paulo sousa
Salernitana, 2023
Nunca pensé en los riesgos cuando Maccabi Tel Aviv me ofreció el puesto de entrenador.
Todo es cuestión de oportunidades. Soy capaz de ser feliz donde sea que pueda trabajar. Mi foco principal son los jugadores: cómo puedo ayudarlos a evolucionar, cómo quiero que se expresen en el campo. Todo para que tengamos una identidad y consigamos resultados.
Aquella fue una oportunidad para conocer una cultura diferente, y resultó ser muy exigente. No fue fácil. Pero las personas marcan la diferencia. Fue increíble.
Encontré algo que no esperaba: sobre el país, la ciudad, la gente y el fútbol. Les encanta el fútbol. Hay pasión; los estadios siempre están llenos, la gente es muy animada, llena de energía y siempre está cantando, incluso en las calles.
Fue el director deportivo, Jordi Cruyff, quien me contactó primero. Después de Jordi, me reuní con el dueño del club, Mitch Goldhar, en Londres. Pasamos una tarde juntos y quedé convencido de aceptar la propuesta.
Me esperaban, estaban seguros de que me querían. Esto me convenció: “Aceptaremos la propuesta y haremos un gran trabajo”, le dije a mi cuerpo técnico.
Para un entrenador es un gusto tener a alguien con conocimientos de fútbol que favorezca el juego asociativo como director deportivo. Fue un proceso para mí y Jordi conocernos mejor. Sus ideas –es tan exigente como bien preparado– y, como yo, tiene una personalidad fuerte.
Trabajamos codo con codo, para conocernos y apoyarnos mutuamente. Teníamos ideas diferentes sobre el juego, y sobre los jugadores. Teníamos que conocernos, y llegar a un consenso entre lo que representa un director de fútbol y lo que quiere el entrenador en su plantilla.
"SOY CAPAZ DE SER FELIZ DONDE SEA QUE PUEDA TRABAJAR"
Entender la personalidad del otro e interactuar respetuosamente eran ejercicios diarios. En consecuencia, pudimos disfrutar juntos de nuestros roles y logros. Algo que durará para siempre.
No fue fácil, pero fue increíble cómo conectamos. Para mí y para mi equipo, fue un privilegio haber tenido a Jordi allí antes que nosotros, porque se anticipó a lo que podía pasar y entendió las circunstancias. Además, ya había aportado disciplina al equipo, e inició el proceso que nosotros continuamos.
Somos amigos hasta el día de hoy y tenemos un respeto mutuo. Crecimos juntos en la toma de decisiones y en cómo veíamos a los jugadores y al juego en sí.
En ese momento, el club, los jugadores y la propia competición tenían algo que aprender tácticamente. Esto ha evolucionado mucho gracias a la experiencia de entrenadores extranjeros que han aportado nuevas ideas al fútbol israelí.
No es fácil tratar con los jugadores allí, comprender sus ideas y mentalidades. Como hay una restricción en la cantidad de jugadores extranjeros permitidos, una buena parte de la inversión debe hacerse en jugadores locales. Eso hace que el nivel del equipo esté desequilibrado. Otra dificultad es mantener a los jóvenes enfocados, ya que la cultura local es bastante exigente. La disciplina y la organización son cruciales. Fue una gran aprendizaje para mí.
Siempre me gustó crear expectativas. Eso es desde que comencé mi carrera como jugador. Me fijo metas. Está en mi ADN: tengo una mentalidad ganadora.
"PUDE DISFRUTAR CON JORDI CRUYFF DE NUESTROS ROLES Y LOGROS, ALGO QUE DURARÁ PARA SIEMPRE"
Ayudar a mis jugadores a entender el juego y entender a cada uno de ellos es complejo. Ayudarlos a desarrollarse, a ser más inteligentes tácticamente y a comprender la complejidad del juego: jugar un fútbol atractivo, controlar a los oponentes con la posesión del balón y crear oportunidades, identificar el tiempo y el espacio exactos para tomar las decisiones correctas... Es algo mecánico.
La intensidad es principalmente mental; luego viene lo físico. Tuve un psicólogo a mi lado para ayudarme a interactuar y comprender a mis jugadores. Y muchos de ellos, Eran Zahavi en particular, se mantuvieron en contacto conmigo.
Zahavi evolucionó mucho durante su paso por el fútbol italiano. La forma en que aprendió a entender el juego, cómo desarrolló sus habilidades y su desempeño, lo ayudó a alcanzar su potencial. No hay mejor recompensa para un entrenador que un jugador reconozca que está mejorando.
Estaba acostumbrado al 4-3-3, nuestro sistema, desde mis días de jugador. Una vez que comencé a comprender mejor las características de mis jugadores, comenzamos a evolucionar y crear nuevos formatos. Y los muchachos estaban felices de jugar porque controlamos a los rivales con la posesión del balón y creamos muchas oportunidades de gol. Fue realmente excepcional.
A finales de diciembre de 2013 iniciamos una racha que nos llevaría a 12 victorias en 13 partidos. Y terminamos la temporada como campeones nacionales. Además, conseguimos clasificarnos en un grupo complicado de la Europa League, que contaba con el Eintracht Frankfurt, que también avanzó, además del Apoel Nicosia y el Girondins Burdeos, club con el que tuve la oportunidad de trabajar más adelante.
"ME FIJO METAS; ESTÁ EN MI ADN: TENGO UNA MENTALIDAD GANADORA"
Ganar la liga después de una dura rutina de trabajo, ganando partidos y marcando goles, fue al final una satisfacción inmensa. Solo salí de allí por el reto de seguir creciendo.
Ya me había enfrentado varias veces al Basilea, como entrenador, cuando me hicieron la oferta ese mes de mayo de 2014. Así que ellos sabían bien lo que buscaban. Nos habían ganado en la última ronda de clasificación para la Champions League. Si miramos de cerca nuestra vida, veremos que tenemos numerosas conexiones en el mundo, ya sean personales o profesionales.
El suyo era un equipo que podía competir regularmente en la Champions League, lleno de jugadores experimentados. Me dio la oportunidad de competir en otro nivel y tenía muchas ganas de llevar al Basilea a dar el siguiente paso.
Era algo totalmente diferente a lo que tenía en Tel Aviv. El ruido pasó del 100 por ciento a cero, en el día a día, dentro y fuera del club.
Era un club muy organizado. El presidente, el vicepresidente, el director deportivo, el jefe de scouting y yo, prácticamente formábamos la junta directiva y tomábamos las decisiones.
El estadio y el vestuario eran nuestro entorno de trabajo diario, para los entrenamientos y partidos. Desde el principio, luchamos por mejorar la infraestructura del centro de entrenamiento debido al estilo de juego que queríamos implementar. Queríamos marcar una gran diferencia. Teníamos una mezcla de jugadores experimentados y jugadores jóvenes llenos de energía.
"SI MIRAMOS DE CERCA NUESTRA VIDA, VEREMOS NUMEROSAS CONEXIONES ENTRE EVENTOS"
La gente piensa que la Superliga suiza es fácil, pero no lo es. Te enfrentas a cada oponente cuatro veces, y no es fácil hacer que los jugadores se centren en cada detalle, especialmente cuando eres más fuerte que tus rivales.
El entusiasmo de los jugadores por enfrentarse tantas veces al mismo rival no es el mismo. Así que era un problema que teníamos que solucionar. Y lo logramos en el entrenamiento, desarrollando sesiones más complejas para captar la atención de los jugadores y mantenerlos enfocados.
Para ellos, sin embargo, siempre era el mismo juego. No es precisamente sencillo exigir que siempre tengan la misma intensidad y rendimiento. La sensación de jugar buen fútbol ayudó en el proceso. Cuando se dieron cuenta de lo fuertes que eran y, en consecuencia, ganaron más confianza, comenzaron a disfrutar de lo que estábamos haciendo. Y así fue hasta el final de la temporada.
Siempre que los jugadores reconocen que están dominando a sus oponentes, que tienen el control de las acciones en el campo, en todo su ancho y profundidad, creando diferentes líneas, se vuelve mucho más fácil jugar y tener confianza. Así fue contra el Real Madrid, en nuestra casa, en la fase de grupos de la Champions. Aunque perdimos 0-1, controlamos prácticamente todo el partido y creamos más ocasiones que ellos.
"LA GENTE PIENSA QUE LA SUPERLIGA SUIZA ES FÁCIL, PERO NO LO ES"
La comunicación fue una parte difícil al principio: conectar con los jugadores, crear el estilo que queríamos. Ellos eran muy exigentes, no solo en liderazgo y comunicación, sino también en métodos de entrenamiento y conocimiento del juego, especialmente porque ya jugaban a un buen nivel.
La primera parte, la de conocerse mejor, lleva tiempo. Es así en todas partes. Una vez que los jugadores entienden los métodos y lo que queremos lograr, todo se vuelve más simple.
En nuestro grupo en la Champions también estaban Liverpool y Ludogorets. Brendan Rodgers era un entrenador joven, que ya había alcanzado un nivel fantástico. Desde que yo salí de Inglaterra y del Swansea, él se había consagrado en la Premier League hasta llegar al Liverpool, donde contaba con jugadores de élite y un alto poder de inversión. Fue un gran desafío para nosotros.
Teníamos un plan de juego, con una estrategia específica para cada uno de los partidos contra ellos. Éramos un equipo muy organizado en los partidos en casa. Usamos una línea de tres en defensa porque queríamos construir desde atrás con superioridad numérica y escapar de su presión. Así, tendríamos las opciones de pases cortos o medios, siempre que el rival tuviera muchos jugadores presionándonos.
Íbamos ganando confianza, siempre había triángulos o rombos dibujados, con buenas líneas de pase para salir de la presión y llegar al campo del Liverpool. Dominamos y ganamos bien 1-0.
"CLASIFICARNOS PARA OCTAVOS DE LA CHAMPIONS LEAGUE, EN UN GRUPO DONDE ESTABAN EL REAL MADRID Y EL LIVERPOOL, FUE UNA HAZAÑA"
Anfield tiene un ambiente tremendo, especialmente para los jugadores que no están acostumbrados. Pero teníamos gente experimentada. Los jugadores suizos son, en promedio, concentrados y mentalmente fuertes. Fríos. No suelen verse afectados por el entorno ni por el momento.
Nuestra estrategia era controlar el juego con pases y, por lo tanto, también controlar el entorno. Movimos la pelota rápidamente de un pasillo a otro, siempre mirando hacia adelante y haciendo fantásticas transiciones defensivas.
Hasta el segundo tiempo, siempre tuvimos el control del partido. Tuvimos más posesión, llegamos al último tercio y habíamos marcado un gol bonito. Las pocas ocasiones del Liverpool llegaron cuando perdimos algo de concentración.
Fue un gran momento para mí, mi cuerpo técnico y mis jugadores estar en ese ambiente y poder jugar bien. Además, el 1-1 aseguró nuestra clasificación, junto al Real Madrid, en aquella noche en la que el Liverpool necesitaba ganar. Fue una hazaña, coronada por una gran actuación.
Las vacaciones de invierno en Suiza que siguieron, fueron fantásticas. Desconectas, recargas pilas y vuelves renovado al final de la temporada.
"ESOS DOS AÑOS, EN ISRAEL Y SUIZA, FUERON INCREÍBLES"
Pero después de asegurarnos un lugar en los octavos de final de la Champions League al eliminar al Liverpool con un empate en Inglaterra, ese descanso no fue precisamente beneficioso. No pudimos volver al mismo nivel cuando llegó el momento de enfrentar al Porto en los octavos de final. Tras el descanso, solo habíamos disputado un partido oficial antes de los duelos con los portugueses. Fuimos eliminados.
Nosotros, sin embargo, levantamos la copa de la Liga de Suiza en mayo a tres jornadas de la conclusión del campeonato. Los afcionados llenaron las calles de la ciudad para celebrar el título.
Para mí, fue un gran período. Crecí mucho, en una cultura futbolística diferente que siempre me hizo reflexionar, analizar y me exigió tomar decisiones diferentes.
Ese trabajo me hizo ser recordado por los clubes italianos, y elegí uno que me permitió seguir evolucionando en mi carrera. El Basilea dejó claro que estaba satisfecho con la realidad del club, quería mantener su filosofía. Entonces decidí buscar un nuevo desafío. Esta vez a cargo de la Fiorentina.
Esos dos años, en Israel y Suiza, fueron increíbles. No se trataba solo de ganar las ligas nacionales, los clubes me permitieron ganar experiencia en la Europa League y la Champions League, comprender sus exigencias.
Entendí los proyectos futbolísticos de cada uno de estos países, lo que exigen a sus entrenadores y cómo conforman sus plantillas. Pero analizar y ver lo que están haciendo otros clubes europeos -y vivirlo de cerca- ha tenido impacto en mí.
Me ha convertido en un técnico más curtido.