Alex Inglethorpe
Director de la academia del Liverpool, 2012-Presente
Me tomó un año sacar la cabeza del trasero.
Había pasado de ser entrenador del Exeter City, con mi ego marcado por la búsqueda de ganar partidos, a ser el entrenador del equipo Sub-18 del Tottenham, donde el objetivo era muy distinto.
El problema fue que me tomó más de un año entender lo que realmente se necesitaba.
¿Entonces, por qué lo hice?
Porque sentí que necesitaba aprender otro lenguaje.
Déjame explicarte.
Yo tenía 35 años y había experimentado un solo estilo de fútbol. Pasé la mayor parte de mi carrera como jugador en las divisiones menores. Y, como entrenador, la primera parte de mi carrera estuve manejando un tipo de juego que estaba basado en el trabajo duro y, en relación a los medios y los jugadores que tenía, en el pragmatismo.
El problema era que yo veía un juego distinto en la televisión, y no lo entendía. No hablaba ese idioma. No entendía cómo jugar esa versión del fútbol.
Sentí que necesitaba reeducarme.
No quiere decir que no hubiera aprendido nada en mis cinco años previos como entrenador. Comencé como jugador-entrenador en el Leatherhead, donde teníamos un presupuesto de menos de 600 euros a la semana y yo trataba de cuadrar mis cuentas trabajando en un almacén, ganando 60 euros al día y entrenando a los menores de 10 años por la noche.
"Veía un juego distinto en la televisión, y no lo entendía. No hablaba ese idioma. No entendía cómo jugar esa versión del fútbol"
Me encantaría mirar atrás a ese primer trabajo y decir que lo hice todo bien, pero hice tantas cosas mal.
La mayoría de los errores que cometí tuvieron que ver con el trato con los jugadores. En esa época no tenía suficiente empatía. Era joven y venía de jugar profesionalmente a ser jugador-entrenador en la segunda división de una liga regional, la Ryman League.
Fue duro. Pero las canas te dan perspectiva: ahora miro atrás y desearía haber tratado a los jugadores de manera un poco diferente.
Lo que sí hice fue asegurarme de que el equipo sintiera que pertenecía al club. En la pre-temporada, todos ayudábamos con el mantenimiento del campo y pintábamos las paredes. No teníamos un presupuesto para competir, así que yo sabía que tendría que contar con un buen espíritu de equipo, y hacer ese tipo de cosas juntos contribuía con eso.
Después de tres años allí, sabía que entrenar era el camino que quería seguir. Irme fue una decisión difícil, pero cuando llegó la oportunidad de entrenar al equipo Sub-18 del Leyton Orient, sentí que era la elección correcta.
Desde afuera la percepción puede ser que pasar del fútbol de adultos al juvenil es una muestra de falta de ambición, o que es la opción "segura”.
Es algo que he hecho dos veces en mi carrera.
El Orient me dio la oportunidad de entrar en una estructura profesional. Y trabajar con juveniles no significó un gran cambio para mí. Yo ya había trabajado con equipos juveniles locales cuando todavía era jugador y me había encantado.
Realmente, esa experiencia había sido el arranque. Lo que encendió la llama.
Llegué al Orient a mitad de la temporada. En ese momento, creo que estaban en el último puesto de la tabla, pero pude darles un impulso y dimos vuelta a la situación.
Aún así, cuando el Exeter City vino a buscarme nueve meses después, probablemente fui el candidato a entrenador menos popular entre los aficionados del equipo. Fue una decisión de enorme riesgo para Steve Perryman, quien para entonces era el director deportivo del club. Un riesgo que posiblemente solo aprecio completamente en la actualidad.
"Me pareció un poco injusto cuando Sir Alex hizo entrar a Cristiano Ronaldo y Paul Scholes a media hora para el final"
Cuando llegué, el club tenía una deuda de más de un millón de euros y estaba operando bajo un embargo de transferencias. Fue una prueba. ¿Podría trabajar y sacar lo mejor posible de lo que ya había allí?
Ya fuese por ignorancia de juventud o confianza en mí mismo, pensaba que sí podría. Si me ofreciesen ese mismo trabajo ahora no estoy seguro de si lo tomaría. Pero en ese momento, los obstáculos no me asustaban.
Unos cuatro meses después de mi llegada, enfrenté una prueba distinta: una eliminatoria de tercera ronda en la FA Cup contra el Manchester United en Old Trafford (abajo).
Fue un momento oportuno, después de haber tomado impulso rápidamente. A veces cuando un nuevo entrenador llega puede darle a los jugadores ese ímpetu, así que estábamos en un buen momento cuando llegamos a ese partido. Pero yo me aseguré de preparar a los jugadores para cualquier tipo de escenario: ¿Qué hacemos si estamos perdiendo 5-0 en el intermedio? ¿Cómo enfrentamos eso? ¿Qué hacemos si estamos ganando? ¿Cómo manejamos eso?
También tenía que asegurarme de que no iríamos allá solo de turistas. No quería que fuésemos de “excursión” y al final terminar con una paliza. Si esa era la única vez que los jugadores iban a salir a jugar a Old Trafford – si era la única vez que yo iba a dirigir allí – entonces queríamos hacer algo que nos hiciera sentir orgullosos posteriormente.
Hablamos de la idea de verlo como un partido de la Conference (Liga Nacional) o la Premier League, y sabíamos en cual de los dos escenarios nos íbamos a sentir mejor. La pregunta era: ¿Cuánto tiempo podríamos jugarlo como si fuera de la Conference?
En realidad, fue probablemente durante 20 minutos. Después de eso, pasó a ser un partido de la Premier League, un partido en el que sabíamos que no íbamos a tener el balón.
Me pareció un poco injusto cuando Sir Alex dio entrada a Cristiano Ronaldo y Paul Scholes a media hora para el final.
Pero estuvimos bien. De hecho, más que bien. El partido terminó 0-0, lo que significó que los trajimos de vuelta a nuestra casa para jugar de nuevo.
“Vi que la dinámica entre la academia y el primer equipo cambiaba en función de quien estaba a cargo"
Unos 18 meses más tarde, dejé el club para pasar a ser el entrenador del equipo Sub-18 en el Tottenham.
En definitiva, creo que para ser exitoso tienes que disfrutar ver a tu equipo jugar. Llegué al punto en el que no necesariamente sentía eso. Por supuesto, estás orgulloso del esfuerzo y te sientes bien después de las victorias, pero me sentí como si solo aprendiera de los errores, un lugar peligroso para estar.
Quería entender cómo podría jugar una versión distinta del juego.
El problema era que nunca lo había jugado o ni siquiera había tenido un entrenador que me lo enseñara. Así que no sabía cómo entrenar a los jugadores. Yo tenía la teoría – había leído un millón de libros, visto un millón de demostraciones y había tomado todos los cursos posibles – pero no lo entendía.
En ese momento, me habían ofrecido un par de trabajos en la liga, pero yo podía ver dónde me iban a llevar. No pensé que seguiría adelante siendo exitoso.
Así que escogí la opción de volver a aprender.
Conocía al director de entrenadores del Tottenham, John McDermott, de mi etapa en el Watford, donde él era el director de la academia. También le había pedido consejos cuando estuve en el Leyton Orient y él trabajaba para la Federación Inglesa de Fútbol.
“Creo que no les estoy dando un buen servicio a los muchachos. No tengo suficientes sesiones. ¿Podrías venir y simplemente explicarme algunas cosas?”.
Fue exactamente lo que hice. Es ahora cuando miro atrás y pienso que quizás eso fue parte de mi entrevista de trabajo antes de la verdadera entrevista. Quizás me hizo un seguimiento para ver cómo avanzaba mi carrera.
"La pregunta que nos hacíamos era: ¿Cuál es la edad más temprana para saber que alguien será futbolista, un jugador top en la Premier League?"
Me tomó un año adaptarme a ser un entrenador de un equipo Sub-18. Un año para sacar la cabeza de tú sabes dónde, a entender de qué se trataba el trabajo.
Durante los seis años que estuve allí, el Tottenham tuvo cuatro entrenadores distintos. Eso me permitió ver cómo la dinámica entre la academia y el primer equipo puede cambiar de acuerdo a quién esté a cargo arriba del todo. A veces sientes que eres una parte integral del club. En otras ocasiones, sientes que estás un poco más aislado.
La verdad es que cuando llegué no sé cuánto habríamos ayudado al primer equipo porque no estoy de seguro de haber tenido los jugadores capaces de ir más arriba. Lo que sí teníamos, sin embargo, eran jugadores más jóvenes estupendos con los que trabajamos muy duro.
No había, sin embargo, ninguno que yo creyera que lo iba a lograr con toda seguridad. Creo que a los 14 años Harry Kane estaba probablemente en la mitad del grupo. Estaban también Ryan Mason, Harry Winks, Danny Rose o Andros Townsend. Todos tenían sus etapas en la que pensabas que estaban a millones de kilómetros de la meta y, en otras ocasiones pensaba: “Dios mío, van a romperla”.
La cima es simplemente tan alta. Tienen que escalar una enorme montaña para llegar.
Recuerdo una interesante discusión sobre el tema de la edad con el exdirector de la academia del Liverpool, Steve Heighway, y Nick Marshall, quien era el gerente de la academia del Nottingham Forest.
Estuvimos hablando acerca de los jugadores que habían salido de las respectivas academias mientras trabajamos en ellas, una conversación de la que no sales muy bien parado con Steve Heighway.
“McManaman, Fowler, Owen, Gerrard, Carragher…”
Está bien Stevie, tú ganas.
Pero la pregunta que nos hacíamos era: ¿Cuál es la edad más temprana para saber que alguien será futbolista, un jugador top en la Premier League?
Llegamos al consenso de que, por lo general, era entre los 16 y 18 años. En el caso de Steve hubo uno que rompió el patrón, uno que él supo que sería un gran jugador cuando apenas tenía 14 años.
Ese fue Michael Owen.
"El talento puede llevarte hasta los 16, pero creo que es el carácter lo que te lleva hasta los 35"
Pero él fue el único. Eso sugiere que, hasta ese punto, todos están en igualdad de condiciones porque simplemente realmente no lo sabes. Hay demasiados factores en juego.
A esa edad, no sabes realmente cómo soportarán la presión. O cómo serán en un ambiente de mayores o cuando tengan algo de fama y adulación. En ese momento, lo único que sabes es que tienen potencial.
Es alrededor de la misma edad en la que, creo, el talento deja de ser suficiente.
El talento puede llevarte hasta los 16, pero creo que es el carácter lo que te lleva hasta los 35. Creo que puedes jugar al fútbol a nivel juvenil si tienes talento. Pero si quieres jugar hasta los 35, entonces todo tienen que ver con la resiliencia, la capacidad para resistir la presión, la capacidad para evaluar las cosas con un poco más de honestidad.
Todo depende del carácter. El carácter es lo que te define cuando dejes los días de tu equipo juvenil y entres al mundo de los mayores.
¿Cómo sabes si un jugador joven tiene eso?
Por medio de la insistencia, empujándolo, engatusándolo. Desafiándolo, en la manera correcta. Es cada vez más difícil para un entrenador hacer eso ahora… Es algo que se está poniendo más duro en muchas industrias. Pero yo creo que tienes que retarlo y tienes que confrontarlo, mientras lo hagas de la manera correcta.
Tus mejores jugadores ciertamente mirarán atrás y se darán cuenta de que son esas ocasiones las que lo ayudaron a prepararse para lo que vendrá. Porque es muy difícil describírselas cuando son jóvenes.
No es un empleo normal. Y no lo estás haciendo a una edad normal.
Mientras que otros muchachos pueden asumir responsabilidades a los 25 o 26, a veces les estás pidiendo a chicos de 18, 19 o 20 hacer el trabajo de un hombre. Prepararlos para eso es distinto comparado a un muchacho que pasa por el colegio, la secundaria, la universidad y que entonces, después, quizás se tome un año libre o se va a viajar, hasta que llegue el momento de empezar a trabajar.
Esa es una agradable trayectoria de vuelo a la adultez.
En el fútbol es más bien una sacudida. Es hundirte o nadar. Pero si quieres que los jóvenes tengan oportunidad en un ambiente de adultos, entonces eso no va a cambiar. Todos esos factores están ahí, los quieras o no.
Es el rol de la academia prepararlos para eso.
“La diversidad fue un enfoque para mí. No pensé que fuéramos representativos de lo que era el fútbol en Inglaterra"
Dejar de entrenar para aprender una distinta versión del juego fue una de las mejores decisiones que tomé en mi carrera.
Aprendí de tanta gente buena en el Tottenham. Considero que John McDermott es el mejor en lo que hace. Fui muy afortunado por el tiempo que pasé con él.
Me enseñó sobe niveles.
No solo niveles de acciones. Es sobre estándares de pensamiento. Niveles de mi forma de pensar como entrenador, y poder pasar esos estándares de calidad a los jugadores con los que estaba trabajando.
Cuando recibí una llamada de Brendan Rodgers preguntándome si quería ser el entrenador del equipo Sub-21 del Liverpool, tuve que pensarlo detenidamente. Tenía que tomar una decisión enorme. Pero al final sentí que era el momento correcto para asumir un nuevo reto.
Al final, solo estuve con el equipo Sub-21 por dos años antes de pasar a ser el director de la academia en 2014. Ese paso significó otro período de ajuste para mí. Por supuesto que eché de menos trabajar con ese grupo, pero lo cierto es que aun sigo entrenando. La única diferencia es que no tengo la responsabilidad de un equipo en específico. Trabajo con todos los grupos desde los menores de 9 años hasta el equipo Sub-23.
Como director de academia, tenía una visión muy clara sobre cómo podríamos cambiar las cosas.
"Cuando Jurgen Klopp llegó al club, vi de inmediato que es exactamente igual a como es en pantalla"
Mi prioridad fue concentrarme en la calidad porque me parecía que los grupos eran todos muy grandes, lo que no era justo para ninguno de los niveles. No era justo con los muchachos que no deberían estar aquí porque podían estar jugando de forma regular en otras academias. No era justo con el club porque necesitábamos estar a cargo de grupos que fuesen más representativos de lo que somos. Y no era justo con los entrenadores que estaban a cargo de grupos grandes en vez de entrenar a jugadores.
La diversidad también era un foco para mí. No me parecía que éramos representativos de lo que es el fútbol en Inglaterra, así que estaba interesado en cambiar eso. Eso significaba cambiar nuestro enfoque hacia el reclutamiento. Nuestra mirada. Y tener una mejor sensación sobre nuestra identidad y el tipo de fútbol que queríamos jugar.
Era un estilo que era más atlético. Fomentaba más el dominio del balón. Permitía más libertad a los jugadores para que exploraran distintas zonas del campo e intercambiar las posiciones. Un estilo de fútbol que pensábamos podría sostener a la academia por muchos años.
Cuando hay un cambio de entrenador a nivel del primer equipo, siempre hay un poco de ansiedad inicialmente, porque has desarrollado una relación con el que estaba antes y con el cuerpo técnico. Pero eso es parte del juego. Ver cuatro entrenadores distintos en seis años en el Tottenham te hace ser muy abierto de mente. Lo ves como una oportunidad para aprender.
Cuando Jurgen Klopp llegó al club, vi de inmediato que es exactamente igual a como es en pantalla. No tiene una cara para la cámara y otra para el resto de la gente. Es exactamente la misma, algo que me encanta.
Lo conocí el primer día que llegó al club, y desde el primer momento ha tenido la misma personalidad, la misma risa, el mismo entusiasmo.
Creo que es esa autenticidad lo que le ayuda a tener tanto impacto sobre los jugadores. En definitiva, él es muy bueno entendiendo a las personas: lo que les motiva y sus exigencias. Es muy buen comunicador también. Lo puedes ver en la forma en cómo se maneja con la prensa, pero eso es algo que también traslada fácilmente al campo de entrenamiento y a las conversaciones con todo el mundo en el club.
He tenido suerte aquí. Los entrenadores con los que he trabajado han creído mucho en lo que la academia puede producir. Ninguno de ellos solo habló por hablar. Y he tenido un apoyo increíble de los propietarios.
Ambas cosas han contribuido a crear una academia que se construye sobre bases más fuertes. Una academia que, creo, será más autosuficiente en los años venideros. Estamos mejorando en lo que hacemos a más temprana edad, lo que significa que habrá menos necesidad de reclutar a los 15, 16 y 17 años. Creo que tenemos ahora a los jugadores que después actuarán en el club.
Yo disfruté mucho mis etapas como entrenador en el Leatherhead y el Exeter, pero mientras pueda elegir, siempre preferiré trabajar con los jóvenes. Ayudarlos a desarrollarse es lo que me gusta. Para lo que soy bueno y lo que me apasiona mejorar.
Eso es lo que mantiene la llama viva.
Redacción: Héctor García