Gheorghe Hagi
Director de la Academia Gheorghe Hagi y entrenador de FC Viitorul, 2015-Actualidad
Yo nací con el fútbol total del Ajax en los años 70’.
Empecé a leer sobre ellos, todo lo que llegaba a mis manos. Como ese niño que devora cómics de sus superhéroes. Pues bien, los míos eran los jugadores de ese Ajax. Especialmente Johan Cruyff, mi ídolo.
Más tarde empecé a ver partidos de muchos de ellos con la selección holandesa, los mundiales de 1974 y 1978.
Así que toda mi mentalidad tiene que ver con el fútbol total. Dominar, imponerte en el campo, tener el control del partido y manejar los dos principios sobre el balón: la posesión y la presión para recuperarlo lo más pronto posible.
Cuando firmé por el Barcelona de Cruyff tuve la oportunidad de conocer todo eso de primera mano. Vivir de cerca todo lo que había leído y visto por televisión.
Estaba en el Mundial de 1994 cuando me llamó mi agente. “¡Cruyff está interesado en ficharte!”, me gritó nada más descolgar el teléfono.
Tiempo antes, me sentí muy orgulloso cuando leí en alguna parte que él dijo que yo era su número ‘10’ favorito de los 90’. Al margen de este interés de Johan, estaba una oferta del Tottenham. Una opción muy interesante en lo económico. Pero el dinero no me importaba.
Me encantaba jugar en España, había estado antes en el Real Madrid, y era la oportunidad de trabajar a las órdenes de mi ídolo. Así que cuando se confirmó esta oportunidad, ni me lo pensé.
"Johan Cruyff era mi ídolo, tuve la suerte de vivir de cerca todo lo que había leído y visto por televisión"
Mi paso por el Barcelona y el Real Madrid me cambió la mente. La forma de ver el fútbol. Una mentalidad que probablemente no tenía antes. Ser el mejor siempre.
En esos equipos no hay otro remedio. No basta con serlo un día y ya está. Debes ser el mejor cada partido. En cada entrenamiento. Porque en el fútbol, y en el deporte en general, lo que hiciste ayer no es válido hoy.
Ganas y tan solo en dos días hay que volver a ganar otra vez. Así que todo dependerá de la ambición que tengas dentro de ti. Esto es lo que te llevará al éxito.
Ese es el espíritu que he querido proyectar en mi academia.
Antes de dejar de jugar, sobre todo en los últimos tres años de mi carrera, empecé a darle vueltas a la cabeza para hacer algo por el fútbol, porque el fútbol me lo ha dado todo. Una educación, una formación y una mentalidad.
Finalmente encontré la idea. “Quiero hacer una academia en Rumanía con mi nombre para los niños. Darles una oportunidad de poder ser jugadores”, le dije a mi familia y a la gente de mi entorno.
Hice este proyecto porque creía que era necesario en nuestro país. En Rumanía alcanzamos un nivel muy alto en la selección en los años 90’. Pero después lo peor que hicimos fue no invertir en la cantera.
Mucha gente recuerda lo que hicimos en el Mundial de 1994, llegando hasta los cuartos de final, con partidos increíbles como el de Argentina. Una segunda revolución en el país, como digo yo.
Pero la base del éxito estaba en que era un equipo que venía desde hacía muchos años atrás, desde finales de la década de los 80’. El chico que destacaba era llevado a la capital, Bucarest, y ahí era seleccionado para formar parte de un grupo que estábamos todo el día juntos. En el colegio, en los entrenamientos, en las comidas, en los partidos… Así se hizo la mejor generación de futbolistas que ha dado este país.
Porque no dependía de uno solo.
Un jugador solo va a llegar a ser grande si tiene detrás de él a un equipo importante. Yo en Estados Unidos jugué a un alto nivel porque detrás de mí había un equipo. Jugadores de una enorme calidad en todas las líneas que trabajaban mucho sin balón para que, después, yo lo pudiera tener.
Entre todos creamos un espíritu de equipo increíble. Es el principal consejo que le he dado a mi hijo Iannis (abajo, jugador del Rangers de Glasgow). “Tienes que buscar un equipo fuerte. Con grandes jugadores. Eso te hará rendir mejor”.
"La base del éxito de Rumanía en el Mundial 94' estaba en que era un equipo que venía desde hacía muchos años atrás"
La planificación de la academia es la misma que esa selección de Rumanía. Buscamos a los mejores talentos. De cualquier rincón de país. Desde chicos de 7 años hasta los más mayores. Después todos entrenan y están juntos todos los días para alcanzar un mismo objetivo: llegar a jugar en el Viitorul, el primer equipo.
Es un proyecto que cuenta con infraestructuras de un alto nivel competitivo en Europa. Un estadio de Primera División, más de ocho campos, un gimnasio, un centro donde los chicos puedan descansar y comer. Todo de un esfuerzo personal, al que se han ido sumando diferentes actores que nos ayudan a ofrecer lo mejor a los jugadores.
Pero para mí lo mejor no es solo lo que hemos conseguido con Viitorul. Como ganar la Liga, la Copa o la Supercopa de Rumanía. O todos los títulos de los equipos de las categorías inferiores.
También es una gran satisfacción desarrollar jugadores para llegar a las diferentes categorías de la selección. Me sentí enormemente orgulloso con el equipo Sub-21 que participó en el Europeo de 2019 en Italia. Una selección que llegó hasta semifinales con muchos jugadores de la academia.
Para alcanzar todo eso se necesitan tres elementos. Primero, tiempo. Si quieres conseguir el éxito necesitas planificar y desarrollar. Nada surge de hoy para mañana. El segundo son los jóvenes. Hay que darles la oportunidad. No cuenta la edad, cuenta el valor del jugador. Y el tercero es el talento.
Esos tres elementos forman parte de lo que llamo ‘Campeones crean campeones’. Un modelo de trabajo para planificar el éxito.
Y en todo eso está la parte técnica. La del entrenador. Yo vivo 24 horas al día para esto.
Intento conocer de cerca todo lo que está pasando. En cada equipo, con cada chico, cuidando también cómo es el trabajo de los diferentes técnicos de la academia.
Para mí, el entrenador, no importa la edad del grupo o la categoría, es un mentor para sus jugadores. Él tiene que hacer que el equipo juegue muy bien, saber hablar con el futbolista y convencerlo.
"Me gusta la palabra manager que utilizan los ingleses para definir al entrenador; no solo se trata de entrenar"
Tuve muchos entrenadores en mi etapa como jugador. De lo mejores. Aprendí muchas cosas, pero una por encima de todo. Lo que hablas con el jugador, luego se tiene que cumplir en el campo. Si eso no ocurre, dejarán de creer en ti. Ofrecerles soluciones a todos, porque no todos los jugadores necesitan lo mismo.
Yo he tenido compañeros a los que el entrenador les tenía que hablar mucho, y a otros que no hacía falta que le dijeran nada. Pero uno no era mejor que otro. Tan solo eran diferentes, y debes actuar en relación a esto. Por eso me gusta la palabra manager que utilizan los ingleses para definir al entrenador. No solo se trata de entrenar.
Debes dirigir todo lo que ocurre.
Me siento muy afortunado con todo lo que estamos haciendo. Completamente lleno con mi trabajo. Una condición indispensable si quieres hacer algo bien. Esta fue la razón por la que dejé de jugar el fútbol.
Me encantaba jugar los partidos. Pero el problema era ir a entrenar.
Entrenar es lo peor para un deportista. Ahí todo lo que haces es sufrir. Pero es lo que tienes que hacer para poder jugar al máximo cada día. Sin embargo, ya con 36 años y algunos meses no quería eso cada día. Y tampoco quería jugar si no había podido dar el máximo durante la semana de entrenamientos. No hubiera sido sincero conmigo si lo hubiera hecho.
"Me equivoqué en mi primera decisión como entrenador, pero eso me sirvió para aprender"
Tan solo unos meses después de retirarme, me llamaron para ser el seleccionador de Rumanía. Yo tenía otros planes, al menos estar un año fuera del fútbol para estar tranquilo con la familia. Pero no pude. Así que la transición de jugador a entrenador fue bastante rápida.
Ocurrió que el técnico que estaba en la selección (Ladislao Bölöni) tuvo una oferta de un club de Portugal y se fue, dejando un hueco libre. En ese momento vinieron todos a decirme que yo tenía que empezar por ahí.
“No lo puedes rechazar”. Y no lo hice.
Las cosas fueron bien en el primer partido. Sin embargo, después llegó lo que no le gusta a nadie después de no clasificarnos para el Mundial 2002: las críticas.
Me equivoqué en mi primera decisión como entrenador. Pero eso me sirvió para aprender. Llegar a la conclusión de que no debía entrenar un equipo a mitad de camino porque, como te dije antes, para planificar el éxito se necesita tiempo.
Nosotros pusimos en marcha la academia en 2009 y no ganamos la liga con el primer equipo hasta 2017. Sin embargo, no había prisa. Sabíamos lo que queríamos, ganar, y, lo más importante de todo, el modo de conseguirlo, jugando bien.
No sé si hay otro modo de hacerlo. Seguramente sí, pero este es el que yo quiero.
Ya te lo dije al principio.
Nací con el fútbol total del Ajax, y esas ideas quedaron para siempre en mi cabeza.
Redacción: Héctor García