
Francesco Farioli
Porto, 2025-Actualidad
La nueva escuela italiana de entrenadores incluye entre sus nombres el de Francesco Farioli, técnico del Niza con tan solo 34 años y discípulo de Roberto De Zerbi. Fue preparador de porteros del ahora entrenador del Brighton en el Benevento y Sassuolo. Una relación que comenzó de una forma muy curiosa. "Un día, escribí un artículo sobre el Foggia en una página web, Wyscout. Tiempo después, recibí un mensaje de enhorabuena por parte de un miembro del cuerpo técnico de De Zerbi", confesaba Francescoli en una entrevista con L'Équipe. "Empezamos a trabajar juntos un año y medio después… nos centrábamos en el fútbol las 24 horas del día. En ocasiones, continuábamos trabajando en el ordenador hasta las dos de la mañana. Eran buenos tiempos", añadía en la entrevista.
Farioli ha sido ascendiendo rápidamente en su carrera. Con solo 31 años tomó los mandos del Fatih Karagümrük turco. También en Turquía entrenó al Alanyaspor, equipo con el que alcanzó una sorprendente quinta plaza en la temporada 2021/22. Su salto a la Ligue 1 llegó en el verano de 2023, al frente del Niza, un club que en muchas ocasiones ha servido como plataforma de lanzamiento para nuevos entrenadores, como lo fue antes para Patrick Vieira.
Tras ese paso, estuvo en el Ajax de Amsterdam, donde se le escapó el título de liga de manera dramática. Cerrado ese capítulo, fue nombrado entrenador del Porto como sucesor de Martín Anselmi.
Por eso, y ante las expectativas levantadas, hemos pedido a nuestros entrenadores expertos conocer cuáles son las principales claves tácticas del técnico italiano.
Salida de balón en 2-3-2
El Niza de Faroli presentaba una salida de balón muy característica y atrevida, ejecutada sobre una estructura 2-3-2. La primera línea en la salida estaba formada por los dos centrales a la misma altura, con el pivote y los laterales por delante de ellos. En zona central, los interiores se posicionaban a la espalda de la primera línea de presión rival (abajo).
La primera superioridad sobre el rival en la salida se producía en el área propia, con el portero (Marcin Bulka) y los centrales (Dante y Jean-Clear Todibo), más la suma del pivote (Youssouf Ndayishimiye), que desciende cerca de ellos.

Una vez que el portero ejecutaba el pase hacia uno de los centrales, comenzaban los movimientos de los siguientes jugadores. El objetivo de la disposición de los centrales y pivote dentro del área era atraer al rival y, en segundo lugar, aprovechar el espacio interior que se genera a la espalda de las puntas rivales. Ese espacio a la espalda de la primera presión rival permitia a su Niza conectar con uno de los interiores.
Para facilitar esa conexión con el interior, previamente el lateral realizaba un desmarque de ruptura interior y el interior de ese mismo lado un movimiento de apoyo sobre el espacio que deja el lateral rival a su espalda (abajo).
La estructura en 2-3-2 y todos sus movimientos permitían al Niza progresar a la línea de mediocampo siempre en ventaja para el receptor de balón, facilitando además la fluidez y evitando la pérdida de la posesión en zonas arriesgadas.

Sociedad laterales-extremos
En el juego de ataque, Francesco Farioli dota de un alto protagonismo a los jugadores exteriores. Estos se ubican en carriles contiguos, pero evitan ocupar los mismos espacios. De ese modo, una vez en campo contrario, los laterales se posicionan en los carriles interiores o incluso en la zona central, actuando como laterales invertidos. Por su parte, los extremos buscan generar constantes situaciones de uno contra uno con espacios a la espalda de su oponente directo (abajo).
A nivel general, la identidad ofensiva del Niza de Francesco Farioli con los jugadores exteriores venía dada desde la intención de contar siempre al menos con un jugador más que el rival en el mediocampo. Esto permitía generar una superioridad numérica en zona interior.

Ese movimiento ofensivo de los jugadores exteriores hacia dentro es también una vía para poner en apuros al dispositivo defensivo rival, desajustándolo. Aquí, los laterales fijan y arrastran a sus defensores. Mientras, los extremos buscan encontrar acciones de uno contra uno contra su rival o conectar con los atacantes.
La posición del lateral por dentro, además de habilitar la línea de pase arrastrando a su marcador, facilita a este lateral invertido mantenerse cerca de la zona activa ante una posible pérdida de balón y realizar una presión tras pérdida inmediata.
Por el lado débil, es decir, al otro lado del campo, la posición del otro lateral ayuda a liberar las marcas sobre el extremo. Esto para facilitar un cambio de orientación si es necesario (abajo).

Fijar al rival y atacar por fuera
En fase de ataque, Francesco Farioli llega a ubicar hasta cinco jugadores a la espalda de la segunda línea de presión rival. Esos cinco jugadores son el delantero, los extremos y los interiores, quienes fijan a la línea del mediocampo y defensiva.
Una vez logrado el objetivo de fijar a la línea de mediocampo y zaga del oponente, también esos cinco jugadores se coordinan para habilitar el carril interior y que el central, con tiempo y espacio, pueda conectar con el delantero en apoyo (abajo). La disposición de los cinco a la espalda de la segunda línea del rival también facilitaba al Niza generar espacios entre el lateral y central rival, que los de Farioli atacan para para llegar a zona de finalización.

Cuando el rival se estira más en su dispositivo defensivo y, de ese modo, genera espacios interiores a la espalda de su línea de mediocampo, son los interiores los jugadores encargados de habilitar líneas de pase con el pivote. Aquí, los tres atacantes (los dos extremos y el delantero) buscan la profundidad. Esto para generar más espacio interior que facilite la conducción del poseedor del balón y, a la vez, haga saltar a uno de los centrales. Como resultado de todo esto, se generan situaciones favorables de tres contra tres (abajo).

Un equipo vertical tras robo
El Niza era un equipo muy trabajo en su presión sobre el rival. Acción que también utilizaban como vía para el contragolpe, sobre todo cuando el robo de balón se producía en la línea de mediocampo. Tras forzar la pérdida de posesión al rival en esta zona, el primer pase siempre solía ser hacia adelante. Esto con la intención de llevar el balón de la manera más efectiva posible en dirección a la portería rival (abajo).

Una vez ejecutado ese primer pase hacia adelante tras recuperación de balón, los jugadores de ataque realizbaan desmarques de ruptura tanto por fuera, como interiores hacia la zona de remate. Todos los desmarques se ejecutaban a alta intensidad, para finalizar lo antes posible y así aprovechar el desajuste rival. Dentro del área, el objetivo era realizar la menor cantidad de pases posibles para conseguir rematar. Todo ello con jugadores que llegaban en carrera desde segunda línea y atacando los espacios entre los defensores rivales.
Generalmente, en esas rápidas transiciones después de robar el balón, Morgan Sanson llegaba desde segunda línea para atacar el espacio entre el central y el lateral derecho rival en su repliegue. Después, Sanson buscaba contactar con el delantero, jugador que previamente se había anticipado a su marcador realizando un desmarque de ruptura desde el carril interior derecho para finalizar (abajo).

Presión y organización defensiva
El Niza de Francesco Farioli fue un equipo con una alta fiabilidad defensiva en la Ligue 1. Así lo indicaban sus datos de goles en contra: 0,91 por partido, por el 1,17 de media de la Ligue 1. Esta fiabilidad defensiva se generaba a través de comportamientos coordinados y estructurados con mucho detalle por parte del técnico italiano.
En el inicio de juego rival, los tres atacantes realizaban una marca individual con la primera línea ofensiva rival. Orientándola así a jugar hacia fuera en todo momento. Mientras que en segunda línea, Jordan Lotomba, Pablo Rosario y Morgan ayudaban en la presión para fijar a los medios rivales. De esta forma, achicaban el espacio sobre ellos. En ese momento, también saltaba un central a campo rival, para anticiparse al posible receptor (abajo).

Cuando el equipo rival conseguía llegar con el balón controlado a las inmediaciones de la zona de finalización, el Niza se organizaba en un entramado basado en la profundidad defensiva, es decir, en bloque bajo. El objetivo de esto era reducir los espacios al rival con balón. También, evitar generar espacios relevantes en contra y ajustar las ayudas defensivas en la zona activa de juego y sobre los posibles receptores (abajo).
Ante eso, los rivales se veían forzados a jugar con compañeros de su misma línea. Ese pase que facilitaba al Niza mantener su dispositivo férreo, sin precipitarse en sus acciones defensivas.

Farioli es licenciado en Filosofía al margen de su formación como entrenador. Por ello resume la identidad de su estilo siempre con una misma frase: "Son los pequeños detalles los que nos ayudan a marcar la diferencia". Las cinco claves señaladas por nuestros entrenadores recogen el cuidado de esos pequeños detalles del entrenador italiano que brilló en Niza, pasó por Ajax y ahora intentará reverdecer viejos laureles en el Porto.
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