Alessio Lisci
Mirandés, 2023-2025; Osasuna, 2025-Presente
Suelo vivir con mucha tranquilidad las horas antes de un partido. Cualquiera que sea. Incluso estando a unos instantes de jugarnos el ascenso a LaLiga.
Siempre he creído que si transmites nerviosismo o una pasión desbordada, puedes provocar el efecto contrario en los jugadores. Por eso, al equipo traté de darle tranquilidad y normalidad en esos momentos, para que no sintieran el partido con el Real Oviedo en la vuelta del play-off de promoción a LaLiga como una carga. También porque conocía muy bien la plantilla y el perfil de los jugadores: era un grupo muy joven y le faltaba la experiencia de afrontar una final de promoción de ascenso.
No hacía falta añadir más nervios, emoción o tensión después de lo que vivimos durante toda la temporada 2024/25 con el Mirandés.

Una temporada que comenzó de forma muy atípica, tanto que solo teníamos seis jugadores de campo en los primeros días de la pretemporada. Evidentemente, no fue sencillo empezar de ese modo, pero sí nos dio otro punto de vista y nos obligó a reinventarnos con una metodología muy diferente a lo que estábamos acostumbrados, con el objetivo de explotar al máximo las virtudes de los seis futbolistas disponibles.
Nuestra idea pasaba por anular los amistosos de pretemporada, porque no tenía mucho sentido jugar así, al menos hasta que tuviéramos suficientes jugadores del primer equipo. Sin embargo, no pudimos hacerlo. Entonces, para jugar los partidos, juntamos a los seis jugadores con varios del segundo equipo, que en ese momento competía varias categorías por debajo.
Obviamente, los resultados no fueron buenos, lo que aumentó la incertidumbre sobre lo que podría suceder. Por suerte, la relación con Alfredo Merino, el director deportivo del Mirandés, siempre fue muy buena, igual que con el club. El Mirandés es un club pequeño en tamaño, pero muy grande en mentalidad.
Seguramente fue la pretemporada más dura de mi carrera, pero mantuve la confianza en el trabajo del cuerpo técnico y en el del club. Esa fe y convicción interna nos dio la fuerza para seguir adelante sin detenernos nunca.
"Los malos momentos siempre aportan, aunque nadie quiera pasarlos. Entiendes el valor enorme que tienen para el futuro"
A lo largo de mi trayectoria, he intentado dar el cien por cien independientemente del contexto, sin obsesionarme con lo que falta y enfocándome únicamente en lo que puedo controlar. Es algo que llevo conmigo desde que empecé como preparador físico en la Lazio y que sigo manteniendo desde entonces.
De manera sorprendente, la temporada comenzó con una victoria ante el Córdoba. Un 1-0 con solo once jugadores de la primera plantilla disponibles. Teníamos un único cambio y volvimos a completar la convocatoria con jugadores del filial. Hasta el cierre de mercado en el mes de verano no cerramos la plantilla. Eso sí, los jugadores fueron llegando poco a poco, y en su mayoría cedidos.
Eso nos obligó a hacer las cosas muy rápido. Nos centramos en agilizar la integración de los jugadores nuevos utilizando muchísimos vídeos de nuestro modelo de juego y también de todo lo que queríamos implantar. Nos tocó trabajar muchas horas con sesiones tácticas de vídeo porque si pasábamos demasiadas horas trabajando en el campo corríamos el riesgo de lesiones.

Por otro lado, tuvimos la fortuna de incorporar jugadores que llegaron con mentalidad ganadora: tenían ambición, ganas de aprender y deseo de superarse. Gracias a eso, los conceptos que queríamos transmitir fueron asimilados rápidamente y aplicados después en el campo. Todo ese proceso se apoyó en un trabajo de comunicación enorme.
Cuando llegan jugadores nuevos, yo suelo hacer siempre una reunión muy larga con cada uno. Hablamos de su carrera, de su familia, de su vida, del momento personal en el que llegan y de lo que quiero de ellos. Y también de lo que ellos esperan de mí. Es fundamental conocerse bien desde el principio.
En esa ocasión, no pude hacer nada de eso en pretemporada, pero sí durante la temporada. Hicimos muchas reuniones durante todo el año con los jugadores, tanto con el cuerpo técnico como conmigo. Necesitábamos tener una evolución constante que permitiera que el jugador rindiera a un nivel superior y, con ello, mejorar la plantilla en su conjunto.
Para mí el mensaje al jugador es muy importante, pero debe ser diferente para cada jugador. Cada futbolista es un mundo. Cada uno es una persona distinta. Como sabemos desde la psicología, no se puede tratar a todos de la misma manera. A nivel de normas y reglas, todo es igual para todos, pero cuando se trata de comunicar, de motivar o de llegar emocionalmente a un jugador, cada uno necesita algo distinto. Hay que saber llegar a ellos de maneras diferentes.
"Seguramente fue la pretemporada más dura de mi carrera, pero mantuve la confianza en el trabajo del cuerpo técnico y del club"
Sin ninguna duda, los seis jugadores que estuvieron desde el primer día, junto a los porteros y el cuerpo técnico, tuvimos la capacidad de transmitir a los jugadores nuevos nuestro mensaje. Les hicimos ver cuánto nos había costado llegar hasta allí y las ganas enormes que teníamos de que todo saliera bien.
El objetivo inicial de la temporada era la salvación. No podía ser otro cuando empiezas una temporada como he contado. Pero en las primeras jornadas ya vi que lo íbamos a conseguir. Teníamos un bloque defensivo muy sólido y arriba contábamos con un jugador capaz de ganar partidos en cualquier momento. Ambas cosas, en Segunda División, son casi sinónimo de permanencia.
A partir de ahí, partidos como la victoria contra el Castellón (1-3), la victoria ante el Racing de Santander (0-1) o el Deportivo de La Coruña (0-4) nos hicieron entender que, si éramos capaces de sacar grandes resultados en grandes campos y además éramos muy fuertes en casa, podíamos estar arriba. A partir de entonces comenzó una escalada: cada partido era un escalón más que subíamos y un motivo más para creérnoslo.

Llegamos incluso al penúltimo partido en puesto de ascenso directo. Pero empatamos en casa contra el Almería (0-0), que también se jugaba entrar en el play-off. Si hubiéramos ganado ese partido, habríamos ascendido directamente.
Ese empate contra el Almería nos obligó a cambiar rápidamente el chip y meternos en modo play-off. Sinceramente, fue una auténtica montaña rusa emocional el final de temporada: entrar en play-off, rozar el ascenso directo, volver al play-off… Pero lo afrontamos desde la normalidad, analizando nuestras fortalezas y recordando que, aunque éramos un outsider, porque, como dije, al principio muchos nos daban por descendidos, habíamos llegado hasta allí por méritos propios. No estábamos celebrando nada: estábamos donde merecíamos estar, y tocaba creérselo.
"Cuando llegan jugadores nuevos, suelo hacer siempre una reunión muy larga con cada uno. Hablamos de su carrera, de su familia, de su vida, del momento personal en el que llegan y de lo que quiero de ellos"
La eliminatoria contra el Racing de Santander se preparó sabiendo que les habíamos ganado bien los dos partidos de liga. A grandes rasgos, éramos un equipo incómodo para el Racing por nuestra forma de jugar y por sus características físicas. Sin duda, nuestra intensidad y nuestra estructura les generaban dificultades.
Pero el partido de ida del play-off fue un golpe duro: nos empataron 3-3 en el minuto 97. Cuando entré al vestuario, para mi sorpresa, me encontré un ánimo increíble. Los jugadores estaban convencidos de que lo íbamos a conseguir en la vuelta. Y así fue. La segunda parte de aquel partido fue casi perfecta para firmar un contundente 4-1 que nos llevó al partido del que te hablaba al principio, contra el Real Oviedo en su campo, el Carlos Tartiere, después de ganar nosotros 1-0 en el partido de ida.

El partido comenzó bien: nos adelantamos con un gol de Joaquín Panichelli y estábamos muy cómodos. A ellos les costaba generar ocasiones. Sin embargo, en un córner provocaron un penalti y empataron. En la segunda parte volvimos a entrar bien, pero nos marcaron el 2-1. Aun así, tuvimos varias ocasiones clarísimas para empatar y ascender, pero el balón no quiso entrar. Al final recibimos el tercer gol. Sin embargo, lo que más queda no es ese resultado, sino todas las vivencias del año.
"A lo largo de mi trayectoria, he intentado dar el 100% independientemente del contexto, sin obsesionarme con lo que falta y enfocándome únicamente en lo que puedo controlar"
En mi carrera siempre digo que el trabajo nunca miente. Lo recuerdo muchas veces porque creo firmemente en ello. En los momentos más difíciles con el Mirandés, el cuerpo técnico y yo nos refugiamos en el trabajo duro, diario, constante, y en la búsqueda de soluciones para ser una familia. Sé que familia es una palabra que se usa mucho en el fútbol, pero en este caso era verdad.
Aunque ha pasado tiempo, sigo en contacto con los jugadores y es fantástico volver a hablar con ellos o enfrentarnos de nuevo.

Estoy totalmente agradecido al Mirandés. Para mí ha sido un escaparate importantísimo, que me ha ayudado a incorporarme a Osasuna y a darme cuenta de una cosa: los malos momentos siempre aportan, aunque nadie quiera pasarlos.
Pero cuando los sobrevives, entiendes el valor enorme que tienen para el futuro.
Alessio Lisci