Jesse Marsch
Canadá, 2024-Presente
Para serte franco, cuando conocí a Ralf Rangnick no sabía mucho de él.
Sucedió en mi entrevista para el puesto de entrenador principal del New York Red Bulls.
Gérard Houllier también estaba ahí. Yo conocía a Gérard porque le había hecho seguimiento a su trabajo en el Liverpool y en el Paris Saint-Germain.
Pasé una gran parte de la entrevista dirigiéndome a Gérard, hablándole de mis ideas sobre el fútbol.
Pero luego, cuando Ralf y yo comenzamos a hablar, las cosas se comenzaron a calentar. ¡Casi que se vuelve una discusión!
Salí de la entrevista cuestionándome lo que había hecho. Pensé que, después de eso, de ninguna manera iba a conseguir el trabajo.
Más tarde, recibí una llamada del presidente del club. “Ralf quedó encantado contigo”, me dijo.
Yo no lo podía creer, pero él había quedado impresionado con mi entusiasmo y mi pasión. Y me dieron el puesto.
“La intensidad que Ralf exige de sus jugadores es contagiosa"
Resultó que Ralf y yo teníamos puntos de vista muy similares sobre la presión tras pérdida y las transiciones. Haberlo conocido en ese momento me introdujo a una visión más detallada del juego y una forma de pensar más profunda sobre el fútbol.
Ha pasado a tener una gran influencia en mí y en mi filosofía.
No me sorprende que tantos entrenadores exitosos – como Thomas Tuchel, Ralph Hasenhüttl, Jürgen Klopp y Julian Nagelsmann – hayan aprendido de Ralf.
La intensidad que exige de sus jugadores es contagiosa. Su estilo moderno de fútbol ha tenido un impacto enorme en muchos clubes diferentes y entrenadores en Alemania.
Pero todo el mundo ha tenido que interpretar sus ideas a su manera y, por supuesto, eso ha sido igual para mí.
El primer aspecto de mi filosofía es conseguir que los jugadores se convenzan de mis ideas. Yo lo llamo: “crear una convicción interna”.
Para crear esta convicción, presento mis detalles tácticos de la manera más simple posible. Ralf me enseñó que es importante mantener el vocabulario y las ideas en una forma sencilla y evitar hacer las cosas demasiado complicadas sin necesidad.
Cuanto más haya un entendimiento común de esos detalles entre los jugadores, más fácil será que ellos pongan las ideas en práctica. “El éxito es la suma de los detalles”, como decía Harvey S. Firestone, un inventor estadounidense del siglo XIX. Me encanta ese dicho y lo empleo con mis jugadores.
"Cualquier jugador que presione debe ser capaz de confiar en que hay otros detrás"
La clave para mi forma de jugar es la idea de presionar para marcar goles. No pensar en la posesión cuando ganas el balón, sino pensar en cómo llevar el balón adelante y marcar tan rápido como sea posible.
Yo uso un acrónimo (S.A.R.D., por sus siglas en alemán) para intentar desglosar mis ideas para los jugadores.
La ‘S’ es por sprinting. Como todo entrenador, quiero que mis jugadores corran bastante y cubran mucho terreno, pero para mí lo más importante es cómo y cuándo corremos. Es muy importante cuando estamos en la presión. Frecuentemente hacemos el doble de esprints sin el balón que cuando tenemos la posesión.
La ‘A’ es por alle gemeinsam (todos juntos). Nuestra presión es orientada al balón más que al hombre, así que cuando comenzamos a atacar el balón, siempre lo hacemos juntos. Todo jugador que presiona el balón tiene que poder confiar en que hay otros por detrás.
Eso puede significar que tenemos cinco jugadores presionando solo a dos o tres rivales, y que queden oponentes libres en el lado contrario del campo, pero mi convicción es que se trata de un riesgo que vale la pena asumir por las potenciales recompensas. Si podemos rodear a algunos rivales, eso hace que sea difícil que cambien el juego para los que están libres.
La ‘R’ es por reingehen (entrar). Este es un compromiso con atacar el balón, intentar ganarlo y recorrer todo el camino.
No quiero que mis jugadores se detengan a un metro de su oponente y se preocupen por bloquear líneas de pase o ser sobrepasados. Cuando vamos hasta el final y todos juntos, las posibilidades de tener éxito – de ganar el balón y marcar un gol – son mucho más altas.
"La gente en el Salzburgo casi que se burla de mí porque uso tanto la palabra 'mentalidad'"
La última letra, la ‘D’ es por dazukommen. Esta es la segunda ola de la presión. Cada ola individual de nuestra presión tiene que ser respaldada por otra ronda de jugadores. De nuevo, esto aumenta realmente las posibilidades de éxito.
S.A.R.D le proporciona a los jugadores los detalles tácticos de mi plan y los ayuda a entender todo lo que necesitan para estar completamente comprometidos con el plan. Si hay alguna debilidad – cualquier falta de compromiso – todos somos más débiles.
Las formaciones no son realmente importantes para nosotros. Hemos usado muchas distintas durante mi etapa en el Salzburgo y yo he intentado mantener una temática común en cuanto a cómo jugamos y presionamos, más que ser consistentes en el dibujo con el que jugamos.
Le pido a mis jugadores que presionen cuando se efectúa un pase y el balón está desplazándose, no cuando ha sido recibido, ya que eso le da la oportunidad al rival de tener demasiado tiempo con el balón.
Una vez que se ha dado el pase y que comenzamos a presionar, todos vamos. Comprometemos muchos jugadores hacia el balón, pero seguimos conscientes de que tendremos que correr de vuelta a nuestro dibujo si el rival consigue hacer un cambio de juego.
Esos detalles tácticos son cruciales, pero creo que tener la mentalidad adecuada es casi igual de importante, así que es algo a lo que le dedico mucho tiempo para que salga bien. En el Salzburgo casi que se burlan de mí porque uso tanto la palabra “mentalidad”.
“Le digo a mis jugadores: ser agresivos es siempre mejor que ser pasivos"
En el centro de mi filosofía está jugar con ritmo. Es acerca de jugar a una velocidad más rápida de la que los oponentes pueden manejar, mientras que nos organizamos de manera tal que estamos listos para dar el golpe para ganar el balón y atacar. Quiero que mis jugadores superen la oposición y sean más inteligentes que ella, de manera que estén un paso por delante siempre que sea posible.
Yo quiero un compromiso y una convicción total. Quiero que los jugadores sientan que esto no es solo un estilo de juego. Es una forma de vida.
Si quieres algo, tienes que ir a buscarlo. No esperas a que pase. Tú eres el agresor. Eres proactivo.
Le digo a mis jugadores: ser agresivos es siempre mejor que ser pasivos.
Esta mentalidad positiva, proactiva, tiene que ser una parte grande de lo que hacemos. Le digo a mis jugadores que quiero que vayan “a por todas”.
Sabía lo que quería decir cuando introduje esa frase en el equipo, pero en realidad les pedí a los jugadores que la definieran.
Ellos respondieron diciendo: ‘dar todo lo que tienes al grupo en todo momento’ y ‘cuanto más das, más recibes’.
Creo que esas dos líneas encapsulan la idea perfectamente. Consiste en estar unidos y tomar las riendas de su situación.
“Uno de los jugadores de los que más me siento orgulloso es Aaron Long"
El hecho de que ellos la definieron significa que asumen el compromiso por sus propios estándares y que se sentirán decepcionados si alguien no se mantiene fiel a lo que han creado. Se sentirán defraudados y nadie quiere hacerle eso a sus compañeros.
“¡Vacíen el depósito!”, les digo a mis jugadores. Atraviesen la barrera de la fatiga mental y denlo absolutamente todo.
En el Salzburgo hay muchos jugadores jóvenes talentosos con grandes ambiciones, a quienes se les ofrece el escenario para jugar en Europa. Así que constantemente les recuerdo que el éxito del equipo dicta el éxito del individuo. Cuanto más den, más recibirán.
La juventud y el desarrollo son muy, muy importantes en lo que hacemos. Erling Haaland, Dominik Szoboszlai, Takumi Minamino y Tyler Adams son cuatro ejemplos muy conocidos de jugadores con los que he trabajado a una edad temprana.
Uno de los jugadores de los que más me siento orgulloso es, sin embargo, Aaron Long.
Andaba de un lado a otro en la segunda división en EE.UU., principalmente actuando como número 6, de mediocampista defensivo. Lo miré jugar y decidí llevármelo conmigo al New York Red Bulls, pero le dije: “No te quiero como mediocampista. Quiero trabajar contigo como defensa central”.
También decidí que él necesitaba un año en el segundo equipo, aprendiendo nuestros ideales y aprendiendo la posición. Creíamos que tenía un enorme potencial.
“Todos los mejores jugadores jóvenes con los que he trabajado han tenido una mentalidad de desarrollo"
Confió en nosotros y creyó en nuestras ideas, rechazando las oportunidades de jugar en el primer equipo en otro lado. Simplemente tenía la mentalidad correcta.
Fue defensa del año en la segunda división. Dos años más tarde, fue defensa del año en la MLS.
Ahora Aaron es el capitán de la selección nacional.
Creemos en el potencial de nuestros jugadores y en empujar a estos jugadores a alcanzar su mejor nivel. Nos encanta darle oportunidades a los jugadores jóvenes. Te sorprendería lo que pueden hacer por ti si les das una oportunidad. A veces tienes que ser paciente, pero es algo que puede merecer realmente la pena.
Intentamos formar gente que tenga lo que llamamos una mentalidad de “crecimiento”. Son personas que, cuando fallan, quieren saber cómo pueden mejorar, qué podrían haber hecho mejor, qué pueden aprender del proceso.
Puede parecer sorprendente, pero en el fútbol de alto nivel la mayoría de los jugadores enfocan el fracaso desde el punto de vista de que son lo suficientemente talentosos para tener éxito si simplemente lo intentan otra vez de la misma forma.
No queremos jugadores así. Queremos una mejora.
Una buena persona hace un buen jugador, no al revés. Me encanta esa línea y creo que nuestra perspectiva sobre el desarrollo muestra lo verdadera qué es. Todos los mejores jugadores jóvenes con los que he trabajado han tenido una mentalidad de desarrollo. Dicho de forma simple: querían crecer.
El éxito de esos jugadores ha sido clave para el éxito de mis equipos.
Ellos han creído en mis ideas y lo han dado todo por la causa, tal como les pedí.
Sin ese compromiso del 100 por ciento en cada sesión de entrenamiento, cada minuto de cada partido, simplemente no funcionaría tal y como lo hace.
Redacción: Héctor García