Jorge Jesús
Al-Hilal, 2023-Presente
El Perfil:
Solo seis meses después de asumir el cargo de entrenador, Jorge Jesus llevó al Flamengo a conquistar la Copa Libertadores en 2019. Un título que se le había resistido al equipo brasileño durante 38 años, tras el primero y único inspirado por el gran Zico en la competición en 1981. Jorge Jesus también se convirtió en el segundo entrenador portugués en dirigir al club, después de Cândido de Oliveira en 1950, y el logro en la Libertadores lo convirtió en figura de culto en el fútbol brasileño.
Más allá del éxito conseguido en su carrera internacional, fue en el Benfica, al que guió a ganar dos ligas de Portugal de manera seguida (2013/14 y 2014/15) por primera vez en 31 años y con el que alcanzó un total de 10 trofeos en seis años, donde Jesus verdaderamente construyó su reputación, siendo el lugar al que ha regresado, a los 65 años, al final de la temporada 2019/20.
Jesus también había sido el primer entrenador en ir directamente del Benfica al Sporting de Portugal (2015), pasando luego a dirigir al Ah-Hilal de Arabia Saudita antes de su llegada al Flamengo. En su vuelta al Benfica, las intenciones son las mismas que ha tenido siempre. “No basta con ganar un partido; también hay que entretener”, dijo una vez. Una filosofía con la que buscará seguir acumulando triunfos.
Estilo de juego:
Jesus reconoce que tiene una gran influencia de Johan Cruyff como entrenador. Su estilo tiene una identidad muy marcada, basado en un juego combinativo, intenso y ofensivo. Con su sistema más utilizado, el 4-4-2, y su variante en rombo, y como sistema secundario alternativo el 4-2-3-1, dentro de su modelo de juego utiliza al portero en posición avanzada para iniciar la salida de balón desde atrás, manteniendo la posesión con cambios de ritmo y de juego, que contribuyen a generar la superioridad numérica que demanda en los metros finales.
En su primera etapa en el Benfica (2009-2015), el paraguayo Óscar Cardozo y luego el brasileño Jonas fueron particularmente influyentes en ataque. Ambos disfrutaron de los apoyos que recibieron en último tercio de campo (abajo), con los extremos del Benfica actuando por dentro para buscar el centro y la cobertura de un doble pivote en el medio del campo para proteger las transiciones defensivas.
A pesar de que, bajo esa estructura, los laterales tenían regularmente espacio para atacar, no necesariamente lo hicieron porque su responsabilidad generalmente era ayudar a los mediocampistas centrales a defender. En combinación con esos extremos, los atacantes del Benfica salían de su zona para deslizarse a espacios donde intercambiaban posiciones con los extremos, generando así un dinámico ataque con cuatro jugadores.
Ese mismo 4-4-2 se utilizó inicialmente en el Sporting, hasta que Jesus empezó a favorecer un 4-2-3-1 liderado por el imponente delantero neerlandés Bas Dost, a su vez apoyado en la mediapunta por Bruno Fernandes. Ese ataque ofrecía menos dinamismo, pero existían posiciones de ataque similares a las vistas en el Benfica, con Dost como principal referencia arriba. Cada vez con mayor frecuencia los extremos en ese 4-2-3-1 atacaban por dentro y a la espalda de los centrales rivales en los pasillos interiores.
Dost también se mantuvo en posiciones avanzadas, a menudo atrayendo a esos defensores para generar espacios para los jugadores de segunda línea. Antes del 4-2-3-1, en un enfoque similar al del Benfica, Islam Slimani se asociaba con el delantero colombiano Teófilo Gutiérrez, quien retrasaba su posición para intercambiar su lugar con Gelson Martins y el costarricense Bryan Ruiz.
Jesus también organizó a Al-Hilal en un 4-2-3-1, 4-4-2 o 4-4-2 en rombo, buscando explotar las fortalezas del atacante francés de origen senegalés Bafétimbi Gomis. Cada sistema ofrecía apoyos en la zona central alrededor de su delantero líder, pero una variación incluida era que se animaba a sus laterales a avanzar regularmente, para estirar a las defensas rivales que, de otra manera, habrían tenido la libertad de priorizar la zona central. En el Flamengo, su equipo más reciente antes de su regreso al Benfica, los laterales Rafinha y Filipe Luís interpretaron igualmente un perfil ofensivo (abajo), y lo hicieron sabiendo que el dinámico Willian Arão ofrecería protección defensiva desde el mediocampo central.
Fase defensiva y presión:
Hasta tal punto estaba el Benfica acostumbrado a tener más posesión, y a usarla para atacar, que también eso suponía dar prioridad a defender en un bloque medio compacto en caso de no poder recuperar el balón inmediatamente después de perderlo. Sus laterales operaban a la misma altura que los mediocentros para contribuir a formar ese bloque medio, frenando así los ataques rivales en la segunda línea. Era cuando se les exigía un repliegue más profundo que parecían más vulnerables.
Al verse obligados los laterales a retrasar su posición a la línea defensiva, los mediocentros del Benfica podían quedar expuestos por la falta de apoyo de sus extremos, y, en última instancia, a terminar siendo superados.
El Sporting era menos abierto debido a su estructura diferente y al hecho de contar con un doble pivote – dos jugadores escogidos entre William Carvalho, João Mário y Adrien Silva – en el medio del campo. Era cuando la jugada progresaba alrededor de la presión del Sporting que el rival podía avanzar, incluso con un número importante de jugadores protegiendo el centro del campo. A través de pases precisos alejados de sus defensas centrales y la aplicación de presión sobre los laterales o con recortes atrás, el oponente tenía el potencial de ponerlos en aprietos (abajo).
Sus defensas centrales, Sebastián Coates, Jérémy Mathieu y Naldo, habían demostrado su buen funcionamiento como unidad compacta, pero muchas veces carecían de la velocidad para contener a algunos de los atacantes que enfrentaban, incitando al rival a desarrollar el juego alrededor de la primera línea de presión del Sporting, y a que tuviera gradualmente como objetivo los espacios detrás del poblado mediocampo del equipo de Jesús.
El hecho de que los laterales del Al-Hilal disfrutaran de más libertad significaba que eran menos resistentes a las transiciones defensivas cuando se organizaban en un 4-4-2 en rombo, y la reforzada protección que esa estructura ofrecía en el mediocampo les dio una mayor resilencia. Incluso cuando conservaban un mediocampo estrecho eso significaba que los equipos que mostraban amplitud eran capaces muchas veces de atacar a los laterales del Al-Hilal, como también frecuentemente ocurrió en Portugal.
En fase defensiva, a los jugadores de Flamengo se les alentaba a hacer transiciones rápidas. Presionaban con intensidad y muchas veces en posiciones avanzadas, dependiendo de las exigencias del partido. Igualmente, mantenían una estructura defensiva compacta (arriba) sobre un bloque medio, con marcaje individual y la intención de recuperar el balón lo más rápido posible para adoptar su dibujo defensivo. Eran, sin embargo, menos consistentes en la presión sobre el rival cuando se defendían de contragolpes, debido a sus dificultades para limitar los espacios en estas acciones.
Redacción: Héctor García