alexander blessin
Union St Gilloise, 2023-Actualidad
La llamada de Ralf Rangnick fue una agradable sorpresa.
Yo había estado fuera del juego durante tres años y medio tras colgar las botas y estaba trabajando en el sector de seguros. Pero la llamada telefónica llegó justo cuando estaba pensando en volver al fútbol.
Conocía a Ralf (abajo) porque intentó ficharme dos veces a mediados de la década de 1990, y luego jugué a sus órdenes durante un corto periodo de tiempo tanto en el VfB Stuttgart, como en el Hoffenheim.
En ambas ocasiones, él quiso buscar un jugador más joven – lo que siempre ha sido un tema recurrente de su carrera – y me hizo cambiar de aires. Sin embargo, de todos modos desarrollamos una buena relación, nos gustamos mutuamente.
También teníamos filosofías futbolísticas similares y veíamos el juego de forma parecida. Nos gusta un juego sin posesión orientado al balón, basado en el pensamiento del entrenador alemán Helmut Gross. Como futbolista me gustaba esa manera de jugar, presionando al rival cuando tenía la pelota.
Cuando me llamó por teléfono, me preguntó qué pensaba sobre mi empleo, así que le dije que estaba estudiando la posibilidad de pasar a ser entrenador. Me dijo que existía la posibilidad de que se fuera al Leipzig. Un club de la Premier League también se había interesado por él, pero en 2012 optó por unirse a la organización Red Bull como director de fútbol.
Tuvimos algunas reuniones acerca de lo que él iba a hacer y lo que podría hacer yo. Me sonaba bien. Las conversaciones que sostuvimos me convencieron de que volver al fútbol era la decisión correcta, aunque yo en ese entonces había perdido un poco la ilusión sobre el juego.
Yo no llegué a jugar a un nivel muy alto.
Solo estuve en la Bundesliga durante dos temporadas con el Stuttgart. Y cuando estuve allí no jugué mucho. Pasé un año en la primera división turca con el Antalyaspor, pero tampoco figuré en muchos partidos allí.
"YO HABÍA ESTADO FUERA DEL JUEGO POR TRES AÑOS TRAS COLGAR LAS BOTAS Y ESTABA TRABAJANDO EN EL SECTOR DE SEGUROS"
A lo largo de mi carrera, sin embargo, fui un líder. A menudo era el capitán de los equipos en los que jugaba, y alguien a quien los jugadores más jóvenes admiraban.
Se acercaban a mí y me pedían consejos, y yo siempre disfrutaba intentando ayudarles. Sentía algo especial responsabilizándome por los más jóvenes, utilizando mi experiencia para ayudarles. A mis 30 años, ya había empezado a pensar en ser entrenador.
Entonces, tuve una conversación con Hansi Flick (abajo, a la derecha), quien fue mi entrenador en el Hoffenheim en 2005. Yo tenía en ese momento 32 años y me planteaba qué hacer cuando dejara de jugar.
Hansi había jugado en el Bayern Múnich, pero una lesión muy grave precipitó su paso a entrenador.
“Entrenar es genial”, me dijo. “Pero mientras tu cuerpo te lo permita, sigue jugando”.
Después de eso me concentré en jugar. Para ser sincero, me olvidé del Alexander Blessin entrenador por un tiempo. Cuando me retiré, me sentía demasiado viejo, demasiado lento y demasiado malo para seguir.
Me sentía un poco frustrado con el fútbol porque los últimos tres clubes en los que jugué se declararon insolventes. No me pagaban y no quería seguir con el fútbol y arriesgarme a que esto siguiera sucediendo. En este punto, tenía una familia en la que pensar.
Así que decidí que quería separarme un poco del juego y conseguí un trabajo en el sector de los seguros.
"EN EL LEIPZIG LE COGÍ EL GUSTO A ENTRENAR A JUGADORES PROFESIONALES. ESO FUE SUFICIENTE PARA MÍ"
Para ser franco, aunque ahora parezca que está muy lejos de lo que quiero hacer, creo que fue algo muy bueno para mí. Bueno para mi desarrollo como persona y quizás también como entrenador.
Pasé de ser el experto, el tipo a quien la gente admiraba, a ser una de las personas que necesitaba orientación. Eso me resultó extremadamente útil. Sin embargo, después de tres años y medio, sabía que no quería quedarme trabajando en el sector de seguros por los próximos 20 o 30 años.
Yo había estado haciendo mis cursos de entrenador y entonces llegó la llamada de Ralf.
Tenía que hablar con mi esposa sobre si era la decisión correcta.
Nunca se sabe cuando comienzas algo como esto - un trabajo completamente nuevo - cómo marcharán las cosas. Sobre todo cuando estás a casi 500 kilómetros de tu familia que se iba a quedar en Stuttgart. Sin embargo, juntos decidimos que lo haría por dos años y veríamos cómo resultaba todo.
Hay muchas cosas de mi época de jugador que he trasladado a mi trabajo como entrenador, pero no pensé en absoluto que mis 15 años como jugador me convertirían en un buen director técnico. Cuando empecé, quería aprenderlo todo. Quería hacer todas las calificaciones que había.
Comencé como entrenador asistente en las categorías inferiores del RB Leipzig y me tomé el tiempo necesario en aprender mi oficio. Con el tiempo, cogí mi propio equipo y luego fui ascendiendo a lo largo de ocho años en el club, como entrenador sub-16, luego sub-17 y, finalmente, sub-19.
"DESDE EL PRINCIPIO, TUVE MUY BUENAS SENSACIONES EN EL OOSTENDE"
Sin embargo, algo que me ayudó es que yo sabía exactamente cómo quería que jugaran mis equipos debido al fútbol que había disfrutado como jugador. Cuando te gusta una filosofía como jugador, es muy fácil trasladar eso a tu trabajo como entrenador y aplicarla. Cuando has sido uno de los jugadores que hace lo que luego quieres que hagan tus futbolistas cuando eres entrenador, sabes qué pedirles.
Desde el principio, me encantó entrenar. Me encantaba ayudar a los jugadores jóvenes y verlos subir al primer equipo. Entiendo por qué muchos entrenadores deciden quedarse en el fútbol base, pero en el Leipzig le cogí el gusto a entrenar a jugadores profesionales. Eso fue suficiente para mí.
El RB Leipzig sub-19 es el equipo más cercano al primer equipo. No hay equipo de reserva, ni sub-21. Estaba a un paso de los profesionales.
Ayudaba constantemente a llevar jugadores al primer equipo -tres o cuatro de los que tenía estaban con ellos todos los días- y trabajaba con los entrenadores para ayudarles a tener las mejores oportunidades de ganar partidos.
Apenas supe que quería trabajar en el primer equipo, en mi mente sólo era cuestión de tiempo para que eso sucediera.
Julian Nagelsmann (arriba) firmó un contrato de cuatro años como entrenador en 2019, así que esa vía estaba cerrada.
Mi esposa me sugirió que empezara a buscar un lugar más cercano a Stuttgart. Para mí, se trataba de buscar dar el paso correcto. Hablé con algunos clubes, pero nada me parecía bien.
"LLEGUÉ EN JUNIO DE 2020; EN PLENA PANDEMIA DE COVID Y CON SOLO 12 JUGADORES EN EL EQUIPO"
Entonces, el director deportivo del KV Oostende, Gauthier Ganaye, se puso en contacto conmigo. El Oostende formaba parte de un grupo de siete clubes que compartían los mismos propietarios. Era una configuración similar a la de Red Bull, y obviamente yo tenía mucha experiencia en ese tipo de ambiente.
Desde el principio, tuve muy buenas sensaciones. Querían fichar y desarrollar jugadores jóvenes; querían centrarse en los datos; y querían que yo jugara el mismo tipo de fútbol que jugábamos en el Leipzig. Era exactamente lo que buscaba.
El último obstáculo era mi esposa. Oostende estaba aún más lejos de Stuttgart: unos 650 kilómetros, una distancia muy larga. Le hablé de la oportunidad y esperaba tener una conversación abierta sobre si aceptaba o no el trabajo.
Pero me sorprendió.
"No tienes ninguna decisión que tomar", dijo ella. "Puedo verlo en tus ojos. Quieres el trabajo, así que tienes que aceptarlo".
Ponerme a prueba en un nuevo país, en una nueva liga, salir de mi zona de confort; todo eso me atraía mucho. Tenía claro al cien por cien que era la decisión correcta para mí.
Sin embargo, desde el principio hubo desafíos.
Llegué en junio de 2020; en plena pandemia de Covid, y después de una pausa de tres meses en el calendario futbolístico. Además, sólo teníamos 11 jugadores de campo y un portero en la plantilla del primer equipo. Así que, incluso los pocos jugadores que tenía no estaban en condiciones.
"TIENES QUE SER FIEL A TI MISMO. SI NO, LOS JUGADORES NO TE APOYARÁN COMO NECESITAS"
Pero, semana a semana, fuimos mejorando lentamente. Llegaron nuevos jugadores a prueba, y fichamos a un montón de ellos en transferencias gratis. Hubo un par de fichajes que nos costaron algo de dinero, pero fueron acuerdos baratos, y algunos préstamos más.
Puse en práctica mi estilo de juego, y los jugadores se mostraron muy dispuestos a aprenderlo. Creo que lo disfrutaron.
Después de unas cinco semanas, jugamos un partido amistoso contra el Union Saint-Gilloise, un equipo de la segunda división del fútbol belga. No hay otra palabra para describirlo: nuestra actuación fue horrible. Perdimos 2-1.
Como equipo, nos sentamos y discutimos qué fue lo que falló. Hicimos muchos análisis y vimos vídeos juntos. Después de una semana de duro trabajo, sabíamos lo que teníamos que mejorar. Nos enfrentamos al Círculo de Brujas, un equipo de Primera División, en otro amistoso.
Todo salió bien y ganamos 3-1. Fue un momento de iluminación para muchos de los jugadores. Se dieron cuenta de que, cuando todos se unen en la misma dirección y todos conocen su trabajo, los resultados pueden ser increíbles.
Eso significó que, incluso cuando perdimos los dos primeros partidos de la temporada de liga, los neutrales y los rivales reconocieron que estábamos jugando bien al fútbol. Y los jugadores veían que los resultados positivos no estaban muy lejos. Tenían la clara sensación de que formaban parte de algo que acabaría funcionando.
Y así fue, ya que quedamos quintos en la liga en mi primera temporada completa como entrenador del primer equipo.
Soy de la escuela de entrenadores de Red Bull, pero tengo mis propias ideas sobre cómo deber ser el juego. Hay muchas similitudes en la forma en que Marco Rose (que estuvo en el Salzburgo), Jesse Marsch (arriba, que ha dirigido tanto al Salzburgo como al Leipzig), Julian Nagelsmann (que ha dirigido al Leipzig) y yo les decimos a nuestros equipos que jueguen. Tal vez en un 60% del juego, estamos de acuerdo. El resto, tenemos nuestro propio estilo, nuestra propia filosofía.
No trataría de ser como ninguno de los otros, porque hacerlo me haría sentir falso. Hay que ser uno mismo, al cien por cien.
"SÉ QUE COMETO ERRORES, PERO SOBRE TODO ME ASEGURO DE APRENDER DE ESOS ERRORES"
Por supuesto, uno puede apreciar partes de un entrenador que quiere llevar a su propio comportamiento. Yo lo hago con Jürgen Klopp. Evidentemente, hay mucho que me gusta de él, mucho que aprender de él. Sin embargo, sólo tomaría pequeñas partes.
Como jugador, tuve un entrenador llamado Dragoslav Stepanovic que me enseñó la importancia de ser positivo en cualquier situación. Me enseñó que, como entrenador, eres un modelo a seguir, y tienes que hacer que los jugadores sientan que pueden seguirte en la lucha. Fue algo totalmente positivo durante una batalla por el descenso en la que nos encontrábamos, y eso lo aprecié como jugador.
Aprendí mucho sobre el aspecto táctico del juego con Ralf Rangnick, así como de Ralph Hasenhüttl y Julian Nagelsmann.
Pero tienes que ser honesto. Tienes que ser fiel a ti mismo. Si no, los jugadores no te apoyarán como necesitas.
Hay que tener un poco de ego para estar en esta línea de trabajo. Para ponerse delante de 30 personas y convencerlas de que tu forma de pensar es la correcta, necesitas confianza en ti mismo.
Pero, al mismo tiempo, no puedes pensar que lo sabes todo. Nunca puedes permitirte llegar a ese nivel de pensamiento.
Sé que cometo errores. Les digo a mis jugadores que he cometido errores, pero sobre todo me aseguro de aprender de esos errores.
Eso es lo que quiero de ellos. Son libres de cometer todos los errores que quieran -el fútbol es un juego de errores-, pero tienen que aprender de esos momentos.
Como entrenador, es muy importante estar abierto a cosas nuevas. Si no buscas constantemente formas de ser mejor, te quedas en el mismo sitio.
Lo último que quiero es quedarme quieto, pero tampoco tengo un plan de carrera específico. Estoy disfrutando mucho del reto en el KV Oostende, pero me gustaría desafiarme a mí mismo en una de las seis mejores ligas en algún momento en el futuro.
Quién sabe cuándo, y quién sabe a qué distancia estará de Stuttgart esta vez.