PABLO ZABALETA
Asistente técnico Albania, 2023-Presente
Estaba en el Mundial de Qatar trabajando como comentarista para la BBC, cuando me llegó un mensaje de WhatsApp de Sylvinho.
“¿Cómo vas? Tengo una entrevista con la Federación de Albania en los próximos días para el puesto de seleccionador. Si soy el elegido, cuento contigo”.
Sylvinho y yo tenemos una gran de amistad desde año muchos años. Coincidimos la primera vez en Mánchester en 2009. Él dejó al Barcelona ese verano para firmar una temporada con el Manchester City, y yo ya llevaba en el club un año. Había llegado desde el Espanyol.
Surgió una relación muy espontánea. Yo era mucho más chico que él: tenía 23 años. Sylvio, 34. Coincidíamos mucho, por ejemplo, en el desayuno. Éramos de los pocos jugadores que empezábamos el día temprano. También influyó que Sylvio había tenido antes muy buena relación con sus compañeros argentinos. Lionel Messi en el Barcelona, y, en su paso por el Celta de Vigo, con Gustavo López, Eduardo Berizzo, Pablo Cavallero.
Por eso habla español con un poco de acento argentino.
En ese tiempo juntos en Manchester, vivíamos incluso también muy cerca, en las afueras de la ciudad. Casi todos los domingos, a Sylvio le gustaba hacer pizza y ahí me invitaba a su casa, con los jugadores brasileños que estaban en el Liverpool: Fábio Aurélio y Lucas Leiva.
De ese modo, nació una amistad muy buena entre los dos, que se ha mantenido intacta, aunque después de jugar juntos un año en el City cada uno fuimos por caminos diferentes. Cada vez que coincidíamos en algún lugar, nos juntábamos. También cuando Sylvio, como integrante del cuerpo técnico de Tite en Brasil, iba a Inglaterra para ver a algún jugador brasileño en la Premier League. Ahí pasaba por mi casa y se quedaba.
"Sylvio y yo tenemos una gran de amistad desde año muchos años. Coincidimos la primera vez en el manchester city en 2009"
Sin embargo, no me esperaba su mensaje. Fue toda una sorpresa para mí, pero claro que dije que sí.
Al día siguiente, en la habitación del hotel y todavía sin saber si Sylvinho sería elegido o no para el cargo de seleccionador, me puse a ver cortes de partidos de Albania. Por ahí tenía doble trabajo: con la BBC para los partidos de la selección argentina y por las mañanas viendo videos de Albania.
Con el mensaje de Sylvio en el Mundial de Qatar, realmente sentí que había llegado el momento de dar inicio a mi nueva etapa: entrenar.
Todo empezó en 2020. Terminé el contrato con el West Ham en el mes de junio y me fui con la familia a vivir a Barcelona. Con 35 años, me sentía bien físicamente, sin ningún tipo de lesión, pero también en los últimos meses con el West Ham había empezado a pasar por mi cabeza la idea de dejarlo. Aunque no era una decisión definitiva, lo que sí que tenía claro es que me iba de Inglaterra. Había hecho nueve años en el City y tres en el West Ham.
Pero ese verano de 2020 estaba la pandemia. Y a eso, sumándole que no me salía nada que me pudiera convencer de seguir jugando, me llevó a tomar la decisión.
"tenía doble trabajo: con la BBC para los partidos de la selección argentina y por las mañanas viendo videos de Albania"
Una mañana me desperté y se lo dije a Christel, mi mujer: “Ya he vivido todo lo que había soñado en algún momento vivir como futbolista. Ya no hay nada que pueda volver a despertarme para seguir jugando”.
Ella me miró y preguntó: “¿Estás seguro?”.
Sé por qué ella me lo preguntaba de esa manera, porque no es fácil dejar de jugar cuando todavía crees que puedes seguir, pero no tenía dudas.
“Sí, punto final. Se acabó”.
Decidí retirarme —lo hice público en octubre de 2020—, para empezar a pensar en ser entrenador. Para eso, lo primero fue tomar mi licencia en la Federación de España, en el curso UEFA Pro. Luego, tenía pensando ir a ver entrenamientos de algunos técnicos que tuve como jugador.
Sin embargo, fue un año difícil, porque en la temporada 2020/21 prácticamente no podías ir a ningún entrenamiento y tampoco a ningún partido por motivos de seguridad con la pandemia. Ya al final de la temporada, sí se abrió la posibilidad de ir a ver algún entrenamiento, pero había que hacerse un PCR. Eso hacía que sintiera cargo de conciencia, por si después pasaba alguna. Es decir, por si había algún contagio.
"Aunque no era una decisión definitiva, lo que sí que tenía claro es que me iba de Inglaterra"
Entonces, me tomé prácticamente todo el año para estar en Barcelona. Dedicado cien por cien a mis hijos: Asier, de 9 años, y Julen, de 5.
Cuando eres jugador, muchas veces el fútbol te saca de tu familia con tantos viajes, partidos y concentraciones. No es fácil ejercer el rol de padre, pero menos todavía como entrenador, porque en ocasiones incluso también te toca ir a cualquier lugar a vivir solo. Lo he visto en muchos de los directores técnicos que tuve como jugador.
Durante el tiempo que estuve en casa, pude ejercer como un padre normal. Llevarlos al colegio cada mañana, a sus actividades extraescolares por las tardes, a ver alguna función que tenían en el colegio... También a sus partidos de fútbol.
Esos dos años de transición, después de haberme retirado y antes de empezar a trabajar en un cuerpo técnico, fueron dos años muy lindos para poder disfrutar prácticamente de mis hijos todo el tiempo.
Desde que empecé con Sylvio en Albania, puedo seguir viviendo en Barcelona y pasar tiempo con ellos, pero ya he empezado a perderme cosas importantes. Más cuando todo ha ido tan rápido en tan poco tiempo.
No fue fácil agarrar una selección en donde sabes que tenés un grupo difícil de clasificación para la Eurocopa 2024. Polonia y República Checa, sin duda, partían como claros favoritos. Pero creo que cuando hicimos el análisis del equipo en enero de 2023, vimos un potencial importante en jugadores jóvenes.
"ESE tiempo tan importante con Asier y Julen también ayudó a renovar mis fuerzas para vivir a full esta nueva etapa para mí"
¿Qué quiero decir con esto? Hay una generación muy importante que emigró de Albania hace 30 años, y han tenido sus hijos fuera. Todos esos hijos, hoy por hoy, han elegido venir a jugar y a representar al país que es la tierra de sus padres. Así, en la selección hay también una cuestión muy emotiva y de un sentido de pertenencia grande de muchos de estos chicos.
Entonces, cuando vimos que había un conjunto de jugadores importantes y estábamos convencidos de que teníamos la posibilidad de clasificarnos para la Eurocopa. Eso sí, si me preguntan antes de empezar la fase de clasificación si íbamos a terminar primeros, ahí yo no sé si éramos tan optimistas. Pero si queríamos al menos pelear una plaza, y sí: terminamos ganando el grupo, jugando realmente muy bien.
Hicimos un trabajo realmente muy bueno e hicimos disfrutar a una nación, que eso también es algo emotivo, porque es la segunda Eurocopa que Albania vive en su historia.
Como cuerpo técnico, prácticamente todo sudamericano, vamos a vivir una Eurocopa, que ya es una bendición para nosotros. Por escenario -en Alemania-, estadios y todo lo que conlleva una Eurocopa, es prácticamente lo más cercano a lo que se vive en un Mundial.
El mensaje es que todos vamos a vivir el sueño de la Eurocopa con la responsabilidad que se merece. Estamos preparados para competir al máximo, como lo hicimos desde el primer día que llegamos, porque tenemos un grupo complicado: Italia, Croacia y España. Pero creo que tenemos que ir con el sueño y las ganas que merece una Eurocopa, para competir y estar a la altura de lo que requiere una competición así.
"Durante el tiempo que estuve en casa, pude ejercer como un padre normal. Llevarlos al colegio , a sus actividades extraescolares, a ver alguna función que tenían en el colegio..."
A nivel individual, afronto esta nueva etapa como entrenador con la misma ilusión que cuando empecé a jugar, pero también soy consciente de que tengo veinte veces más de responsabilidad.
Cuando estoy metido en la concentración, trabajo prácticamente todo el día. Empiezo a las diez de la mañana con videos, sentado al lado del analista, mirando cada entrenamiento, cada partido, filtrando mucha información a Sylvinho... Hay un nivel de responsabilidad y una carga de trabajo que como futbolista no existía. Eso es una diferencia muy grande como futbolista, pero me encanta.
Todos los que tenemos la posibilidad de disfrutar y de trabajar en una profesión que nos gusta, le podemos dedicar todas las horas que sean necesarias durante el día.
Sinceramente, no extrañé nada cuando dejé de jugar y pasé a pensar como entrenador. En ningún momento tuve la sensación de que me había arrepentido.
No sé hasta dónde llegaré, pero estoy lleno de energía para aprovechar y disfrutar cada segundo al máximo. Ese tiempo tan importante con Asier y Julen también ayudó a renovar mis fuerzas para vivir a full esta nueva etapa para mí.
pablo zabaleta