Selección de México
'Tata' Martino ha comenzado su etapa en la selección de México con buen pie después de ganar sus dos primeros amistosos ante Chile (3-1) y Paraguay (4-2). El entrenador argentino sustituye a Juan Carlos Osorio, quien decidió no renovar su contrato después de su gran papel de "El Tri" en la Copa Mundial de la FIFA 2018 en Rusia. Martino asumió el control de México en enero de este año, después de dos temporadas muy exitosas con el Atlanta United, que terminó como campeón de la MLS en diciembre de 2018.
El entrenador argentino ha dejado claro en estos dos primeros partidos que desarrollará su juego sobre un 4-3-3. Ni hasta diez cambios entre un partido y otro le hizo variar el dibujo.
Una idea diferente a la de Osorio, quien utilizó cuatro formaciones diferentes en sus últimos diez partidos como seleccionador de México. Aunque aún es temprano en el reinado de Martino, el cambio estadístico más notable de México es la pérdida de desborde. Del 33% de duelos ganados con Osorio por partido al 16% con Martino.
ANÁLISIS TÁCTICO
En ataque:
Dentro del 4-3-3 de Martino, los extremos y los laterales hacen muy compacto el juego por banda. Muy a menudo en un 4-3-3, si el extremo se desliza hacia adentro, el lateral se abre a banda para generar amplitud, ya que ese espacio se encuentra libre.
Sin embargo, en estos dos partidos México (abajo) ha optado por colocar a sus dos extremos fijados frente a la línea defensiva rival, lo que puede explicar su falta de desborde.
Desde aquí, los dos medios centrales ofrecen carreras hacia delante por los carriles interiores, siendo una fuente importante de penetración para "El Tri".
Los laterales de México pueden desdoblarse por dentro, pero el extremo de su lado a menudo permanece cerca de su compañero. Esto ayuda a separar a los delanteros y centrocampistas de banda de los defensores centrales, lo que aumenta los espacios para que los centrocampistas centrales puedan penetrar.
Los extremos de México se mueven hacia adentro y atacan el área rival cuando llegan al último tercio de campo. Sin embargo, rara vez permanecen dentro de los carriles internos, y en su lugar optan por llegar hasta el área rival, especialmente si el único delantero (Javier Hernández o Raúl Jiménez) ha salido de esa zona para buscar asociarse en otros espacios.
Cuando México ataca en juego directo, los movimientos del delantero (arriba) también permiten a los interiores irse adentro y atacar la espalda de su rival. Esto también abre espacios para el “9”, que puede cambiar su movimiento para unirse al ataque resultante.
El perfil específico de cada delantero es clave dentro del estilo de construcción de juego. Hernández prefiere permanecer más alto y a la espalda de sus rivales, lo que naturalmente reduce la necesidad de centrocampistas centrales que puedan ir de área a área.
El perfil de Jiménez es diferente, más hábil para retener la pelota, especialmente después de salir de su zona. Por lo tanto, requiere de mediocampistas centrales más potentes para correr por delante de él para que sea una herramienta de ataque efectiva.
De cualquier modo, México ha intentado construir con pases en cortos desde atrás y combinar con los movimientos por delante del “tercer hombre”. Pero la fase de inicio de juego todavía carece de los mecanismos para saber cuándo debe salir el “tercer hombre” hacia adelante y el trio central del medio del campo moverse para dar espacio a su compañero.
A pesar de que es pronto para sacar conclusiones, Martino ha dejado clara la intención de intentar dominar la posesión (42% ante Chile y 61% contra Paraguay), anotando 7 goles.
En defensa:
Con los laterales muy arriba y abiertos en banda, México tiene capacidad para ejercer la presión tras pérdida inmediatamente y frenar así cualquier contraataque. Pero si el rival consigue llevar el balón lejos de la zona recuperación, México se queda expuesta para ser atacada.
Los espacios a la espalda de los laterales (arriba) son decisivos cuando se ataca a México de esta manera, especialmente cuando un delantero rival cae a banda para recibir. El primer gol de Paraguay fue un buen ejemplo de cómo explotar los espacios detrás del lateral de México, después de una pérdida de balón.
El bloque defensivo 4-1-4-1 (abajo) de México tiene problemas a medida que el mediocampista central más cercano adelanta su posición para ayudar al delantero en la presión de los defensas centrales.
Si la línea defensiva del rival se expande, naturalmente, las distancias entre ellos aumentan, lo que obliga a distribuir la presión. Eso, sin embargo, hace que se abran espacios en las unidades de México, momento en el que los defensores centrales contrarios pueden ser capaces de explotarlos con un pase adelante.
Por otro lado, un defensa con capacidad para sacar el balón jugado desde atrás puede encontrar facilidades para avanzar al medio del campo y obligar a otros jugadores de México a salir de su zona.
Mientras México intenta establecer un estilo de juego que implique la salida de balón desde el portero, opta por jugar en largo cuando es presionado agresivamente por el rival.
La tendencia es enviar balones en largo hacia bandas, con los laterales de México como objetivo. Algo que tiene sentido, ya que los mexicanos juntan en esa zona al extremo y al lateral. Circunstancia que asegura en gran cantidad de ocasiones la posesión.
Aunque si pierde los duelos individuales en los balones en largo, la línea defensiva de México es particularmente susceptible de tener problemas, ya que ambos defensores centrales tienen que salir a banda y, por lo tanto, no brindan protección en los espacios centrales.
Martino le ha pedido a sus equipos que adopte un bloque medio defensivo en 4-2-3-1, en caso de que el rival empuje a los mediocampistas centrales hacia arriba o descuelguen a un delantero para intentar crear superioridades por dentro.
Cuando se encuentra sobre este formato, México permanece en una estructura más compacta, con menos probabilidades de que se dividan las unidades y abran espacios.