Casi dos títulos por temporada. Es la media que acumula Marcelo Gallardo al frente de River Plate, club al que llegó en 2014. Coleccionista de títulos internacionales, Gallardo consiguió ganar en 2021 el entorchado que le faltaba como entrenador Millonario: la Superliga Argentina. Se añaden dos Copas Libertadores (2015 y 2018), tres Recopas Sudamericanas (2015, 2016 y 2019), una Copa Sudamericana (2014), la Copa Suruga Bank (2015), tres Copas de Argentina (2016, 2017 y 2019) y una Supercopa Argentina (2017).
Un palmarés brillante para el que muchos consideran como el entrenador más importante en la historia de River. “Gallardo es el mejor de la historia, lo ha ganado todo. Una de las virtudes de él es que tiene un equipo ofensivo. La gente exige eso, quiere que los técnicos ataquen y Gallardo tiene eso”, ha señalado Ramón Díaz, técnico también muy destacado en el club argentino.
Estilo de juego:
Durante su largo proceso en River Plate, Gallardo ha ido plasmando su idea futbolística de forma progresiva. Una idea que se mantuvo en constante evolución y transformación, principalmente por los cambios que sufrió en su plantilla temporada tras temporada.
De este modo, asociar la identidad de cualquiera de las etapas de Gallardo al frente de River con un esquema táctico específico sería un error. Esta se genera a partir de principios y fundamentos que se vuelven patrones de juego evidentes.
En la vuelta post pandemia, los esquemas más utilizados fueron principalmente con una línea defensiva formada por cuatro jugadores. El 4-3-3, con la variante de utilizar un falso nueve o un enlace que acompaña a dos delanteros, y el 4-2-3-1 (abajo). Las modificaciones desarrolladas han sido para adaptarse a la propuesta del rival con un fin estratégico, no con el objetivo de modificar su propia matriz de juego.
Ocasionalmente, utilizó una línea de tres centrales, como también la inserción de un pivote (Enzo Pérez). Esto sirve para generar una superioridad numérica en la construcción del juego. Una última opción que le habilitaba para mantener una cobertura preventiva ante una posible pérdida de balón.
En la estructura en fase ofensiva, cuando se enfrenta a una defensa en bloque medio o bajo, los jugadores que dan amplitud son los laterales. Durante estos ataques posicionales, estos jugadores mantienen una altura similar y toman como referencia a la segunda línea del bloque del rival. Así se comportan de manera reactiva de acuerdo a las posibilidades de progresión, como también de circulación de juego. Pero siempre pendientes de ser una opción en profundidad por los carriles laterales, ya sea por ataques directos o en juego combinativo.
No obstante, no siempre los jugadores que se desmarcan hacia los espacios avanzados son los laterales. También las rupturas en profundidad las realizan los delanteros e interiores, partiendo desde pasillos centrales hacia los pasillos laterales.
Independientemente de los contextos de partidos y al once inicial, el River de Gallardo mantiene unas marcas registradas que transcienden a los esquemas. Incluyen la buena ocupación de los espacios en los pasillos internos, los intercambios de posición, la paciencia en el juego para luego ser agresivo cuando se generan los espacios y los cambios de orientación para atacar el lado débil del rival (arriba). Todo ello ejecutado con una alta velocidad en la circulación de balón, a la que acompaña la intencionalidad y calidad en el pase para favorecer siempre la progresión y la orientación del receptor del balón de cara a a la portería contraria.
Los espacios que busca ocupar de forma permanente con diferentes movimientos son los que se generan por detrás de la segunda línea y toman como referencia los pasillos interiores. La primera intención es ocuparlos con mediocampistas que se desmarcan desde segunda línea y, en su defecto, con descensos de los delanteros utilizándolos de tercer hombre para encontrar al jugador libre en buenas condiciones (abajo). Este fundamento River lo utiliza permanentemente en todas sus líneas y es esencial para lograr la agilidad en su fase ofensiva.
Es un equipo que siempre busca tomar la iniciativa del juego. Y habitualmente lo consigue. Ante una presión alta del rival, y al contrario de otros conjuntos con características similares, no decide incorporar al portero Franco Armani para generar una superioridad numérica desde la salida de arco.
Una vez que llega a campo contrario, la ambición ofensiva es la finalización por las bandas. Esto lo logra ocupando el área rival con hasta cuatro jugadores más uno o dos en la zona de posible rechace.
El jugador clave para el funcionamiento colectivo es Enzo Pérez. Se trata de un futbolista que cuenta con un buen entendimiento de los diferentes momentos del juego e interpreta muy bien la idea de Gallardo.
Pérez también identifica los espacios que debe ocupar. Es un líder dentro del campo a la hora de ordenar e incentivar a sus compañeros.
Estas cualidades se suman a su ubicación en el campo, siempre favorable para ver lo que ocurre en cada acción. Además, su claridad para tomar buenas decisiones, dota del rumbo correcto a la ofensiva del equipo (abajo).
En los último metros, mientras tanto, el jugador diferencial es Julián Álvarez. Este aporta capacidad goleadora al equipo. Además, es muy fuerte en los duelos ofensivos e incansable a la hora de desmarcarse, tanto en profundidad, como para descender y participar de la gestación del juego.
Asimismo, la transición ofensiva es una de las armas a las que apuesta el conjunto, entendiendo que el momento post recuperación de balón es una oportunidad única para encontrar en pocos segundos una aproximación al arco rival. En estas acciones, los delanteros piensan en atacar los espacios a espalda de los defensores rivales, perfilados y en desmarques profundos hacia la portería siempre que haya posibilidad.
Fase defensiva y presión:
River es un equipo que busca tener la posesión de balón el mayor tiempo posible. Así, el primer objetivo cuando no la tiene es recuperar el balón lo más rápido posible. Para ello activa una agresiva presión con una alta densidad de jugadores en el sector de la pérdida de balón (abajo). Un desarrollo que en muchas ocasiones le permite quedar en superioridad numérica con respecto al adversario.
En los saques de portería del rival, toma como referencia al hombre y marca en duelos individuales cuando se enfrenta a equipos que se disponen para tener una salida asociada desde campo propio.
Cuando el rival circula el balón, los jugadores son muy agresivos sobre las recepciones y comienzan a achicar los espacios liberando las zonas alejadas. Tienen como principio doblar la marca contra el poseedor en contextos favorables para la recuperación. Esto hace difícil encontrar en River pasajes prolongados de un partido en el que se organice en una defensa zonal. Bien puede ser en bloque medio o en bloque bajo, para contener el avance y cubrir líneas por detrás.
Por otro lado, frente a equipos con una intención de tomar la iniciativa en el juego, por lo general se desarrollaron partidos marcados por las transiciones. partidos que transcurren con progresiones rápidas y de corta duración entre posesión y posesión. Un contexto donde también se siente cómodo el equipo de Gallardo.
Un patrón constante es la presión que ejercen los delanteros cuando la pelota pasa por un mediocampista rival en el sector medio. La participación y el compromiso del colectivo (abajo) en fase defensiva le permite desarrollar una presión total.
Los laterales son los jugadores que cubren la profundidad por los pasillos exteriores, pero también están siempre dispuestos a saltar a presionar adelante. Bien sea con la cobertura a su espalda del central o con la persecución de un mediocampista al rival que rompe la última línea.
En la presión colectiva, los centrales -Paulo Díaz, Héctor Martínez, Javier Pinola, Matías Maidana y Robert Rojas- mantienen el equipo muy corto. Están pendientes de anticipar o interceptar lo más lejos del arco propio posible. A su vez, y como consecuencia del estilo de juego pretendido por Gallardo, sus jugadores se ven obligados a defender en grandes distancias. La elección de Gallardo para estos roles es siempre de futbolistas rápidos para realizar las coberturas con el objetivo de cerrar las situaciones inestables que se puedan presentan.
Sin embargo, en algunos momentos del primer semestre de la temporada 2021, el equipo de Gallardo sufrió cuando los rivales planteaban un juego de contraataque. Esto lo lograban aprovechando los espacios que dejaban los laterales lanzados en ataque (arriba).
Un desequilibrio que Gallardo logró corregir con diferentes ajustes tácticos, para hacer de River uno de los equipos menos goleados del campeonato argentino. Eso, sumado a su ya poderío ofensivo, llevó al equipo Millonario a alcanzar la regularidad necesaria para ganar la Superliga 2021.