josé mourinho
Roma, 2021-2024
José Mourinho acabó en la 2021/22 con la larga sequía de la Roma en Europa, que duraba desde 1961. Los italianos conquistaron la Conference League, después de derrotar en la final al Feyenoord. Esta temporada, los romanistas quieren dar un paso más, en esta ocasión buscando ganar la Europa League, competición en la que están en semifinales. Una evolución en Europa que refleja la mejora de prestaciones de la Roma de Mourinho en la 2022/23.
“Entiende muy bien el fútbol, como lo demuestra el hecho de que ha ganado en casi todos los equipos. Mourinho tiene una imagen y un poder importante por todo lo que representa en el mundo del fútbol”, ha señalado Paulo Dybala, uno de los jugadores franquicia de la Roma, y quien ha visto como su juego ha vuelto a su máximo nivel de la mano del técnico portugués. Pero el argentino no es la única clave de la Roma. Nuestros entrenadores señalan otros puntos cardinales del equipo de José Mourinho esta temporada.
Libertad para Dybala
Sin ser la Roma un equipo con un juego ofensivo en el que a priori pueda brillar un mediapunta, ya que en muchas fases se posiciona en campo propio, José Mourinho ha dado a Dybala libertad de movimientos en las zonas donde más cómodo se siente para recibir el balón y dar posterior continuidad al juego.
La capacidad del internacional argentino para conducir el balón, buscar un último pase y finalizar jugadas hacen que los contraataques que propone la Roma de Mourinho sean muy efectivos (abajo), finalizando con un remate sobre la portería rival el 40% de estas acciones.
Otra de las ventajas que Dybala encuentra en el esquema de José Mourinho es la variedad de apoyos que tiene cuando pierde altura y busca relacionarse a través del pase. Siempre cuenta con dos futbolistas por fuera muy abiertos que facilitan la amplitud y un delantero con la habilidad de aprovechar —en sus desmarques en profundidad— el último pase del mediapunta.
Bajo ese ecosistema en ataque y libertad de movimientos, Mourinho ha conseguido que Dybala sea constante en el juego y líder del equipo. Una táctica que el técnico luso ya utilizó con gran éxito con Mesut Özil en el Real Madrid o con Wesley Sneijder en el Inter de Milán.
El contraataque, seña de identidad
Antes de la llegada de José Mourinho, la Roma era un equipo que intentaba llevar el control del partido, salir jugando desde atrás y ser agresivo en el pressing alto. Pero con la llegada del portugués en el verano de 2021, el equipo giró el estilo de juego acercándose más al ideario del técnico luso. Es decir, las líneas más juntas en defensa y salida rápida al contraataque tras recuperación. Señas de identidad principales del conjunto romanista a la hora de atacar en la 2022/23.
La velocidad y precisión de sus jugadores de ataque, unido a la perfecta ocupación de los espacios y los continuos desdoblamientos que realizan sus atacantes en el último tercio hacen que la Roma llegue con igualdad e incluso a veces con superioridad de jugadores al área rival.
El delantero Tammy Abraham es el encargado de estirar al equipo rival después de la recuperación de balón y el inicio del contraataque. La potencia y velocidad del futbolista inglés permite dar tiempo y espacio a los jugadores de segunda línea de la Roma que inician el contraataque (abajo).
Del mismo modo, los desmarques de Abraham por todo el flanco del ataque y cayendo hacía los costados, con el objetivo de evitar la densidad de la defensa rival en el centro, posibilitan que jugadores como Lorenzo Pellegrini, Dybala o El Shaarawy conduzcan a gran velocidad, siendo verticales y aprovechando que el oponente está desordenado.
Para poder realizar ese tipo de contraataques, el conjunto romanista decide esperar en bloque medio o en bloque bajo cuando no dispone del balón para que haya más espacio a la espalda de la línea defensiva. Sin lugar a duda, José Mourinho conoce todos los secretos del contraataque. Su Roma maneja a la perfección esta forma de atacar, convirtiéndose en un conjunto casi más peligroso cuando está en fase defensiva, sin balón, que cuando realiza ataques posicionales en campo contrario.
Balón parado
La Roma se ha consolidado como un equipo en el que el balón parado cobra gran protagonismo. Hasta la fecha, suma 11 goles en la Serie A en estas acciones, con un 25% de acierto. Al margen de las jugadas ensayadas, el primer paso para que estas acciones tengan efectividad es contar con un buen lanzador y un buen rematador.
Dybala y Pellegrini son los encargados de sacar todos los reinicios. Dos jugadores con dos perfiles diferentes: zurdo Dybala y diestro Pellegrini. Ambos también cuentan con un golpeo de balón exquisito con capacidad para alimentar a los rematadores con totales garantías.
En el repertorio de rematadores, tiene un poderoso juego aéreo con Chris Smalling, Roger Ibáñez, Diego Llorente, Abraham o Gianluca Mancini. Todos rematadores difíciles de marcar al hombre por su gran estatura y su facilidad para atacar el área (abajo).
Es en las acciones a balón parado donde José Mourinho y su cuerpo técnico hacen un esfuerzo extra para que las jugadas sean todas directas al área tras una serie de movimientos. Allí el objetivo principal es que el balón llegue a uno de los grandes rematadores con los que cuenta.
Solidez defensiva
Todos los equipos que ha dirigido José Mourinho se han caracterizado por ser muy competitivos y tener una solidez defensiva grande. Eso les permite encajar pocos goles. Este aspecto también se da en la Roma. El equipo dejó atrás las dudas defensivas, sobre todo en el eje de centrales, de la 2021/22.
Mourinho ha conseguido dar mayor consistencia y hacer más competitivos a los defensores. Para ello, cuando los romanistas no tienen el balón, se colocan en 5-4-1 en bloque bajo (abajo). Eso los convierte en un conjunto muy difícil generarles ocasiones de gol. Un ecosistema defensivo basado en múltiples ayudas por fuera y un núcleo rocoso en el medio.
En relación con la disposición defensiva dentro de ese 5-4-1, Zeki Celik en el carril derecho y Nicola Zalewski por izquierdo bajan a situaciones de laterales y conforman para conformar la línea de cinco junto con Mancini, Ibáñez y Smalling. Mientras, Diego Llorente, que llegó en el mercado de invierno, está siendo el sustituto en cualquiera de las posiciones de central. Por delante de la línea defensiva, Nemanja Matic y Bryan Cristante pueblan un centro del campo donde reducen mucho la distancia con los centrales evitando que jueguen a sus espaldas.
Desde el portero Rui Patricio hasta el delantero Abraham, la Roma intenta que haya el menor número de metros posible. Mourinho da mucha más importancia a lo que pasa por dentro y en defender bien el área. Así, los centros laterales rivales que reciben suelen ser desde larga distancia. Esto facilita que los centrales se impongan al estar bien perfilados y con un buen marcaje al hombre.
Cristante, el ancla que da equilibrio
Al margen de la seguridad defensiva, otra pauta que siempre acompaña a los equipos de José Mourinho y que no podía faltar en la Roma es la de tener a un centrocampista capaz de equilibrar constantemente al equipo y ejercer de soporte. Este papel lo lleva a cabo Cristante.
Pese a que en anteriores etapas ocupaba la posición de central, su ubicación natural es la de mediocentro. El técnico luso le ha devuelto al centro del campo para convertirse en un fijo en el equipo. No obstante, su paso por el centro de la zaga le ha dado a Cristante una gran capacidad para leer acciones defensivas.
De ese modo, el centrocampista romanista es un jugador vital para la recuperación del balón debido a su lectura e intuición (abajo). Pero para Mourinho el italiano no solo es un jugador con talento defensivo. También es una pieza básica para dominar la posesión del balón a través de su capacidad para asociarse.
Siempre en el eje y con la predisposición para dar apoyos a los centrales y elaborar la salida de balón, Cristante encarna la figura de futbolista que juega de manera sencilla para dar continuidad a la jugada sin arriesgar en demasía. Acciones en la que es consciente de que su implicación pasa por ser un primer apoyo fundamental en el juego ofensivo del equipo. De ese modo, Cristante siempre se mantiene bien perfilado, con el rol principal de conectar con Pellegrini o a Dybala. Allí, a partir de estos dos jugadores, la Roma activa verticalidad en sus ataques.
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