Ryan Giggs
Seleccionador de Gales, 2018-2021
A medida que te haces más viejo, el fútbol se vuelve un poco más como la película Matrix.
Todo se pone un poco más lento. El juego también es más lento en tu mente. Puedes ver pases que antes no divisabas. Tienes mucha más calma cuando llevas el balón.
A veces me veo a mí mismo cuando era más joven y odio ver cómo regalaba tanto la pelota. Después, con más experiencia, me encantaba llevarlo un poco mejor, sin intentar ese pase "Hollywoodiense" todo el tiempo; simplemente mantenerlo y esperar para jugar esos balones a la espalda de la defensa rival o entre líneas a los pies del delantero centro.
Los últimos cinco o seis años de mi carrera como jugador seguramente fueron los que más disfruté. Me encantó el cambio a un rol más central. Estás más implicado en el juego, tienes más opciones, el campo se te abre.
A los 15 o 16 años yo jugaba en el mediocampo, por entonces para el Salford Boys. Pero después no lo hice tanto en esa posición. Así que cuando luego bajé al mediocampo del Manchester United fue todo un proceso para mí. Recibir el balón, mirar todo el campo, los jugadores que corren por aquí, los jugadores que corren por allá...
Y en el United tenía mucha energía alrededor de mí. Wayne Rooney bajaba al medicoampo, Ji-sung Park por la izquierda, Patrice Evra subiendo y bajando, Michael Carrick (arriba, derecha) a mi lado.
Tuve suerte en ese sentido, pero también tuve la fortuna de que siempre pude regatear. En el mediocampo, eso puede ser una gran ventaja si no hay un pase obvio que dar. Recuerda a alguien como Paul Gascoigne, quien podía recibir el balón en el mediocampo y doblegar jugadores, y yo también tenía eso en mi arsenal.
“Jugar en el medio del campo es una como partida de ajedrez, es una cuestión de encontrar el movimiento correcto"
Además pude desarrollar mi juego asociativo. Teníamos una oftalmóloga en el United, y ella se dio cuenta de que cuando jugaba en el mediocampo no daba tantos pases hacia la izquierda como hacia la derecha. Trabajamos mucho en mi visión periférica y descubrimos que mi visión no era tan fuerte en ese lado, lo cual, si lo piensas, era algo perfectamente natural.
Me había pasado la mayor parte de mi carrera pegado a la banda izquierda, así que siempre tuve ese pase a mi derecha, pero ella se dio cuenta que me perdía desmarques de compañeros que iban por la izquierda. Así que hicimos mucho trabajo, mirando hacia ese lado, intentando fortalecer la visión en esa dirección.
Cuanto más me iba por dentro, más lo desarrollé. Pero también hablé mucho con mis compañeros de equipo, en especial Michael Carrick. A él le gustaba recibir el balón entre los cuatro defensas, así que yo me quedaba fuera de su espacio, moviéndome a esa posición intermedia y mirando hacia adelante.
En mi primera temporada completa "Chicharito" (arriba) acababa de llegar al equipo. Yo recibía el balón y todo era: “Ok "Chicha" ¿Dónde la quieres? ¿ Por dónde vas a correr? ¿Vas a desmarcarte del central izquierdo o vas a correr a la espalda del central derecho?"
Cuando recibía el balón, instantáneamente sabía más o menos donde iba a estar él. Wayne se atrasaba hacia esos pequeños espacios, Ji-sun Park venía por dentro, Patrice desdoblando… así que siempre tenía una opción de pase.
Desde ahí, era como una partida de ajedrez, cuestión de encontrar los movimientos correctos.
Cuando era más joven, todo pasaba a más de 150 km/h. Pero en ese momento del que te hablo ya era un jugador más experimentado, estaba más interesado en los elementos tácticos del juego. Todas esas cosas en las que no piensas mucho cuando eres más joven.
¿Cómo presionan los rivales? ¿Cómo queremos presionar nosotros? ¿Estoy jugando contra un mediocampista que quiere atacar mi espalda? ¿Debo correr con él?
“Tenía muchas ganas de desarrollarme como entrenador, pero aún quería tener un impacto en el campo. Así que tenía que tomar una decisión"
Ya siendo un jugador más veterano empiezas a preguntarte el porqué de las cosas. En esos últimos cinco o seis años siempre estaba pidiendo consejos. De Carlos Queiroz, Mick Phelan o René Meulensteen. Pero también empecé a darles opciones. Empecé a hablar más en el vestuario, buscando ayudar a los jugadores más jóvenes, tanto en las sesiones de entrenamiento como después de los partidos.
Mi rol en el equipo cambió. Pensé menos en mi propio juego y más acerca del equipo. Empecé a pensar como un entrenador.
Aun así, no sabía qué iba a pasar cuando David Moyes (arriba) llegó para reemplazar a Sir Alexander Ferguson en el verano de 2013. Me quedaba un año de contrato como jugador, pero también me estaba sacando mi título Pro Licence, y, de hecho, estaba en Turquía, viendo el Mundial Sub-20, cuando recibí una llamada de David pidiéndome que fuese parte del cuerpo técnico mientras seguía como futbolista.
Estaba encantado de que me lo pidiera, y en términos de cualificaciones estaba listo, pero estar en el campo de entrenamiento y organizar sesiones no era algo a lo que estuviese muy acostumbrado. Por otro lado, aún quería tener un impacto en el campo. ¿Podría hacer ambas cosas?
Tenía que tomar una decisión.
"Hablo acerca de tener que manejar compañeros de equipo y amigos, pero después de esa derrota no tuve ningún problema en no elegirlos"
Había dos maneras de ver el puesto que David heredaba. Normalmente, un nuevo entrenador se hace cargo de un equipo que está en dificultades o que ha tenido una mala racha de partidos. En su caso, llegaba a un equipo campeón.
Pero también era un equipo con varios jugadores claves que estaban llegando al final de su carrera en el club. Rio Ferdinand, Patrice Evra, Nemanja Vidic, yo mismo. Todos estaban acercándose al final de su carrera de una forma u otra, y eso hubiese sido una situación difícil para cualquier entrenador que llegara. Además, todo técnico quiere poner su propio sello en un equipo-.
Ya para el final de esa temporada, tuve cuatro partidos para hacer justamente eso. Tenía buena gente a mi alrededor. Phil Neville ya era un entrenador en el United, Nicky Butt estaba en la academia, Paul Scholes vino también. Pero la parte difícil era que yo seguía siendo un jugador.
Eso significaba que tenía que decidir si jugaban compañeros de equipo con los que había compartido vestuario durante mucho tiempo. Además, sabía que era mi último año como jugador y quería disfrutarlo tanto como pudiera, cosa que al final, probablemente no conseguí nunca hacerlo.
Pero tuve la oportunidad de entrenar al Manchester United, y nada te prepara para la verdadera experiencia de estar en esa silla caliente. La sensación de estar en esa oficina después del entrenamiento, eligiendo a tu equipo para el próximo partido, jugadores tocando a tu puerta... Fue una experiencia increíble.
Yo mismo me puse mucha presión para ganar esos cuatro partidos y fue en ese período que me di cuenta que tenía la mentalidad para ser un entrenador.
En mi segundo partido perdimos 1-0 ante el Sunderland en Old Trafford. Antes te hablaba de la dificultad de tener que escoger a mis compañeros de equipo y amigos. Pero después de esa derrota no tuve problemas en no hacerlo.
No perdí el sueño por eso, porque ellos no tuvieron un buen rendimiento. Sabía que tenía que tomar decisiones duras y lo disfruté.
Durante ese período hablé con Sir Alex un par de veces. Quería ser yo mismo, por supuesto, pero cuando tienes a alguien que fue el mejor tan cerca, ¿por qué no apoyarte en él?
Después de esos cuatro partidos estuve trabajando dos años con Louis Van Gaal. Yo pensaba que sabía de fútbol, pero Louis me enseñó mucho y haber pasado esos dos años con entrenamientos día a día sobre el césped fue una experiencia enorme.
Cuando haces una buena sesión, sabes que los muchachos la han disfrutado, y entonces te ayuda a preparar a un equipo para un partido y sacar un buen resultado. Bueno, eso te hace subir la adrenalina.
Fue una sensación que realmente me hizo falta durante el tiempo que estuve alejado del fútbol después de dejar el United. Entonces me tomé un tiempo libre y me divertí.
Viaje mucho, pude ir a ver a mi hijo jugar fútbol, cosas que nunca hice realmente cuando estaba en el United. Sin embargo, extrañaba estar rodeado de los jugadores, preparando un equipo para un partido.
Entonces apareció el puesto de Gales.
"Si puedes ayudar a cualquier jugador a desarrollarse es algo que, como entrenador, te da una gran emoción"
Fue una magnífica oportunidad de trabajar con algunos jugadores de enorme talento. No había que pensárselo dos veces realmente.
Desde un punto de vista futbolístico, ser seleccionador internacional puede ser frustrante. No puedes trabajar con los jugadores día a día. Solo tienes cortos períodos con ellos y a veces puede que no los veas de nuevo por tres meses.
En ese tiempo, tu equipo puede cambiar completamente. Las lesiones y nivel de juego pueden tener un impacto, y no dispones de las repeticiones que los entrenadores de clubes sí tienen –constantemente martillando tus principios, tu estilo de juego, tus tácticas-. A veces, tienes que pensar sobre la marcha.
Pero si puedes ayudar a cualquier jugador a desarrollarse -incluso un pequeño consejo – te da tal emoción como entrenador. Es oro en polvo, realmente.
Y hay verdadero talento entre mis jugadores Un enorme talento.
Sabía que asumir el puesto sería un reto porque era un período de transición, un grupo de jugadores que habían tenido tanto éxito en llevar al equipo a la Eurocopa en 2016, conjuntamente con el surgimiento de un excitante grupo de jóvenes jugadores.
Todo ha sido acerca de conseguir el equilibrio, pero cuando me hice cargo quería competencia por los puestos. Quería dos jugadores en casa posición – todo entrenador quiere eso – y yo quería esa sensación de competitividad en cada sesión de entrenamiento.
En el Manchester United, muchas veces era más fácil jugar un partido el sábado que jugar un partido en el entrenamiento durante la semana. Me tocaba jugar contra Gary Neville, el mejor lateral derecho en Inglaterra, todos los días.
Esa es la ventaja competitiva que quería de esos jugadores en la selección de Gales. Nunca sabes qué va a pasar con las lesiones y la falta de continuidad puede ser frustrante, pero tienes que ser reflexivo, flexible, imaginativo.
Hay retos. Pero los retos me hicieron ser un mejor jugador, y también me harán ser un mejor entrenador.