La Liga, 17 de marzo de 2018
Junior Firpo (34)
Boudebouz (56)
Francis (69)
La llegada del entrenador español al banquillo verdiblanco (su segundo club en la Liga Santander) suponía toda una declaración de intenciones para un equipo que llevaba años alternando entre la Segunda y la Primera División española sin una identidad de juego definida. Sin embargo, los comienzos no fueron sencillos para el Betis. El fútbol asociativo de Quique Setién, con una gran influencia de Johan Cruyff, generó algunas dudas entre la afición, y más con una irregular primera vuelta, encadenando grandes victorias (el 0-1 al Real Madrid en el Santiago Bernabéu o el 3-5 en el derbi ante el Sevilla), con dolorosas derrotas: 43 goles en contra en las primeras 21 jornadas-.
Finalmente, con paciencia y trabajo, el Betis asimiló esos nuevos conceptos para seguir siendo en un equipo atractivo, pero también seguro en zona defensiva. Ese equilibrio ofensivo-defensivo permitió llegar al cuadro de Quique Setién al último tramo de temporada con aspiraciones europeas, algo que no ocurría en el Benito Villamarín desde hacía mucho tiempo.
El partido en la jornada ante el Espanyol en la jornada 29 se vivía entre la frontera: instalarse definitivamente en puestos europeos o conformarse con vivir un final de temporada tranquilo. Un partido decisivo donde el equipo de Quique Setién mostró todas sus variables ofensivas y defensivas, siempre con el balón como gran protagonista.
La victoria ante el Espanyol sirvió como arranque de un espectacular final de temporada -cinco victorias en los seis partidos siguientes- que llevó al Betis a la clasificación para jugar la Europa League. La siguiente temporada, aunque con algunos jugadores diferentes, especialmente en el medio del campo, mantuvo los mismos conceptos impuestos por su entrenador desde su llegada.
Redacción: Héctor Riazuelo