Vera Pauw
Selección femenina de Escocia 1998-2004, Selección femenina de los Países Bajo 2004-2010, Selección femenina de Rusia 2011, Selección femenina de Sudáfrica 2014-2016, Houston Dash 2018
"Ya no podemos con esta niña, solo quiere jugar al fútbol".
Tenía 13 años cuando mi padre escribió eso en una carta a la Federación Holandesa de Fútbol. Crecí jugando en la calle con mis dos hermanos -somos trillizos- pero después de la escuela primaria no tenía un lugar para practicar el fútbol.
Iba a los partidos de mis hermanos y corría a lo largo de la línea de banda con una pelota, solo para demostrar que sabía jugar.
Fue entonces que mi padre decidió tomar cartas en el asunto, por lo que le pidió ayuda a la Federación. Me dispensaron una licencia especial para integrar un equipo femenino. Normalmente tenías que tener 16 años para hacerlo. Era la más pequeña, pero al menos podía jugar.
Formé parte de la selección nacional holandesa durante 14 años. Doce de ellos también estuve trabajando para la Federación, porque el fútbol femenino era puramente amateur entonces. No podías vivir de este deporte, así que tenías que trabajar. Y como el fútbol era mi vida, el único lugar donde quería trabajar era la Federación.
En ese tiempo aprendí mucho. Al principio, me centré en el desarrollo del fútbol femenino en el país. Luego en el desarrollo del fútbol aficionado, para hombres y mujeres, niños y niñas.
En la Federación Holandesa también me hice amiga de Bert van Lingen, quien más tarde se convirtió en mi esposo. Antes de eso, sin embargo, fue mi entrenador. También entrenó al más alto nivel en el fútbol masculino. Pasó muchos años como asistente de Dick Advocaat.
Cuando nos enamoramos, él dejó de dirigir al equipo femenino. En aquel entonces, no entendía la necesidad de hacerlo, pero ahora me doy cuenta de que era la única opción para mantener nuestros valores intactos.
Además de ser el amor de mi vida y mi mejor amigo, siempre ha sido también mi maestro.
Juntos nos mudamos a Escocia en 1998, justo después de retirarme como jugadora. Bert y Dick se hicieron cargo del Glasgow Rangers, y yo tuve la oportunidad de convertirme en directora técnica y entrenadora principal del equipo nacional femenino de Escocia.
"Lo primero que hicimos fue poner a las organizaciones clave que habían estado gestionando el fútbol femenino en Escocia alrededor de una misma mesa para hablar"
Bert y yo hablamos mucho sobre nuestro paso por Escocia. Fue el período donde hemos tenido más afecto en nuestras vidas por el cuidado que nos dio la gente. La alegría y la risa que recibimos de todos.
De donde yo vengo, tienes que patear traseros para que la gente siga adelante. En Escocia, lo más común era que tuvieras que poner el pie en el freno. Solía llamar a los jugadores mis "terriers escoceses", porque por ti hasta atravesaban paredes de ladrillo y cuando atrapaban a su "presa" nunca la soltaban.
Y, lejos del campo, la gente estaba dispuesta a explorar todas las posibilidades que ofrecía el fútbol femenino. Eso significaba que podíamos construir cosas sin poner barreras.
Cuando asumí el trabajo de seleccionadora de Escocia en 1998, la Federación acababa de hacerse cargo de la gestión del juego femenino. Mi papel era tanto de directora técnica como entrenadora, porque cuando un deporte está en desarrollo, necesitas el nivel más alto para ayudar a desarrollar las bases. Para construir los cimientos.
Lo primero que hicimos fue poner a las organizaciones clave que habían estado gestionando el fútbol femenino en Escocia alrededor de una misma mesa. Conté alrededor de 69 organizaciones diferentes, todas trabajando de forma independiente. Apenas se comunicaban entre sí porque cada uno pensaba que los demás no querían hablar.
Sugerimos una solución: "Vamos a sentarnos juntos y tal vez descubramos que no tenemos tantas diferencias".
Una vez que lo hicimos, pudimos crear programas de desarrollo para jugadoras jóvenes con talento en el país.
"En cualquier programa de desarrollo, la continuidad es lo que más hay que cuidar"
Cuando comencé mi trabajo con Escocia, Sheila Begbie ya estaba en la Federación como directora de políticas del fútbol femenino. Fue la mente maestra en cuanto al financiamiento y las relaciones clave que necesitábamos para construir el programa de fútbol femenino en Escocia. Juntas fuimos una gran combinación: yo hice la parte técnica y ella todo el trabajo brillante tras bastidores.
Nunca he conocido a nadie que esté tan bien informada sobre todas las oportunidades que existen para las mujeres y niñas.
Establecimos un plan de desarrollo de cuatro años, pero después de un año y medio tuvimos que reescribirlo: crear un nuevo plan. ¿Por qué? Porque ya habíamos conseguido todo.
Cuando me fui en 2004, el número de jugadoras en Escocia se había disparado. Era algo así como seis veces mayor que cuando yo llegué.
Por lo general, cuando uno deja un trabajo, la siguiente persona entra y quiere hacer algo diferente. Pero Sheila seguía como Directora de Fútbol Femenino, y juntas identificamos al candidato soñado como mi sucesora en Anna Signeul. Estábamos seguras de que el fútbol continuaría desarrollándose.
Habíamos puesto bases sólidas y en cualquier programa de desarrollo, la continuidad es lo que más hay que cuidar.
En mi siguiente papel como seleccionadora de Holanda (arriba) sentí presión sobre mis hombros.
Inicialmente rechacé el trabajo debido a algunos aspectos negativos (que, al final, salieron a la luz). Pero luego me dijeron –la Federación- que era su último intento de hacer algo con el fútbol femenino. Si no funcionaba, iban a rendirse.
Durante los siguientes cinco años, dedicamos toda nuestra vida a ese trabajo. Y cambiamos las cosas. En 2007 creamos la Eredivisie Vrouwen, que tenía como norma que cada equipo debía estar conectado con un club masculino. Significaba que, finalmente, había un lugar para que nuestras mejores jugadoras nacionales se entrenaran y jugaran diariamente a un nivel superior.
Comenzamos desde cero. Esto dio un compromiso común entre los clubes, el personal y las jugadoras.
"Establecimos reglas y regulaciones para que las niñas y los niños pudieran jugar juntos durante todo el proceso juvenil"
Las jugadoras se desarrollaron en dos equipos diferentes con el talento dividido entre ambos. El objetivo era tener a los equipos al mismo nivel. Una tarea enorme, pero si tienes una voluntad absoluta, al final el compromiso es total.
Cada año, la liga se decidió en el último partido.
En los 90’, ya habíamos trabajado en un gran proyecto en torno al fútbol mixto, dedicando años de investigación y desarrollando oportunidades para que las niñas jugaran en las ligas juveniles. Ese trabajo sigue ahora. Fue un ejemplo para el resto del mundo sobre cómo se puede desarrollar el fútbol femenino.
Establecimos reglas y regulaciones para que las niñas y los niños pudieran jugar juntos durante todo el proceso juvenil, cambiando el nombre de las ligas de chicos al de ligas juveniles. Fue un paso pequeño, pero muy importante.
Pero el momento más importante llegó en octubre de 2008, cuando vencimos a España en un play-off para clasificarnos por primera vez a la Eurocopa.
Después de 25 años de luchar contra todo para llegar a un torneo importante, me fui a lado del campo y pensé que sería una sensación que nunca volvería a tener.
Llegar a las semifinales del campeonato el año siguiente, antes de que Inglaterra nos eliminara en la prórroga (abajo), fue un gran éxito. Hizo que todo el mundo nos conociera. Regresamos de Finlandia para descubrir que, de repente, éramos famosas. Y que las jugadoras ahora tenían contratos profesionales; las mejores recibieron contratos en el extranjero. Lo ganamos en ese torneo.
El plan de desarrollo había alcanzado su última etapa. Ahora solo se esperaba que nos convirtiéramos en campeonas de Europa. Sabíamos que era solo cuestión de tiempo.
Pero nuestro éxito en Finlandia también significó que algunas personas que nunca se habían preocupado por lo que hicimos, o cómo lo hicimos, ahora intentaban interferir en todo. Obviamente, no esperaban que yo volviera tan rápido, porque les encontré haciendo una reunión sobre cómo eliminar el fútbol de género mixto y empezar de nuevo con equipos de chicas.
Les dije: "Escuchen, llevamos ocho años de investigación sobre esto. Es nuestra base del éxito. Por eso estamos donde estamos. No lo toquen. Por el contrario, vamos a desarrollarlo más".
Pero no querían que interfiriera en sus planes. Querían apropiarse del juego femenino cuando, anteriormente, no tenían ningún interés en absoluto. Habían pasado la mayor parte de su tiempo riéndose de nosotras. Luego corrieron como si fueran elefantes a través de una despensa llena de porcelana.
Ese fue el comienzo del fin para mí. Seis meses después de regresar de la Eurocopa, renuncié como seleccionadora. No me quedaba otra opción. Me hostigaron y me tendieron una trampa. Fue una etapa horrible.
Había puesto tantos años de mi vida en ello. Todavía no creo haber superado la forma en cómo terminó todo.
Desde entonces, he viajado mucho. Trabajando en todo el mundo: Rusia, Sudáfrica y Estados Unidos. Algunas experiencias te cambian más que otras. Pasé dos años y medio como seleccionadora en Sudáfrica, pero amaba a las jugadoras después de solo cuatro días.
Durante el tiempo que estuve allí, tuvimos muchos problemas. Pero el calor humano que tenían y la forma como se cuidaban mutuamente, ayudándose cuando no tenían dinero ni para la comida, fue algo que me enseñó mucho.
Pase lo que pase, siempre intentaban mirar el lado positivo. Siempre diciendo: "Amamos la vida".
Y tenían la voluntad total de cambiar sus vidas. Por eso, cuando nos clasificamos para los Juegos Olímpicos de 2016 fue un momento fantástico. Sabía que lograrlo cambiaría drásticamente la vida de esas jugadoras.
Y no solo de ellas, sino también la vida de familias, comunidades y miles de niñas en Sudáfrica. Ahora tenían algo con que soñar.
"Esta etapa me dejó una marca. Aprendí mucho sobre lo que es realmente importante en la vida"
Para hacerlo, tuvimos que lograr una victoria dentro de la boca del león. Fue contra Guinea Ecuatorial en un estadio donde nuestras rivales nunca habían perdido. Todo el país habría disfrutado de tres días de vacaciones si hubieran ganado ese partido. E hicieron todo lo posible para tratar de pararnos, desde grabar nuestro entrenamiento hasta tratar de echarnos de nuestro hotel.
No te puedes imaginar la sensación que experimentamos cuando ganamos el partido 1-0. Todas estaban llorando. Si ves las imágenes de ese momento y la explosión de emociones, fue realmente algo muy grande. Esa etapa con ese equipo definitivamente me marcó. Aprendí mucho sobre lo que es realmente importante en la vida.
A veces, en nuestra cultura occidental, veo personas quejándose porque tienen que dejar su teléfono durante medio día o algo así, y no puedo soportarlo. No se dan cuenta de que tenemos todo lo que queremos. Que es el lugar más cómodo del mundo para vivir.
Mucha gente mira mi camino en este deporte y me etiqueta como pionera. Para ser honesta, es algo de lo que puedo prescindir. Soy pionera porque nadie más lo hizo antes. Porque tuve que abrir todas las puertas.
En un documental sobre mi vida y los cambios que he hecho para las niñas, Louis van Gaal habló al respecto, diciendo: "Ese es el premio que ella se merece". Y sé que, por un lado, debo sentirme orgullosa. Pero, por otro, desearía que no hubiera necesidad de ser una pionera, porque significa que no había ninguna mujer antes de que yo que lo hiciera.
También significa que, a veces, las personas no ven más allá de esa etiqueta. No ven que soy una entrenadora de alto nivel: la calidad de mi trabajo, los logros de mis equipos, los estudios que he realizado y cómo he demostrado lo que valgo. La palabra "pionera" no resalta ninguna de esas cosas.
Sin embargo, estoy orgullosa de haber creado oportunidades para que las jugadoras marquen una diferencia en sus vidas. Que, sin mujeres como yo, el juego nunca hubiera estado donde está ahora. Porque no lo olvides, en todos los países ha habido otras mujeres peleando las mismas batallas.
Pero no se trata de mí. Nunca lo ha sido. Se trata de la próxima generación, y asegurarse de que las oportunidades estén disponibles para todas las mujeres en el fútbol.
Y eso comienza desde el principio, con niñas pequeñas que solo quieren jugar al fútbol.
Redacción: Héctor García