césar peixoto
Paços de Ferreira, 2023
Ahora me doy cuenta de que mis lesiones acabaron estimulándome a tener una visión más amplia del juego. Tuve que reinventarme.
De extremo izquierdo me convertí en interior y, más tarde, pasé a ser lateral izquierdo. Esas readaptaciones que me acompañaron a lo largo de toda mi carrera acabaron aumentando mi lectura táctica del juego. Me obligaron a entender mejor cada rol sobre el terreno de juego. En cierto modo, esas lesiones despertaron al entrenador que llevo dentro.
De todos modos, tuve una bonita carrera como jugador. Fue una trayectoria hermosa, consistente y de gran resilencia debido a las muchas lesiones que sufrí.
Estoy muy orgulloso de todo lo que he conseguido con el balón en los pies. En el fútbol portugués, lo gané todo. Y también gané en el ámbito continental: Champions League y Europa League. Y, además, fui campeón del Mundial de Clubes de la FIFA. Todo con el Porto.
Además de los títulos, estoy muy orgulloso de haber defendido a la selección portuguesa. Es una pena que no haya sido tantas veces como quería. Si no hubiese sido por las lesiones, creo que habría tenido muchas más oportunidades.
"Mourinho fue muy importante para mí. Era un entrenador muy diferente a todo lo que yo había visto en el fútbol"
La lesión que más me afectó se produjo en un partido de la Champions League contra el Olympique de Marsella. Tenía solo 21 años, en una etapa muy importante de mi carrera. Fue en el año en que el Porto ganó la Champions League con José Mourinho (temporada 2003/04). Fui titular y marqué goles. Vivía un momento excelente.
Había rumores de que varios grandes clubes europeos estaban interesados en mí. Incluso porque, en aquella época, no había tantos extremos izquierdos disponibles en el mercado. Y de repente, todo eso se interrumpió. La lesión acabó cambiando el curso de mi carrera.
Fue una recuperación muy larga, casi ocho meses de baja. Además, cuando empecé a jugar de nuevo, ya no era el mismo jugador. Perdí, sobre todo, velocidad y explosividad. Seguía siendo un buen jugador, pero de otra manera.
Mourinho había sido el responsable de llevarme al Porto. Yo estaba en el Belenenses, en mi primer año en la Primeira Liga, y Mourinho estaba pendiente del mercado. Se llevó al Porto a jugadores que destacaban en el fútbol portugués. Paulo Ferreira, Pedro Emanuel, Maniche, yo...
Fueron fichajes determinantes. El proyecto era muy bueno. Tanto que aquel equipo no tardó en despegar y, pronto, ganamos varias copas importantes, incluida la Champions League.
"En el fútbol portugués, lo gané todo. Y también gané en el ámbito continental: Champions League y Europa League"
Mourinho fue muy importante para mí. Era un entrenador muy diferente a todo lo que yo había visto en el fútbol. Su metodología de entrenamiento era única. También lo era su forma de pensar y de dirigir a la plantilla.
Era mucho más abierto, incluso diría que mucho más relajado, sin dejar de ser meticuloso y exigente. Su forma de ser cautivaba a los jugadores. Aparte de su gran capacidad táctica, su personalidad era crucial para que formáramos un buen ambiente.
En aquella época, yo no pensaba en convertirme en entrenador. Era muy joven, irreverente y sólo quería jugar al fútbol. Empecé a pensar en la idea de ser entrenador años más tarde, cuando regresé a Portugal tras una etapa en el Espanyol.
Fui a jugar al Braga, entonces dirigido por Jorge Jesus. Ahí empecé a ver los entrenamientos de otra manera.
Pero antes, entre el Porto y el Espanyol pasé casi dos años de baja por una lesión de rodilla.
Mucha gente, incluso médicos conocidos, pensaron que mi carrera había terminado. Mostré resilencia una vez más. Nunca pensé en rendirme. Creía que volvería a jugar. Y así fue. Volví al Braga, me convocaron de nuevo para la selección, me fui al Benfica y seguí adelante.
De todos modos, esa nueva lesión volvió a influir en mi estilo de juego. Ya no era aquel extremo rápido, fuerte en el uno contra uno. Tuve que reinventarme de nuevo. Primero me convertí en interior y, más tarde, Jorge Jesus me hizo pasar a ser lateral izquierdo.
Mi carrera como jugador terminó de forma traumática. Un día me levanté por la mañana para ir a entrenar, pero no volví a jugar fútbol en mi vida.
Si no conoces mi historia, puedes imaginar que fue por una nueva lesión grave. Pero fue eso. Fue una decepción.
Estaba en el tramo final de mi carrera. Jugaba en el Gil Vicente, que buscó un motivo para despedirme. La acusación era que yo había violado las normas laborales. Era mentira y se demostró en los tribunales. El club quería llegar a un acuerdo conmigo en los tribunales, pero no acepté. Por mi honor, tuve que llegar hasta el final.
"Fui a jugar al Braga, entonces dirigido por Jorge Jesus. Ahí empecé a ver los entrenamientos de otra manera"
Aquel episodio me marcó profundamente. Después recibí propuestas de otros clubes para continuar mi carrera. Pero perdí las ganas de jugar. Nunca volví a jugar al fútbol, ni siquiera con amigos. Así fue como me retiré de los terrenos de juego a los 34 años.
Obviamente, no estaba preparado para ello. Estuve un poco perdido durante dos o tres años, sin saber qué hacer. En el Gil Vicente, mi plan era jugar tres años y luego pasar a ser director deportivo del club. Sin embargo, de un día para otro los planes se esfumaron.
Mi primera oportunidad en el banco fue en el Varzim. El club estaba en la segunda división portuguesa. Por todo lo que había hecho como jugador, por mi currículum, podría haber sido posible ’forzar’ una oportunidad en un club de la Primeira Liga.
Pero en realidad no me interesaba empezar, necesariamente, en la división de élite. Lo más importante para mí era tener una oportunidad. Y fue el Varzim quien me abrió las puertas.
Faltaban nueve jornadas para el final de la Segunda Liga. El Varzim estaba en zona de descenso y casi nadie creía que fuera posible evitar perder la categoría. Mucha gente me llamó loco. “¿Vas a empezar tu carrera como entrenador en un contexto tan arriesgado?”, me repetían.
"Mi carrera como jugador terminó de forma traumática. Un día me levanté por la mañana para ir a entrenar, pero no volví a jugar fútbol en mi vida"
Pero había hecho un estudio detallado de la plantilla. Y vi potencial de mejora, además de sentirme seguro de poder cambiar rápidamente el curso de las cosas. Era un riesgo. Pero, en el minuto 82 del último partido de liga, marcamos el gol que nos valió la permanencia.
Después del Varzim, mis dos siguientes trabajos fueron también en equipos de segunda división: Académica y Chaves. Esas experiencias en la Segunda Liga son muy valiosas para cualquier entrenador.
Es una realidad totalmente distinta a la de los grandes clubes. Es otro mundo en lo que se refiere a la parte financiera, pero también en relación con la calidad de la plantilla. Mi trayectoria me ha aportado un gran bagaje.
Mi primera oportunidad en la Primeira Liga llegó en el Moreirense. Fue casi un año después de dejar el Chaves. Me sentía preparado, pero, de nuevo, el contexto era muy arriesgado.
Fueron sólo dos meses de trabajo. Los resultados estaban siendo satisfactorios, pero tuve diferencias con la dirección del club sobre la visión del juego y de la plantilla. De común acuerdo, decidimos que era mejor poner fin a nuestra relación.
A menudo digo que en el fútbol siempre hay algo que hacer. Si quieres evolucionar, siempre hay algo que estudiar y mejorar. Entre un proyecto y otro, mi cuerpo técnico y yo intentamos analizar, sobre todo, los equipos que podrían venir a buscarnos.
Uno conoce el mercado, tiene una idea de lo que puede pasar, y hay que estar preparado en todo momento. En el fútbol, las cosas suceden de repente.
"A menudo digo que en el fútbol siempre hay algo que hacer. Si quieres evolucionar, siempre hay algo que estudiar y mejorar"
El entrenador no tiene la opción de elegir los proyectos. Las posibilidades surgen y hay que tener el valor de afrontarlas. Por supuesto, todo entrenador - y yo no soy diferente - espera trabajar en contextos cómodos. Ese es el mundo ideal. Pero la vida real es diferente.
Cuando me llamó el Paços de Ferreira, ya había hecho un estudio detallado sobre el equipo. El Paços llevaba cerca de cuatro meses sin ganar un partido. Pero aquel estudio me mostró claramente que había mucho potencial en la plantilla.
Hicimos un trabajo excelente y nos libramos del descenso con holgura. La mejora de nuestros resultados fue tan notable que incluso soñamos con clasificarnos para competiciones europeas. Fue una temporada fantástica.
Renové mi contrato con el Paços para la temporada siguiente. En aquel momento, la prórroga de mi contrato tenía el sabor de aquella estabilidad, de aquel contexto más confortable que mencioné anteriormente. Pero la realidad fue muy diferente.
El éxito en el campo en la temporada anterior revalorizó la plantilla. Y el club traspasó a nueve jugadores del primer equipo. Sinceramente, no esperaba que el cambio fuera tan grande.
Además, teníamos una enorme dificultad para sustituir a esos jugadores. Del mismo modo que el Paços no podía retener a sus jugadores clave, tenía dificultades para competir con otros clubes a la hora de hacer nuevas contrataciones.
Esta complicada planificación se cobró un alto precio cuando comenzó la nueva temporada. No ganamos ninguno de nuestros diez primeros partidos. Era octubre de 2022, y el club optó por mi dimisión.
Unos dos meses después de mi marcha, se puso en contacto conmigo... ¡Paços de Ferreira! Cuando oí hablar por primera vez de la posibilidad de volver al club, confieso que me pareció gracioso. Pensé que era una broma.
"no me interesaba empezar necesariamente en la élite. Lo más importante para mí era tener una oportunidad. Y fue el Varzim quien me abrió las puertas"
"Estáis locos, no puede ser en serio", dije. Pero los representantes del Paços hablaban muy en serio. Entonces comprendí que no era una broma y empecé a pensar en ello. Pero decidí que sería mejor rechazar la propuesta.
En aquel momento, en enero de 2023, el Paços seguía sin ganar en la Primeira Liga. Era el último clasificado con sólo dos puntos, la misma puntuación que tenía cuando me despidieron. El riesgo de volver al club era enorme y no tenía mucho sentido.
Lo que me convenció fue la petición de los jugadores. Empecé a recibir llamadas de los propios futbolistas pidiendo mi regreso. Nuestra relación siempre había sido de confianza mutua. Acepté volver sobre todo por ellos y por los aficionados. Pero también por el club.
Por supuesto, puse algunas condiciones para el regreso. Entre ellas, el fichaje de nuevos jugadores. Era necesario traer gente nueva, en ese mercado de invierno, para tener alguna posibilidad de evitar el descenso.
Por desgracia, no fue posible: el Paços de Ferreira acabó la temporada entre los equipos descendidos. Pero no me arrepiento en absoluto de haber vuelto al club. Con una plantilla más equilibrada, habríamos conseguido el objetivo.
El trabajo que mi cuerpo técnico y yo hicimos en nuestro regreso fue positivo. El descenso se produjo por la mala planificación hecha al principio de la temporada. Y me incluyo en esa responsabilidad. Todos cometimos errores. Cada uno sabrá lo que podría haber hecho mejor.
Tengo la conciencia tranquila. Hice lo mejor que pude en el Paços, como hice y haré en todos mis clubes.
Ahora mismo, estoy de nuevo en esa fase de estudios y análisis de mercado, a la espera del próximo proyecto.
Lo que sí es seguro es que me siento preparado para cualquier desafío. No me asustan las etiquetas que me quieran poner por el descenso del Paços de Ferreira. Desafíos como ese me hacen mejor entrenador.
Hoy soy más entrenador que ayer. Y estoy lleno de valor para asumir cualquier riesgo.