Miguel Ángel Ramírez
Independiente del Valle, 2018-2020
Cuando vi jugar a Moisés Caicedo en un entorno de máxima competencia, eso me dio la fotografía real de su nivel de juego.
Ese momento fue en un campeonato organizado por la Real Sociedad en San Sebastián, gracias a la invitación extendida por Roberto Olabe, director de fútbol de la Real. Ahí se dieron cita algunos de los mejores equipos Sub-18 de la Liga. Hablo de Semana Santa de 2019.
Mi cargo entonces era director de las formativas de Independiente del Valle. Yo sabía de Moisés Caicedo porque me habían contado de él, pero cuando tomé el cargo en el primer equipo, estaba en la última fase de recuperación de una lesión de rodilla, de la que tuvo que ser intervenido varias veces porque no lo habían dejado bien.
Así, no lo había visto jugar mucho.
Para nosotros era una cita muy importante, porque nos iba a servir para poner a prueba a nuestros jugadores y saber su nivel. Al final, la competición en Ecuador no terminaba de darnos toda la información que queríamos de los jugadores, ya que había gran diferencia entre Independiente y el resto de equipos. Los chicos hicieron un gran papel: llegamos hasta la final, y solo el Celta de Vigo, entrenado precisamente por Claudio Giráldez, actual entrenador del equipo en Primera División, nos ganó.
El campeonato era para la generación nacida en el año 2002, y podíamos llevar también a cinco jugadores del 2001. Uno de esos cinco jugadores que llevamos fue Moisés. Y ahí, en un entorno de máxima competencia, es cuando vi claro que tenía un potencial enorme.
"Era muy joven, pero yo tenía claro que estaba preparado para dar el salto"
Ese equipo Sub-18 de Independiente jugaba un 4-3-3, con Moisés como pivote. Sin embargo, su posición cambió cuando me hice con el primer equipo, algo que pasó para mí en ese mismo campeonato y de modo totalmente inesperado.
Yo había estado toda mi carrera en el fútbol base; desde que salí de casa, de Gran Canaria, muchos años antes. Estaba enfocado cien por cien a esa función y me encantaba: trabajé en UD Las Palmas, el Deportivo Alavés, la academia Aspire y en la dirección de las formativas de Independiente desde junio de 2018.
Pues bien, en medio de un partido me llamaron desde el club para decirme que tenía que tomar el primer vuelo a Ecuador. “Ismael Rescalvo se marcha a Emelec y necesitamos que te hagas cargo de la situación hasta encontrar otro técnico”. Esa fue, más o menos, la conversación.
En principio, mi posición iba a ser interina, es decir, hasta que el club encontrara otro técnico. Pero los planes fueron por otro lado. Tuvimos buenos resultados y buen juego, y eso convenció a los directivos de que me quedara. “¿Quién mejor que tú para el puesto? Contigo vamos a tener esa continuidad de promocionar a los chicos del fútbol base al primer equipo. Poder llevar el modelo de juego al primer equipo”, me dijeron.
"En un entorno de máxima competencia, es cuando vi claro que tenía un potencial enorme"
Moisés comenzó a entrenar con nosotros al primer equipo después de ganar la Copa Sudamericana en 2019 e hizo ya la pretemporada en 2020. Era muy joven, pero yo tenía claro que estaba preparado para dar el salto, sin pasos intermedios por el segundo equipo.
No obstante, los primeros momentos no fueron sencillos para él, porque le costó adaptarse al ritmo de juego y seguir el nivel de sus compañeros.
Después de algún ejercicio en los entrenamientos en el que no conseguía estar al mismo nivel de sus compañeros, Moisés se apartaba un poco del grupo y lloraba de rabia y frustración. ¿Por qué? Él quería llegar a ese nivel y yo, al mismo tiempo, también le apretaba mucho. En ocasiones, muchas veces más de lo que debía, es cierto, pero estaba seguro de que lo conseguiría.
Cuando tratas con jugadores tan jóvenes y de gran talento, no puedes hacerlo igual con todos. En ocasiones, como digo, fui muy estricto con Moisés, pero porque creía que eso es lo que le llevaría a ser mejor. Sin embargo, eso mismo puede que no funcione con otro chico. Por eso, debes hablar mucho con ellos, acompañarlos y escucharlos.
"Moisés se apartaba un poco del grupo y lloraba de rabia y frustración"
Moisés y yo pasamos bastante tiempo juntos, con charlas en las que él me hablaba de sus dudas o necesidades, aunque a jugadores tan jóvenes, como era su caso, no siempre puedes darle todo lo que pide. Deben saber también dónde están los límites, porque a lo largo de su carrera se van a encontrar con ellos y deben aprender a gestionarlos.
Recuerdo que me pidió el día libre para celebrar su 18 cumpleaños con su familia. “No. Los jugadores lesionados no tienen días libres. La recuperación es lo más importante”, le dije. Aunque sé que no estaba de acuerdo con mi orden, me dijo que la aceptaba. Sin embargo, tiempo más tarde me enteré de que se había escapado para celebrar con su familia el cumpleaños.
En su día, es decir, cuando yo estaba con él como entrenador, no me enteré de lo que había hecho, pero sí que cuando lo supe, lo hablamos entre los dos. “Moisés, ¿Por qué hiciste eso?”. Y ahí él me dio su explicación: quería estar con su familia ese cumpleaños porque estaba seguro de que era el último que iba a estar en casa.
No estuvo bien lo que hizo, está claro, pero por una parte entiendo que lo hiciera por esa razón, sobre todo si pensamos que hablamos de un chico tan joven. La maduración para ser un profesional en todos los sentidos llega poco a poco. No es fácil gestionar muchas veces que todo vaya tan de prisa, y más si estás lejos de casa.
"Moisés comenzó a entrenar con nosotros al primer equipo después de ganar la Copa Sudamericana en 2019 e hizo ya la pretemporada en 2020"
Pero no solo hablo de lo que pasa fuera del campo, también me refiero al juego.
Acostumbrado a actuar en todas las formativas como pivote, Moisés tuvo que habituarse con nosotros a jugar de interior en el 4-3-3 que utilizábamos. ¿Por qué hice ese cambio de posición, aun sabiendo que era complejo para él? Bueno, sencillamente vimos que de ‘8’ tenía mucho impacto en último tercio de campo.
Moisés es un jugador con buen pase y llegada desde segunda línea, de hecho, hizo goles con nosotros. De igual modo, es un jugador importante en la primera presión. En Independiente adelantábamos a un interior con el punta, o bien para presionar con punta-mediapunta o a través de un 4-4-2.
Tenía muchas piernas para hacer nuestra primera línea de presión con el punta para robar. Era espectacular verlo en los partidos y en los entrenamientos con sus compañeros. “El pulpo”, así lo llamábamos, por esas piernas que se metían por todos los lados para hacerse con el balón.
"Acostumbrado a actuar en todas las formativas como pivote, Moisés tuvo que habituarse a jugar de interior en el 4-3-3"
Le ayudamos además a mejorar en varios aspectos técnicos, como mejorar el golpeo en largo, muy necesario para un centrocampista. Él es un chico muy muy trabajador; otra de las claves que lo convierten en un jugador especial. Después de los entrenamientos, se quedaba practicando en el campo con algún compañero para practicar los envíos en largo, sobre todo insistiendo en la forma de golpear para conseguir un lanzamiento más largo y preciso.
Todo su trabajo hizo que se adaptara poco a poco al equipo, para convertirse finalmente no solo en uno más, sino el mejor. En poco tiempo Moisés, un chico de solo 18 años, se convirtió en imprescindible.
Para 2020, especialmente después de la goleada ante Flamengo en casa en la Copa Libertadores en la fase de grupos y un gran papel en la liga, empezaron a llamar los clubes más importantes de todo el mundo para hacer ofertas por él. Supimos entonces que iba a ser imposible retenerle mucho más tiempo en Independiente.
Yo hablaba mucho con él, como he dicho antes. En una de esas charlas, él me preguntó si yo creía que estaba preparado para algo más. Y fui totalmente sincero con él: “Yo creo que tienes todo para poder dar un salto”. En ese caso hablábamos de ir a Europa, que era lo que se venía para él.
"No siento que ni que sea su mentor, ni que le haya sido enseñado nada. Solo he tenido la gran suerte de acompañarlo en su camino"
Por suerte, no me equivoqué. Pero es que era imposible hacerlo por las condiciones que tiene Moisés.
No es fácil para un jugador joven adaptarse a los ritmos e intensidades de la Premier League, más si vienes de Sudamérica. Él necesito ese tiempo con una cesión en Bélgica (en el K. Beerschot), para después mostrar su gran nivel en el Brighton y ahora el Chelsea.
Para mí, un perfil de entrenador que lleva más tiempo en el fútbol base que en la dirección de equipos, me siento feliz de ayudar a haber ayudado a ‘Caice’ —y también a otros jugadores— a su crecimiento y desarrollo para alcanzar su máximo nivel.
Pero no siento que ni que sea su mentor, ni que le haya sido enseñado nada. Yo solo he tenido la gran suerte de acompañarlo en su camino.
Ojalá en algún momento de nuestra carrera podamos volver a cruzarnos. Quién sabe si en Inglaterra.
Sin duda, sería algo increíble.
Miguel Ángel Ramírez