Quique Setién
Real Betis 2017-2019
En Sevilla hay un tipo distinto de pasión.
Para un hombre del norte de España, como yo, puede ser difícil de llevar.
Creo que hay que llegar a las victorias por medio de un argumento de cómo hacer las cosas bien. Aquí todo esto es un poco más irracional.
"Hay que ganar porque somos el Betis".
Por supuesto, hay aficionados en todos los clubes que no entienden por qué haces las cosas y por qué necesitas hacerlas. Lo único que les interesa es ganar o perder.
En mi caso, es lo más difícil de llevar en esta profesión.
La gran mayoría de la afición del Betis sí ha interiorizado mi idea del juego. Sin embargo, no ha sido fácil.
En la primera mitad de la pasada temporada, cuando perdimos partidos, quizás les costó entender algunos de los conceptos detrás de nuestro juego. Sin embargo, había cosas buenas que rescatar de esas derrotas y todo siempre es mejorable.
Ya para el final de la temporada, cuando terminamos sextos en La Liga, nuestro enfoque sí que fue más aceptado.
Los aficionados han visto los resultados de salir jugando con el balón desde atrás. La manera en la que te permite controlar el partido. Para jugar en campo contrario, incluso a pesar de echar la pelota muchas veces para atrás antes de llegar. Para encontrar a ese hombre libre que nos puede dar la superioridad hacia adelante.
"En el fútbol, si quieres sobrevivir, no te queda más remedio que adaptarte"
Son consecuencias positivas a largo plazo.
Hay mucha gente que aún cree que cuando el portero tiene el balón y no vas ganando, lo tienes que mandar a la portería contraria lo más rápidamente posible.
Ese no es el camino más rápido.
Todo es cuestión de adaptarse.
A lo largo de mi vida siempre he tenido que hacerlo. He tenido que cambiar de entrenadores, compañeros, ciudades… En el fútbol, si quieres sobrevivir, no te queda más remedio que adaptarte a lo que viene.
Esto es lo que hay.
Como técnico, cada año tienes que convencer a los futbolistas nuevos que llegan. O vas a un nuevo equipo y tienes que empezar de cero. Firmas un contrato con un nuevo club y les explicas cómo eres… aunque luego sabes que lo que quiere todo el mundo son resultados.
Tienes que adaptarte también a momentos delicados y a ciertos matices. Aquí en Sevilla es la pasión. Si no te pones en ese mismo nivel, no vas a sobrevivir.
A lo largo de mi carrera como jugador tuve 14 entrenadores.
Es verdad que con muchos aprendes lo que no tienes que hacer como entrenador, pero siempre he tenido un gran respeto hacia la figura del técnico. Es fundamental para cualquier equipo.
Entre los entrenadores que tuve, Luis Aragonés (abajo) me marcó mucho. Me hizo ver las cosas de manera diferente. Competir de verdad.
Me metió en vena ese punto de agresividad que yo no tenía después de ocho años en Santander, donde había estado un poco acomodado. A la mayoría de los entrenadores que tuve les valía con que yo metiera dos goles o diera algunos pases.
Pero cuando llegas al Atlético de Madrid te das cuenta de que con eso solo no vale. Para estar en la elite hay que trabajar mucho más duro.
Como entrenador siempre trato de que haya coincidencias entre la manera de pensar del jugador y la mía.
El futbolista sabe que cuando entra en la disciplina de un equipo hay una parte de él que tiene que sacrificar al servicio de sus compañeros.
No puedes ganar el partido tú solo. Tienes que ganar el partido que jugamos todos. Alcanzar un equilibrio, un sentido de cohesión, entre todos. Eso al final es lo que determina si tienes un equipo o solo 11 futbolistas sobre el campo jugando cada uno a lo que se le ocurra.
"El futbolista se siente más feliz cuando le das el balón"
Por eso es importante que un técnico y sus jugadores piensen del mismo modo y que los futbolistas jueguen donde realmente puedan dar lo mejor de sí mismos. Creo que todo el mundo tiene claro ya que uno rinde mucho más cuando está contento y feliz. Si venir a entrenar supone un problema cada día, ese futbolista no va a expresarse desde dentro. Y todo futbolista seguramente se siente más feliz cuando le das el balón.
Al fin y al cabo, la mayoría se han hecho futbolistas profesionales porque no han estado sin un balón desde que eran niños. En su casa, en la calle, en el patio del colegio. Hasta los menos dotados técnicamente han querido tener el balón en sus pies. No para quitárselo al rival, ni para defender. Solo para jugar.
Sin embargo, ese sentimiento que un futbolista tiene dentro – esa alegría de jugar – se puede perder con el paso de los años.
A veces, en el mundo profesional puedes acabar solo haciendo lo que te piden.
En mi carrera como jugador, hubo una etapa en la que empecé a ver que los entrenadores les decían a los jugadores: ‘Tienes que hacer esto. Cuando estés aquí viene tu compañero y tú te vas allí. Cuando el balón está en una cierta posición, te acercas’.
Te marcaban las pautas. Les decían a los jugadores lo que tenían que hacer y veías que todo el mundo a tu alrededor trataba de hacerlo, funcionara o no.
Yo jugué para entrenadores con los que me pasaba el partido corriendo de un lado a otro del campo, pero nunca tocaba el balón.
"Cuando vi al Barcelona de Cruyff me dije: 'Esto es lo que a mí me gusta'"
Muchas veces sacrificaba mi forma de ver el juego para hacer lo que me mandaban mis entrenadores. Venía a recibir el balón a una posición donde creía que mi compañero me lo podía pasar, pero en su lugar ese compañero daba un pase largo al espacio. Lo hacía porque es lo que le pedía el entrenador.
Eso era un problema enorme para mí.
Como jugador, no quieres entrar en conflicto entre lo que te pide el entrenador con los que tú veías que podías desarrollar sobre el campo. Tratas de hacer lo que puedes, por supuesto, pero te das cuenta de que hace falta algo.
Recuerdo cuando llegó el Barcelona de Johan Cruyff.
Jugabas contra ellos y te pasabas casi todo el partido corriendo detrás del balón. Entonces me dije a mí mismo: "Esto es lo que a mí me gusta. Me gustaría estar en ese equipo y saber por qué pasa esto".
¿Cómo se puede llegar a conseguir que un equipo tenga el balón permanentemente y que el rival esté persiguiéndolo casi todo el partido?
A partir de ahí empiezo a darle sentido a lo que he estado sintiendo durante toda la vida, a lo largo de mi carrera.
Comencé a realmente ver el fútbol. A analizarlo. A entender lo que sentía y lo que quería poner en práctica cuando me convirtiera en entrenador.
Yo quería el balón.
Redacción: Héctor García