Paulo Pezzolano
Watford, 2025-Presente
Cuando me hablaron de la posibilidad de llegar al Watford, sentí de inmediato una conexión especial.
Sabía lo que representaba el club, su historia y la fidelidad de su hinchada. Y claro, hablando del fútbol inglés, no hay dudas: hoy en día es el mejor del mundo. Los mejores jugadores y entrenadores están allí. En definitiva, es un escenario en el que tenía muchas ganas de participar, porque cuando uno se hace entrenador sueña con eso.
Mi carrera en el banco comenzó en 2017 como entrenador-jugador, algo conocido en el fútbol inglés, pero no tanto fuera de ahí. Yo quería retirarme en el campo, es decir, jugando, a pesar de tener una carrera humilde. No quería dejarlo así, sin más. Y desde la dirección de mi club, Montevideo City Torque, me hicieron una propuesta: “¿Quieres llevar al equipo los últimos cuatro partidos de la temporada?”.
Acepté, pero no fueron cuatro partidos como entrenador-jugador, sino uno solo. En el primer encuentro hice el cambio más importante de mi vida: me saqué a mí mismo del campo faltando diez minutos, y empatamos sobre la hora. No volví a jugar.

¿Por qué? Sinceramente, no creo que la figura entrenador-jugador funcione, entre otras muchas cosas, porque es imposible atender todas las demandas que tiene un director técnico si también tienes que estar preocupado por jugar. Debes elegir una u otra, y yo lo tuve claro, porque se abría una oportunidad única en algo que me apasiona. Por eso acepté dirigir en Montevideo City Torque, aunque pronto comprendí que sería la decisión más difícil de mi carrera.
Después de terminar la temporada, tuve que tomar decisiones durísimas para arrancar la siguiente: saqué a 14 compañeros. Compartimos asados, buenos y malos momentos, y de repente tenía que decirles que no contaba con ellos. Fui uno por uno a comunicárselo. Quería que lo escucharan de mí y con mis explicaciones. Algunos lo entendieron, otros no. Pero yo en ese momento no juzgaba a la persona, si bien separar lo personal de lo profesional es muy difícil. Simplemente, su estilo no encajaba en lo que yo quería construir.
"Hablando del fútbol inglés, no hay dudas: hoy en día es el mejor del mundo. Los mejores jugadores y entrenadores están allí"
Creo que lo hice con el máximo respeto, y con la ayuda de un cuerpo técnico experimentado que armé desde el primer día. Tenía claro que no podía fallar, porque estudié qué podía hacerme tropezar como entrenador joven. El error hubiera sido pensar que, por haber sido jugador, ya lo sabía todo. Así que me rodeé de gente capacitada y con una idea clara.
Conseguimos el objetivo en mi primer año completo como entrenador: subir a Primera División de Uruguay y con buen fútbol. La directiva nos había propuesto ascender en dos o tres años, digamos que un proyecto a largo plazo, y nosotros lo logramos en el primero y a falta de varias fechas para el final de temporada.

Luego de esa experiencia y del trabajo de gestión de grupo que viví en Montevideo City Torque, tuve la oportunidad de dirigir a Liverpool Fútbol Club, también en mi país. Me quedé con algunos jugadores que eran considerados “complicados”, incluso bajo la advertencia del presidente, que me decía que podía ser un vestuario difícil. Pero yo confiaba en mi capacidad para gestionarlo y quería asumir ese desafío.
El trabajo en Liverpool durante dos años fue increíble. Hicimos campeón —Torneo Intermedio— a un club que históricamente no lo había logrado antes. También cambiamos toda la estructura desde la cantera y radicalmente la identidad del equipo. Eso no tiene precio: no valía solo con ganar, también importaba el cómo.
"Tenía claro que no podía fallar, porque estudié qué podía hacerme tropezar como entrenador joven. El error hubiera sido pensar que, por haber sido jugador, ya lo sabía todo"
Eso mismo perseguí con Pachuca cuando llegué al club en 2020. México es una liga muy exigente y estaba fuera de mi zona de confort, porque salía de mi casa por primera vez como entrenador. Es cierto que ya lo había hecho antes como jugador —estuve en China o España—, pero como entrenador es distinto. Sabes que, si los resultados no van bien, sales y ya está. Aunque tengas contrato.
Pachuca era un equipo con jerarquía, y nuestro objetivo era imponer nuestro estilo de juego desde el inicio, trabajando intensamente en lo táctico. Fue un gran reto, con más de ocho jugadores internacionales y un enfoque especial en la formación. Potenciamos a jóvenes como Kevin Álvarez, Chiquito Sánchez, Chávez o Roberto de la Rosa. Ese fue nuestro sello: formar jóvenes y generar buenas ventas. A nivel de resultados, también nos fue muy bien. Alcanzamos grandes resultados, con dos campañas en las que llegamos a la Liguilla, es decir, a la última instancia por ganar el campeonato.

No tuvo nada que ver lo de Pachuca con lo que viví en Cruzeiro. En Brasil juegas casi 70 partidos al año, por lo que no tienes mucho tiempo para pensar en la base y sí en el día a día. También te exige una metodología flexible como entrenador: menos trabajo en campo, más videoanálisis y un repaso táctico de baja intensidad antes de cada partido. Y la relación con el grupo es diferente, porque los planteles son muy grandes: tienes más de 30 jugadores.
Tanto partido en tan poco tiempo, hasta 15 partidos en dos meses, te obliga a rotar a los jugadores si quieres conseguir tu objetivo en un contexto competitivo tan complejo y de máxima urgencia, porque Cruzeiro llevaba dos años en segunda división. De ese modo, ascender no era necesario, sino una obligación para un club que tiene una de las mayores masas de aficionados de Brasil: 10 millones de hinchas y cada partido con 60.000 personas en el estadio.
"Pachuca era un equipo con jerarquía, y nuestro objetivo era imponer nuestro estilo de juego desde el inicio, trabajando intensamente en lo táctico"
Sin embargo, para mí no era suficiente con lograr el ascenso. Queríamos imponer un modelo de juego que muchos creían imposible en esa liga. Un fútbol de alta intensidad y dominante, incluso en campos encharcados como suele ser habitual en la segunda de Brasil, donde se juega en zonas donde llueve mucho. Nosotros rompimos con todas las barreras, logrando la promoción seis jornadas antes del acabar el campeonato Una anticipación récord en la historia del fútbol brasileño en la segunda división más difícil, con clubes como Gremio, Bahia, Vasco da Gama y Chapecoense.
Lo normal habría sido seguir en Cruzeiro y disfrutar de la experiencia de dirigir a este gigante en primera división. Pero soy un entrenador que no toma decisiones solo con el corazón, sino también con la cabeza. Después del ascenso, hubo cambios internos y sabíamos que no sería fácil. Así, comuniqué que no seguiría, pero con el máximo respeto hacia la dirección del club y los aficionados. Por eso, decidí que me quedaría hasta el final del Campeonato Mineiro, tiempo suficiente para que el club encontrara un técnico sin urgencias.

Sin embargo, sí había urgencias en el Real Valladolid, y muchas. Me llamó Fran Sánchez, director deportivo del club. Yo lo había conocido dos meses antes, cuando visitó Cruzeiro para ver cómo trabajábamos. Le gustó nuestra metodología y, cuando quedó libre el puesto, pensó en mí. Ronaldo, dueño del Real Valladolid, también apoyaba la decisión. Había tenido ofertas de México, Brasil, Oriente Medio y Sudamérica, pero cuando te llama un club europeo, con un dueño y director que confían en ti, no puedes decir que no.
La propuesta fue clara: dos años, pasara lo que pasara. El Real Valladolid no estaba en zona de descenso en la temporada 2022/23 cuando llegué más o menos mediados de temporada, pero el calendario sí era durísimo y el contexto interno muy complicado: el vestuario estaba golpeado. El objetivo era llegar a 39 o 41 puntos para la salvación. Nosotros logramos 40. En la mayoría de los casos, con 40 puntos no se desciende en LaLiga. Pero nos tocó. Hicimos buenos partidos. Sin embargo, no ganamos los duelos con rivales directos por la permanencia. Y eso fue decisivo.
"En Brasil juegas casi 70 partidos al año, por lo que no tienes mucho tiempo para pensar en la base y sí en el día a día"
Yo sabía que sería una temporada 2023/24 muy complicada después del descenso. Económicamente, el club estaba golpeado. Eso se traducía en no tener uno de los planteles más fuertes de Segunda. Desde fuera, el Valladolid debería ser poderoso por historia, pero la realidad era otra. Aun así, me quedé. Fue un año largo, exigente, pero maravilloso: ascendimos dos fechas antes del final.
Una vez logrado el ascenso, como pasó en Cruzeiro, las cosas no fueron sencillas. Una multa económica fuerte afectó a la planificación, así que no se pudieron dar ciertos refuerzos clave que teníamos en mente. Al final, hicimos lo que pudimos, no lo que queríamos. Y eso se nota cuando compites al máximo nivel. El modelo debía adaptarse.

No obstante, el equipo arrancó bien la 2024/25 en primera división. Hicimos buenos partidos, aunque no acompañaran los resultados. Sinceramente, creo que perdimos puntos que debimos sumar. Y antes del cierre de mercado en septiembre, ya con una plantilla sin los refuerzos esperados, se fue Enzo Boyomo a Osasuna. Su salida nos afectó mucho, no solo por lo que aportaba, sino por lo que generaba en sus compañeros. Una venta obligada por el contexto económico, pero debilitó al equipo. Desde ahí, todo se complicó más y en diciembre de 2024 tocó salir del club después de una serie de malos resultados.
"Soy un entrenador que no toma decisiones solo con el corazón, sino también con la cabeza"
El último semestre sin entrenar lo aproveché para viajar a Inglaterra. Primero, para profesionalizar mi inglés. Tomé clases particulares con mi amigo John, un gran profesor en Mánchester. Pasaba quince días allá al mes. También vi muchos partidos de Premier y Championship. Asistí a entrenamientos, partidos viajando a Londres, Mánchester y ciudades cercanas.
Reconecté con gente del City Group, dueños de Montevideo City Torque, donde empecé mi carrera. Gracias a Joan Pazzi, asistí a entrenamientos de Pep Guardiola, compartí cenas y momentos únicos con Pep. Para mí, es el mejor entrenador de la historia. Más allá de los resultados, nunca vi un equipo tan dominante como su Barcelona. Fue un privilegio y un aprendizaje enorme.

Mi modelo de juego parte de una base: jugadores que se entreguen al 100%. Luego, adaptar la idea a los futbolistas que tienes. No importa si puedes aplicar tu modelo al 100% o al 50%, pero sí que haya identidad. Y todo parte del trabajo diario. El partido llega tarde si no construiste antes, es decir, tienes que hacer mucho trabajo previo. El modelo debe estar claro, saber qué hacer con y sin balón, ser intensos, solidarios. Los que ascienden son equipos, es decir, un grupo, no individualidades.
Esa es la base.
Hoy disfruto viendo al PSG de Luis Enrique. Un equipo completo y admirable. Más equipo que nunca. Cuando logras un grupo con una idea clara, que cree y se siente cómodo, todo se solidifica. Así se forma un verdadero equipo.
"Como entrenador lo gestionas todo: jugadores, egos, emociones, decisiones. Como si fueran tus hijos. Saber cuándo retar y cuándo abrazar"
Yo empecé con un juego posicional marcado en Montevideo City Torque, lo llevé a Liverpool con variantes exitosas. En Pachuca fuimos más verticales, porque el fútbol mexicano es directo. Allá los extremos son veloces y desequilibrantes. Desarrollamos salidas automatizadas desde el arquero. Muy efectivo. En Brasil, con Cruzeiro, volvimos al bloque alto, con juego posicional y vigilancias. Funcionó. En España, sin embargo, fue distinto. No teníamos velocidad atrás, no podíamos arriesgar. Buscamos una mezcla: menos posesión y jugadas rápidas por fuera. Es decir, adaptamos el modelo sin perder la esencia.

Pero lo más importante es que eso se vea en la cancha y en el grupo. Siempre creí en negociar, convencer, hacerles creer a todos que este es el camino. Esa es la verdadera gestión. Desde los 22 o 23 años leo muchos libros empresariales. Aprender me ayudó, porque como entrenador lo gestionas todo: jugadores, egos, emociones, decisiones. Como si fueran tus hijos. Saber cuándo retar y cuándo abrazar. Me encanta lo táctico, pero también disfruto de gestionar el plantel, el vestuario, el staff... Tienes que motivar a todos, porque sin buena gestión, no hay juego que se sostenga.
Para mí, la gestión es el 99% del rol de un entrenador.

Paulo Pezzolano