Miguel Ángel Angulo
Valencia Mestalla, 2021-Presente
Llevo en el Valencia casi toda mi vida. Primero como jugador, y desde 2013 como entrenador en la Academia en Paterna, nuestra ciudad deportiva.
Mi etapa inicial en el club empezó cuando tenía 18 años. Llegué en el mercado de fichajes de invierno de 1995, desde la cantera del Sporting de Gijón. Pero no me instalé en el primer equipo del Valencia hasta 1997, después de pasar antes una temporada en el filial del Valencia y otra cedido en el Villarreal.
En ese momento, en 1997, Jorge Valdano era el entrenador. Sin embargo, estuve poco tiempo con Jorge —solo los tres primeros partidos de Liga 1997/98— y después vino Claudio Ranieri durante esa misma temporada.
Con Claudio fueron varios años, y con cambios en mi posición: llegué al Valencia como delantero, pero pasé casi toda mi carrera como jugador de banda. Ranieri fue el primero en utilizarme en esa posición.
Héctor Cúper, Rafa Benítez, Quique Sánchez Flores, Unai Emery y Ronald Koeman también fueron mis entrenadores en el Valencia. Y en la selección española Iñaki Sáez y Luis Aragonés. Todos grandes técnicos, con distintos enfoques y diferentes ideas, pero con algo en común muy importante para mí: todos han sido muy influyentes en mi idea de fútbol a nivel defensivo, ofensivo, condicional, psicológico y también emocional.
"Completé cada paso en la Academia de manera sucesiva y aprendiendo como entrenador en cada una de ellas"
He querido, en la medida de lo posible, coger lo mejor de cada uno e intentar trasladarlo a mi posición en la Academia del Valencia. En definitiva, trasladar todas esas vivencias y experiencias y aprendizajes que tuve, como jugador, para la formación de los chicos jóvenes.
Cuando acabé mi carrera como futbolista, después de un último año, 2009, en Sporting de Portugal, tuve claro que mi siguiente paso sería ser entrenador. Pero quería hacerlo a mi modo.
Quería empezar desde el principio.
El primer paso fue el Infantil B del Valencia, con chicos de 13 años. Luego pasé a la edad de 14 y 15 años, al Cadete A. Lo siguiente fue el Juvenil A, ya una etapa semiprofesional con jugadores de 16, 17 y 18 años.
Completé cada paso en la Academia de manera sucesiva y aprendiendo como entrenador en cada una de ellas. No solo del juego y el trabajo diario, sino también de los chicos. Cambia mucho trabajar con diferentes grupos de edad.
"He querido equivocarme, porque dentro de la equivocación quiero buscar la solución"
Lo siguiente que llegó fue un salto más grande e inesperado, porque fui segundo entrenador del primer equipo. Fue con Gary Neville, en 2015. Gary quería una persona del club a su lado junto a su hermano Phil Neville, y esa fue mi función durante el tiempo que Gary estuvo en el equipo.
Antes de seguir mi camino como entrenador después de esa última experiencia, quise probar en un lugar diferente en la Academia, primero en el departamento de la Secretaría Técnica. También completé una experiencia a nivel de scouting. Quería vivir ese lado, digamos un trabajo más de despacho, para ver cómo se desarrolla esa área y qué aprendizaje podía tomar. Completado ese objetivo, volví de nuevo al campo, a cargo del equipo Juvenil B en 2020.
Nunca he tenido prisa como entrenador. Pero lo más importante para mí es que he querido pasar por todas las etapas de formación. Hacer todos los pasos. Lo he creído necesario, porque en cada una de las edades de los chicos es importante y siempre sacas algo productivo.
Por ejemplo, en la etapa con los más jóvenes, el trabajo es muy enfocado a la formación, también con una parte más educativa y táctica. Después, según vas subiendo, vas empezando un poco a meterles a los chicos estímulos de competir y de entrenar bien, para que estén preparados al llegar a la etapa juvenil. Ahí es el momento decisivo para ellos: si podrán o no llegar más lejos, es decir, al fútbol profesional.
"No soy un técnico que me guste etiquetarme en unah determinada manera de dirigir al grupo"
Como digo, en todas esas etapas y ahora también como entrenador del filial del Valencia, trabajando con jugadores que están muy cerca de la élite —de hecho, algunos de esos jugadores ya han estado en el primer equipo—, he querido nutrirme y aprender.
Pero también he querido equivocarme, porque dentro de la equivocación quiero buscar la solución. Eso me ha dado vivencias, momentos de dificultades para ir formándome y crecer con el objetivo de dar un salto más en este mundo del entrenador. Un mundo muy complicado, sin duda.
Para eso, como también le pido a mis jugadores, lo más importante es lo que haces en el día a día.
No miramos al partido siguiente, ni siquiera a lo que pude pasar mañana. En el fútbol no se pueden hacer muchos planes futuros. Era complicado hacerlo como jugador, y ahora mucho más como entrenador.
En ese día a día, es clave la relación que alcanzas con los jugadores.
No soy un técnico que me guste etiquetarme en una manera determinada manera de dirigir al grupo. También aprendí de todos los entrenadores que tuve como jugador que hay distintos modos de gestionar, y todos pueden ser válidos si los aplicas bien. Pero sí quiero que haya unos valores fundamentales, que son el bienestar del día a día, la confianza, el respeto, la humildad y el trabajo.
"Quiero que la relación entrenador-jugador sea cercana"
Son valores que van acompañados de algo muy importante para mí, y es que el jugador se sienta, sobre todo, feliz.
A veces a los entrenadores formadores se nos olvida algo tan sencillo como que un chico rinde mejor cuanto más feliz esté. Por eso quiero que los chicos vengan a Paterna, a los entrenamientos, con la idea de aprender y de disfrutar. Que sepan que su entrenador les puede enseñar algo nuevo todos los días y convencerles de que es el camino correcto en todos los aspectos: físico, táctico, a técnico y emocional.
Esos cuatro conceptos que los aprendí con mis entrenadores.
Y para aplicarlos e incidir mucho en ellos, siempre está la parte humana. La parte en la que el entrenador se interesa por el jugador. Por eso me gusta saber de mis jugadores cómo viven, con quién viven, cómo es su día a día...
Muchos de los chicos de la Academia vienen de fuera, no son de Valencia. Es decir, quiero que la relación entrenador-jugador sea cercana. Algo que te pueda llevar a que el jugador se sienta mucho más identificado con tu idea de juego en el campo. De ese modo, mi función es conocerlos a todos. No solo dentro del campo, sino también fuera.
“Educamos personas, formamos futbolistas”. en paterna me hice futbolista y también persona"
Pero nunca de igual manera con todos. A algunos chicos les gusta que estés encima de ellos y a otros que no les digas nada. También hay algunos a los que no les importa que les corrijas en público, pero a otros, sin embargo, solo debes hacerlo en privado. Y debes respetar que sea así, porque, como digo, nunca puedes tratar a todos del mismo modo.
No todos somos iguales.
También quiero que los jugadores sean algo de entrenadores, que entiendan el juego. Entonces a todos, también a los porteros, les damos el trabajo muchas veces de verse en los entrenamientos o los partidos. Queremos que ellos nos den feedback sobre su juego. Información de cómo se han visto o qué soluciones pueden darnos a posibles problemas.
Todo eso es lo que me preocupa.
En Paterna, cuando llegas, hay un lema en la entrada que dice: “Educamos personas, formamos futbolistas”. Así pasó conmigo cuando llegué aquí con solo 18 años. Aquí me hice futbolista y también persona.
Pues bien, eso mismo quiero con mis jugadores y con todos los chicos que están aquí.
Una formación completa a todos los niveles.
Miguel Ángel Angulo