Crecer rápido

“Tienes talento para ganarte la vida como jugador”, me decían. Sin embargo, yo ya no quería seguir jugando.

Dejé de hacerlo con 19 años, aunque mucha gente me aconsejara de lo contrario.

Había jugado en la cantera del Barcelona. Junto a Jordi Alba, Giovani de Dos Santos y otros tantos que han llegado a la élite. El Barcelona marcó una etapa personal importante en mi vida, pero sobre todo futbolistícamente.

Me hizo entender muchas cosas a nivel metodológico. Quizá no en ese momento, porque aún era un niño -estuve allí de los 13 a los 15 años-, pero sí encontré muchas respuestas a las preguntas que después se me fueron poniendo por delante.

Después del Barcelona regresé a casa, para jugar en la cantera del Sevilla. Y fue ahí donde tomé la decisión de dejarlo. Me di cuenta de que seguía jugando, pero no encontraba un porqué para hacerlo. No paraba de hacerme preguntas siempre sobre el juego y la razón de tener que hacer una determinada cosa y no otra.

Aparte, no tenía la motivación para jugar. Ir a entrenar llegó a hacerse complicado. También los días de partido. Todas esas sensaciones me bloquearon.

Creo que la mejor decisión fue dejar de jugar de manera radical, para saber en ese momento si de verdad me gustaba lo que hacía o si me sentía mejor conmigo mismo cuando no estaba entrenando o jugando.

Pasado ese tiempo de reflexión, llegué a la conclusión de que adoro este deporte, pero que no quería seguir poniéndome las botas para jugar. Mi foco estaba en otro punto: quería intentar manejar grupos, aprender a plasmar mis ideas y dar sentido a todo lo que había aprendido. Esa fue la motivación que me llevó a dejar de jugar y centrarme en entrenar.

Mi primer equipo como entrenador fue en mi año de Erasmus en Portugal. Varios chicos españoles creamos un equipo y competimos en el torneo de universidades de Portugal. Erasmus, por si no lo conoces, es un programa que promueve el intercambio de estudiantes entre universidades europeas. En mi caso fue para seguir con mi formación en Preparación Física (INEF).

El año siguiente de regresar de Portugal, mi cuarto año de carrera y el primer año de curso de entrenador, fue muy importante para mí. Empecé a trabajar con chicos de 14 a 15 años en la cantera del Sevilla.

"jugar en la cantera del barcelona me hizo entender muchas cosas a nivel metodológico"

La gente que me rodeaba me decía que no tuviera prisa. Pero desde mi lado, yo solo tenía preguntas y más preguntas para saber más en el menor tiempo posible. Recuerdo momentos, con gente de la encargada de la dirección de la cantera del Sevilla, a los que no paraba de bombardearles a preguntas.

Ellos trataban de respondérmelas, pero siempre acompañadas de un mismo final: “Tranquilo Guillermo. No tengas prisa, todo tiene su tiempo”. Aprendí mucho a su lado. Invertí también mucho tiempo en escucharlos a ellos. Eso, sin duda, me ayudó. En los cinco años en el Sevilla tuve la suerte de pasar por todos los departamentos: cantera, metodología y análisis.

La primera experiencia como entrenador profesional fue en el Chiasso, en la segunda división de Suiza. Llegó a través de mi trabajo en el Sevilla, donde teníamos una academia de tecnificación con algunos amigos míos entrenadores. A una de las sesiones vino a vernos un representante que traía jugadores de fuera, y él mismo contactó con el club para hablarles de mí.

Y bueno, por mi curiosidad y porque a veces hay que tomar esas decisiones, decidir ir a Suiza a hablar con ellos. Hice la reunión y cuando les expliqué un poco mi idea, a ellos les encantó.

Ni siquiera me dio tiempo para volver a Sevilla. En ese mismo viaje ya me ofrecieron contratarme. Su idea estaba muy cercana a lo que yo quería. Un fútbol propositivo, también un fútbol para hacer crecer a jugadores jóvenes.

El Chiasso me hizo conocer de lleno el fútbol profesional y todo lo que conlleva como entrenador. Por supuesto, debes manejar el apartado deportivo, pero también muchos más aspectos alrededor que no son el juego, pero sí son igual de importantes.

"el chiasso me hizo conocer de lleno el fútbol profesional y todo lo que conlleva como entrenador"

Luego ocurrió algo increíble: solo estuve cinco días sin equipo. A los cinco días de mi salida en el Chiasso, ya estaba entrenando en el Lugano, en la primera división de Suiza.

Esta vez la oportunidad llegó a través de los propios capitanes del Lugano, que habían estado cedidos en el Chiasso en mi etapa allí. Fueron ellos quienes impulsaron al presidente del Lugano -él también conocía cómo jugábamos, porque había ido a varios partidos a ver a los jugadores cedidos- se decidiese por mi contratación.

El Lugano fue una experiencia bastante más difícil que en el Chiasso, porque quedaban ocho partidos para el final y el equipo estaba a un punto del descenso. Ahí me encontré con una realidad ya diferente, ya que con el Chiasso fue empezar desde cero la temporada.

En mi etapa en el Lugano, mucha gente me hizo llegar la noticia de que pasé a ser el entrenador más joven -29 años- de las 30 Ligas con mayor coeficiente UEFA. Algo que sé que puede llamar mucho la atención. Sin embargo, yo no lo tomé como un dato transcendente.  

¿Por qué? Creo que la edad no debe ser una vara de medida de un entrenador o no. Como ocurre con los jugadores jóvenes, la edad es lo de menos. Lo importante es el entorno que tienes para desarrollarte al máximo nivel.

Si el entorno que se genera a tu alrededor es favorable a tus habilidades y a tus capacidades, puedes exprimir al máximo tus cualidades para conseguir tus objetivos.

"sentía que era obligatorio entrenar en italia por mi manera de pensar"

Además, no por ser joven significa tener menos experiencia. Puede que seas una persona muy madura, pero que siempre has vivido la misma experiencia. Yo me he visto en esas situaciones con idiomas distintos, agentes, mercado, prensa... Diferentes situaciones que me han ido construyendo como persona y como entrenador.

Evidentemente, no soy el mismo entrenador ahora que hace cinco años.

Dentro de esas ganas de vivir nuevas experiencias para crecer, en mi cabeza estaba entrenar en Italia. Sentía que era obligatorio para mi manera de pensar dar ese paso. Porque en Italia hay un amor por la táctica. Me llamaba mucho la atención poder ir allí a aprender de ellos. También desaprender un poco para confrontarme con ellos desde otro punto de vista.

En el Ascoli empecé en el Primavera -segundo equipo-. La verdad que salió bastante bien, con un conjunto que fue el más joven de la categoría conseguimos el ascenso. Pero después se precipitaron los acontecimientos.

En febrero de 2020 despidieron al primer entrenador, a Pablo Zanetti, y tomé el puesto de entrenador del primer equipo la jornada siguiente ante el Livorno.

Pasado eso, regresé al Primavera. Pero tan solo un mes después y en plena pandemia, se produjo la salida del nuevo del director técnico que había llegado, Roberto Stellone. Una vez más tuve que subir al primer equipo para terminar la temporada.

No se dieron las cosas en los tiempos que yo quería, ni de la manera adecuada, pero en aquel momento me vi obligado a hacerlo por la confianza que el club había puesto en mí.

"siento que todas las experiencias me han hecho crecer y estar preparado para lo que está por llegar"

El Ascoli también me dio la oportunidad de confrontarme con equipos que al final tienen muy interiorizado el saber defender. No conceder nada al adversario y esperar a que tú te expongas para penalizarte. El fútbol ha evolucionado, pero Italia sigue manteniendo esa cultura defensiva. Saber que el partido empieza con empate y si te equivocas el que puede perder eres tú.

Una corriente muy diferente a la de Grecia, al frente de Volos NPS, donde estuve en la segunda mitad del 2021. También una competición con importantes aportes tácticos, pero marcada por el contexto. En Grecia los equipos acuden al mercado internacional porque normalmente el jugador griego de calidad sale fuera. Así que los clubes tienen que buscar futbolistas en el extranjero para poder llenar a sus equipos de un fútbol técnico.

Mi regreso a Suiza a principios de 2022 es un poco la imagen de mi carrera. Poco tiempo y muchos acontecimientos.

La dirección deportiva del Basilea me conocía de cuando estuve en Lugano, y querían que ayudase un poco al cuerpo técnico del primer equipo a manejar el fútbol ofensivo, a proponer tareas nuevas, ser un poco más propositivo y agresivo en ciertas facetas.

Pero poco tiempo después de mi llegada cesaron al entrenador, Patrick Rahmen, y me dieron a mí las riendas del equipo como entrenador interino en un momento clave de la temporada: jugábamos contra el líder en la liga, Zürich, y la eliminatoria de Conference League ante el Olympique de Marsella.

"mi regresó a suiza, en el basilea, es un poco imange de mi carrera: poco tiempo y muchos acontecimientos"

Ante eso, creo que hay que ser valiente. Hay momentos que el tiempo es muy corto y hay que tomar decisiones. A veces no siempre se pueda acertar si esa decisión es o no la adecuada.

En la eliminatoria ante el Marsella el planteamiento fue muy bueno, porque hasta los últimos minutos tuvimos posibilidades de batir a uno de los grandes equipos de Francia. Medirse a un club de la altura del Marsella, con el equipo joven que tenemos nosotros, fue una prueba de fuego para disfrutarla.

Desafortunadamente sin éxito, porque no pasamos el turno, pero para mí creo que me ha servido también para debutar en competición europea. Conocer cómo se vive una experiencia como esa.

Hasta ahora, todo ha ido muy rápido. En ocasiones me habría gustado tener más tiempo para poder trabajar más con los jugadores. O más tiempo de reflexión para elaborar un proyecto largo. Sin embargo, no cambio nada de lo vivido.

Sé que soy un entrenador joven, sí. 33 años. También que muchos pensaran que no estoy preparado precisamente por mi edad. Pero yo siento que todas las experiencias vividas me han hecho crecer y estar preparado para todo lo que está por llegar.

Mi edad no decidirá si saldrá bien o no. Eso solo lo hará mi capacidad.