BEV PRIESTMAN
Seleccionadora de Canadá femenino, 2020-Presente
Conecté con Phil Neville instantáneamente.
Cuando lo conocí, en mi entrevista para ser su asistente en la selección femenina de Inglaterra, congeniamos enseguida.
Nos compenetramos el uno con el otro. Parecía que nos conocíamos desde hace años. Era increíble lo bien que nos llevábamos.
Cuando conseguí el puesto, formamos un buen equipo. Todo se sentía muy natural.
También aportábamos cosas muy diferentes al equipo de dirección. Phil, obviamente, había jugado a un nivel muy alto. Formó parte de la llamada clase del 92 de Manchester United.
Tenía muchos conocimientos y había sido dirigido por algunos entrenadores brillantes. También valoraba el fútbol de alta intensidad. Sabía que a los jugadores les gustaba esa intensidad en los entrenamientos. Yo venía de un entorno más metódico, así que formábamos un buena mezcla.
Phil quería que el equipo atacara. Quería que se jugara como el Manchester United de Sir Alex Ferguson. Tal y como jugábamos, podíamos ganar los partidos por 5-4.
Me encontré a mí misma asumiendo el papel cauteloso.
Lo que pasa es que, naturalmente, soy una entrenadora ofensiva. Me gusta centrarme en el aspecto de la posesión. Pero como ayudante de Phil, tenía que intentar aportar algo de equilibrio. Acabé siendo básicamente la entrenadora del equipo en los momentos sin balón.
Me uní a Phil en agosto de 2018, y nuestra primera gran prueba en una competición llegó en la Copa SheBelieves a principios de 2019. La edición de ese año la disputaron Inglaterra, Brasil, Estados Unidos y Japón. Un elenco muy, muy fuerte.
"fuimos al mundial completamente convencidas de que podíamos ganarlo"
Antes del torneo, llevamos a las jugadoras a Qatar, donde nos centramos en el trabajo en equipo y la cultura. Hicimos muchas actividades y conseguimos un gran trabajo, jugando sólo un partido entre equipos, y sin otros equipos internacionales. Eso contribuyó mucho a la moral del equipo de cara a la competición.
En el torneo propiamente dicho, ganamos a Brasil, empatamos 2-2 con Estados Unidos y goleamos 3-0 a Japón. Los siete puntos nos permitieron conseguir nuestro primer trofeo (abajo).
Esa victoria, aunque no fuera un título importante, dio al equipo y al país la convicción de que podíamos llegar a una semifinal o a una final en una competición mayor.
Resultó ser un gran comienzo para un gran año, porque unos meses después llegó el Mundial.
Tras el triunfo en la Copa SheBelieves, acudimos a la Copa del Mundo pensando que podíamos ganarla. Apuntábamos alto.
Teníamos claros los principios que queríamos que siguieran las jugadoras. Pero también sabíamos que, con las jugadoras de alto nivel que teníamos, podíamos darles mucha libertad.
Ganamos los tres partidos del grupo. Fueron todos muy ajustados, pero vencimos a dignos rivales como Escocia, Argentina y Japón. Esas victorias no hicieron más que reforzar nuestra convicción de que podíamos ganar el torneo.
En octavos de final, ganamos a Camerún en el partido más extraño en el que he participado. Ellas se enfadaron con algunas decisiones arbitrales y todo fue un poco un lío. Pero ganamos y pasamos a cuartos, así que eso era lo único que nos importaba.
"dejé claro desde el principio que me veía como primera entrenadora"
Luego hicimos nuestra mejor actuación, contra Noruega. Fue completa ante un rival de calidad. Estuvimos brillantes y ganamos 3-0. Marcamos el primer gol a los tres minutos y controlamos el partido a partir de ese momento.
La sensación de cara al siguiente partido era muy positiva. Ahora sí que creíamos en ello. Nos enfrentamos a Estados Unidos, a quien habíamos derrotado en la Copa SheBelieves ese mismo año, en la semifinal del Mundial.
Como entrenadora del equipo enfocada en los momentos sin el balón, me preparé mucho para defender el segundo palo. Cuando los balones llegaban al área, sabíamos de la amenaza que representaban ellas con gente llegando desde segunda línea.
A los diez minutos, recibimos un gol de cabeza en el segundo palo (abajo). Yo estaba que me arrancaba los pelos en la banda. Tanto trabajo y no pudimos evitarlo.
Empatamos, pero ellos marcaron de nuevo y no pudimos volver a meternos en el partido.
Mirando hacia atrás, es difícil no preguntarse si la victoria en la SheBelieves jugó en nuestra contra. No creo que lo fuera, pero existe la posibilidad de que hubiera algo de complacencia.
Creo que un problema mayor que ese fue que Phil y yo cambiamos las cosas para ese partido, buscando emular lo que nos había funcionado contra ellas la última vez, en lugar de seguir con lo que nos había funcionado en el torneo hasta ese momento.
De ese partido aprendí lo importantes que son la confianza y el ímpetu en el fútbol de alta competición. ¿Quizás estábamos demasiado centradas en el rival? Probablemente deberíamos haber seguido con lo que estábamos haciendo tan bien hasta ese momento, pero queríamos ser valientes y atrevidas. Supongo que nunca lo sabremos.
"tenía ofertas de equipos de inglaterra y estados unidos, pero la opción de canadá me atrajó"
Fue una derrota muy dura de asumir, porque realmente habíamos creído que podíamos ganar el torneo. Las jugadoras estaban abatidas y derrotadas, pero había que jugar un partido por la medalla de bronce. Lamentablemente, perdimos contra Suecia y terminamos cuartas.
Desde el principio con Inglaterra dejé claro que me veía como primera entrenadora con el paso del tiempo. Mi objetivo a largo plazo era ser seleccionadora absoluta.
Phil confió mucho en mí, y aprendí mucho de él como su asistente. Era el puesto perfecto para mí, porque, en retrospectiva, veo que no estaba preparada para ser seleccionadora absoluta cuando empecé a desempeñarlo.
Fue un trabajo intenso, pero diría que soy el doble de entrenadora que era por esa experiencia. Aprendí acerca de la presión del cargo.
En el principio de mi carrera en los banquillos, cuando trabajaba en el desarrollo de jugadoras y como entrenadora de categorías inferiores, lo que se esperaba era que mejorara a las jugadoras jóvenes; que sacara jugadoras para el primer equipo. La presión sobre mí no era mucho más que eso.
Con Inglaterra, era: si no ganas el siguiente partido, tu puesto está en entredicho.
Me encantaba. Creo que ahí es donde me encuentro en mi mejor momento. Esa presión es la que me hace levantarme de la cama por las mañanas.
Cuando trascendió que no le iban a renovar el contrato a Phil, empecé a pensar en qué otra cosa podía hacer. Unos meses antes había surgido una gran oportunidad como primera entrenadora, pero yo quería seguir en Inglaterra. En ese momento, los Juegos Olímpicos y la Eurocopa estaban en el horizonte, y teníamos dos años apasionantes por delante.
"en el fondo, nadie creía que canadá podía aspirar a pelear por grandes cotas"
Sin embargo, con la pandemia y los retrasos del torneo, las cosas cambiaron. Al final, no me eligieron para sustituir a Phil en el puesto de Inglaterra, y Sarina Wiegman trajo a su propio cuerpo técnico.
Después de eso, tuve algunas ofertas de clubes de Inglaterra y Estados Unidos, pero el puesto de Canadá me atrajo.
Ya había trabajado en la selección canadiense años antes. Fui entrenadora de la selección sub-17, pero también supervisaba la sub-15 y la sub-20, y el camino que conducía al primer equipo.
Redacté el plan de preparación para las categorías inferiores y me aseguré de que todo el mundo estuviera alineado en ese pensamiento. Mi trabajo consistía en facilitar al máximo la transición de las jugadoras al primer equipo.
Cuando volví a la selección de Canadá como entrenadora absoluta (arriba), muchas de las jugadoras de la selección habían estado a mi cargo en la sub-17. Era una combinación perfecta.
Históricamente, Canadá había estado entre las mejores selecciones del mundo, pero cuando entré en octubre de 2020, los resultados no estaban siendo buenos. En el fondo, creo que la gente no creía realmente que Canadá pudiera aspirar a pelear por grandes cotas. No había muchas expectativas.
En febrero de 2021, jugamos la Copa SheBelieves. Fue una gran exigencia porque era mi primera concentración y nos faltaban seis o siete titulares debido a los protocolos de Covid y a las lesiones. Quedamos terceras entre cuatro equipos.
Pero hubo muchos aspectos positivos. Perdimos por 1-0 ante Estados Unidos con un gol en los últimos minutos. El anterior encuentro entre ambos equipos había sido una derrota por 3-0. Las jugadoras se dieron cuenta de que íbamos en la dirección correcta.
"los juegos olímpicos son seis partidos, y canadá nunca había ganado el quinto"
Y teníamos los Juegos Olímpicos de Tokio por delante.
Decidí que quería que mi equipo fuera el más difícil de vencer. El historial defensivo de Canadá había sido pobre justo antes de que yo tomara el mando. Aunque sabía que también teníamos que mejorar en ataque, me centré en reforzar la defensa.
Tenía que ser pragmática. Mejoramos algunas cosas en cuanto a la posesión del balón (superar la primera línea de presión del rival cuando se juega desde atrás, asumir riesgos y jugar más hacia delante), pero el objetivo pasaba por ser más sólidas. Necesitábamos tener más partidos sin conceder goles.
En el periodo previo a los Juegos Olímpicos, jugamos cuatro partidos seguidos sin encajar tantos y marcamos algunos buenos goles contra equipos como Inglaterra y Holanda. Las cosas lucían mejor.
Canadá había ganado el bronce en Londres 2012 y en Río 2016. Nos propusimos cambiar el color de la medalla. Recibí algunas miradas extrañas cuando se lo dije a mis colegas, que claramente pensaban que era algo muy ambicioso, pero tenía que poner el listón alto y presionar a las jugadoras.
Los Juegos Olímpicos son un torneo de seis partidos, y Canadá nunca había ganado el quinto partido. Ganar la semifinal siempre había sido un paso demasiado grande.
Así que investigamos mucho sobre lo que se necesita para ganar el quinto partido. Teníamos que asegurarnos de estar frescas si llegábamos tan lejos.
Pero nos tocó un grupo difícil -Gran Bretaña, Japón y Chile- y creo que la dimensión del evento nos afectó un poco. Concedimos goles en los últimos minutos contra Gran Bretaña y Japón para terminar empatando los dos partidos, y estuvimos a punto de desperdiciar una ventaja de dos goles contra Chile.
"sabía que ibámos a ganar, después de la victoria ante brasil tenía ese presentimiento"
Me decepcionó que dejáramos que las victorias se convirtieran en empates, pero aun así conseguimos pasar el grupo. Resultó ser lo mejor que nos podía pasar.
Significó que tuvimos algunas conversaciones difíciles y abordamos algunos problemas que podríamos haber notado si hubiera tenido cuatro años completos antes de los Juegos Olímpicos. En cambio, solo tuve unos nueve meses. Algunos problemas tenían que se solucionados, y decidí abordarlos después del partido contra el equipo de Gran Bretaña.
Nos enfrentamos a Brasil en los cuartos de final. Fue un partido realmente horrible. Quizá el peor en el que he participado como entrenadora. No pudimos arrancar, pero aun así conseguimos sacar un empate.
Se llegó a los penaltis. Christine Sinclair, la máxima goleadora de la historia del fútbol femenino internacional, falló el primer lanzamiento.
Empecé a preguntarme si sería su último disparo para Canadá. Afortunadamente no lo fue, y también estará con nosotros en el próximo Mundial. Empecé a pensar en lo que tendría que decir a las jugadoras y a los medios de comunicación después. Las cosas que una tanda de penaltis puede hacer en tu cabeza son una locura.
Pero habíamos trabajado mucho en los detalles de los penaltis -no sólo en el lanzamiento o en cómo detenerlos, sino en todo lo relacionado con la actuación del equipo- y volvimos a ganar (arriba). Fue un resultado enorme para nosotros, y pasamos a las semifinales.
El siguiente partido era el quinto, y nos enfrentábamos a Estados Unidos, nuestro principal rival y el equipo número uno del mundo. También estaba la pequeña circunstancia de que Canadá no había ganado a Estados Unidos en los últimos veinte años.
Sinceramente, sabía que íbamos a ganar. Después del subidón de la victoria de Brasil, tenía un presentimiento. No puedo decir por qué, simplemente lo sabía.
"rompí a llorar. de repente lo sentí mucho más real"
Tuvimos una actuación decente y volvimos a dejar nuestra portería en blanco. Un penalti a 15 minutos del final nos dio la oportunidad perfecta para ganar, e hicimos algo inteligente para obtener una pequeña ventaja.
La compañera de club de Christine, Adrianna Franch, estaba en la portería de Estados Unidos. Cuando se ganó el penalti, Christine cogió el balón. Pero estaba claro que tenía un plan.
En el último segundo, le pasó el balón a Jessie Fleming, y creo que eso despistó a la portera. Jessie marcó desde el punto de penalti, y acabamos el partido. Por fin habíamos ganado el quinto partido.
Fue como si hubiéramos ganado el oro. Estas jugadoras nunca habían ganado a Estados Unidos. Sabían lo importante que era.
Me di cuenta inmediatamente de que necesitarían ayuda para volver a centrarse. Mi mente se enfocó enseguida en la final. Apenas recuerdo las celebraciones después de ese partido, porque estaba muy concentrada en el partido por la medalla de oro y en devolver a las jugadoras a la tierra.
Ya nos habíamos asegurado de cambiar el color de la medalla, pero nadie se conformaba con la plata. Habíamos llegado hasta aquí.
Ya nos habíamos enfrentado a Gran Bretaña, Japón, Brasil y Estados Unidos: equipos entre los 10 mejores del mundo. Y ahora teníamos a Suecia en la final, que había hecho un gran torneo. Era una competición implacable, así que les di a las jugadoras un día libre después de nuestra semifinal. Les dije que se desconectaran, que no hablaran de fútbol y que visitaran la Villa Olímpica, que pudimos visitar por primera vez tras las restricciones de Covid.
Justo antes del partido, me mostraron un vídeo en el que Gareth Southgate, Phil Neville, el entrenador de porteros de Inglaterra y algunos otros me deseaban suerte para la final.
"lo que siguió fue la tanda de penaltis más loca que jamás se haya visto"
Rompí a llorar. De repente lo sentí mucho más real. El torneo se jugó durante la pandemia, así que no había aficionados en las gradas. Estábamos totalmente aisladas.
Pero ese vídeo me hizo darme cuenta de lo importante que era esta final, y escuchar un mensaje tan sincero de Phil me hizo ver lo lejos que había llegado. Desde el punto más bajo de mi carrera, cuando no tenía ni idea de lo que me esperaba, hasta ahora, y una final olímpica. Teníamos que aprovechar este momento.
Nos pusimos abajo 1-0 en la primera parte, pero nos recuperamos. Creo sinceramente que ese día de descanso fue la razón por la que tuvimos la energía necesaria para volver a meternos en el partido.
Crecimos y mejoramos en los últimos compases tras dos atrevidas sustituciones en el intermedio. Conseguimos el empate y mandamos el partido a los penaltis.
Fue entonces cuando los nervios se apoderaron de mí. Era un asunto de vida o muerte. Habíamos practicado los penaltis y ya habíamos ganado una tanda, pero esta parecía una forma cruel de decidir un momento tan importante.
Lo que siguió fue la tanda de penaltis más loca que jamás se haya visto.
Fallamos tres de los cuatro primeros penaltis. Parecía que no iba a ser nuestro día.
Pero entonces nuestra portera, Stephanie Labbie, detuvo el cuarto penalti de Suecia. Si hubiera entrado, habrían ganado.
"no soy una entrenadora que quiera ganar una vez. quiero ganarlo todo"
A partir de ese momento, el ambiente cambió por completo. Sentí que la fe se apoderaba del equipo. Teníamos un rayo de esperanza.
Entonces, la legendaria sueca Caroline Seger falló y nosotras anotamos los dos últimos goles para ganar. Lo habíamos conseguido. Habíamos cambiado el color de la medalla. Habíamos ganado el oro olímpico.
No hay otra sensación como ésta. Para ser sinceros, todo fue un poco borroso, caminando por el campo, abrazando a todo el mundo, y la gente hablando con el móvil con sus familias.
Lo más extraño es que no sabíamos cómo ganar. No estábamos preparadas para hacer una fiesta. No teníamos el champán en hielo, para decirlo de algún modo.
Aprendí entonces que hay que asegurarse de vivir esos momentos especiales lo mejor posible. Disfrutamos, pero quizá podríamos haberlo hecho aún mejor.
Después de esa victoria, tenemos la diana en la espalda. Sólo va a ser más difícil alcanzar más gloria, y la montaña del Mundial será más grande que nunca.
Pero no quiero ser una entrenadora que sólo gane una vez. Quiero ganarlo todo.
Así que espero que haya más medallas en el futuro y de poder asegurarme de vivir a plenitud los momentos especiales.