juliano belletti
Entrenador asistente del FC Barcelona B, 2024-Actualidad
Ese partido en París siempre vive en mis pensamientos.
En el minuto 34 de la segunda parte, pasé el balón a Henrik Larsson, que lo controló rumbo al banderín de córner. Su marcador, Sol Campbell, se fue con él. También los jugadores del Arsenal que le hacían la cobertura.
Entonces, se abrió una diagonal hacia la portería. Quedaba un espacio enorme y, en ese momento, se produjo una de las magias del fútbol: dos jugadores que piensan exactamente lo mismo, al mismo tiempo.
Corrí a ocupar el espacio vacío, imaginando que Larsson tendría la idea de controlar el balón y devolvérmelo. Eso fue lo que ocurrió. Estaba lloviendo mucho en ese momento del partido. El balón cogió mucha velocidad, pero pude controlarlo con el pie izquierdo.
El balón se me adelantó un poco. Prácticamente no tenía ángulo y Mathieu Flamini me pisaba los talones, listo para barrerme el balón. No había otra opción: tenía que disparar a puerta.
Con la fuerza del golpeo, me fui al suelo nada más terminar. Cuando me di cuenta de que el balón había entrado, me levanté para celebrarlo. Sin embargo, no lo logré. La emoción era tanta que me embargó. Incrédulo, me llevé las manos a la cara y me derrumbé de nuevo, tratando de asimilarlo todo. De repente, aquella montaña humana vino a abrazarme. Fueron momentos inolvidables.
En mi carrera disputé seis ediciones de la Champions League y aquel gol en la final de 2006, que el Barcelona ganó por 2-1 al Arsenal, fue el único que marqué en la competición. En el Barça tuve el privilegio de jugar tres temporadas. Ese también fue mi único gol oficial para el club.
"ME CONVERTÍ EN EL ROSTRO DEL GOL QUE GANÓ EL TÍTULO; LA GENTE ESPERABA MÁS DE MÍ"
El Arsenal tenía un jugador menos en el campo porque habían expulsado a Jens Lehmann, pero seguíamos 1-0 abajo. No se me pasó por la cabeza que pudiera entrar desde el banco. Al fin y al cabo, hasta cerca del primer cuarto de hora de la segunda parte, el entrenador, Frank Rijkaard, no había ordenado que empezara a calentar.
Pero llegó una jugada y Oleguer Presas, que jugaba de lateral derecho, recibió una tarjeta amarilla. Eso fue lo que cambió los planes del director técnico. Entré a falta de 20 minutos para el fin del encuentro. La instrucción de Rijkaard fue clara: "Sé ofensivo. Necesitamos atacar por las bandas".
Durante esa temporada, hubo muchos momentos en los que estuve en el banquillo. Y a menudo le preguntaba al entrenador si debía ser más defensivo cuando se me presentara la oportunidad.
“¡No! Quiero que juegues a tu manera, quiero que seas un lateral derecho brasileño", dijo Rijkaard. Yo siempre asumí mis responsabilidades defensivas, pero al mismo tiempo también me gustaba atacar. Me gustaba ser un "arma secreta" en ataque.
En ese momento de la sustitución, recordé esas charlas. El espíritu de lateral brasileño que me pedía Rijkaard me llevó al gol.
La llegada a Barcelona, al día siguiente, no dejó dudas sobre la importancia de aquella conquista. La reacción de los aficionados cuando me vieron fue inolvidable. Yo nunca había sido protagonista de nada.
"JUGAR EN EL CHELSEA ERA UNA OPORTUNIDAD DE QUE NO PODÍA DEJAR PASAR"
Estaba cerca de cumplir los 30 años y nunca había experimentado algo parecido. En mi carrera siempre había actuando para el equipo, corriendo para los mejores jugadores. Pero de repente, me encontré en medio de la multitud, como si yo fuera la estrella de Barcelona.
Ese gol me permitió experimentar algo inimaginable hasta entonces.
Pasada la celebración, me di cuenta de cómo ese gol transformaría mi carrera. No en la forma de enfocar mi trabajo. Eso no se alteró. El cambio se produjo en la forma en que la gente, los aficionados y los periodistas me miraban. Me convertí en el rostro del gol que ganó el título. Esperaban más de mí.
La siguiente temporada resultó ser mi última en el Barcelona. Acababa de renovar mi contrato y pensé que me quedaría en el club durante muchos años. Pero ya no tenía tantos minutos en el campo como hubiera querido. Gianluca Zambrotta era el titular y Oleguer, de vez en cuando, seguía haciendo las funciones de lateral.
Aun así, en la pretemporada 2007/08 tuve una actuación destacada y estuve a punto de recuperar mi puesto en el equipo.
Pero de repente, de un día para otro, me enteré del interés de Chelsea por mí. José Mourinho quería contar conmigo. Es el tipo de cosas que no puedes dejar pasar. No puse ningún obstáculo; era una oportunidad que no podía rechazar: jugar en la Premier League, vivir en Londres, trabajar con Mourinho y vestir la camiseta del Chelsea.
"el liderazgo es un trabajo duro. pero ancelotti lo hace fácil"
Resultó ser la decisión correcta y fui muy feliz en Inglaterra. El Chelsea tenía un gran equipo y pude disfrutar de una exitosa etapa en el club, trabajando con grandes entrenadores durante los años que vestí la famosa camiseta azul.
Mourinho prácticamente no repetía entrenamientos. Era muy creativo en el arte de motivar a los jugadores. Luego vino Avram Grant, un entrenador más tranquilo y observador. Y la temporada siguiente, Luiz Felipe Scolari llegó con su forma de encontrar la mejor manera de estimular a sus jugadores.
Todos esos entrenadores tenían una capacidad técnica excepcional.
Otro que me sorprendió positivamente fue Guus Hiddink. La confianza con la que habla con sus jugadores es fascinante. Sabe cómo convencer al equipo de sus ideas. Hablamos de la elite de fútbol, donde el nivel es muy alto. Entonces, el jugador ya tiene la parte técnica. A menudo, es más importante hacer que se mantenga centrado en el entrenamiento, motivado para seguir alcanzando nuevas metas.
En mi última temporada en Londres, trabajé con Carlo Ancelotti. Fue el entrenador con el que más tiempo pasé en el Chelsea. Su capacidad para crear nuevos ejercicios tácticos y gestionar el equipo para que todos siguieran integrados, sintiéndose parte importante del proyecto, fue increíble.
El liderazgo es un trabajo duro. Pero Ancelotti lo hizo parecer fácil.
"belletti, estás perdiendo el tiempo. fuiste uno de los jugadores con más capacidad técnica que he tenido"
Aprendí mucho en mis tres años en el fútbol inglés. He tenido una carrera extraordinaria, he conseguido mucho más de lo que podía imaginar. Además de haber convivido con fantásticos entrenadores y jugadores.
Ya mencioné algunos entrenadores con los que trabajé en Europa, pero no puedo dejar de mencionar algunos grandes líderes que tuve en Brasil: Carlos Alberto Parreira, Mário Zagallo, Levir Culpi, Ênio Andrade, Muricy Ramalho, Carlos Alberto Silva, entre otros.
Lo curioso es que durante mi vida como jugador profesional nunca se me pasó por la cabeza la posibilidad de convertirme en entrenador. Dejé de jugar en 2011 y tardé unos ocho años en tomar la decisión.
Una decisión en la que tuvo una gran influencia Carlo Ancelotti. En 2019, tuvimos un encuentro casual en Estados Unidos. Él era el entrenador del Napoli y yo embajador del Barcelona. Los equipos se enfrentaron en un amistoso de pretemporada en Miami. Después del partido, fui al vestuario a saludarlo.
Ancelotti me miró y me preguntó si ya me había convertido en entrenador. Le dije que no, pero ni siquiera pude terminar mis explicaciones. "Belletti, estás perdiendo el tiempo. Fuiste uno de los jugadores con más capacidad táctica que he tenido”. Esas palabras me iluminaron. Otro momento mágico en mi carrera. Salí del vestuario convencido en convertirme en entrenador.
Mucho antes de esa conversación con Ancelotti, ya había sacado la licencia A de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) para ser entrenador. Pero hice el curso con la intención de convertirme en un mejor comentarista deportivo, un trabajo que realicé durante cuatro años.
"fue una gran experiencia de aprendizaje con luxemburgo, mozart y felipe conceiÇao"
Al hacer los análisis tácticos en la televisión, me di cuenta de que tenía mucha pasión por interpretar el juego. Y mucha gente me dijo que era capaz de transmitir mis ideas con claridad. Mi padre, orgulloso de mi carrera futbolística, siempre me decía: “Tienes que encontrar la manera de transmitir tus conocimientos”.
Busqué varias formas de hacerlo en ese largo paréntesis entre la retirada de los terrenos de juego y la decisión de convertirme en entrenador. Una de ellas fue la creación en mi país del Arena Belletti, una red de franquicias de un complejo deportivo centrado en el fútbol.
El proyecto incluye la 'Academia de Fútbol Belletti', con categorías desde sub-5 hasta sub-17, y la "Evolución" para adultos. He diseñado el programa de formación para los niños, cuyo principal foco, de hecho, son los profesores. La idea es que el educador entienda que más importante que los ejercicios en sí, es la forma de aplicarlos y enseñarlos a los diferentes grupos de edad.
En la academia de fútbol para los mayores, las sesiones de entrenamiento son básicamente idénticas a las que viví en el Barcelona y el Chelsea.
Hace poco tuve el placer de volver al club que en el que debuté como profesional. Primero el Cruzeiro me invitó a ser director de negocios internacionales. Después, me propusieron un cambio de puesto. Me convertiría en el segundo entrenador permanente del club.
Acepté inmediatamente.
"hoy, como entrenador, no sueño con repetir las emociones del pasado. lo que hago es trabajar duro para dirigir grandes clubes y jugadores"
Al fin y al cabo, tenía muchas ganas de volver a salir al campo. Fue una gran experiencia de aprendizaje trabajar con profesionales de la talla de Felipe Conceição, Mozart y Vanderlei Luxemburgo.
Con Luxemburgo ocurrió algo insólito: hubo un partido en el que él y su ayudante inmediato, Maurício Copertino, fueron expulsados. Por lo tanto, era el siguiente en la lista y tuve la oportunidad de dirigir al equipo en el siguiente partido, contra el Vasco da Gama, en São Januário.
Por supuesto que la planificación del juego, la estrategia, el sistema, todo fue definido por Vanderlei. Pero la sensación de estar en el banquillo sirvió para reafirmar lo que quiero para mí. Estaba tranquilo. Estaba convencido de que mi futuro estaba en liderar desde el banco.
Hasta ahora he conseguido ir paso a paso, como estaba previsto. He estudiado, he hablado con muchos entrenadores y he sido asistente. Ahora estoy preparado para dar el siguiente paso: convertirme en primer entrenador de un club. No sé si será en Brasil o en el extranjero. Pero es el siguiente paso en este largo viaje.
Sobre mí manera de trabajar, no voy a renunciar al compromiso y al respeto. A partir de ahí, el entrenador adapta sus ideas de trabajo al grupo que tiene en sus manos. No creo que la misma forma de liderar funcione en diferentes equipos.
Debes entender que el contexto es tan importante como tener convicciones. El buen entrenador crea herramientas y estrategias para aprovechar lo que tiene a su disposición. Siempre en busca de victorias.
Nunca había soñado con vivir una noche como aquella en París. Mis sueños futbolísticos se limitaban a jugar en grandes clubes, al lado de grandes jugadores. Sólo así, podría hacerse realidad una noche así.
Hoy, como entrenador, no sueño con repetir las emociones del pasado. Lo que hago es trabajar duro para tener la oportunidad de dirigir a grandes clubes y jugadores.
Así, quién sabe, algún día pueda volver a vivir un momento mágico que también permanezca para siempre.