Final de la Champions League, 25 de mayo 2005
Maldini (1)
Crespo (39, 44)
Gerrard (54)
Smicer (56)
Xabi Alonso (60)
Una de las finales más emocionantes en la historia de la Champions League. “El Milagro de Estambul”. Fue en la edición 2004/05, donde el Liverpool de Rafael Benítez se negó a aceptar la derrota de 3-0 en el entretiempo ante un dominante AC Milan dirigido por Carlo Ancelotti.
Tres goles en seis minutos de la segunda mitad (Steven Gerrard, Vladimir Smicer y Xabi Alonso) permitieron al equipo de Merseyside remontar hasta el empate, para definirse el partido en la tanda de penaltis, escenario donde los de Rafa Benítez se mostraron más acertados, con 3 goles por 2 del Milan. Nuestros entrenadores profesionales echan la mirada atrás para analizar las tácticas y los momentos claves de esa noche en el Estadio Olímpico de Ataturk.
23 / 9
DISPAROS / A PUERTA
13 / 4
55 %
Posesión
45 %
16/ 2 / 0
Faltas / Amarilla / Roja
21 / 2 / 0
El Milan se instaló en fase ofensiva sobre un 4-4-2, utilizando una estructura en rombo en el mediocampo con Andrea Pirlo, Gennaro Gattuso, Clarence Seedorf y Kaká. El Liverpool, por su parte, comenzó en una formación 4-2-3-1 (abajo), jugando en medio campo con Steven Gerrard y Xabi Alonso, y la sorpresa en el once titular de Harry Kewell en la línea ofensiva.
Arrancó el partido y ni siquiera se había jugado un minuto cuando el Milan se adelantó en el marcador. Un tiro libre de Pirlo engañó a los Reds, y el veterano defensor Paolo Maldini remató de volea dentro del área.
Atacar la espalda de los centrales del Liverpool:
A partir del primer gol, el Milan se adueñó del balón. Y lo hizo en gran parte a través de su gran creador de juego, Andrea Pirlo, quien retrasó su posición, ayudando a la línea defensiva en la salida con balón. El centrocampista italiano gozaba así del tiempo y espacio suficiente para distribuir el juego, a través de sus impecables pases en largo para Hernán Crespo y Andriy Shevchenko, jugadores que atacaron la espalda de la defensa del Liverpool en carreras bien compenetradas.
Kaká también fue una amenaza constante durante el primer tiempo. El brasileño operó en la punta del rombo en mediocampo (abajo), haciendo mucho daño con sus movimientos entre las líneas defensivas del Liverpool.
Cuando Pirlo y Seedorf buscaban el juego directo (abajo), Kaká tenía espacio para recibir y avanzar. Esto, en consecuencia, atrajo a los defensas centrales del Liverpool, creando más espacio a su espalda para las penetraciones de Shevchenko y Crespo.
Le costó al Liverpool tener posesiones largas con el balón, y cuando lo conseguía se mostraba lento y poco inspirado en esta fase. Luis García se desplazó hacia el interior desde la posición derecha. Sin embargo, habría sido más efectivo mantener la amplitud del ataque de los Reds, ya que la presión central del Milan ahogó cualquier jugada por dentro (abajo), dificultando la construcción de los de Benítez.
Velocidad en ataque y la finalización de Crespo:
Carlo Ancelotti apostó por el 4-4-1-1 en fase defensiva (abajo), desde donde el Milan se mostró especialmente peligroso y veloz en las transiciones defensa-ataque. Así llegó el segundo tanto para los italianos.
Mientras los jugadores del equipo inglés reclamaban desesperadamente un penalti en el otro extremo del campo, el mediocampo del Milan avanzó con rapidez, encontrando Kaká un espacio central desocupado. En esta secuencia ofensiva, Shevchenko se escapó de la línea de defensiva del Liverpool para llegar al área rival, donde atrajo a la defensa Red para asistir a Crespo, libre de marca en el segundo palo.
Momentos antes del descanso, el Milan pareció sentenciar el partido con un nuevo tanto de Crespo después de un gran pase de Kaká al espacio. Jamie Carragher se desplazó desesperadamente para intentar bloquear el acceso al jugador argentino, pero Crespo consiguió definir con una suave vaselina por encima de Dudek.
Cambio de sistema en el Liverpool:
Necesitando remontar tres goles en contra, Rafa Benítez cambió la estructura en el descanso, pasando del 4-2-3-1 inicial a un 3-4-2-1. Una decisión que a la postre se antojó como clave, permitiendo al equipo inglés -con la entrada de Didi Hamann- tener un jugador extra en medio campo, lo que cambió su estilo de juego y confianza en el partido (abajo).
La complacencia quizás también jugó un papel clave en los primeros 15 minutos del segundo tiempo, que fueron desastrosos para el equipo italiano. La nueva estructura de ataque del Liverpool hizo que el Milan pasara de tener el control total a estar completamente desorganizado. Durante el primer tiempo, los Reds no habían hecho uso de sus jugadores de banda (abajo), situación que cambió con los laterales ahora estirando el mediocampo del Milan, que no podía detener las penetraciones por dentro del equipo inglés.
Con Gerrard liderando el juego y conduciendo el balón a campo contrario, el Liverpool se lanzó al ataque. Apenas 10 minutos después de la segunda mitad, el capitán Red guió magníficamente un cabezazo a la esquina lejana tras un centro de Riise para recortar distancias. El rugido del público del Liverpool aumentó dos minutos más tarde, cuando Smicer marcó con un tiro raso a la esquina inferior.
El Liverpool siguió lanzado en ataque ante un Milan incapaz de cerrar los espacios centrales, por donde el equipo inglés llegó a acumular hasta cuatro jugadores. Gerrard, en particular, resultó el jugador más problemático. En una nueva opción ofensiva de los Reds, el internacional inglés fue derribado por Gattuso dentro del área de penalti. Xabi Alonso hizo el tanto del empate después de rematar a la red el rechace de Dida.
Un nuevo partido:
Con empate en el marcador, después de un arranque de segunda mitad fulgurante por parte del Liverpool, el Milan respondió reorganizándose, y lentamente comenzó a recuperar el control del balón. De igual modo, el ímpetu ofensivo de los de Benítez se desvaneció al final de la segunda mitad, pero se mantuvo cómodo en un bloque defensivo bajo, cerrando cualquier penetración por dentro de Kaká (abajo). Así, el tiempo reglamentario terminó sin más cambios en el marcador.
A pesar de que el Milan mantuvo el dominio del balón en la prórroga, la única oportunidad real en la última media hora de partido llegó en la recta final, cuando el cabezazo de Shevchenko fue magníficamente atajado por Dudek. El rebote le cayó al delantero ucraniano quien, inexplicablemente, para un jugador de su calidad, remató por encima del travesaño.
Dudek, protagonista:
La vibrante final escribió sus últimas líneas en la tanda de penaltis. Los Rossoneri tuvieron que hacer tres intentos para convertir su primer tanto, ya que Serginho y Pirlo fallaron sus primeros penales antes de que Jon Dahl Tomasson anotara el suyo. El Liverpool, mientras, acertó dos de los primeros tres lanzamientos para tener una ventaja de 2-1.
Después de los goles de Kaká para el Milan y Smicer en el Liverpool en los siguientes lanzamientos, Shevchenko se dirigió al punto de penalti para medirse a Dudek, quien pareció invocar el espíritu de Bruce Grobbelaar (final de Roma para el Liverpool en 1984) con sus movimientos sobre la línea de portería. El portero polaco terminó por detener el disparo del delantero ucraniano para dar el título a los Reds en una final tan dramática como inolvidable.
"Tuvimos seis minutos de locura en la que tiramos la posición que habíamos alcanzado hasta ese momento", explicó Carlo Ancelotti sobre esos momentos donde el Liverpool remontó los tres goles en contra. "Creo que el Milan jugó una final maravillosa, pero tenemos que aceptar la derrota", añadió.
"En el descanso di una charla general, tratando de motivar al equipo anímicamente para que saliesen con energía y convicción”, afirmó Rafa Benítez. "No había nada que perder. Había 45 minutos para tratar de cambiar las cosas; sabíamos que si marcábamos un gol nos metíamos en el partido"