luis islas
Asistente técnico: Fujairah SC 2017-2018, Dorados de Sinaloa, 2018-2019
Muchas veces se pone a Diego como ejemplo de que no por haber sido un gran jugador, también debes ser un gran entrenador. Pero se equivocaban. Diego, sin duda, era un gran entrenador.
La primera vez que me llamó para dirigir junto a él fue en 2011. Él estaba en Al Wasl, de Emiratos Árabes. Era muy difícil decirle que no, porque también era amigo, pero en ese momento le dije que no podía.
Yo estaba trabajando entonces en otro club, en Deportivo Español en Argentina. Por mi forma de ser, jamás dejaría a un equipo si estoy trabajando y tengo un contrato. Mis convicciones hacen que jamás abandone un proyecto.
Ya en el Fujairah, en 2017, me volvió a contactar y ahí sí nos fuimos juntos. En esta segunda ocasión resultó distinto. Diego me pidió planificación, análisis, estructura de trabajo... Y a mí eso me encanta.
Pensábamos parecido y debatíamos la idea de juego: ser un equipo agresivo, ofensivo, de presionar al rival. Siempre llegábamos a la misma conclusión. Estábamos convencidos de lo que pretendíamos.
En lo táctico, conversábamos todo. Pero no dejábamos que esa parte futbolística se llenara de muchas opiniones. Era una cosa entre él y yo. Lógicamente, luego, eso se ampliaba a los profesores, preparadores o al analista de vídeo.
"se equivocan los que dicen que maradona no era un gran entrenador"
Lo veía muy feliz en los campos de juego. Disfrutaba de los entrenamientos. Lo vivía de forma intensa. Creo que hicimos una dupla fantástica.
Después, si como jugador había sido único, el mejor de todos, como entrenador también tenía algo distinto. Nadie podía provocar lo mismo que su presencia en los jugadores: adrenalina, entusiasmo y confianza.
Les daba libertades, lo que es un factor fundamental.
En el día a día con el equipo, primero solíamos hacer una charla técnica específica con el estudio del rival. Y luego, todas las charlas de Diego con ellos eran desde el corazón. Son cosas inexplicables. Le salían en el momento. Jamás las estudiaba.
Para los futbolistas, tenerlo parado enfrente y hablarles de ese modo era muy fuerte. También en los entrenamientos. Diego siempre se metía en los trabajos con pelota, participaba, armábamos grupos. Y cuando le pegaba al balón mantenía esa exquisitez, facilidad, precisión. Los jugadores alucinaban. Quiero rescatar, sobre todo, la capacidad humana de Diego con ellos. Humildad. Simpleza. Abrazarse con los chicos en los goles.
"cuando ganábamos, automáticamente se decía: "Ganó el equipo de Diego". Y rápidamente él contestaba: "No, no, es el equipo de Luis y de Diego"
En Emiratos Árabes con Fujairah nos encontramos con una metodología, una forma y una historia de vida de un país al que no estamos acostumbrados. Ellos rezan cinco veces al día y hay horarios en los que los jugadores tienen que hacerlo. El idioma árabe es muy difícil de aprender.
Por suerte, yo hablo bastante bien en inglés. Ahora, cuando le vas encontrando la identidad, es un país fantástico. Y en la metodología de trabajo el equipo se potenciaba. Los futbolistas entendían que lo trabajado en la semana se reflejaba en el partido.
Hicimos una ‘pequeña Argentina’. Diego estaba con su novia en esos momentos. Yo con mi familia, que llegó un mes después al país. Siempre lo hago así cuando trabajo fuera: llega un tiempo después cuando tengo todo ordenado.
El grupo era de cinco o seis personas que compartíamos almuerzos y cenas. Generalmente jugábamos los viernes, con lo que a veces pasábamos el sábado o el domingo juntos con Diego y nuestra gente.
"Diego tenía el sueño de volver a dirigir algUna vez a la selección argentina. también entrenar al napoli y boca juniors"
Él era un apasionado del deporte en general, pero adoraba el boxeo. Sabía mucho. Y además se ponía una bolsa y lo practicaba en su casa. Disfrutaba mucho de verlo por televisión. Pero el cien por cien del tiempo era fútbol y más fútbol. Yo fui a trabajar y a crecer como entrenador. Personalmente, soy feliz cuando dirijo. Y así lo vivimos. Fujairah nos dio todo como estructura. No nos faltaba nada de nada.
Después de Emiratos, Diego se fue a Bielorrusia y yo a Argentina. Instalado ahí, un día me llamó. “Luis, te habla tu presidente. Ahora soy el presidente del Dinamo de Brest y vos sos mi entrenador”.
¡Sí, Diego era el presidente del club!
Obviamente, le dije que sí y empecé a ver todos los videos del equipo. Ya tenía el viaje armado con la valija y todo, pero en ese momento surgió lo de Dorados de Sinaloa.
A mí esa opción me generaba más tranquilidad porque conozco perfectamente el fútbol mexicano. E inclinamos la balanza para ir hacia ese país. En apenas un día cambiamos la ropa de invierno de Bielorrusia por la de verano para México.
La adaptación a Sinaloa resultó diferente. Ahí es donde surge la capacidad del entrenador. Si bien el fútbol es igual en todos los rincones del mundo; las maneras y los estilos no lo son. Uno como extranjero tiene que acostumbrarse. Como decía, yo conocía México porque ya había jugado y dirigido. Y es más accesible en relación a los Emiratos.
"todas las charlas de Diego con los jugadores eran desde el corazón. Son cosas inexplicables. Le salían en el momento. Jamás las estudiaba"
Pero también todo lo que genera Diego se multiplicó por 100 en México. No hay presión que uno no pueda soportar. Todo eso me sirvió muchísimo. En cada entrenamiento, ¡había 10.000 o 15.000 personas! Imagínate.
Eso, como técnico, te pone con un umbral de exigencia máximo. Estás expuesto permanentemente. Y eso me hizo potenciar muchísimo. Estar con él era apuntar a lo máximo, en lo futbolístico y desde la crítica. Porque todo el mundo esperaba que a Diego le fuese bien, y a veces no sucedía.
Lo primero que hicimos con Dorados, cuando perdimos la final de la segunda división, fue felicitar a los jugadores. Lógicamente, cuando volvimos en el avión estábamos tristes. Yo sufro mucho cuando me toca la derrota, pero no podíamos decirle nada a los jugadores. Habían hecho un grandísimo trabajo durante toda la temporada. No se dio el ascenso, como en Emiratos, pero el trabajo de Diego quedó ahí, con grandes resultados.
En ese tiempo que compartí con él como entrenador, Diego tenía el sueño de volver a dirigir alguna vez a la selección argentina. No se dio, pero sí sé que él estaba capacitado y preparado para comandar de nuevo a la selección. Lo hablábamos siempre.
"Pensábamos parecido y debatíamos la idea de juego: ser un equipo agresivo, ofensivo, de presionar al rival"
Hoy, Argentina, por fortuna, tiene un gran cuerpo técnico a cargo de Lionel Scaloni, un equipo que seduce al cien por cien. Me encanta verlo jugar.
Diego también tenía dos sueños más. Hablaba maravillas de Napoli. Tenía un recuerdo hermoso y le hubiera gustado entrenar ahí. Como también a Boca Juniors, siempre lo hacía presente en las charlas.
Por mi lado, tenía uno en particular. Te voy a contar algo que nunca hice. Una vez tuve una charla con un dirigente de Independiente y le comenté: “A mí me encantaría dirigir al club. “Pero, ¿por qué no con Diego?”. Esa posibilidad la tenía presente. Y sé que a Maradona le hubiera encantado porque respetaba mucho al ‘Rojo’.
Entre las etapas compartidas como jugadores y entrenadores, lo más intenso resultó esto último. Creo que es donde más lo aproveché. Éramos dos y debíamos hacer que el equipo funcionara desde el trabajo, la metodología y la exigencia.
"todo lo que genera Diego se multiplicó por 100 en México. En cada entrenamiento, ¡había 10.000 o 15.000 personas!"
Como futbolistas era un gran placer estar con él, porque Diego solo, en cualquier momento, te rompía un esquema defensivo. Era un nivel superlativo. Y contamos con la posibilidad de ser campeones del mundo con un grupo fantástico en 1986.
Pero como entrenador encontré un gran técnico. Con un talento especial para la dirección del grupo. Nosotros buscábamos potenciar a los jugadores, ayudarlos. Es decir, queríamos llevar a los planteles a lo máximo.
Es más, cuando ganábamos, automáticamente se decía: "Ganó el equipo de Diego". Y rápidamente él contestaba: "No, no, es el equipo de Luis y de Diego".
Esa era su grandeza.
En 2019, nuestros caminos se separaron. No por nada en concreto. Simplemente fue un proceso profesional para ambos. Yo había tenido experiencias antes como primer entrenador en Bolivia y Argentina; ya tenía un cuerpo técnico. Cuando terminó el trabajo en Dorados, hablé con Diego y le expliqué que iba a volver a dirigir con mi gente.
En ese lapso apareció su oportunidad en Gimnasia y Esgrima La Plata y lo mío en Sol de América de Paraguay.
"cuando se le nombra me genera alegría, respeto y mucha admiración"
Pero finalizamos en términos agradables, de la mejor manera. Como dos personas de bien y hablando de frente.
Desde Paraguay yo seguía a Gimnasia y quería que salieran las cosas bien por Maradona. Disfruté muchísimo cuando lo homenajeaban en cada estadio, le ponían un sillón enorme donde él se sentaba. Y sé que Diego seguía a mi equipo.
Hay algo que no me voy a olvidar nunca en mi vida y es ese tiempo que pude vivir con él como entrenador. Después de un partido en el que las cosas habían salido bien con Dorados, me tomó con sus manos. Me miró y me dijo: “Luis, vos sos mis ojos futbolísticos”. Hoy lo cuento y se me estremece la piel.
Yo le respondí: “Te quiero mucho, Diego. Vamos para adelante”. Lo dijo con una gran simpleza y resultó algo muy fuerte.
Lo quiero y lo recuerdo. Sé que ahora está descansando con su mamá y su papá. Pero cuando se le nombra me genera alegría, respeto y mucha admiración.
Gracias, Diego.