro de mi carrera como entrenador, pero sin culpar a nadie. Simplemente me equivoqué yo. Lo dije varias veces. No me informé bien de la situación. Me llamó mucho la atención lo que era la afición del Betis, la ciudad, la Liga. Y fui un poco de apresurado.
Tenía que haber analizado más la situación, los problemas internos y las diferencias entre las expectativas del club y la realidad.
A los cinco días de haber salido del Betis me llamaron del Shanghai Shenhua de China. La verdad es que era un cambio importante. Después de analizarlo con todo mi equipo técnico decidimos irnos en una aventura única, muy especial. Hay que vivir en China para saber de lo que estoy hablando.
Una cultura totalmente distinta a la nuestra, una forma de entender la vida y el juego tan distinta a la nuestra.
De China al Girondins de Burdeos, a una liga distinta, y una situación muy similar a la de Atenas. Y unos resultados muy similares. La verdad, espectacular. Un momento muy importante de mi carrera como entrenador. Llegar a un país distinto, alejar al equipo de los puestos de abajo y hacer un final de temporada extraordinario clasificando para la Europa League.
"Lamentablemente a veces nosotros los entrenadores trabajamos en un mundo en el que quienes están a nuestro alrededor no les gusta que se les recuerde la realidad"
De nuevo, vuelvo a demostrar que uno es válido. Pero cosas que están pasando en el fútbol de hoy, el tema económico supera la realidad, al sentido común, a tantas cosas que uno maneja en la vida diaria.
Eso hizo que la segunda temporada no pudiéramos llevar al club a un lugar donde se merece estar. Porque es un club que debería estar entre los seis primeros sin ningún problema.
Mi salida se precipitó cuando dije que fue una vergüenza que el club vendiera un jugador sin que yo me enterara, el día del partido de Europa League. Que jugaba de titular ese partido y yo me enteré a las 12:15 pmporque no vino al hotel.
Yo necesitaba una explicación porque lo único que pedía era profesionalidad y respeto.
Lamentablemente a veces nosotros los entrenadores trabajamos en un mundo en el que quienes están a nuestro alrededor no les gusta que se les recuerde la realidad. Te exigen que seas honesto, pero en realidad no quieren que lo seas.
En la mayoría de los clubes en los que he estado de entrenador me han puesto un objetivo y lo he cumplido, pero también he mantenido una relación muy especial y cercana con los jugadores y los fans.
Esas relaciones han sido construidas sobre la base del sentido común y la honestidad.
Si un club está buscando a alguien que vaya a decirle a los fans medias verdades para que compren el abono, no me interesa.
Cuando eres un chico, cuando eres un jugador sueñas con estar en un equipo como el Real Madrid.
Ahora, como entrenador, no sueño con un club. Sí con un Presidente, un director deportivo, alguien que sepa como soy yo.
Que conozca a mi familia, mis amigos…. que sepa que lo más importante para mí es ayudar a los jugadores para que lleguen a la cancha en la mejor condición posible, para que den lo mejor de sí para ayudar al equipo a ganar partidos.
Si consigues a un buen presidente, has encontrado un buen club.
Y cuando yo consigo eso, ese club se vuelve todo para mí.
Desde ese momento tienen a su mayor fan.
Redacción: Héctor García